sábado, 2 de marzo de 2013

Entendiendo la crisis

El artículo "Entender la crisis y someter a juicio el sistema" que publicamos hace algunos días contiene algunos errores teóricos y conceptuales que están en contradicción con la teoría marxista y la realidad que la crisis actual ha puesto en evidencia. Si bien el marxismo reconoce la existencia de crisis cíclicas, la recurrencia de estas crisis se realizan sobre una base de contradicciones más agudas del sistema capitalista, en la que cada crisis que se repite es más profunda que la anterior, que la "autorrecuperación" del sistema capitalista no corrige sino que posterga y agudiza las contradicciones del capitalismo. En el presente artículo, el autor realiza algunas observaciones críticas al artículo anterior.  

Entendiendo la crisis
Zoltan Zigedy 

Crisis sistémica

1. Las crisis económicas capitalistas son de dos tipos: cíclica y sistémica. En el curso de la actividad económica capitalista, se producen desequilibrios entre las distintas ramas de la producción, entre los proveedores y los productores, entre la producción y el consumo, etc. Estos desequilibrios tienen como resultado las recesiones o las desaceleraciones en la actividad productiva. Los economistas burgueses se refieren a éstos como eventos del “ciclo económico”, dando a entender que son cíclicos y que se autocorrigen; según esto, la recuperación está en el horizonte, tal vez en un horizonte distante, pero en el horizonte, de todas maneras. Por lo general, los políticos burgueses aplican remedios convencionales –ajustes en la tasa de interés, gasto estatal, incentivos o estímulos– para ajustar estos ciclos según sus fines políticos. A pesar de que éstos son eventos episódicos, el daño resultante generalmente recae sobre las espaldas de los trabajadores.

2. Las crisis sistémicas, por otro lado, son el reflejo de las profundas contradicciones inherentes al sistema capitalista. Como tales, no están sujetas a la paciencia o el menú habitual de remedios. El capitalismo, como una máquina de movimiento perpetuo, viola las leyes de la naturaleza. Un sistema no puede continuar para siempre... mientras premia con la riqueza producida por esas interacciones sociales a unos pocos que se disocian de los procesos sociales mismos. A largo plazo, la acumulación de riqueza privada y concentrada tiende a asfixiar una mayor acumulación de esa riqueza.

3. Las crisis sistémicas no pasan, pero son temporalmente suprimidas o resueltas a través de un cambio transformador. Es decir, los políticos gobernantes pueden debilitar o aplazar las más duras consecuencias de las crisis sistémicas, pero finalmente se necesitarán cambios sistémicos para salir de la crisis. Por ejemplo, a pesar de que el New Deal se jactaba de resolver la Gran Depresión en los EE.UU., la desaparición de la Depresión sólo llegó con los grandes cambios sistémicos que acompañaron a la guerra mundial: planificación económica “a la socialista”, organización, inversión y producción de material de guerra, y destrucción masiva de bienes materiales. En nuestro tiempo, el impacto total de la crisis tecnológica de 2001 fue suprimido sólo para exacerbar la crisis de 2008. Las dinámicas subyacentes de la crisis capitalista se mantuvieron, y aún se mantienen.

4. Las crisis sistémicas son, en última instancia, crisis de acumulación. Lo que paraliza, de forma más decidida, el mecanismo del capitalismo es la incapacidad para generar suficientes ganancias. Por el contrario, los factores que limitan el crecimiento de la acumulación –reduciendo la tasa de ganancia– explican en gran parte las crisis sistémicas. Así, hablando en términos generales, las crisis son causadas por la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, inherente al sistema.

5. Explicar la crisis sistémica por sus problemas de acumulación y no por desequilibrios o consumo no realizado tiene la consecuencia política siguiente: no se puede superar la crisis con panaceas liberales o socialdemócratas. La redistribución de la riqueza, los programas de empleo del sector público, el seguro social, etc., no restablecerán directamente la rentabilidad, a menos que estos programas sean realmente subterfugios para transferir excedentes. Sólo la recuperación en el crecimiento de la ganancia estabilizará la economía. Esto se pudo apreciar en los EE.UU., después de mediados de 2009, cuando las ganancias se recuperaron notablemente (¡generadas por la explotación intensificada!). Pero incluso entonces, las ganancias comenzaron a retroceder de nuevo a mediados de 2012. Por lo tanto, la clase obrera realmente sólo tiene ante sí la elección entre ayudar a los capitalistas a restaurar la ganancia o trabajar para eliminar el sistema capitalista.

6. Paradójicamente, la crisis existe porque el proceso de acumulación es abrumado por la enorme cantidad de excedentes en manos de unos pocos, los dueños de los medios de producción, distribución, servicios y finanzas. Al igual que en la época anterios a la Gran Depresión, las oportunidades de inversión en actividades productivas son superadas por el mero peso de los excedentes acumulados. La tasa, así como la tasa esperada, de ganancia se hunde ante el capital agregado en manos de las corporaciones, los bancos y los ricos. Ellos  se redirigen a la especulación en recursos escasos, propiedades y esquemas financieros, la siempre activa “caza de rendimientos”. Y se endeudan, amplificando la locura de esta búsqueda incesante de un rendimiento sobre el capital disponible.

7. La crisis sistémica no debe entenderse como una predicción de la bancarrota final del sistema. El trabajo pionero de Henryk Grossmann sobre la teoría de Marx de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia –debido a su exposición estrictamente lógica– ha llevado a algunos a creer erróneamente que el capitalismo implosionará por su propia lógica. Del mismo modo, los académicos marxistas divorciados del movimiento de la clase obrera se apoyan en gran medida en el proyectado estancamiento para forzar la salida del capitalismo de la escena mundial. Pero el capitalismo siempre tiene medidas extremas a las que recurre por instinto de conservación: barajar de nuevo las cartas a través de la guerra, forzar la marcha del capitalismo a través del fascismo, y muchas formas de esclavización directa e indirecta. La única salida del capitalismo es a través de los esfuerzos de los elementos más avanzados y organizados de la clase obrera, armados con una comprensión del capitalismo.

Monopolio y Capitalismo monopolista de Estado

1. Los teóricos de Monthly Review están en lo correcto al señalar insistentemente la concentración incesante de capital en cada vez menos manos como prueba del aumento del capital monopolista. Las fusiones y adquisiciones, bancarrotas, e integraciones aseguran que las empresas líderes crezcan más fuertes y sean menos en número. Al mismo tiempo, ellos subestiman la capacidad de recuperación del capitalismo para crear y recrear nuevas áreas de competencia. Frederick Engels afirmó correctamente, en el primer tratado marxista de economía política (Esbozo de una crítica de la economía política): “La competencia se basa en el interés propio, y el interés propio a su vez engendra el monopolio... Por otro lado, el monopolio no puede contener la marea de la competencia, de hecho, ella misma engendra la competencia...”. Este es el “pequeño punto” que escapa a la escuela del “capital monopolista” (CM), asociada con Monthly Review.

2. Incluso en una industria altamente intensiva en capital y un modelo de monopolio como la producción de automóviles, la competencia continúa con nuevos productores ingresando a la industria a través de las nuevas tecnologías (por ejemplo, automóviles eléctricos) o las iniciativas nacionales (Japón, Corea, y hoy China e India). Si bien la competencia de precios persiste (al contrario de lo que argumenta la escuela CM), la competencia se manifiesta también a través de características tecnológicas, el consumo de combustible, el rendimiento, las garantías, y una serie de otras diferencias. Más aún, estas diferencias se basan en las técnicas de producción y los costos de producción, y no se van tan lejos, hacia “el esfuerzo de ventas”, como lo hacen Sweezy y Baran en su libro “El capital monopolista”. Asimismo, ellos pasan por alto la competencia entre las antiguas y las nuevas industrias, entre las industrias dominantes y las industrias alternativas.

3. A pesar de la persistente concentración del capital, la competencia entre los capitalistas y la sed de rendimientos sobre las existencias de capital siempre conducirán al sistema hacia una crisis sistémica.

4. De gran utilidad para el movimiento de la clase obrera es la teoría del capitalismo monopolista de Estado. Mientras monopolización puede doblar, pero no romper la lógica del capitalismo, las enormes corporaciones monopólicas han tenido éxito en la fusión de sus intereses con las funciones del Estado. El enorme poder y el alcance de las empresas monopolistas han reclutado todos los órganos del Estado y aprovechan las acciones del Estado para la promoción de la acumulación de capital. La teoría del capitalismo monopolista de Estado ha sido abandonada por los círculos de izquierda, desde la desaparición del socialismo europeo. Sin embargo, la prioridad que el Estado ha dado a los rescates bancarios en Estados Unidos y en Europa, seguramente resaltarán su validez y hará que los críticos hagan una pausa para reconsiderar su posición. La teoría del CME es una herramienta esencial para entender el comportamiento de los dirigentes políticos de Estados Unidos y la Unión Europea en el curso de la crisis.

“Financiarización” y deuda

1. “Financiarización” es un desafortunado término de moda, que contribuye con poco a nuestro entendimiento. El creciente papel de las finanzas fue observado desde antes de la época de Lenin. El proceso culminó con las finanzas representando más del 40% de las ganancias empresariales en los EE.UU. a principios del siglo XXI, en parte por su creciente absorción de excedentes en estampida y en parte por el descenso y la caída de la producción manufacturera, que anteriormente tenía una participación mucho más grande  en las ganancias de los Estados Unidos.

2. Sin lugar a dudas, las finanzas tuvieron un papel destacado en los EE.UU., el Reino Unido y algunos otros países capitalistas avanzados, con la creación de un nuevo y vasto grupo de obreros de bajos salarios, disponibles para la industria manufacturera después de la destrucción del socialismo europeo oriental, sus aliados de orientación socialista y la apertura de China a los mercados mundiales. Esto refleja la nueva división nacional del trabajo en la economía mundial: la producción manufacturera y las exportaciones en el Este y el Sur, y las finanzas, la administración y los servicios en el Oeste y el Norte.

3. Como el centro financiero principal, EE.UU. se convirtió en la meca de aquellos con los bolsillos llenos de dinero en efectivo y pocas oportunidades de inversión, en una era de bajas tasas de interés y dinero barato.

4. A diferencia del mundo de la producción mercantil cuyo valor se produce en tiempo real, las finanzas ofrecen oportunidades de apropiarse valor futuro a través de instrumentos contractuales, como las hipotecas, bonos, futuros, y, en nuestra época, las creaciones más exóticas. Estos comercios de instrumentos de valor futuro, por lo tanto, desafían al capitalismo a encontrar oportunidades de inversión aún más marginales para absorber el excedente y el excedente potencial.

5. Deuda –el resultado del crédito fácil y las bajas tasas de interés– sirve como un amplificador de la inversión financiera, de puente crítico a la especulación cada vez más imprudente. Así, las finanzas ofrecen sus múltiples “innovaciones”, diseñadas para absorber el océano del excedente acumulado durante décadas y en busca de una nueva ronda de acumulación en un ambiente de rendimientos decrecientes. De esta manera, la tendencia de la acumulación a desacelerar su propia reproducción encuentra su expresión en la crisis financiera que estalló en los EE.UU. en 2007-2008.

Otras teorías de la crisis

1. La teoría de las Ondas –la idea de que la actividad económica muestra una trayectoria ondulada, que va del auge a la quiebra, para regresar nuevamente al auge– goza de un atractivo espiritual, casi místico, para muchos. Asociado con las opiniones de Nikolai Kondratiev en los círculos marxistas, la teoría de las ondas periódicas y regulares –largas o cortas– es errónea por dos razones distintas, pero fatales.

2. Desde una perspectiva empírica, es imposible ponerse de acuerdo sobre aquellos aspectos de la historia económica que son determinantes en expresar las alzas y las bajas de los ciclos regulares. Es decir, las variables dependientes son ilusorias y brumosas. Por otra parte, cuando están claramente estipulados –el PIB, la productividad laboral, las ganancias, etc.– no se descubre ningún patrón indiscutible. En su lugar, sólo los patrones intuitivos son vistos por aquellos predispuestos a verlos.


3. Desde un punto de vista teórico, no hay candidato para una variable independiente que muestre un comportamiento, consistente y regular, en forma de onda a lo largo de la historia económica (o de la historia del capitalismo). Ni la innovación tecnológica, ni el cambio cultural o demográfico, ni ningún otro candidato a ser la causa de los ciclos,  exhiben el tipo de naturaleza en forma de onda que explicaría las ondas regulares y periódicas en el registro histórico. Y cuando se encuentran movimientos en forma de ondas en la naturaleza (por ejemplo, los ciclos lunares), no existe una conexión causal evidente con la vida económica.


4. En resumen, los ciclos largos son imposibles de discernir sin apelar al impresionismo del tipo Rorschach y son imposibles de explicar sin asumir lo que se propone demostrar. Si se quiere ver una cara en la luna, se puede ver una.

5. Tenemos una gran deuda con Hans Heinz Holz, el fallecido filósofo marxista alemán, que trajo a nueva vida al concepto comunista de larga data sobre la crisis general del capitalismo (CGC). Como señala Holz, la ciencia social soviética mecánica y empíricamente asoció la CGC con las etapas históricas inauguradas con la revolución bolchevique y la Segunda Guerra Mundial. Esta fue una interpretación errónea disuelta por los retrocesos en el socialismo.

6. Holz está en lo correcto al rehabilitar la teoría de la CGC como una crisis verdaderamente general generada por los mecanismos internos del capitalismo, independientemente de los acontecimientos externos, pese a su importancia. Está en lo correcto al concebir la CGC como una crisis total, que no se limita a la esfera económica, que incluye la vida social, la cultura, la ideología y las relaciones humanas.

7. De este modo, la teoría de la CGC no es una teoría de la crisis económica. En cambio, la crisis sistémica del capitalismo es un elemento –un elemento causal– en la crisis general del capitalismo.

8. Queda mucho más trabajo por hacer en el desarrollo de una teoría completa de la CGC con sus consecuencias en todos los aspectos de la vida cotidiana.
 

Fuente: Zigedy, Zoltan “Understanding the Crisis”, febrero de 2012, en MLToday.com 

Traducido para “Crítica Marxista-Leninista” por Inessa de la Torre.