DEFENDER LA DICTADURA DEL PROLETARIADO Y LA LUCHA DE
CLASES DURANTE EL PERIODO DE TRANSICIÓN
Cheng Yen-shih
(1965)
El criterio principal para
distinguir a los marxistas de los oportunistas
La gran Revolución de Octubre logró establecer el
primer Estado de la dictadura del proletariado en el mundo, y provocó una ola
revolucionaria en diversos países. En muchos de ellos la revolución proletaria
se puso a la orden del día. Lenin declaró que la dictadura del proletariado, la
esencia de la revolución proletaria, se había convertido en el problema fundamental de toda la
lucha de clases librada por el proletariado. La actitud hacia la dictadura del
proletariado se había convertido en el criterio principal para distinguir a los
marxistas de los oportunistas.
Los oportunistas de la II Internacional compitieron
entre ellos en su ataque a los bolcheviques y al Estado soviético. El “instruido”
Kautsky, versado en el arte de la sofistería, escribió un folleto titulado La dictadura del proletariado en el que hizo
todo lo que pudo para distorsionar las enseñanzas de Marx sobre el Estado y la
dictadura del proletariado, convirtiéndolas en teorías vulgares y liberales
aceptables para la burguesía. Al definir la “dictadura del proletariado”, hizo
todo lo posible por ocultar su función
básica, es decir, la violencia revolucionaria. Vociferó sobre la
posibilidad de alcanzar la dictadura del proletariado en una “democracia en
general” o en una “democracia pura” a través de elecciones “democráticas” y “pacíficas”.
Culpó a los bolcheviques por usar la violencia y acusó a la dictadura del
proletariado en Rusia de “no tener ni la más mínima razón” para “usurpar la
democracia”, para “suprimir la democracia”. En el fondo, todos estos disparates
de Kautsky significaban el uso de la democracia burguesa, es decir, la
dictadura burguesa, contra la dictadura del proletariado. En varias obras Lenin
refutó íntegra y categóricamente los puntos de vista erróneos de Kautsky y
otros oportunistas de la II Internacional, en relación con el problema del
Estado y de la dictadura del proletariado, y expuso claramente sus
características peligrosas y repulsivas. Estas obras son las siguientes: La revolución proletaria y el renegado
Kautsky, “Democracia” y dictadura,
Tesis e informe sobre la democracia burguesa
y la dictadura del proletariado, presentado en el Primer Congreso de la
Internacional Comunista, Acerca del
Estado, Sobre la dictadura del
proletariado, Economía y política en
la época de la dictadura del proletariado, Las elecciones a la Asamblea Constituyente y la dictadura del
proletariado, y Contribución a la
historia del problema de la dictadura. Al igual que su anterior trabajo El Estado y la revolución, estas obras
representan un importante desarrollo de las enseñanzas de Marx sobre el Estado
y la dictadura del proletariado, constituyen una valiosa contribución al tesoro
teórico del proletariado mundial.
Kautsky distorsiona el concepto de dictadura del proletariado,
al desechar el uso de la violencia revolucionaria
Kautsky declaró de forma absurda que la “dictadura
del proletariado” no era más que una “palabreja” que Marx utilizó una vez en
una de sus cartas. Lenin denunció enérgicamente a Kautsky por su ridícula distorsión
de la verdad. Citó el siguiente pasaje de la Crítica del Programa de Gotha de Marx:
“Entre la sociedad capitalista y la sociedad comunista media el periodo de
la transformación revolucionaria de la primera en la segunda. A este periodo corresponde
también un periodo político de transición, cuyo Estado no puede ser otro que la
dictadura revolucionaria del proletariado.” (Marx, Crítica
del Programa de Gotha, Marx y Engels, Obras escogidas, Moscú, vol. II, pp.
32-33.)
Lenin señaló que esta famosa declaración de Marx
resume toda su teoría revolucionaria. La teoría de la dictadura del
proletariado es la quintaesencia del marxismo.
Lenin dijo que la dictadura revolucionaria del
proletariado es un poder político conquistado y mantenido mediante el uso de la
violencia por parte del proletariado contra la burguesía. La dictadura del
proletariado significa la destrucción de la democracia burguesa y el
establecimiento de la democracia proletaria. La revolución proletaria es
imposible sin la destrucción violenta de la máquina del Estado burgués y su
sustitución por una nueva. Esta nueva máquina es, por tanto, el Estado bajo la
dictadura del proletariado.
Kautsky ocultó o ignoró el contenido de clase de la
democracia burguesa. Descaradamente insistió en la “democracia pura” y la “democracia
en general”. Aplicó a la época del imperialismo del siglo XX la hipótesis que
Marx enunció en la década de 1870, que Inglaterra y Estados Unidos podrían
transformarse en socialistas a través de una transición pacífica. Habló gratuitamente
de una transición pacífica, es decir, “por medios democráticos”. Declaró
falsamente que la Comuna de París fue establecida a través del voto de todo el
pueblo, es decir, “democráticamente”. Kautsky y otros revisionistas “enseñaban”
al pueblo que el proletariado debía, primero, conquistar la mayoría mediante el
sufragio universal; luego, obtener el poder del Estado por votación
mayoritaria; y, finalmente, organizar el socialismo sobre la base de una
democracia “consistente” y “pura”.
Lenin dio en el clavo al exponer la verdadera naturaleza de la democracia
burguesa. Dijo que nunca habría democracia “pura” y que, en tanto existiesen
las clases, sólo podría haber democracia de clase. Él declaró:
“La democracia burguesa… sigue siendo siempre –y no puede menos de serlo
bajo el capitalismo– estrecha, amputada, falsa, hipócrita, paraíso para los
ricos y trampa y engaño para los explotados, para los pobres.” (La
revolución proletaria y el renegado Kautsky, Obras Escogidas, Londres, vol.
7, p. 130)
A pesar de todas las expresiones bonitas que utiliza,
tales como “libertad” e “igualdad”, la constitución burguesa es, en última
instancia, una protección del sistema burgués de propiedad privada. Lenin dijo:
“Y todo el que, entre vosotros, haya leído a Marx –creo que incluso el que
haya leído, al menos, una sola exposición popular de la doctrina de Marx– sabrá
que Marx dedicó la mayor parte de su
vida, la mayor parte de sus obras literarias y la mayor parte de sus
investigaciones científicas precisamente a burlarse de la libertad, de la
igualdad, del acato de la voluntad de la mayoría y de todos los Bentham que
escribían palabras tan lindas sobre eso y a demostrar que, en el trasfondo de
esas frases, no se ve nada más que los intereses de la libertad de los poseedores de mercancías, los
intereses de la libertad del capital,
que éste utiliza para oprimir a las masas trabajadoras.” (Discurso acerca
de cómo se engaña al pueblo con las consignas de libertad e igualdad, en el I Congreso
Nacional de Instrucción Extraescolar, Obras Completas, 4ª ed. rusa, Moscú,
vol. 29, p. 323.)
También señaló:
“No hay ningún Estado, ni siquiera el más democrático, cuya Constitución no presente algún resquicio o salvedad que permita a la burguesía lanzar las tropas contra los obreros, declarar el estado de guerra, etc., ‘en caso de alteración del orden’ y, en realidad, en caso de que la clase explotada ‘altere’ su situación de esclava e intente hacer algo que no sea propio de esclavos…” (La revolución proletaria y el renegado Kautsky, op. cit., p. 131)
Dijo además:
“El parlamento burgués, aún el más democrático de la más democrática república,
en la que se mantiene la propiedad de los capitalistas y el poder de éstos, es
una máquina para el aplastamiento de millones de trabajadores por un puñado de
explotadores.” (Carta a los obreros de Europa y América, Obras Completas, New York,
vol. XXIII, p. 521.)
El método de Kautsky para falsificar la historia de
la Comuna de París fue torpe y ridículo. Lenin señaló que la flor de la
burguesía, su Estado Mayor y sus capas superiores habían huido de París a
Versalles y reunido todas sus fuerzas para oponerse a la Comuna de París. La
lucha entre la Comuna y Versalles no era más que la lucha del gobierno de los
trabajadores franceses contra el gobierno de la burguesía. ¿Podía llamarse a
esto “sufragio universal” y “democracia pura”? Fue inútil que Kautsky tratara
de defenderse recurriendo a la hipótesis de Marx de que Inglaterra y Estados
Unidos podían llegar a ser socialistas a través de una transición pacífica.
Lenin dijo que en la década de 1870 en Inglaterra y Estados Unidos no existían una
camarilla militar ni burocracia y que cuando Marx elaboró esa hipótesis estaba
tomando estos países como excepciones a la ley de la historia revolucionaria.
Escribió:
“…el capitalismo premonopolista –cuyo apogeo corresponde precisamente al
octavo decenio del siglo XIX–, en virtud de sus rasgos económicos esenciales,
que en Inglaterra y en Norteamérica se manifestaban de un modo típico en
particular, se distinguía por un apego relativamente mayor a la paz y a la
libertad. En cambio, el imperialismo, es decir, el capitalismo monopolista, que
no alcanzó plena madurez hasta el siglo XX, atendiendo sus rasgos económicos
esenciales, se distingue por un apego mínimo a la paz y a la libertad, por un
desarrollo máximo del militarismo en todas partes. ‘No ver’ esto, hablando de
lo típico y de lo probable que es una revolución pacífica o violenta, es caer
tan bajo como el más adocenado lacayo de la burguesía.” (La
revolución proletaria y el renegado Kautsky, op. cit, pp. 125-26)
Para obtener la victoria en la revolución
socialista el proletariado debe ganar a su lado a la gran mayoría del pueblo.
Pero si el trabajo de tratar de ganarse al pueblo se limita o se determina por
los esfuerzos por ganar el mayor número de votos bajo el dominio de la
burguesía, como creían los Kautsky, esto sería el colmo de la locura y un engaño
a los trabajadores. Lenin dijo:
“Los socialistas, que luchan por liberar a los trabajadores de la
explotación, hubimos de utilizar los parlamentos burgueses como una tribuna,
como una base para hacer propaganda y agitación, como una base para organizar, mientras nuestra lucha se circunscribía al
marco del régimen burgués. Ahora, cuando la historia universal ha puesto a
la orden del día la cuestión de destruir todo ese régimen, de derrocar y aplastar
a los explotadores, de pasar del capitalismo al socialismo, circunscribirse al
parlamentarismo burgués, circunscribirse a la democracia burguesa, pintar esta
democracia de color de rosa, como ‘democracia’ en general, velar su carácter burgués, olvidar que el sufragio
universal será una de las armas del Estado burgués mientras exista la propiedad
de los capitalistas, significa traicionar ignominiosamente al proletariado, pasarse
al lado de su enemigo de clase, de la burguesía, ser un traidor y un renegado.” (Carta a los
obreros de Europa y América, op. cit., pp. 521-22)
Declaró además:
“Para atraer a su lado a la mayoría de la población, el proletariado tiene, en primer lugar, que derribar a la burguesía y adueñarse del poder del Estado; tiene, en segundo lugar, que implantar el Poder soviético, haciendo añicos el viejo aparato estatal, con lo cual quebranta inmediatamente la dominación, el prestigio y la influencia de la burguesía y de los conciliadores pequeñoburgueses entre las masas trabajadoras no proletarias. Tiene, en tercer lugar, que acabar con la influencia de la burguesía y de los conciliadores pequeñoburgueses entre la mayoría de las masas trabajadoras no proletarias, dando satisfacción revolucionaria a las necesidades económicas de estas masas a expensas de los explotadores”. (Las elecciones a la Asamblea Constituyente y la dictadura del proletariado, FLPH, Moscú, pp. 25-26).
En contraste con la democracia burguesa, la
democracia proletaria significa la democracia
real sólo para los trabajadores,
sin concesión de ninguna democracia a los explotadores. La Rusia soviética dio
al proletariado y a los trabajadores, a la inmensa mayoría de la población, una
libertad y una democracia que ninguna república democrática burguesa tuvo nunca
ni podía aspirar a tener. Al mismo tiempo, ejerció la dictadura sobre los explotadores, aplastando implacablemente su
resistencia. Kautsky no aprobó esto. Haciéndose pasar por textualista o
inocente niño, Kautsky preguntó por qué la dominación del proletariado tenía
que asumir, y necesariamente asume, una forma que es incompatible
con la democracia, dado que los explotadores representaban sólo una pequeña
minoría de la población mientras que las masas trabajadoras eran una abrumadora
mayoría.
Lenin respondió que los explotadores siempre han
sido sólo una pequeña minoría de la población. Ésta es una verdad indiscutible.
Tomando esto como punto de partida, para razonar como marxista se debe tomar
como base la relación entre los explotados y los explotadores. No se puede hablar
en abstracto sobre mayoría y minoría, ignorando el carácter de clase del Estado
y de la democracia. La razón por la que
el proletariado quiere tener una dictadura es “para aplastar la resistencia de la
burguesía, ...para inspirar temor a los reaccionarios, ...para mantener la
autoridad del pueblo armado contra la burguesía, …para que el proletariado
pueda someter por la violencia a sus adversarios” (La revolución proletaria y el renegado Kautsky, op.cit., p. 139.)
La característica indispensable, la condición
necesaria, de la dictadura del proletariado es el aplastamiento violento de
los explotadores como clase. Lenin dijo:
“…suponer que en una revolución más o menos seria y profunda la solución del problema depende sencillamente de la actitud de la mayoría ante la minoría, es una estupidez inmensa, el más necio prejuicio de un liberal adocenado, es engañar a las masas, ocultarles a sabiendas la verdad histórica bien. Esta verdad histórica es la siguiente: en toda revolución profunda, la regla es que los explotadores, que durante bastantes años conservan de hecho sobre los explotados grandes ventajas, opongan una resistencia larga, porfiada y desesperada. Nunca –a no ser en la fantasía dulzona del melifluo tontaina de Kautsky– se someten los explotadores a la voluntad de la mayoría de los explotados sin haber puesto antes a prueba su superioridad en una desesperada batalla final, en una serie de batallas.” (Ibíd., p. 140.)
Lenin señaló que el propósito de Kautsky al distorsionar la teoría de Marx y entregarse
a la sofistería era desechar el uso de la violencia revolucionaria. Lenin dijo:
“…Kautsky ha desvirtuado del modo más inaudito el concepto de dictadura del proletariado, haciendo de Marx un liberal adocenado, es decir, se ha deslizado él mismo al nivel de un liberal que dice trivialidades acerca de la ‘democracia pura’, embelleciendo y velando el contenido de clase de la democracia burguesa y rehuyendo más que nada la violencia revolucionaria por parte de la clase oprimida. Cuando Kautsky ‘interpreta’ el concepto de ‘dictadura revolucionaria del proletariado’ de tal modo que desaparece la violencia revolucionaria por parte de la clase oprimida, contra los opresores, bate el record mundial de desvirtuación liberal de Marx…” (Ibíd., p. 128.)
No llevar la lucha de clases hasta el fin
ofrece el peligro de la restauración de la dominación burguesa
La destrucción de la máquina del Estado mediante la
violencia revolucionaria y el establecimiento del poder soviético bajo la
dictadura del proletariado, realizados por el proletariado ruso, fue una gran
victoria de significado histórico universal. Era necesario que el proletariado,
después de haber establecido su poder estatal, llevara la lucha de clases hacia
adelante, hasta el fin. Lenin dijo:
“…el proletariado, al conquistar el poder estatal, no interrumpe su lucha de clase, sino que la continúa en otra forma y con otros procedimientos. La dictadura del proletariado es la lucha de clase del proletariado a la cual sirve de instrumento el poder estatal…”. (Las elecciones a la Asamblea Constituyente y la dictadura del proletariado, op. cit., p. 32.)
En los primeros años del poder soviético, la lucha
contra las clases explotadoras se realizó mediante una intensa guerra civil. Con la ayuda de los
intervencionistas extranjeros armados, la burguesía y los terratenientes derrocados
emprendieron la rebelión armada. Los kulaks acapararon su grano, con la
esperanza de acabar con el poder soviético a través del hambre. La especulación
era desenfrenada en las ciudades y en el campo. Los intelectuales burgueses,
que trabajaban en los órganos del poder soviético, intentaron por varios medios
sabotearlo desde dentro. Al mismo tiempo, el Estado soviético se enfrentaba con
la difícil tarea de reeducar gradualmente a los pequeños campesinos y fortalecer
la disciplina en las filas del proletariado.
Era inevitable que durante un largo periodo después
de la revolución, los explotadores tuvieran de hecho una gran influencia. Ellos
tenían dinero, propiedad mueble, capacidad organizativa y administrativa,
conocimiento militar y un nivel de educación relativamente alto. Estaban
estrechamente conectados con técnicos importantes que llevaban una vida
burguesa y estaban imbuidos de la ideología burguesa. Sectores de pequeños
productores los seguirían. Además, tenían muy amplias relaciones
internacionales. Lenin dijo:
“El paso del capitalismo al comunismo llena toda una época histórica. Mientras esta época histórica no finalice, los explotadores siguen inevitablemente abrigando esperanzas de restauración, esperanzas que se convierten en tentativas de restauración. Después de la primera derrota seria, los explotadores derrocados, que no esperaban su derrocamiento ni creían en él, que no aceptaban ni siquiera la idea de que pudiera producirse, se lanzan con energía decuplicada, con pasión furiosa y odio centuplicado a la lucha por la restitución del ‘paraíso’ que les ha sido arrebatado, en defensa de sus familias, que antes disfrutaban de una vida tan dulce y a quienes la ‘chusma vil’ condena a la ruina y a la miseria (o al trabajo ‘simple’…)” (La revolución proletaria y el renegado Kautsky, op. cit., pp. 140-41.)
Es precisamente por esta razón que la dictadura del
proletariado “supone el empleo de la violencia, implacablemente severa, rápida y decidida,
para aplastar la resistencia de los explotadores, de los capitalistas, de los
terratenientes y de sus secuaces. Quien no lo haya comprendido no es un
revolucionario y hay que apartarlo de la dirección o del puesto de consejero del
proletariado.” (Saludo a los obreros
húngaros, Obras Escogidas, Moscú, vol. II, parte 2, pág. 209.)
Lenin advirtió que el peligro de la restauración
capitalista no residía sólo en la intervención armada de los imperialistas
extranjeros y en la rebelión armada de los contrarrevolucionarios en el país,
sino también en el hecho de que estos intentaban que el poder soviético padeciera
una “desintegración pacífica”. En el IX Congreso del Partido Comunista de Rusia
(bolchevique), Lenin dijo: “Quieren convertir el desarrollo económico pacífico en la
desintegración pacífica del poder soviético.” (Noveno Congreso del Partido Comunista de Rusia (bolchevique), Obras
Escogidas, Moscú, vol. II, parte 2, p. 336.) En el XI Congreso del Partido
Comunista de Rusia (bolchevique), Lenin señaló nuevamente que el enemigo
calumniaba la Nueva Política Económica del gobierno soviético al llamarla una “degeneración
interna”. Lenin decía: “Es efectivamente la verdad de clase, expresada de un modo
burdo y franco por el enemigo de clase.” (Informe Político del Comité Central del PC(b) de Rusia, presentado al XI
Congreso del Partido, Obras Escogidas, Londres, vol. 9, p. 347). Lenin
aconsejó a todos los interesados que estuvieran alertas, porque las cosas que
el enemigo decía eran posibles. En repetidas ocasiones señaló que después de la
expropiación económica de las clases explotadoras, existía la posibilidad de que
surgieran nuevos explotadores. Él dijo:
“Sí, al derrocar a los terratenientes y a la burguesía, hemos despejado el camino, pero no hemos construido el edificio del socialismo. Y sobre el terreno limpio de una generación aparecen constantemente en la historia nuevas generaciones – sólo si la tierra las produce–, y se produce cualquier cantidad de burgueses. Y en cuanto a los que consideran la victoria sobre los capitalistas como lo hacen los pequeños propietarios –“se han apoderado de algo; vamos, denme un poco, también, y haré uso de eso”– ¿no es cada uno de ellos una fuente de una nueva generación de burgueses?” (Informe sobre las tareas actuales del poder soviético, en la sesión del Comité Ejecutivo Central de toda Rusia, Obras Completas, 4ª ed. rusa, Moscú, vol. 27, pp. 267-68.)
Después de que el proletariado toma el poder del
Estado, las tareas urgentes que tiene planteadas son: crear una “organización
simétrica” y fuerte para gestionar la producción y la distribución de
bienes, y librar la lucha sin cuartel contra el desorden, el alboroto y el
sabotaje. El cumplimiento de estas tareas depende de la dictadura. La dictadura
es necesaria “por dos razones esenciales o en dos aspectos fundamentales”: el
aplastamiento de la resistencia de los explotadores y la supresión de todos los
elementos de descomposición. Lenin decía que los elementos de descomposición de
la vieja sociedad eran muy numerosos y no podían menos que “manifestarse” en
periodos de conmoción profunda “en un aumento de la delincuencia, de la golfería, del
soborno, de la especulación y de toda clase de escándalos. Para acabar con todo
eso se requiere tiempo y hace falta mano
de hierro.” (Las tareas
inmediatas del poder soviético, Obras Escogidas, Londres, vol. 7, p. 338)
Lenin dijo que la desgracia de las revoluciones
anteriores consistió en que el entusiasmo revolucionario de las masas para la
supresión de los elementos de desintegración no duró mucho. La causa social de
esto fue la debilidad del proletariado, que le impidió ganar a su lado a la
mayoría de los trabajadores y explotados y retener el poder el tiempo
suficiente para aplastar por completo a todos los explotadores y a todos los
elementos de descomposición. Lenin agregó:
“Esta experiencia histórica de todas las revoluciones, esta enseñanza –económica y política– de alcance histórico universal fue resumida por Marx en su formula breve, tajante, precisa y brillante: dictadura del proletariado.” (Ibíd.)
Lenin hizo hincapié en que la dictadura debe ser
como el hierro y no como la gelatina. Dijo: “La dictadura es un poder férreo, de
audacia y rapidez revolucionarias, implacable en la represión tanto de los
explotadores como de los malhechores.” (Ibíd., p. 339)
La reeducación
de los pequeños productores de mercancías es otra importante tarea del
proletariado que tiene el poder en sus manos. Lenin decía que las amplias masas
de pequeños productores de mercancías son, por un lado, trabajadores y, por el
otro, pequeños propietarios. La pequeña producción engendra capitalismo y
burguesía, constantemente, cada día, cada hora, de modo espontáneo y en masa.
Los pequeños productores “cercan de elemento pequeñoburgués al proletariado, lo
impregnan de ese elemento, lo corrompen con él, provocan sin cesar en el seno
del proletariado recaídas de pusilanimidad pequeñoburguesa, de atomización, de
individualismo, de vaivenes entre la exaltación y el abatimiento.” (La enfermedad infantil del “izquierdismo” en
el comunismo, Obras Escogidas, Moscú, vol. II, parte 2, p. 367.) Por su
cotidiana y prosaica labor corruptora, invisible e inaprehensible, llevan a “los mismos resultados que necesita la burguesía y que restauran a ésta”. (Ibíd.) También dijo:
“Suprimir las clases no significa sólo expulsar a los latifundistas y a los capitalistas… significa también suprimir los pequeños productores de mercancías. Pero a éstos no se les puede expulsar, no se les puede reprimir; hay que convivir con ellos, y sólo se puede (y se debe) transformarlos y reeducarlos, mediante una labor de organización muy larga, lenta y prudente.” (Ibíd.)
Si se hace esto, será posible para los campesinos y
pequeños productores seguir adelante en el camino del socialismo.
Los elementos de pequeñoburgueses atacan al
proletariado desde dentro del Estado soviético, toman ventaja de cualquier
factor de desintegración, de toda debilidad, con el fin de sobornar y aumentar
la indisciplina, la laxitud y el caos. Hubo muchos elementos débiles y
vacilantes, que, incapaces de resistir la tentación de la especulación, el
soborno y la ventaja personal, buscaron sin escrúpulos beneficios personales a
expensas de los intereses colectivos. Esto obstruyó al Estado soviético en sus
esfuerzos por superar las dificultades económicas. Lenin consideró que aquellos
que rompían la disciplina proletaria debían ser severamente castigados. Denunció
enérgicamente la opinión absurda de que la aplicación de la disciplina en el
trabajo era un paso atrás, y llamó a los trabajadores a fortalecer su sentido
de organización y a respetar la disciplina laboral. Dijo que la dictadura del
proletariado, ciertamente, no significa simplemente el derrocamiento de la
burguesía y los terratenientes sino que también “es la garantía del orden, la
disciplina, la productividad del trabajo, la contabilidad y el control por
parte del poder soviético proletario que es más fuerte y más firme que el
anterior poder.” (Informe sobre
las tareas actuales del poder soviético, Sesión del Comité Ejecutivo Central de
Toda Rusia, op. cit., p. 267.) Es necesario capacitar y educar a las masas
trabajadoras en el espíritu comunista, ayudarlas a desechar los viejos hábitos
y costumbres transmitidos por el viejo sistema, así como los hábitos y
costumbres de la propiedad privada, que están profundamente arraigados en las
masas. En esta labor se encontrarán grandes dificultades –a veces se puede
incluso sufrir contratiempos–, pero finalmente se tendrá éxito.
El objetivo de la dictadura del proletariado no es sólo
reprimir a los explotadores y a los elementos disolventes, sino también
remodelar y educar a los pequeños productores de mercancías y fortalecer la
disciplina laboral en las filas del proletariado. No sólo para vencer la
resistencia ofrecida por los capitalistas en los ámbitos militar y político,
sino también para vencer la fuerte y más duradera resistencia de los
capitalistas en el campo de la ideología. Las formas de lucha serán muchas.
Lenin dijo:
“La dictadura del proletariado es una lucha tenaz, cruenta e incruenta, violenta y pacífica, militar y económica, pedagógica y administrativa, contra las fuerzas y las tradiciones de la vieja sociedad.” (La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo, op. cit., p. 367.)
Señaló que la lucha de clases en el período de
transición es una lucha entre los dos caminos, entre el capitalismo y el
comunismo. Él dijo:
“Teóricamente, no cabe duda de que entre el capitalismo y el comunismo existe cierto periodo de transición. Este periodo no puede dejar de reunir los rasgos o las propiedades de ambas formaciones de la economía social, no puede menos de ser un periodo de lucha entre el capitalismo agonizante y el comunismo naciente; o en otras palabras: entre el capitalismo vencido, pero no aniquilado, y el comunismo ya nacido, pero muy débil aún.” (Economía y política en la época de la dictadura del proletariado, FLPH, Moscú, pp. 5-6.)
Poco después de la publicación de La revolución proletaria y el renegado Kautsky,
Lenin dijo, en una sección añadida a El
Estado y la Revolución:
“El oportunismo no extiende el reconocimiento de la lucha de clases precisamente a lo más principal: al periodo de transición del capitalismo al comunismo, al periodo de derrocamiento de la burguesía y de completa destrucción de ésta.” (Obras Escogidas, t. II, parte 1, p. 234.)
Declaró además:
“La esencia de la teoría de Marx acerca del Estado sólo la asimila quien haya comprendido que la dictadura de una clase es necesaria no sólo en general, para toda sociedad dividida en clases, no sólo para el proletariado después de derrocar a la burguesía, sino también para todo el periodo histórico que separa al capitalismo de la ‘sociedad sin clases’, del comunismo.” (Ibíd.)
Fuente: “Lenin’s
Fight Against Revisionism and Opportunism”, compilado por Cheng Yen-shih,
Ediciones en Lenguas Extranjeras, Pekín, 1965, Capítulo 15.
Traducido para “Crítica
Marxista-Leninista” por Jiang Yucmoi