jueves, 27 de marzo de 2014

China es el principal acreedor individual de los Estados Unidos. ¿Qué pasaría si China reduce sus tenencias de bonos norteamericanos?


La desaparición del campo socialista condujo a la reunificación de todos los países del mundo en un mercado mundial único, con el imperialismo norteamericano como potencia dominante. Durante casi un cuarto de siglo, hasta su desintegración en 1991, la URSS socialimperialista trató de arrebatarle a Estados Unidos la hegemonía del campo imperialista. Su colapso –que fue el colapso del capitalismo restaurado en ése y otros países ex socialistas– consolidó la culminación del retorno al mercado mundial único bajo el sistema capitalista, revirtiendo el proceso iniciado por la Revolución de Octubre de 1917 – en el que Rusia y posteriormente otros países se separaron del sistema capitalista mundial, formaron el campo socialista y dieron lugar a la existencia paralela de dos mercados mundiales opuestos.
 
En particular, la desintegración de la URSS socialimperialista, llevó a una carrera entre los distintos imperialismos occidentales –también compitiendo o aliándose con los restos de la burguesía soviética que buscaba adaptarse a las nuevas condiciones– para llenar los espacios que había dejado la implosión del capitalismo monopolista de Estado soviético (en su forma de capitalismo burocrático en su máxima expresión). La integración más estrecha de los mercados –ahora “libres”– de los países del ex bloque soviético en el mercado mundial liderado por Estados Unidos, dio solidez a la “inexorable” tendencia a la globalización en todos los aspectos en que se encontraban inmersos los países del mundo. La incorporación “sin traumatismos” de la China capitalista y otros países ex socialistas en el mercado mundial único contribuyeron a dar forma al nuevo escenario para la lucha de clases internacional y para la contienda interimperialista.
 
En ese nuevo escenario, los capitales han ido de un lugar a otro en el mundo, casi sin restricciones, extendiendo el entrecruzamiento de capitales entre los distintos países del mundo, particularmente entre los distintos países imperialistas. En la Rusia y la China de hoy existen capitales norteamericanos, ingleses, franceses, alemanes, etc., de la misma forma en que capitales rusos y chinos se encuentran afincados en Estados Unidos y en países europeos. Un hecho conocido y muy notable en las dos últimas décadas han sido las grandes proporciones de comercio exterior y capitales chinos que han llegado a diferentes rincones del mundo. China cuenta con ingentes reservas que necesita invertir y busca lugares que puedan absorber sus enormes capitales. Por otro lado, otro hecho conocido y notable es la reciente condición de Estados Unidos como el país más endeudado del mundo, debido a su necesidad de cubrir su creciente déficit en cuenta corriente. Estos dos países imperialistas compiten ostensiblemente por fuentes de materias primas y por mercados para sus productos en el mundo. Esa competencia es feroz y sin tregua. Sin embargo, ésta no ha sido óbice para que China invierta sus reservas internacionales en valores públicos y privados de los Estados Unidos, y tampoco ha sido un impedimento para que Estados Unidos acepte a China como su principal acreedor individual.  
 
No obstante, los volúmenes de deuda y capital involucrados son tan altos que existe la preocupación, en Estados Unidos, sobre los riesgos de tener como el principal acreedor a uno de sus más importantes competidores, y, en China, sobre la seguridad y estabilidad de sus cuantiosas inversiones en activos norteamericanos.

Los cinco primeros tenedores
de valores del Tesoro de los EEUU
(A junio de 2013)
 
 
Total en poder de extranjeros

(miles de millones US$)

Participación en el total de tenencias extranjeras

(%)

China

1,275.8

22.8

Japón

1,038.4

19.3

Centros Bancarios del Caribe

290.8

5.2

Exportadores de

Petróleo

256.8

4.6

Brasil

253.7

4.5

Total de Tenencias

Extranjeras

5,600.6

100.0
Fuente: US Departament of Treasury, “Major Foreign Holders of Treasury Securities Holdings”, 15 de agosto de 2013.
 

Veamos los números correspondientes a la deuda pública de los Estados Unidos al cierre de 2012: 

·         La deuda pública de los Estados Unidos alcanzó la cifra de US$ 16.4 billones.
·         De ese total, US$ 5.7 billones estaba en manos de extranjeros, casi el 35%.
·         China era titular de US$ 1.2 billones en valores del Tesoro de los Estados Unidos, es decir, del 7.3% de la deuda pública total (y 21.9% de las tenencias en manos extranjeras). Una cifra fabulosa para un solo tenedor. Desde 2009, China es el principal tenedor de bonos del Tesoro, desbancando a Japón.
·         Por concepto de intereses sobre sus valores del Tesoro norteamericano, China recibió US$ 113.4 millones. Un monto muy bajo en comparación con la magnitud de la inversión. 
 
Ampliando la perspectiva, veamos ahora las inversiones extranjeras totales en activos norteamericanos, es decir, sumando todos los valores públicos y privados, expresados en acciones, bonos y obligaciones. Utilizando la información disponible a junio de 2012, se tiene: 
 
·         Las inversiones extranjeras en valores públicos y privados de los Estados Unidos ascendieron a US$ 13.26 billones. Los bonos del Tesoro representaron el 35.2% de las tenencias extranjeras en valore norteamericanos.
·         El total de las inversiones chinas en valores norteamericanos alcanzó la cantidad de US$ 1.6 billones, lo que representó el 12% del total de valores en manos extranjeras.
·         Las inversiones chinas se concentraron principalmente en bonos del Tesoro de los Estados Unidos, que representaron el 71.5% del total de inversiones chinas en valores norteamericanos.
·         Como referencia, es importante señalar que Japón fue el principal inversionista en valores públicos y privados norteamericanos, con US$ 1.8 billones, superando a China en ese periodo. De esa cifra, los bonos del Tesoro representaron el 57.1%. 
 
La adquisición de valores norteamericanos por parte de China tuvo un crecimiento impresionante en una sola década, de la mano del crecimiento también espectacular de las reservas internacionales chinas. Estas reservas subieron de US$ 291 mil millones (US$ 0.29 billones) en 2002 a US$ 3.34 billones en 2012, esto es, un crecimiento de 1,052% en diez años. 
 
China: Reservas Internacionales y Tenencias de Valores Públicos y Privados Norteamericanos, 2002-2012
(miles de millones US$)
 
 
Fuente: US Treasury Department, “Report on Foreign Portfolio Holdings of US Securities as of June 30, 2012”, abril de 203. 
 
El gráfico muestra que las tenencias chinas de valores norteamericanos, públicos y privados, subieron de US$ 181 mil millones (US$ 0.18 billones) en 2002 a US$ 1.6 billones en 2012, verificándose un incremento de 784%. Estas inversiones, sobre todo en bonos del Tesoro norteamericano, no se detuvieron ni disminuyeron, en términos absolutos, en los peores momentos de la reciente crisis capitalista que se manifestó desde 2007. Sin embargo, el ritmo de crecimiento ha venido disminuyendo durante los últimos años, hasta registrarse una caída en términos absolutos en 2012, a pesar del aumento de las reservas. Es posible que parte de la baja en las compras china se explique por la preocupación de los dirigentes chinos sobre la seguridad de sus inversiones en Estados Unidos, ante el endeudamiento desmesurado del imperialismo norteamericano. Todo acreedor se preocupa cuando el deudor pide más y más préstamos a todo el mundo, y se pregunta si podrá recuperar su capital. Un capital –sus reservas internacionales– edificado indudablemente sobre la base de la explotación de la clase obrera y el pueblo chinos. Y esto no es retórica.
 
Por su parte, los círculos imperialistas norteamericanos también se preguntan si China utilizará como arma su gigantesca tenencia de valores norteamericanos para desestabilizar la economía de Estados Unidos. Por supuesto, esta posibilidad no la descarta ninguno de los imperialismos. Una prueba de ello es el ensayo “China’s Holdings of U.S. Securities: Implications for the U.S. Economy” del servicio de estudios del Congreso de los Estados Unidos, de agosto de 2013.  
 
La evaluación que se hace del comportamiento de la economía, los mercados y los agentes económicos norteamericanos ante una eventual venta masiva de bonos del Tesoro en manos de los chinos, es positiva, según los autores del ensayo. A fin de cuentas, la economía y los mercados norteamericanos tendrían la fortaleza y la capacidad de absorber una maniobra china en ese sentido. Lo que no toma en cuenta, para nada, ese ensayo es el golpe a los salarios, las condiciones de vida, al empleo, etc. de la clase obrera que infligirían los vaivenes en la lucha entre los capitales monopolistas de ambos países.  
 
Es interesante advertir en el ensayo esa constante en la burguesía y sus intelectuales de un país, de apuntar con el dedo acusador situaciones, condiciones y medidas propias del sistema capitalista, cuando se dan en otro país que difiere en grado de desarrollo. Por ejemplo, señalar “inadvertidamente” que la tasa de ahorro de los chinos es alta porque su consumo es bajo y sus condiciones de vida no son adecuadas (“falta de una red de seguridad social”) debido a que se ven obligados a ahorrar para prever problemas económicos y de salud futuros que no podrían afrontar con sus ingresos regulares, igualmente bajos. Esos salarios bajos, que explican altas cuotas de plusvalía, son el secreto del milagro chino. Otro factor importante que se señala es la política del gobierno imperialista chino de mantener artificialmente subvaluado al reminbí o yuan (no es lo mismo pero es igual) frente al dólar y otras monedas fuertes. Esta subvaluación (de la que Estados Unidos se queja todo el tiempo) le permite a China mantener baratos sus productos de exportación y encarecer las importaciones de productos extranjeros. Los salarios de los trabajadores chinos son de por sí bastante bajos, pero la subvaluación de la moneda china hace aún más barata la fuerza de trabajo china comparada a niveles internacionales (factor importante para la cuota de plusvalía).  
 
Eso explica, en parte, que la balanza comercial china sea superavitaria en relación con las otras potencias imperialistas, especialmente Estados Unidos. Por su parte, la alta tasa de ahorro interno le permite a China no buscar fuentes de financiamiento de su presupuesto en el exterior, es decir, no recurrir al endeudamiento externo, por lo que su balanza en cuenta corriente ha sido superavitaria durante los últimos diez años, como se aprecia en el gráfico adjunto, apilando reservas internacionales año tras año. 
 
Sin embargo, los grandes montos de reservas internacionales, expresión de la plusvalía obtenida y resultado de la inclemente explotación de la clase obrera y el pueblo chinos, tienen que ser colocados o invertidos. Estados Unidos le ha ofrecido a China el mercado de valores capaz de absorber las ingentes cantidades de capitales que tiene y le ha permitido –como capitalista colectivo– sumarse a los parásitos que viven del “corte del cupón”. China tiene además otro interés en comprar bonos del Tesoro de Estados Unidos: que el consumo norteamericano por productos chinos no decaiga. Al comprar bonos del Tesoro norteamericano, China le presta grandes cantidades de dinero que Estados Unidos necesita para financiar sus inversiones, sus importaciones, sus necesidades presupuestales y el servicio de su deuda; en última instancia para que  Estados Unidos pueda seguir financiando su posición negativa en el comercio entre los dos países, y continúe comprando productos chinos. A su vez, la importante demanda china por bonos del Tesoro norteamericano contribuye a mantener bajas las tasas de interés en Estados Unidos, lo que a su vez fomenta el crédito que facilita el consumo de la población y las empresas norteamericanas. 
 
Lo indicado hasta aquí contribuye a entender las relaciones económicas, políticas y diplomáticas entre China y Estados Unidos durante el último decenio; pero de ninguna manera explica por sí solo ni agota la base económica de esas relaciones. 
 
Las potencias imperialistas vienen preparándose para un nuevo reparto del mundo mediante la guerra. Este fue postergado por la desintegración de la URSS. Pero, cuando Estados Unidos y sus aliados más cercanos creían que el mundo se les ofrecía en bandeja de plata, se produjo la recuperación parcial de Rusia y el avance de China. Y en la primera década de este siglo, estas dos últimas potencias se han revelado como serios contendores que aspiran a la hegemonía mundial, y con sus fuerzas en ascenso le pelean palmo a palmo a los viejos imperialismos las fuentes de materias primas, los mercados, las zonas de influencia. Las contradicciones interimperialistas se están agudizando y lo hacen en una situación internacional en que la lucha revolucionaria de la clase obrera, los pueblos y las naciones oprimidas está en ascenso en todo el mundo, incluso en los países imperialistas europeos. 
 
Es importante, por eso, estudiar la política de los bloques imperialistas, sus relaciones económicas y diplomáticas. Lenin decía, en su lucha contra el oportunismo socialchovinista, en la Primera Guerra Mundial:  
 
“La política auténtica de ambos grupos de los mayores gigantes capitalistas… practicada durante una serie de décadas anteriores al conflicto, debe ser estudiada y comprendida en su conjunto. Si no lo hiciéramos así, olvidaríamos la exigencia principal del socialismo científico y de toda la ciencia social en general y, además, nos privaríamos de la posibilidad de comprender nada de la guarra actual… Si no habéis estudiado la política practicada por ambos grupos de potencias beligerantes durante decenios… ¡si no habéis demostrado la ligazón de esta guerra con la política precedente, no habéis entendido nada de esta guerra! 
 
…[la historia económica, la historia diplomática de varias decenas de años] es la única que nos brinda el camino hacia la solución acertada del problema de la guerra y os lleva a la conclusión de que esta guerra es también producto de la política de las clases que se han enzarzado en ella, de los dos mayores gigantes, que mucho antes del conflicto habían envuelto a todo el mundo, a todos los países, con las redes de su explotación financiera, y se habían repartido el mundo en el terreno económico. Tenían que chocar porque el nuevo reparto de ese dominio se había hecho inevitable desde el punto de vista del capitalismo.” 
 
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Publicamos a continuación extractos del citado ensayo del servicio de estudios del Congreso de los Estados Unidos, en la parte en que se consideran los efectos de una posible maniobra china por deshacerse –vendiendo sus tenencias– de bonos del Tesoro de los Estados Unidos.
 
 
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¿Qué pasaría si China reduce sus tenencias de valores norteamericanos? 55
Wayne M. Morrison y Marc Labonte
(Agosto de 2013)
 
Como ilustran los datos anteriores, China ha acumulado grandes tenencias de activos norteamericanos en los últimos años. Esta acumulación es el resultado de préstamos tomados por EE.UU. para financiar su enorme déficit comercial con China (la brecha entre las exportaciones norteamericanas y las importaciones chinas). Asumiendo que los otros factores permanecen constantes, las compras de activos estadounidenses que realiza el gobierno chino aumenta la demanda de esos activos estadounidenses, lo que reduce las tasas de interés en Estados Unidos. 
 
¿Qué podría pasar si China no compra más valores norteamericanos y/o trata de vender una parte significativa de sus tenencias en dólares? 
 
Si China interrumpe su compra de valores norteamericanos, Estados Unidos necesitará de otros inversionistas (nacionales y extranjeros) para llenar el vacío. Estos inversionistas presumiblemente requerirán tasas de interés más altas que las que prevalecen hoy en día, para ser tentados a comprarlos. En 2007, un economista estimó que la salida de China de los valores norteamericanos de largo plazo podría elevar las tasas de interés de Estados Unidos por hasta 50 puntos porcentuales [56]. Tasas de interés más altas causarían una disminución en el gasto de inversión y en otros gastos sensibles a las tasas de interés. Asumiendo que los otros factores permanecen constantes, la reducción de las tenencias chinas de valores del Tesoro provocaría una caída de la demanda externa global de activos estadounidenses, lo que conduciría a la depreciación del dólar. Con la pérdida de valor del dólar, el déficit comercial de Estados Unidos se reduciría, como resultado de la caída en los precios de sus exportaciones y del alza en los precios de los productos que importa [57]. La magnitud de estos efectos dependerá de la cantidad de títulos norteamericanos que China venda; reducciones modestas no tendrían efectos significativos en la economía norteamericana debido al gran tamaño de los mercados financieros de Estados Unidos.

Según datos a junio de 2012, China tiene cerca de 1,6 billones de dólares de valores públicos y privados de los Estados Unidos (en su mayoría de títulos del Tesoro de EE.UU.). Cualquier reducción en esas tenencias de valores norteamericanos tendría un efecto potencialmente grande. Si hubiera una gran reducción de existencias, el efecto sobre la economía norteamericana dependería de si la reducción fue gradual o súbita [58]. Cabe subrayar que la teoría económica sugiere que una reducción lenta del déficit comercial y del dólar no sería problemática para la economía en general. En realidad, un lento declive podría incluso tener un efecto expansivo sobre la economía, si la disminución del déficit comercial tuviera un efecto estimulante sobre la demanda agregada en el corto plazo que superara el efecto de la disminución de la inversión y otros gastos sensibles al interés resultantes de una mayor tasa de interés. La experiencia histórica parece confirmar esto: a finales de la década de 1980, el dólar cayó cerca de 40% en términos reales mientras que el déficit comercial se reducía continuamente, bajando de 2,8% del PIB en 1986 a casi cero durante la década de 1990. No obstante, el crecimiento económico fue fuerte durante la década de 1980.
 
 
En cambio, si China decidiera reducir significativa y bruscamente sus activos financieros líquidos de los Estados Unidos, habría un problema potencialmente serio en el corto plazo. El efecto podría verse agravado si esta acción provoca una reacción financiera (o pánico) más generalizada, en el que todos los extranjeros reaccionaran reduciendo sus tenencias de activos norteamericanos. El efecto inicial sería una depreciación súbita e importante del valor del dólar (ya que aumentaría la oferta de dólares en el mercado de divisas) y un aumento repentino y considerable en la tasa de interés en Estados Unidos, dado que desaparecería de los mercados financieros una importante fuente de financiamiento de la inversión y del déficit presupuestal. La depreciación del dólar, por sí sola, no causaría una recesión, porque en definitiva conduciría a un superávit comercial (o a un menor déficit) que expandiría la demanda agregada [59]. (La evidencia empírica sugiere que los efectos totales de una variación en el tipo de cambio sobre los bienes transados toman tiempo, por lo que el dólar podría “superar” su consiguiente nivel de depreciación a fin de lograr un ajuste significativo de los flujos comerciales en el corto plazo) [60].
 
Sin embargo, un aumento repentino en la tasa de interés puede entorpecer los efectos sobre el comercio y causar (o empeorar) una recesión. Aumentos grandes en la tasa de interés pueden causar problemas a la economía norteamericana, porque esos aumentos reducen el valor de mercado de los títulos de deuda, provocando una caída de precios en el mercado de valores, socavando una intermediación financiera eficiente, y poniendo en peligro la solvencia de los diferentes deudores y acreedores. Los recursos no podrían moverse lo suficientemente rápido, de los sectores sensibles a la tasa de interés hacia los sectores exportadores, para que esta transición sea fluida. La Reserva Federal puede mitigar el alza de las tasas de interés mediante la reducción de la tasa de interés a corto plazo, aunque esta reducción pueda influir en la tasa de largo plazo sólo indirectamente, y pueda empeorar la depreciación del dólar y aumentar la inflación. En marzo de 2007, el presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, declaró en una carta al senador Shelby que “debido a que las tenencias extranjeras de bonos del Tesoro de EE.UU. representan sólo una pequeña parte del total de la deuda del mercado crediticio estadounidense en circulación, los mercados de crédito de Estados Unidos son capaces de absorber sin grandes dificultades cualquier cambio en las colocaciones en el extranjero” [61]. 
 
Los mercados financieros norteamericanos han experimentado trastornos excepcionales desde agosto de 2007. El siguiente año, el dólar bajó casi 8% en términos ajustados a la inflación – un descenso que no era, por sí mismo, perjudicial. Pero a medida que, en el 2008, la crisis se profundizó y se extendió al resto del mundo, el valor del dólar comenzó a subir. La tasa de interés de los bonos del Tesoro de Estados Unidos cayó a casi cero, reflejando un exceso de demanda de los inversionistas. Otras tasas de interés también se mantuvieron bajas, pese a que para algunos estuvo restringido el acceso al crédito. Aunque los datos completos no estarán disponibles durante algún tiempo, una “parada súbita” de los flujos de capital no parece haber sido una característica de la crisis. Los problemas experimentados por los mercados financieros norteamericanos en los últimos años han sido considerados ampliamente como acontecimientos “únicos en la vida”. Si estos sucesos no lograron provocar que China y otros países se alejaran súbitamente de los activos estadounidenses y de una corrección del déficit en cuenta corriente, es difícil imaginar qué cosa puede provocarlo. 
 
Tenencias chinas de valores norteamericanos en el contexto de los desequilibrios mundiales 
Muchos economistas sostienen que las preocupaciones sobre las tenencias chinas de valores norteamericanos son parte de un problema más amplio relacionado con los “desequilibrios globales”: la idea de que grandes diferencias en el ahorro y la inversión entre los dos países se han manifestado en grandes desequilibrios comerciales. Para la economía de los EE.UU., este problema se manifiesta concretamente en su baja tasa de ahorro y, por lo tanto, en su dependencia del ahorro exterior para financiar sus necesidades de inversión y los déficits presupuestales federales. El gran déficit en cuenta corriente de los EE.UU. (manifestación de la gran brecha ahorro/inversión) no puede sostenerse indefinidamente porque la deuda externa neta de EE.UU. no puede aumentar indefinidamente más rápido que el PIB. El déficit en cuenta corriente de EE.UU. como porcentaje del PIB pasó de un máximo de 6,0% en 2006 a 2,7% en 2009 (en gran parte debido a los efectos de la desaceleración de la economía mundial). Se elevó a 3,0 % en 2010 y se ha mantenido alrededor de ese nivel hasta 2012. El Fondo Monetario Internacional (FMI) proyecta que esta cifra se reducirá a 2,9 % en 2013, pero luego se elevará en los próximos cinco años hasta 3,5% en el 2018 (todavía muy por debajo de su máximo histórico) [62]. En este sentido, un movimiento de China hacia una política monetaria y de control de capitales más flexible reduciría la necesidad del gobierno chino de comprar valores norteamericanos (en particular, los títulos del Tesoro), pero podría resultar en una mayor inversión privada china en valores norteamericanos (en particular, valores del sector privado). 
 
Algunos economistas advierten que en algún momento los inversionistas extranjeros pueden considerar que el creciente nivel de la deuda exterior norteamericana es insostenible o más riesgosa, o pueden estimar que los valores norteamericanos ya no ofrecen el mejor retorno de su inversión; en consecuencia, van trasladar los fondos de inversión fuera de los activos estadounidenses, forzando así una subida en las tasas de interés en EE.UU. para atraer el capital extranjero necesario. Esto puede dar lugar a mayores tasas de interés y a tasas de inversión más bajas, asumiendo que todo lo demás permanece igual, lo que puede reducir el crecimiento a largo plazo [63]. La dependencia de gobiernos extranjeros, como China, para financiar el déficit en cuenta corriente de EE.UU. (que incluye el déficit comercial de bienes) mediante el aumento de sus reservas internacionales, puede postergar el proceso de ajuste necesario. De este modo, se argumenta, Estados Unidos debe aumentar su nivel de ahorro en el largo plazo con el fin de reducir su vulnerabilidad frente a un posible alejamiento de los inversionistas extranjeros con respecto a los activos estadounidenses. Queda por ver si este proceso de ajuste comenzó en Estados Unidos en 2008, o si el aumento del ahorro privado y la disminución del déficit en cuenta corriente fue sólo una respuesta temporal a la recesión. Algunos economistas sostienen que, a pesar de que la baja tasa de ahorro de los EE.UU. es un problema, el déficit en cuenta corriente y el alto nivel de flujo de capital extranjero a los Estados Unidos son también reflejo de la fortaleza de la economía norteamericana y de su atractivo como destino de la inversión extranjera; y, en consecuencia, descartan la posibilidad de que los inversionistas extranjeros muevan repentinamente su capital a otro lugar [64]. 
 
Algunos economistas consideran la compra de valores norteamericanos por parte de China como un tipo de subsidio que se transfiere de los ahorristas chinos a los consumidores y prestatarios norteamericanos en la forma productos chinos a bajo costo y de menores tasas de interés en Estados Unidos. Ese subsidio ayuda a impulsar el consumo norteamericano de productos chinos, que sostiene a las industrias de exportación de China. Sin embargo, el subsidio se da a expensas de los consumidores y de las industrias no exportadoras chinos, en gran parte porque el subvaluado reminbí chino hace las importaciones más caras de lo que serían si el reminbí fuera una moneda flotante [65]. La falta de una red de seguridad social obliga a los trabajadores chinos a ahorrar una parte significativa de sus ingresos. Ese ahorro es utilizado indirectamente por el gobierno chino para financiar las compras de valores norteamericanos. 
 
Según informes, las compras y tenencias chinas de valores norteamericanos han sido objeto de controversia en China, de acuerdo con algunos medios de comunicación, muchos de los cuales citan quejas, entre algunos bloggers chinos en Internet, sobre la baja rentabilidad de las inversiones chinas de sus reservas internacionales. Muchos analistas (incluyendo algunos en China) han puesto en duda la sabiduría de la política de inversión de un gran nivel de reservas internacionales en valores del gobierno norteamericano que ofrecen una tasa de rentabilidad relativamente baja, mientras China tiene enormes necesidades de desarrollo en casa. Se dice que un blogger chino escribió: “El pueblo chino trabaja muy duro, día tras día, el entorno económico es muy bueno, pero los medios de vida de las personas no son tan grandes – resulta que se debe a que el gobierno está apretando los cinturones del pueblo para prestar dinero a los Estados Unidos” [66]. Algunos analistas chinos han argumentado que los problemas de deuda en Europa y Estados Unidos disminuirá la demanda de productos chinos, y que la depreciación del dólar bajará el valor de los activos en dólares de China. Por lo tanto, argumentan, China tendrá que acelerar sus reformas económicas con el fin de impulsar el consumo interno (incluido el aumento de las importaciones), reducir su dependencia de la exportación para el crecimiento económico, y disminuir o reducir las reservas y las tenencias chinas de valores de Estados Unidos. 
 
La contribución de China a los desequilibrios mundiales se realiza a través de su alta tasa de ahorro y el superávit en su cuenta corriente. Si China consumiera más y ahorrara menos, tendría menos capital para invertir en el extranjero, incluyendo los Estados Unidos. Por lo tanto, si Estados Unidos no reduce su dependencia del ahorro externo para sus necesidades de inversión, pero China sí reduce sus inversiones en activos norteamericanos, Estados Unidos necesitará obtener inversión de otros países, lo que traerá una subida en las tasas de interés en EE.UU.
 
Fuente: Wayne M. Morrison & Marc Labonte, “China’s Holdings of U.S. Securities: Implications for the U.S. Economy”, Congressional Research Service, 19 de agosto de 2013.
 
Traducido para “Crítica Marxista-Leninista” por Gabriel Lara Blásquez.