domingo, 28 de julio de 2013

Ejército Popular - Ejército de la Revolución

El 10 de julio se hubiera celebrado el 70º aniversario de la creación del Ejército de Liberación Nacional de Albania. Para conmemorar ese momento importante en la historia del pueblo albanés y en la historia de la revolución proletaria mundial, ofrecemos dos escritos al respecto: el primero, de las páginas de la revista Albania Hoy de 1973, que celebraba el 30º aniversario de la fundación del EPL, y el segundo, extraído del primer tomo de la Historia del Partido del Trabajo de Albania.

Ejército Popular – Ejército de la Revolución
Arif Hasko 

Nuestro ejército ha cumplido treinta años. Treinta años de batallas y combates en la marcha victoriosa por la liberación y la defensa del país. Décadas de temple y victorias escritas con letras de oro, con la sangre y el sudor de todo el pueblo.

Un nuevo ejército, como el Partido que lo creó; intrépido, como el Partido que lo dirige; invencible, como el Partido que constituye su núcleo. 
 

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Nuestro ejército popular fue creado por el Partido Comunista de Albania (hoy el Partido del Trabajo de Albania) y el camarada Enver Hoxha, en la lucha crucial contra los invasores y traidores fascistas, en la lucha por la liberación del país. El cumplimiento del plan estratégico para la expulsión de los invasores y por la liberación del país, por la destrucción del viejo poder del Estado y la creación del nuevo Poder de los consejos de liberación nacional, fue posible sólo con la organización, educación y dirección de un ejército revolucionario salido del seno del pueblo y vinculado estrechamente con él. Esta no fue una tarea fácil, pero era una tarea de vida o muerte. Precisamente ahí reside el gran mérito histórico del Partido y el camarada Enver Hoxha que supieron cómo resolver este problema de una forma creadora bajo las condiciones específicas de nuestro país. 

La experiencia histórica de varios países había demostrado que no podía haber revolución triunfante sin su brazo armado, sin un ejército revolucionario. 

La organización de la lucha armada de liberación y de la insurrección general armada del pueblo no podía realizarse sin la creación de un ejército regular de liberación nacional. 

Nuestro pueblo es un pueblo aguerrido que durante siglos nunca depuso las armas. Los enemigos nunca lo vieron arrodillarse, nunca vieron su espalda sino su pecho, nunca lo vieron temeroso ante la fuerza de la superioridad de medios del enemigo. El Partido se apoyó firmemente en esas tradiciones, en el amor a la patria, el valor y el coraje, y se vinculó con el pueblo, echando profundas raíces en él. Pero nuestro pueblo carecía de la tradición de un ejército organizado. Combatió en grupos y en forma de guerrillas, pero éstos no se convirtieron en la base de un ejército organizado. El ejército que fundó el régimen de Zog era un ejército de tipo medieval, un ejército parásito antipopular, para desfiles, sumido en la corrupción, la ignorancia, el espionaje y la traición. Por ese motivo, el Partido tuvo que buscar y encontrar las formas y organizar un nuevo ejército. Y así lo hizo. El Partido construyó ese nuevo ejército paso a paso, gradualmente, en la oleada de la lucha revolucionaria, simultáneamente al crecimiento de la conciencia de las masas populares, a la vez que hacía de la línea del Partido una parte de su vida, al mismo tiempo que se intensificaba la lucha. El movimiento partisano sirvió de base para la preparación de la insurrección general armada del pueblo y para la creación de un ejército regular de liberación. 

Nuestro ejército empezó su camino con varias decenas de hombres y se convirtió en un ejército grande. Hablando acerca de esto, el camarada Enver Hoxha ha dicho: “Como una pequeña bola de nieve que rodando la pendiente de la montaña crece lentamente y se hace una poderosa avalancha, que barre enérgicamente todo lo que se le cruza y remece las montañas y planicies como un terremoto, así los primeros grupos partisanos y guerrillas, que al principio eran pequeños en número, aumentaron día a día con los mejores hijos e hijas del pueblo, creándose el poderoso ejército partisano de liberación nacional, que en 1944 contaba con más de 70,000 combatientes organizados en brigadas, divisiones y cuerpos del ejército”.

Así fue creado el ejército de un país pequeño que enfrentaría a un ejército fuerte, mucho más grande en número, medios y armamento. La primera escuela de este ejército fueron las unidades guerrilleras, al principio en la ciudades y luego también en el campo; sus cuarteles eran todas las casas del pueblo y las montañas de Albania; sus “órdenes del día” eran los pronunciamientos y volantes del Partido que despertaban la conciencia nacional. No había reclutamiento forzoso sino incorporación voluntaria. Las acciones, enfrentamientos y batallas fueron escuelas y academias. Aprendían mientras combatían; sus mejores “intendentes” para el suministro de armas y técnica militar fueron los destacamentos y arsenales de los invasores y traidores, a los que se despojaba de ellos a través del combate; mientras que el pueblo proveía el alimento y la vestimenta. 

El ejército de liberación nacional, aunque era la principal fuerza armada, no era la única; además, y cooperando con él, actuaban cientos de destacamentos territoriales y batallones de aldeas, cientos de unidades guerrilleras de las ciudades, todos voluntarios, aplicando el principio revolucionario de armar a todas las fuerzas populares insurgentes. 

Precisamente, el 10 de julio de 1943, cuando el Consejo General de Liberación Nacional decidió la creación del Estado Mayor con el camarada Enver Hoxha como comisario político, como centro político y orgánico que asumiría la dirección estratégica y operativa de la lucha armada contra los invasores y traidores fascistas, las unidades partisanas regulares contaban con cerca de 10,000 combatientes organizados en 22 batallones y en una gran cantidad de grupos, así como no menos de 20,000 hombres armados que conformaban destacamentos voluntarios territoriales y unidades guerrilleras. Las aéreas liberadas incluían más de la mitad del territorio del país. Después de esto, el 15 de agosto de 1943, fue creada la primera unidad del ejército, la primera brigada de choque, a la que se sumaron otras brigadas. De esta forma, el 10 de julio marcó la creación del ejército regular de liberación nacional, en cuyo núcleo se encontraba y permanece el Partido. 
 

Nuestro ejército pasó a través de cientos de batallas contra los invasores fascistas italianos y alemanes, creció, se templó y alcanzó victorias. Como el Partido lo quería, el ejército se convirtió en un ejército popular con raíces en el pueblo, un ejército verdaderamente disciplinado, con alta consciencia, móvil y maniobrable, que evitó los golpes del enemigo, preservaba sus propias fuerzas atacando al enemigo donde y cuando éste no lo esperaba; libró una guerra partisana, no frontal, una guerra librada por todas las fuerzas armadas, convirtiendo el país en un mar de fuego de la lucha popular. Sabía cómo contraponer acciones verdaderamente activas de un ejército revolucionario a las clásicas acciones de los ejércitos fascista y nazi; contraponiendo la habilidad y la sabiduría del pueblo, el arrojo, la iniciativa y creatividad de los cuadros revolucionarios a la rutina y clasicismo de los cuadros de las escuelas y academias de la burguesía prusiana y fascista. Así el rifle se enfrentó al cañón y triunfó, el pequeño venció al grande, el espíritu proletario derrotó al espíritu de la agresión. 

Describiendo este golpe político, militar, moral y psicológico asestado por nuestro ejército al ejército nazi, uno de los comandantes de este último escribió en octubre de 1944: “Los alemanes están metiéndose cada vez más en un callejón sin salida, tanto que finalmente se ven obligados a entregar Albania… Nadie espera salir vivo de Albania”. 

En esta lucha de vida o muerte, nos apoyamos firmemente en nuestro territorio, en el territorio albanés, en nuestras tradiciones, en nuestras propias fuerzas y brazos, ligando nuestra lucha con la lucha antifascista de los demás pueblos, en primer lugar con la lucha del pueblo soviético dirigido por J.V. Stalin. Con su propia lucha, con sus propias fuerzas, nuestro pueblo liberó la patria y se puso en el pedestal de amo absoluto de su país el 29 de noviembre de 1944. 

Pero nuestro pueblo, educado en el internacionalismo proletario, no detuvo su lucha contra los invasores, los persiguió estrechamente, fue en ayuda de sus hermanos kosovares, envió dos divisiones del Ejército de Liberación Nacional para ayudar a los pueblos de Yugoslavia. Combatieron heroicamente por la liberación de Montenegro y Sandjak, de Bosnia y otros lugares hasta Vishegrad.  

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La nueva Albania que nació después de la liberación inició su marcha por el camino socialista. Este camino no fue fácil. Los enemigos imperialistas anglo-americanos lo consideraron como una espina en su espalda. Tenían sus cartas quemadas en sus manos. Sus liados –los ballistas y zogistas– fueron estigmatizados por el pueblo como traidores, como sirvientes de varios amos. Éstos sirvieron a los fascistas italianos y alemanes, a los británicos y americanos, pero fracasaron. Fracasaron pero no dejaron de conspirar, dentro y fuera del país. Por esa razón, el Partido y el camarada Enver Hoxha, en los días en que la bandera de la libertad flameaba en todo el país, iniciaron la reorganización, modernización y fortalecimiento del ejército para asegurar que la bandera de la libertad continuara flameando. Sin un ejército popular fuerte no se podía garantizar la defensa de la patria, no podía existir el poder popular. Se guiaron por la enseñanza de V.I. Lenin: no basta con tomar el poder del Estado, debemos conservarlo. 


Y cuando las heridas de la guerra todavía estaban abiertas, cuando las cenizas de las ruinas se veían por doquier, cuando aún se sentía el olor de la pólvora, cuando la llama del patriotismo se había elevado al máximo, los enemigos no depusieron las armas. El blanco principal de los remanentes de la reacción y de los imperialistas y revisionistas, para hacer realidad sus sueños –el derrocamiento del poder popular–, era el ejército, el ejército que los aplastó, el ejército que los aplastará. Precisamente por esa razón empezaron a lanzar consignas como “Para qué se necesita el ejército ahora que Albania ha sido liberada”, “Dejemos las armas y tomemos los picos y las palas”. Pero el Partido y el pueblo estuvieron alertas. Y mantuvieron su aguda vigilancia para golpear a los que querían desarmar a la revolución. El Partido lanzó la consigna militante y revolucionaria: “Construir el socialismo con el pico en una mano y el rifle en la otra”. Desenmascarando a los enemigos que llamaban a “deponer las armas”, el camarada Enver Hoxha escribió: “Nuestro ejército no dejará las armas hasta que desaparezca el más mínimo peligro para el pueblo. Nuestro ejército se fortalecerá, se hará fuerte como el acero, será el defensor de las conquistas del pueblo, el defensor de la nueva construcción del país”. 

Hoy, cuando hacemos el balance de 30 años de victorias, nos enorgullecemos de que nuestro ejército haya preservado y desarrollado sus tradiciones año tras año, que haya mantenido un elevado espíritu revolucionario, que haya servido con devoción al pueblo y a la patria en todo lugar. La experiencia, el gran tesoro de la lucha de liberación nacional, fue cuidadosamente acumulada, fue estudiada y generalizada. El arte militar de la guerra popular está basado en esta riqueza colosal, en este gran tesoro que es la experiencia de nuestro ejército en la lucha por la liberación de la patria. 

Nuestro ejército popular, bajo la dirección del Partido y del camarada Enver Hoxha, marchó adelante con determinación en el camino de la modernización. Simultáneamente con las transformaciones del país en camino al socialismo, con el desarrollo de la industria y la agricultura colectiva, de la educación y la cultura, el ejército también fue desarrollado y fortalecido, fue equipado con el arte militar moderno, con nuevas armas y tecnología, se perfeccionó aún más su estructura organizativa de conformidad con la nueva etapa, con las nuevas tareas que está cumpliendo como ejército de la dictadura del proletariado. Esto no se alcanzó sin dificultades y obstáculos, sino mediante una feroz lucha de clase en el interior y en la arena internacional, mediante las luchas por la defensa del poder popular, así como también contra los remanentes de la reacción y contra los imperialistas, que no dejaron piedra sobre piedra, organizando provocaciones y agresiones, ejerciendo el chantaje y la presión. Las armas de nuestro ejército derrotaron a las armas de los enemigos durante las provocaciones de agosto de 1949, al igual que, antes y después, hicieron fracasar los planes de los enemigos internos del Partido y del pueblo. El ejército permaneció siempre unido en torno al Partido, infinitamente leal al pueblo.

La profundización de la revolución socialista, la disposición de todo el país en la etapa de la construcción completa de la sociedad socialista, la revolucionarización de toda la vida nacional, particularmente en estos últimos años, se reflejaron positivamente en toda la vida y actividad de nuestras fuerzas armadas. Estos años marcaron otro periodo en el fortalecimiento y revolucionarizacion del ejército, en su transformación en un gran ejército popular, en su equipamiento con el arte y la ciencia militar de la guerra popular. 

Echando una mirada a la trayectoria combativa de nuestro ejército popular en estas tres décadas de su existencia, una vez más destacamos las grandes lecciones que se extraen para un ejército de nuevo tipo, un ejército popular, un ejército de la revolución, como es nuestro ejército.

Primero, no puede haber ejército revolucionario sin un partido revolucionario que lo dirija. Nuestro ejército nació y se convirtió en un ejército fuerte porque fue creado, organizado y dirigido por el Partido de la revolución. El Partido lo hizo un ejército político; siempre ha sido y sigue siendo su alma y corazón, y siempre ha estado al mando del ejército; el Partido lo hace invencible. El trabajo político del Partido, la prioridad del trabajo ideológico y político sobre el trabajo militar hace que nuestro ejército sea siempre un brazo leal del pueblo, de la dictadura del proletariado. 

El Partido ha educado al ejército en su línea y en el marxismo-leninismo. Este ha sido y sigue siendo el arma número 1, la más poderosa, la que ha hecho de nuestro ejército un ejército político y revolucionario. La dirección del Partido siempre ha garantizado el carácter proletario popular del ejército. 

Segundo, la defensa de la patria es cuestión de todo el pueblo. El camarada Enver Hoxha ha dicho: “La patria es de todo el pueblo y por eso es defendida no sólo por el ejército regular, el ejército uniformado, sino también por todo el pueblo en armas, militarmente organizado y preparado”. El nuestro no es un ejército de cuarteles, una casta cerrada que permanece separada del pueblo, sino fusionada con el pueblo, que unido a él defiende la patria. En esa dirección nuestro Partido ha combatido los puntos de vista burgués y revisionista sobre el ejército, que lo sitúan sobre el pueblo, separado del pueblo y contra el pueblo. 

En este problema, nuestro Partido se guía por la instrucción de V.I. Lenin: con nosotros “cada ciudadano debe ser un soldado y cada soldado un ciudadano”. Así, todo el país es hoy un lugar en construcción, una escuela de educación y una fortaleza militar inexpugnable. La consigna revolucionaria del Partido, “Con el pico en una mano y el rifle en la otra”, encuentra su expresión en esto. Nuestro ejército se ha convertido hoy en una escuela que educa militarmente a todo el pueblo. Este es un gran principio de nuestro Partido, una ley general de la construcción y la defensa del socialismo. En esto también encuentra su expresión la profundización de nuestra democracia socialista, donde las amplias masas deben tomar parte activamente en la administración de nuestro Estado de dictadura del proletariado, en el desarrollo y en la dirección de nuestras fuerzas armadas.  

Este es un principio marxista-leninista, pero en nuestro país es de especial importancia si consideramos que somos un país pequeño cercado por los imperialistas y revisionistas que ejercen una presión permanente y total sobre nuestro país. Por eso es que en sus recientes discursos el camarada Enver Hoxha nos instruye que ampliemos y profundicemos la compresión de la cuestión de la defensa de nuestro país, que nuestro hombre nuevo comprenda la cuestión de la defensa, entendiendo en primer lugar las condiciones en que trabajamos y construimos el socialismo. Dice: “…En la situación política que el mundo y nuestro país están viviendo, todo lo que se hace, toda acción, todo trabajo, toda palabra, debe estar vinculada con la defensa de nuestra patria socialista contra los enemigos, que esta cuestión de la defensa debe predominar en la mente, corazón y conciencia de todo hombre”.

Tercero, incluso un pueblo pequeño en número puede defender con éxito su patria contra un enemigo más grande en número y medios. Esto ha sido confirmado por muchos siglos de nuestra vieja historia, desde Scanderbeg hasta la batalla de Vlora, desde la gloriosa lucha de liberación nacional hasta la heroica lucha por la defensa de la patria durante estos 29 años de liberación. 

La aplicación del principio revolucionario de basarse en las propias fuerzas es una de las condiciones para llevar adelante la defensa del país. Y nosotros siempre nos hemos basado en nuestras propias fuerzas en la defensa de nuestra patria, en el nervio de acero revolucionario de nuestro pueblo y Partido. La aplicación de este principio es de actual importancia porque los imperialistas y revisionistas están pregonando hoy que un pueblo pequeño sólo puede defender y asegurar su independencia y libertad bajo el “paraguas” de las dos superpotencias, con el objetivo de mantener a los pueblos en la esclavitud, intimidándolos y haciéndoles perder la confianza en sus propias fuerzas. Nosotros nos basamos primero y ante todo en el factor interno como el factor decisivo. 

Otra exigencia es el establecimiento de la firme creencia en la victoria. Esta ha sido y sigue siendo una característica de nuestro pueblo y nuestro ejército. Esta confianza ha sido creada en nosotros por el Partido, desde cuando se formaron las unidades guerrilleras, cuando todavía teníamos un pequeño ejército, y tanto más ahora que tenemos el poder del Estado en nuestras manos, con nuestro Partido a la cabeza, con una fuerte economía socialista, con nuestro hombre nuevo educado por el Partido, cuando tenemos un ejército y a todo el pueblo organizado y en armas, militarmente entrenado. Nuestra firme confianza se alimenta de la ideología marxista-leninista –la línea de nuestro Partido. 

Cuarto, la fuerza de nuestro ejército reside en vínculos con el pueblo. Nació en el seno del pueblo, que lo mantuvo, preservó y luchó con él por la liberación de la patria. El pueblo lo nutrió con las mejores tradiciones, con patriotismo y valentía; no escatimó en nada para proveerle con armas y tecnología modernas; y siempre, en toda momento, vivió y luchó por la defensa de la patria, hombro con hombro con el ejército. Por eso la estrecha ligazón con el pueblo, viviendo sus alegrías, victorias y preocupaciones, ha profundizado aún más el carácter popular revolucionario de nuestro ejército. Son vínculos ideo-políticos, económicos, militares y espirituales; son vínculos de clase revolucionarios. 

Toda la trayectoria combativa de nuestro ejército está permeada por la línea de masas como hilo conductor. Los cuadros confían en la opinión y en la fuerza de las masas; escuchan su voz, discuten y resuelven con ellas los problemas de educación y entrenamiento. Las masas educan y enseñan a los soldados, pero también aprenden de los soldados. En este proceso, las relaciones cuadros-masas, que son un principio importante de un ejército revolucionario, se fortalecen y perfeccionan permanentemente. 

Quinto, el ejército ha respondido al cuidado del pueblo con lealtad, con su intensa formación para la defensa y con su ayuda sin reservas en la construcción socialista. 

Nuestro ejército, al lado de todo el pueblo, junto al pueblo, participó en la reconstrucción de nuestro país y en la construcción socialista. No hay obra económica e industrial en que el soldado no haya derramado sudor, no hay proyecto o calamidad natural en que el ejército no haya dado su valiosa ayuda. Esto es de doble importancia y sirve sobre todo para educar al ejército en el amor al trabajo y a los trabajadores. 

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Nuestro ejército llega al 30º aniversario de su fundación, el 10 de julio de 1973, con un balance rico en logros, con mayores resultados en su formación política y de combate, y con una mejor preparación. La dirección del Partido y del comandante general camarada Enver Hoxha en el ejército es una garantía confiable para la defensa de las conquistas de nuestro pueblo.

Siempre evaluando con gran claridad ideológica y gran madurez política las situaciones –el doble cerco imperialista-revisionista a nuestro país, los preparativos de guerra realizados por los imperialistas norteamericanos y socialimperialistas soviéticos, su febril carrera armamentista–, todo militar y todo nuestro pueblo-soldado sacan la gran lección de que debemos estar militarmente preparados para que cualquier agresor que se atreva a poner sus manos en nuestro país se queme en las llamas de nuestra guerra popular. Nuestro ejército y nuestro pueblo agudizan su vigilancia revolucionaria y mantienen la pólvora seca para que los enemigos no nos sorprendan desprevenidos. La historia nos ha enseñado esto. Y estamos confiados de que venceremos a cualquier agresor o coalición de agresores que se atreva a violar las sagradas fronteras de nuestra patria. La gloriosa trayectoria de 30 años de nuestro ejército es un testimonio de su fuerza y poderío, como ejército de nuevo tipo, como ejército popular, como ejército de la revolución. 

Fuente: Albania Today nº 3, mayo-junio de 1973 

Traducido para “Crítica Marxista-Leninista” por Ykv.Pk 

El Ejército de Liberación Nacional Albanés - ejército popular revolucionario
(Extraído de “Historia del Partido del Trabajo de Albania”, tomo 1) 

A través del Estado Mayor General, el Partido Comunista aplicó a un grado más perfecto, en las condiciones de Albania, las enseñanzas del marxismo-leninismo sobre la insurrección popular armada y solucionó los problemas militares, políticos y organizativos fundamentales del Ejército de Liberación Nacional. 

Aun después de la creación del Estado Mayor General, el Ejército de Liberación Nacional se veía obligado a practicar la guerra de guerrillas como la principal forma de combate contra el enemigo tomando en cuenta la superioridad numérica de las fuerzas de ocupación sobre todo en técnica militar, municiones, medios de transporte y de comunicación, intendencia y equipos. En estas condiciones, la lucha  frontal hubiera significado el suicidio para la insurrección armada de liberación nacional. 

Las operaciones de las unidades y de los destacamentos guerrilleros tenían un carácter ofensivo, ininterrumpido; se destacaban por la habilidad para rápidas maniobras y ataques por sorpresa, por la gran iniciativa de los mandos de las brigadas, grupos y batallones, por una utilización hábil del terreno. 

El Ejército de Liberación Nacional, a la vez que llevaba a cabo la guerra de guerrillas desempeñaba también tareas estratégicas independientes. El Partido le había fijado como misión liberar todo el país con sus propias fuerzas, mas también asegurar al mismo tiempo la instauración del Poder popular y servir de respaldo armada a este Poder. 

Sólo un ejército regular está en condiciones de realizar semejantes tareas. He aquí la razón por la cual el Partido Comunista de Albania hizo tantos esfuerzos por crear el Ejército de Liberación Nacional y por convertirlo en ejército regular del pueblo albanés.

Al principio, la más importante unidad del ejército regular popular fue la brigada. El Estado Mayor General preparó un plan que preveía la creación progresiva de una serie de brigadas, las cuales agruparían gradualmente la mayor parte de los destacamentos, batallones y grupos en las regiones.  

La organización del Ejército de Liberación Nacional y su desarrollo incesante iban acompañados de la necesidad en aumento, de cuadros militares y políticos. El Partido no contaba con tales cuadros. En las condiciones de la lucha, el Estado Mayor y el Consejo General no estaban en condiciones de abrir escuelas para preparar oficiales. Comandantes y comisarios se habían formado en la fragua de los combates encarnizados contra el enemigo, y sacado de las filas de los obreros, campesinos e intelectuales patriotas, de los guerrilleros más honestos, más valientes y más abnegados por el pueblo y la patria. 

La principal fuente para el aprovisionamiento de los guerrilleros en armas y municiones, aun después de la creación del Estado Mayor General y hasta el final de la lucha, fue el enemigo, el ejército y los depósitos de los ocupantes, a los que se les arrebataba en combates, las armas y municiones.  

En cuanto al abastecimiento de los destacamentos y de las unidades del Ejército de Liberación Nacional en equipos y en víveres, principalmente estaba asegurado por la población urbana y sobre todo la rural y por el botín arrebatado al enemigo. Los guerrilleros se albergaban en las casas de los campesinos y de los habitantes de los centros poblados de las zonas liberadas. 

El Partido dio primordial importancia al mantenimiento de una moral elevada en el ejército. Todo guerrillero estaba presto a sacrificar su vida por la libertad, por la patria y por el Partido Comunista. Esta fuerza moral tenía sus raíces en la elevada conciencia de los combatientes. Estos sabían por qué luchaban, comprendían a fondo la justeza de la línea política del Partido, eran plenamente conscientes de las dificultades, de las privaciones y de los sacrificios que exigía la lucha y les animaba una firme confianza en la victoria de la causa que defendían. 

La figura moral del guerrillero se realzaba aún más por su disciplina consciente, por su amor al pueblo y a los camaradas, por su profunda honradez y su comportamiento ejemplar hacia la población, por su gran cuidado en preservar las buenas costumbres y las tradiciones del país.

Si estas altas virtudes morales, políticas y militares de los guerrilleros eran sólidas, se debía a que ellas estaban edificadas sobre la convicción política y sobre la democracia. A diferencia de lo que pasaba en el viejo ejército, que defendía los intereses de las clases reaccionarias, en el Ejército de Liberación Nacional, los simples combatientes gozaban, lo mismo que los comandantes y los comisarios, de igualdad de derechos y de una entera libertad para participar en la vida política del país y en la solución de los problemas militares, políticos y organizativos del ejército. Todas las operaciones militares de las unidades, el trabajo político, la actividad de los mandos, el comportamiento de los guerrilleros y de los cuadros, estaban sometidos al juicio y a la crítica del colectivo. Las órdenes de los mandos traducían las exigencias de los combatientes y del pueblo. A fin de que esas órdenes, así como las decisiones y las directivas del Partido, fueran aplicadas lo mejor posible, se organizaban vastos debates e intercambios de ideas. 

La democracia en el Ejército de Liberación Nacional Albanés era la expresión de su carácter popular y emanaba del principio según el cual son las masas las que juegan el papel decisivo como artífices de la historia. 

Esa democracia lejos de debilitar la disciplina militar, la fortalecía y la hacía más consciente, no afectaba la dirección centralizada, por el contrario facilitaba su realización.  

La aplicación magistral de los principios tácticos de la guerra de guerrillas y la elevada moral del Ejército de Liberación Nacional permitían neutralizar la superioridad numérica y técnica del enemigo. 

El temple de las grandes cualidades morales, políticas y militares de los combatientes del Ejército de Liberación Nacional Albanés era obra del Partido Comunista.

El trabajo político lo dirigían los comisarios de brigada, de grupo, de batallón y de compañía (destacamento). El comisario pertenecía al mando de la unidad guerrillera. Los vicecomisarios realizaban la labor de secretarios del Partido. Para desarrollar el trabajo político en el Ejército, un buen número de los mejores cuadros del Partido eran enviados a él.

Al mismo tiempo de establecer las organizaciones del Partido, fueron creadas en el Ejército organizaciones de la Juventud Comunista como auxiliares de los órganos y de las células del Partido.

Los comisarios y los vicecomisarios, las organizaciones del Partido y de la Juventud llevaban a cabo en las unidades guerrilleras, un gran trabajo de educación política, asegurando el papel de vanguardia de los comunistas y de los jóvenes comunistas en el cumplimiento de las tareas militares. Educaban a los combatientes en el espíritu de patriotismo y de fidelidad a la patria, al pueblo y al Partido Comunista, según las tradiciones combativas revolucionarias del pueblo albanés, según las ideas del marxismo-leninismo y los principios del internacionalismo proletario, en un espíritu de solidaridad con todos los pueblos que luchaban contra el fascismo. Inculcaban en los guerrilleros y en el pueblo la certidumbre de la victoria y aseguraban la ejecución de las órdenes del Estado Mayor General y de los mandos guerrilleros. 

El Partido Comunista gozaba de la entera confianza y de la más alta autoridad entre los combatientes y los cuadros del Ejército de Liberación Nacional Albanés. Esta confianza y esta autoridad del Partido se debían al ejemplo que daban los comunistas en la lucha, y a su comportamiento.  

Todas las cuestiones concernientes a la construcción, a la estrategia, a la táctica y las operaciones militares del Ejército se resolvían con arreglo a las directivas y a las instrucciones del Comité Central. Enver Hoxha, Secretario General del Partido, era el principal organizador, dirigente y educador del Ejército de Liberación Nacional.  

La creación del Ejército de Liberación Nacional representaba una gran victoria política y militar del Partido. El Partido Comunista de Albania había logrado realizar una de las tareas más decisivas y arduas.