por Thiago R.
Mao Zedong dando la bienvenida a los delegados de partidos comunistas extranjeros invitados al VIII Congreso del PCCh en septiembre de 1956 |
Consideramos necesario dar respuesta a un post titulado “Mao y el Blog ‘CríticaMarxista-Leninista’” publicado en el blog Opinión de Clase, donde se hace
una crítica al artículo “Mao Zedong, el VIII Congreso y las doslíneas en el Comité Central del PCCh” de la camarada Jiang Yucmoi. El autor
señala un error que merece ser reconocido y explicado (y también corregido).
Ese error, sin embargo, no cuestiona ni invalida en ningún punto lo que
se argumenta en nuestro artículo, como explicamos a continuación.
Antes de ir al punto en cuestión, rechazamos las
afirmaciones relativas a nuestra supuesta intención de “enlodar”, de forma
“taimada” y “subrepticia”, a Mao Zedong. Es evidente que no compartimos las
ideas de Mao y somos críticos de ellas, pero nuestro interés siempre ha sido y
es ofrecer una crítica científica, respaldada por hechos y documentos, dejando
de lado los juicios descalificadores que, por lo general, se suelen poner por
delante y a cada paso en los debates estériles. La crítica marxista-leninista habla por sí sola y es bastante elocuente.
Nuestro crítico ha realizado una lectura
superficial del artículo “Mao, el VIIICongreso y las dos líneas en el Comité Central del PCCh”. Esto se aprecia
claramente en los puntos a los que limita su comentario, quedándose callado
sobre el real contenido del artículo: ¿Suscribió Mao Zedong las tesis revisionistas
del VIII Congreso del PCCh? Nosotros
decimos que sí, a diferencia de aquellos maoístas que conocen el tema del
revisionismo de ese congreso y argumentan que Mao había sido relegado o perdido
el poder en la época de la realización del VIII Congreso. Precisamente lo que nuestro
artículo sostiene es que Mao Zedong no fue ajeno a las resoluciones y
conclusiones de ese congreso, sino que las conoció, aprobó y promovió. Esas
resoluciones y conclusiones estaban en concordancia con escritos y discursos de
Mao, anteriores y posteriores a ese congreso.
Nuestro artículo se puede enmarcar en una crítica aún
más amplia con el fin de establecer la posición o posiciones que Mao Zedong y
el PCCh adoptaron desde la muerte de Stalin en marzo de 1953 hasta la escisión del
movimiento comunista internacional a inicios de la década de 1960. En nuestro
breve artículo sobre el VIII Congreso del PCCh de septiembre de 1956, aportamos
algunos documentos de Mao que no son conocidos en nuestro idioma, y hacemos
referencia a varios escritos oficiales de Mao, todos en su contexto histórico. Nuestro
crítico parece creer que nuestra crítica va dirigida a lo que dijo Mao sobre
Stalin. Por eso afirmamos que ha leído de manera superficial nuestro artículo.
Pero incluso en el tema de Stalin –que merecería abordarse en extenso, en otro
lugar –, nuestro crítico parece no conocer la cantidad de referencias negativas
que Mao hizo sobre Stalin, después de la muerte de éste: muchas críticas injustas
e incorrectas que fueron más allá de lo ordinario e hicieron palidecer su
juicio supuestamente favorable del “70-30%”. Ninguna de esas críticas las hizo
como “concesión” a los revisionistas soviéticos, tampoco las hizo por razones
tácticas en la “gran polémica”. La
mayoría las hizo en el seno de su
propio partido, en reuniones privadas
del CC, del Buró Político, en reuniones con dirigentes regionales y locales, en
reuniones de cuadros; para no mencionar que también las hizo en reuniones
privadas bilaterales con delegaciones de otros partidos comunistas del mundo.
Al ver la contradicción entre lo que dijo Mao en el
II Pleno del VIII CC de noviembre de 1956 sobre las “dos espadas” y lo que dijo en la Conferencia de Moscú de 1957, nuestro crítico parece haberse encontrado
en una posición interesante: ¿a cuál de los dos Mao creer? Da la impresión de que se enfrentó por primera vez a una interrogante:
¿cómo es posible que Mao haya escrito o dicho tales cosas? (y no sólo en
relación con Stalin sino también sobre otras cuestiones: democracia popular,
Yugoslavia, construcción del socialismo, clases y lucha de clases en el
socialismo, economía socialista, transición al comunismo, situación
internacional, entre otras).
Nuestro crítico establece tres posibilidades que
podrían explicar las declaraciones contradictorias de Mao, y se decide por la
tercera, en relación al juicio negativo que Mao hace de Stalin en la
Conferencia de Moscú de 1957. Así, nos dice:
“1) que, aunque pronunciado por Mao, expresase la posición de su Partido,
no la suya particular
2) que sean apócrifos
3) que se trate de una concesión a los soviéticos, ante la posibilidad de
articular la unidad del campo socialista en torno a los principios marxistas-leninistas
en la Conferencia de Moscú.”
La primera posibilidad: que Mao exprese la posición de su partido sin ser
la suya – Es muy débil y poco probable, teniendo en cuenta la personalidad de
Mao y el nivel de su culto ya en esos años, culto edificado oficialmente desde
1945. En una situación como ésa (es decir, no estar de acuerdo con la posición
de su propio partido), Mao simplemente no lo hubiera representado, dejando que
otro lo haga.
La segunda posibilidad: que sean apócrifos – Es la favorita de los
desinformados, de los flojos que no quieren “buscar la verdad en los hechos”,
de los que quieren persistir en la ilusión de que la palabra de Mao sólo
está en los cinco tomos de sus obras escogidas (editadas, modificadas y
corregidas) y en las publicaciones oficiales de su época. (Parece que el
subconsciente le ganó a nuestro crítico que en un momento dice “obras
completas” en lugar de decir “obras escogidas”, como queriendo cerrar el paso a
las obras no escogidas). Es conocido que durante la revolución cultural,
los guardias rojos publicaron una gran cantidad de discursos y escritos de Mao,
que les proveían por canales informales los dirigentes de la revolución
cultural, algunos pocos serían “oficializados”, con correcciones, en el V tomo.
Por su parte, después del colapso del bloque soviético y la restauración
capitalista en China se han publicado ingentes cantidades de documentos
oficiales procedentes de los archivos de todos los países del antiguo campo
socialista. Particularmente, en China, ya desde los ochenta, se han publicado
escritos militares, diplomáticos, filosóficos, políticos, así como cartas y entrevistas,
de Mao Zedong, que abarcan numerosos
tomos. Se han publicado además: memorias (entre otros: Chen Boda y Wang Li, dos
de los que escribieron los artículos polémicos del PCCh contra el revisionismo
soviético; Hu Qiaomu, secretario personal y editor de las obras de Mao, y autor
de la versión china de la Declaración de 1957; Wu Lengxi, jefe de Xinhua y
Renmin Ribao; Shi Zhe, intérprete de Mao), minuciosas cronologías de la vida y
la obra de Mao y de los principales dirigentes chinos, documentos oficiales del
PCCh en distintas etapas de su historia, obras escogidas y ensayos de otros
líderes y teóricos del PCCh, etc., etc. Todo esto permite confrontar diversas
fuentes y establecer la fiabilidad de un documento. Muchos sitios de internet
maoístas, en diversos países e idiomas, han seleccionado, difunden y utilizan
estos escritos. Por si fuera poco, incluso la CIA ha desclasificado sus
documentos sobre esa época, que fácilmente se pueden encontrar en internet.
Pero… ante todo: están los hechos históricos.
La tercera posibilidad: que se trate de una concesión a los soviéticos – Es
cierto que Mao y el PCCh hicieron concesiones a los soviéticos, algunas
correctas y otras incorrectas, pero no en cuanto a la crítica a Stalin. Nadie
le pidió a Mao que hablara de Stalin de esa forma en esa reunión o en otras, ni
que apoyara a Jruschov contra el “grupo antipartido” de Molotov. Nadie da
más de lo que se le pide. Mao era un político curtido y astuto, llegó a
Moscú en condición de salvador del PCUS, cuya autoridad estaba siendo
cuestionada por algunos partidos del campo socialista después de los sucesos de
Polonia y Hungría. Mao no llegó en posición defensiva sino en pie de igualdad
con Jruschov, e incluso con autosuficiencia como recordaron algunos de los
participantes de la Conferencia de 1957, incluyendo Jruschov. En la conferencia
de Chengdu en marzo de 1958, Mao Zedong dejó bien claro que el desacuerdo con
Jruschov sobre la crítica a Stalin era, en primer lugar, en cuanto a la forma y la oportunidad, que era una
cuestión de método:
“Cuando se criticó a Stalin en 1956, por un lado, nosotros estábamos contentos, pero por el otro, estábamos
bastante aprensivos. Era completamente necesario destapar la olla, romper la fe
ciega, liberar la presión y emancipar el pensamiento. Pero no estuvimos de acuerdo con demolerlo de un solo golpe.” (“Talks at the Chengtu
Conference”, 10 de marzo de 1958, publicado en “Mao Tse-tung Unrehearsed.
Talks and Letters, 1956-1971, Penguin Books, 1974. También publicado en marxists.org. Traducción nuestra)
Esta fue la misma explicación que dos años antes, en 1956, en medio de su
VIII Congreso, Mao dio a la delegación yugoslava, según se puede observar en
las actas de esa reunión que “Crítica
Marxista-Leninista” ha traducido y publicado. Mao era de la opinión que la
crítica a Stalin debía haberse hecho por etapas, con preparación y consultando
a los partidos hermanos, y no sorpresivamente y de un solo golpe. Nuestro
crítico parece desconocer que, aparte del método en la crítica a Stalin,
las discrepancias inmediatamente posteriores al XX Congreso del PCUS, entre el
PCCh y el PCUS, se dieron principalmente en relación con la cuestión de
la coexistencia pacífica entre sistemas y la vía pacífica de la revolución, y parece
no conocer que la Declaración de Moscú de 1957 contiene concesiones a los
soviéticos en esos temas y en el reconocimiento del XX Congreso. Algunas de estas
concesiones fueron correctas en esas circunstancias, por eso los
marxista-leninistas siempre hicieron énfasis en la defensa de los principios revolucionarios de la Declaración de
1957. La cuestión de la “desestalinización” súbita, inconsulta y de golpe fue
tópico de reuniones bilaterales.
Pero, incluso en esos momentos, las discrepancias entre el PCUS y el
PCCh eran secundarias. Mao, por ejemplo, dijo en uno de sus discursos en la
conferencia que la Declaración de 1957 era “correcta”, que no contenía
“elementos de revisionismo u oportunismo”; algunos años después su opinión
sería distinta.
Los procedimientos de la Conferencia de Moscú en 1957 fueron diferentes a
los de 1960. En 1957, las “dos líneas” no estaban claramente perfiladas aunque
las diferencias en algunos temas eran evidentes. El PCCh fue uno de los más
entusiastas en cuanto a presentar una imagen de unidad ante el mundo, y desplegó
un esfuerzo serio por asegurar la asistencia de los otros países del campo
socialista, particularmente de Polonia y Yugoslavia. Mao tuvo un papel notorio porque
el PCCh fue coautor del proyecto de declaración y porque, como dijimos arriba,
los sucesos de Polonia y Hungría habían puesto a Jruschov y al liderazgo del
PCUS en una posición tan débil ante los otros partidos del campo socialista,
que necesitaron de la ayuda de la gran China para reafirmar su liderazgo (De
ahí la insistencia de Mao, en sus discursos, acerca de la unidad y en que la
Unión Soviética sea la cabeza). Como señala Mao en uno de sus discursos en esa
conferencia, se invitó a los partidos hermanos a que enviaran sus opiniones sobre
la Declaración al comité de redacción para su consideración. Las circunstancias
fueron otras en la Conferencia de Moscú de 1960:
las diferencias ya se habían acentuado y profundizado. A esto se sumaron las
maniobras escisionistas del PCUS que buscaban aislar al PCCh, al que
lógicamente consideraban su principal competencia, independientemente del
carácter de las discrepancias que tuvieran. En la Conferencia de Moscú de 1960
fue el PTA el que, por primera vez, deslindó los campos de manera clara,
definida e integral; antes que el PCCh. Esto es un hecho histórico
irrebatible. Y es cierto lo que dice nuestro crítico: no era cualquier cosa
oponerse y desafiar así al PCUS, el partido de Lenin y Stalin. Y si esto no fue
cualquier cosa para el PCCh, el partido más grande del mundo, que dirigía al
país más poblado de la tierra, donde se había realizado la revolución más
importante después de la revolución de Octubre, y que en consecuencia gozaba de
un alto prestigio en el mundo, entonces no es difícil imaginar lo que esto
representó para el partido más pequeño, del país socialista más pequeño. Al
citar las instrucciones de Hoxha a Hysni Kapo, en junio de 1960, como “prueba”
de la cautela y precaución del PTA, nuestro crítico demuestra una evidente
ignorancia de los acontecimientos previos a la Conferencia de Moscú de
noviembre de 1960: Ignora, por ejemplo, que se comunicó a los partidos que
–aprovechando la asistencia de sus delegaciones al congreso del partido rumano,
en junio de 1960–, iba a realizarse una reunión para acordar la convocación
de la Conferencia de Moscú (es decir, elegir la fecha, aprobar la agenda y
designar el comité de redacción de los proyectos de declaración). Una reunión casi
de carácter administrativo, al que el PTA no envió a su primer
secretario. Para el PCCh y el PTA fue una sorpresa que, en esa reunión, el PCUS
presentara un escrito político atacando al PCCh, con el objetivo coordinado con
los otros partidos pro-PCUS de forzar un zanjamiento cuasi-administrativo de
las diferencias en Bucarest, antes de la conferencia de Moscú, para
evitar un debate ideológico exhaustivo y prolongado ante los 81 partidos. El
documento mencionado fue entregado a última hora a la delegación china. Los
chinos habían ido con un borrador de discurso conciliador, acorde con el
objetivo unitario de la reunión, y tuvieron que modificarlo para responder en
lo que pudieran al documento del PCUS, considerando que los estaban forzando a pronunciarse.
El PCUS intentó chantajear al PTA, como se puede observar en las reuniones de
ambas delegaciones, antes de la Conferencia de Moscú. Las instrucciones de
Enver Hoxha a Kapo se dan en esas condiciones; y no fue cuestión de cautela y
prudencia, sino la convicción de que la lucha se debía dar en la misma
Conferencia de Moscú, porque ese era el objetivo de la reunión. Tal como sucedió
efectivamente. Esto lo demuestra el discurso de Enver Hoxha, que nuestro
crítico parece no haber leído, como tampoco parece saber que después de esa
conferencia fue el PTA –y no el PCCh– el que se apartó del bloque soviético,
por lo que es válido afirmar que Albania rompió con el revisionismo soviético
en 1960, mientras que el PCCh lo hizo en 1963 (para después intentar una
reconciliación en 1964, después de la caída de Jruschov). La referencia a la
defensa de la Declaración de Moscú de 1957, se hacía porque el telón de fondo
de todo esto era que las partes en discrepancia se acusaban mutuamente
de desviarse de los principios de la Declaración de Moscú de 1957. Por tal
motivo, cada parte declaraba su adhesión y defensa de esa Declaración. Tan
importante era este tema, que hoy puede parecer intrascendente, que Peng Zhen
propuso en Bucarest que se formara una comisión que estudiara quién se desviaba
y quién se atenía a la Declaración de Bucarest. Esto puede constatarse con una
simple lectura de los documentos y discursos de la época. Como consecuencia del
escrito del PCUS en Bucarest, se estableció que en la conferencia de Moscú
hablaran todos los partidos que pidieran hacerlo. Y así fue. Después de Enver
Hoxha, por ejemplo, habló La Pasionaria criticando al líder albanés por “morder
la mano que le da de comer”, poniendo desvergonzadamente un precio a la defensa
de los principios marxista-leninistas. Entonces, la maliciosa sugerencia de
nuestro crítico de que el PTA sólo disparó fuegos contra el revisionismo “hasta
que no les quedó más remedio” es una demostración de la más supina ignorancia
sobre el tema, ya que evidencia que no conoce ni los hechos ni la posición ni
los documentos de la participación china en el periodo posterior al XX Congreso
del PCUS, y menos aún conoce los del PTA (A excepción de la lectura casual y
tendenciosa de las instrucciones de Hoxha a Kapo en la reunión de Bucarest de
1960, que cita en sus comentarios).
Sin embargo, el carácter revisionista de las tesis del VIII Congreso del
PCCh de 1956 no se refiere
directamente a la crítica a Stalin – el deporte de moda inmediatamente después
del XX Congreso del PCUS. El epígrafe de
nuestro artículo lo deja bien claro, citando a Kang Sheng y a Mao Zedong. Ese
congreso aprobó que en China virtualmente había cesado la lucha de clases y que
la cuestión de quién vencerá ya se había decidido a favor del socialismo,
que la contradicción principal era la existente entre las avanzadas
relaciones de producción y las atrasadas fuerzas productivas. No se desconocía
la existencia de clases ni la lucha de clases, pero se consideraba que bajo el
socialismo ya no existían luchas antagónicas y que solo un incorrecto tratamiento
de las contradicciones en el seno del pueblo (que también incluía a la
burguesía nacional) podía conducir a que estas contradicciones en el seno del
pueblo se conviertan en antagónicas, es decir, en una lucha de clases entre el
pueblo y sus enemigos. Esta tesis es de Mao; Liu Shaoqi, que la
compartía, la transmitió en su informe al VIII Congreso. Un esbozo de esa tesis
fue expuesto, en los términos que hoy conocemos, en “Una vez más sobre la experiencia histórica
de la dictadura del proletariado” en diciembre de 1956, para luego ser ampliada
y desarrollada en su discurso “Sobre el
tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo”, de febrero
de 1957, donde se dice:
“En nuestro país, la contradicción entre la clase obrera y la burguesía
nacional hace parte de las contradicciones en el seno del pueblo. La lucha de
clases entre la clase obrera y la burguesía nacional es, en general, una lucha de clases en las filas del pueblo,
porque la burguesía nacional de China tiene doble carácter. En el período de la
revolución democrático-burguesa, ella tenía en su carácter tanto un lado
revolucionario como otro conciliador. En el período de la revolución
socialista, al tiempo que explota a la clase obrera obteniendo ganancias, apoya
la Constitución y se muestra dispuesta a aceptar la transformación socialista.
La burguesía nacional difiere del imperialismo, la clase terrateniente y la
burguesía burocrática. La contradicción entre la clase obrera y la burguesía
nacional, que es una contradicción entre explotados y explotadores, es de suyo
antagónica. Sin embargo, en las condiciones concretas de China, esta
contradicción antagónica entre las dos clases, si la tratamos apropiadamente,
puede transformarse en no antagónica y ser resuelta por medios pacíficos. Pero
la contradicción entre la clase obrera y la burguesía nacional se convertirá en una contradicción entre
nosotros y el enemigo si no la tratamos como es debido, es decir, si no
aplicamos la política de unidad, crítica y educación respecto a la burguesía nacional,
o si ella no acepta esta política nuestra.” (“Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del
pueblo”, O.E. t. V, pp. 420-421)
Estas “condiciones concretas de China”, lógicamente, serían el corolario de
la revolución socialista formalmente iniciada en 1952 y de la realización
básica de las transformaciones socialistas, declarada en el VIII Congreso de
1956. Es bueno recordar que en 1952, Mao había dicho, correctamente:
“Una vez derribadas la
clase terrateniente y la burguesía burocrática, la contradicción entre la clase
obrera y la burguesía nacional pasó a ser la contradicción principal de orden interno en China y, por
consiguiente, no se debe seguir
calificando de clase intermedia a la burguesía nacional.” (“La contradicción entre la clase obrera y la
burguesía es la contradicción principal en el orden interno en China”, 6 de junio de 1952, O.E. t. V, p. 79)
Sin
embargo, pocos años después el PCCh y Mao cambiaron de posición al respecto. ¿Qué
cambió en China para que, en 1956, 1957 y 1958 (y después), el PCCh considerara
a la burguesía –blanco de la revolución socialista– como parte del
pueblo, y a la lucha contra ella como contradicciones en el seno del pueblo? La
respuesta requiere un desarrollo más amplio, que escapa del alcance de estos comentarios;
sin embargo, es conveniente recordar lo que Mao y el PCCh sostuvieron en
aquellos años sobre la lucha de clases en la sociedad socialista.
En
el II Pleno del VIII Comité Central, de noviembre de 1956, del cual nuestro
crítico citó la cuestión de las “dos espadas”, Mao dijo, por ejemplo, que las
contradicciones en China se habían resuelto en lo fundamental:
“El mundo está lleno de contradicciones. La revolución democrática resolvió aquellas que teníamos con el
imperialismo, el feudalismo y el capitalismo burocrático. Hoy, también se han resuelto en lo fundamental
nuestras contradicciones con el capitalismo nacional y la pequeña producción en
cuanto al sistema de propiedad, pero, al mismo tiempo, se ha puesto de relieve
contradicciones distintas y han surgido otras
nuevas.” (“Discurso pronunciado en la
II Sesión Plenaria del VIII CC del PCCh”, O.E. t. V, p. 375).
Esto
sirvió de base para lo que se afirmaría a fines de diciembre de 1956, en “Una vez más sobre
la experiencia histórica de la dictadura del proletariado”, documento
central del PCCh, redactado bajo la directa supervisión de Mao Zedong. Como se
puede ver a continuación, ahí se sostiene que, después de la eliminación de las
clases explotadoras, no se debe seguir acentuando la lucha de clases:
“Después de la eliminación de
las clases explotadoras y de acabar
en lo principal
con las fuerzas contrarrevolucionarias, sigue siendo necesario que la dictadura
del proletariado haga frente a
los remanentes contrarrevolucionarios –que no podrán ser
barridos por completo en tanto exista
el imperialismo–, pero para
entonces su filo deberá ser dirigido
principalmente contra las fuerzas agresoras del imperialismo extranjero…
Después de la eliminación de las clases [explotadoras], no se debe seguir acentuando la lucha de clases
como si ésta se estuviera intensificando, tal como lo hizo Stalin,
con el resultado de que el sano desarrollo de la democracia socialista
se vio obstaculizado. El Partido Comunista de la Unión
Soviética tiene toda la razón en la corregir con firmeza los errores de Stalin a este respecto.” (Renmin Ribao, “The Historical Experience of the Dictatorship of the Proletariat”,
Pekín, 1959, pp. 48-49. El
folleto contiene los dos artículos sobre la experiencia de la dictadura del
proletariado de abril y diciembre de 1956)
La
parte subrayada va en contra de la tesis leninista que dice que la lucha de
clases bajo la dictadura del proletariado se hace más encarnizada. Por su parte,
esta tesis del PCCh es similar a lo que sostuvo Jruschov en su informe al XX
Congreso en febrero de 1956. Es interesante anotar que años después Mao y el
PCCh acusarían a Stalin de lo contrario, es decir, de olvidar la lucha
de clases. Pero en el período de la “luna de miel” entre el PCUS y el PCCh,
como han llamado algunos historiadores al período 1954-1958, ambos partidos tenían
más puntos en común que divergencias.
Un
año después del XX Congreso
soviético, en las notas originales del discurso “Sobre el tratamiento
correcto de las contradicciones en el seno del pueblo”, de febrero de 1957,
Mao siguió haciendo la misma acusación que los revisionistas soviéticos
hicieran a Stalin, una acusación que revela una posición no marxista sobre la
lucha de clases en la sociedad socialista.
En la versión oficial, corregida, incluida en sus obras escogidas, ya
no se encuentra este texto:
“Izquierdistas”,
oportunistas de “izquierda”. Los “izquierdistas” son de “izquierda” entre
comillas, no de la verdadera izquierda. Esa gente exagera las contradicciones antagónicas entre nosotros y el enemigo. Stalin, por ejemplo, era ese tipo de persona… (“On the
Correct Handling of Contradictions among the People (Speaking Notes)”, en
The Secret Speeches of Chairman Mao, Harvard, 1998, p. 138. Traducción
nuestra)
En
esas mismas notas originales, Mao habló sobre la contradicción básica en la
sociedad socialista, repitiendo en febrero de 1957 lo que se había aprobado en
el VIII Congreso del PCCh, en setiembre de 1956:
“Debemos
afirmar que en la sociedad socialista existen contradicciones, dos tipos
básicos de contradicciones, a saber, contradicciones entre las relaciones de
producción y las fuerzas productivas, [y] contradicciones entre la base
económica y la superestructura. Todas estas contradicciones son contradicciones en el seno del pueblo…
Debemos reconocer que el socialismo contiene contradicciones, que la contradicción fundamental es la
contradicción entre las relaciones de producción y las fuerzas productivas. Las
ideologías de la superestructura (política, derecho, religión, filosofía, esas
diversas ideologías) deben servir a la base económica, [ellas] deben
corresponder a la base económica. Si [ellas] no [le] corresponden, entonces surgen las contradicciones.” (“On
the Correct Handling of Contradictions among the People (Speaking Notes)”,
en The Secret Speeches of Chairman Mao, Harvard, 1998, p. 164. Traducción
nuestra)
Esta
parte fue corregida y morigerada en la versión oficial, aunque sin renunciar a
la esencia de la posición que Mao tenía en esos años sobre las clases y lucha
de clases en el socialismo, que sustituía
a la lucha de clases por las contradicciones en el seno del pueblo como la fuerza
motriz de la sociedad socialista.
“Son muchos los que no se atreven a reconocer abiertamente que en el seno de nuestro pueblo existen todavía
contradicciones cuando precisamente son
ellas las que hacen avanzar nuestra sociedad.” (“Sobre el tratamiento correcto de las
contradicciones en el seno del pueblo”, O.E.
t. V, p. 428)
Esto
explica el énfasis que Mao ponía al estudio y tratamiento de esas
contradicciones en el seno del pueblo y a la necesidad de evitar que se
conviertan en antagónicas. El propio título de su discurso revela ese interés. Esto
está en concordancia con la siguiente afirmación –también de la versión
corregida y aumentada de las obras escogidas–, según la cual las
contradicciones en la sociedad socialista no tienen carácter antagónico y
que el sistema las resuelve por sí mismo:
“Las contradicciones en la sociedad socialista son radicalmente distintas
de las existentes en las viejas sociedades, como por ejemplo las contradicciones en la sociedad capitalista.
Estas últimas se manifiestan en violentos antagonismos y conflictos, en una enconada lucha de clases; no pueden
ser resueltas por el sistema capitalista mismo, sino únicamente por la
revolución socialista. Por el contrario,
las contradicciones en la sociedad
socialista son otra cosa, pues no
tienen carácter antagónico y el mismo sistema socialista puede resolverlas
incesantemente.” (“Sobre
el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo”, O.E. t. V, pp.428-429)
Como
puerta de escape de esta posición incorrecta, en la versión oficial se agregó,
como gran descubrimiento: “la lucha de clases no ha cesado por completo
[sic!]” (¿tal vez parcialmente?, preguntamos nosotros).
“La situación actual es la siguiente: Las vastas y tempestuosas luchas
clasistas de las masas, características de los períodos de revolución, han
terminado en lo fundamental, pero la lucha de clases no ha cesado por completo.” (“Sobre el tratamiento correcto de las
contradicciones en el seno del pueblo”, O.E.
t. V, p. 431)
Mao reconoció superficialmente el error del VIII Congreso sobre
la contradicción principal, en noviembre de 1957:
“… En ella [la resolución del VIII Congreso] hay un párrafo según el cual
la contradicción principal es la existente entre el avanzado sistema socialista
y las atrasadas fuerzas productivas de la sociedad. Esa formulación es errónea.” (“Ser promotores de la revolución”, 9 de octubre de 1957, O.E. t. V, pp. 537-538).
Sin embargo, no fue hasta la
Segunda Sesión del VIII Congreso del PCCh en mayo de 1958, cuando se corrigió el error de la contradicción
principal y se restableció que “la cuestión de quién vencerá” aún no se había
decidido.
Nuestro crítico creyó
habernos encontrado en falta y dijo triunfalmente: ¡El II Pleno fue realizado
sólo dos meses después del congreso, y no dos años después! Es evidente que ahí
hay un error nuestro: se puso “II Pleno” donde se debió poner “II Sesión
del VIII Congreso”. Para los que no conocen la historia del PCCh, es necesario
aclarar que el VIII Congreso de ese partido se realizó en dos sesiones:
la primera en 1956 y la segunda en 1958. Hecho insólito, por decir lo menos.
Nuestro crítico sólo revisó la intervención de Mao en el II Pleno y concluyó
apresuradamente que nos habíamos equivocado en nuestras conclusiones.
Pero no se tomó el trabajo de completar la investigación y de revisar los
documentos de 1958, es decir, de los
dos años posteriores a 1956, como se dice en nuestro artículo. De haberlo hecho
hubiera advertido el tipo de error en que incurrimos, error que de ninguna
manera abona a favor de muestro crítico. Fue en 1958, en esa II Sesión del
VIII Congreso cuando el PCCh y Mao Zedong corrigieron formalmente la
tesis de la contradicción principal en el periodo de transición; pero lo hicieron
de manera inconsecuente desde
el punto de vista marxista-leninista, porque continuaron defendiendo la tesis
de la burguesía nacional como parte del pueblo, de las contradicciones con la
burguesía nacional como contradicciones en el seno del pueblo y del correcto
tratamiento de esas contradicciones para que no se conviertan en antagónicas.
Por eso afirmamos que fue una rectificación más formal que real, que fue un rechazo
formal de las tesis revisionistas de la Primera Sesión del VIII Congreso.
Así se debió precisar en nuestro artículo.
Al igual que en la Primera
Sesión, en esta Segunda Sesión del VIII Congreso del PCCh, los informantes
principales fueron los ardientes maoístas Liu Shaoqi (informe político) y Deng
Xiaoping (sobre la participación en la Conferencia de Partidos Comunistas y
Obreros en Moscú, 1957). “Corrigiendo” lo que dijo en su informe de 1956, Liu Shaoqi dice en su informe de mayo de 1958:
“…antes de la construcción
de la sociedad socialista completa, la contradicción
principal en nuestro país es y sigue siendo la existente entre el
proletariado y la burguesía, entre el camino socialista y el camino
capitalista… En las actuales condiciones existentes en nuestro país, sin embargo, las contradicciones entre
las dos clases y los caminos, en la
mayoría de los casos, se manifiestan como contradicciones en el seno del pueblo… En cuanto a las contradicciones en el seno del pueblo
–sean contradicciones entre la burguesía
nacional y la pequeñaburguesía de un lado y el proletariado del otro, o
contradicciones en el seno del proletariado como producto de la influencia
burguesa y pequeñoburguesa sobre sectores del proletariado–, éstas se deben
resolver como norma mediante campañas de
rectificación.” (“Informe sobre la
actividad del CC del PCCh presentado ante la Segunda Sesión del VIII Congreso”,
mayo de 1958, reproducido en “Communist
China 1955-1959”, Harvard University, 1962. Traducción nuestra.)
Como se puede apreciar, el cambio no es muy
significativo. En las partes concernientes a las clases y las contradicciones
de clase y a las tareas en el período de transición, el informe de Liu Shaoqi parafrasea
los discursos de Mao en las conferencias previas a esa segunda sesión del Congreso.
Así, en la conferencia de Hankow, de abril de 1958, Mao dijo lo siguiente
(repetido semanas después, palabras más palabras menos, por Liu Shaoqi en su
informe al congreso):
“…hay cuatro clases en China: dos clases
explotadoras y dos clases trabajadoras. La primera clase explotadora comprende
al imperialismo, al feudalismo, al capitalismo burocrático, los remanentes del
Kuomintang y 300,000 derechistas… La segunda clase explotadora está formada por
la burguesía nacional y sus
intelectuales, más una parte de las capas altas de la pequeña burguesía… y los
campesinos medios acomodados… La segunda clase explotadora es relativamente civilizada y se le puede tratar con métodos
civilizados, aplicando el método de la crítica, que es diferente del método de la lucha antiderechista. En cambio, contra
los derechistas, nosotros aplicamos en esencia el método de la coerción…
Nuestras políticas hacia las dos clases explotadoras son diferentes. Unimos a
la segunda, a la vez que aislamos y golpeamos a la primera. En otras palabras,
unimos a los centristas y aislamos a los derechistas”. (“Discurso en la conferencia de Hankow”, abril de 1958, en la
publicación de los Guardias Rojos “Viva el pensamiento Mao Zedong”, reproducido
en inglés en marxists.org. Traducción nuestra)
También, al igual que en la Primera Sesión, Mao
presidió las reuniones donde se aprobaron los informes y los informantes, las
resoluciones y los candidatos a los órganos centrales. En su discurso de cierre
del Congreso -su cuarto discurso en la Segunda Sesión de ese evento-, Mao dio su
conformidad:
“Nuestro Congreso ha sido exitoso. Hemos
trabajado a consciencia y hemos formulado nuestra línea general…
Nuestros camaradas han realizado muy buenas intervenciones en este congreso…”
(“Discursos en la Segunda Sesión del VIII
Congreso del Partido”, 23 de mayo de 1958, en la publicación de los
Guardias Rojos titulada “Viva el pensamiento Mao Zedong”, reproducido en inglés
en marxists.org. Traducción nuestra).
En resumen, la línea, los acuerdos y las resoluciones
del VIII Congreso del PCCh, en sus dos sesiones, de 1956 y 1958, representaban
la línea y las tesis de Mao Zedong. Y el carácter revisionista de las tesis del
VIII Congreso fue reconocido por el propio Mao Zedong, que las aprobó. También es cierto que Mao
Zedong y el PCCh cambiaron de posición años después, cuando el revisionismo
soviético se hizo más descarado y la restauración capitalista en la URSS más
evidente, pero no abandonaron por completo algunas tesis no marxistas, que
ayudan a explicar la posterior degeneración de ese partido.
Nuestro crítico acusa a “algunos” por “despojar de
todo contexto y del desarrollo real de las contradicciones” los discursos y
escritos de Mao. Como se puede apreciar en nuestro artículo sobre el VIII
Congreso del PCCh y en estos comentarios, ésa no es nuestra práctica.
Nota: Los subrayados, negritas y cursivas en las
citas presentadas son nuestros. Las referencias a las páginas de las Obras Escogidas
oficiales de Mao se hicieron con base a la versión publicada en marxists.org.
Basados en la observación de nuestro crítico se ha corregido el error reconocido y hemos puesto Segunda Sesión del VIII Congreso donde antes decía "II Pleno...".
Temas relacionados:
Reproducimos a continuación el post que motivó nuestra respuesta.
Mao y el Blog
“Crítica Marxista-Leninista”
Nos remiten al correo electrónico del equipo de Opinión
de Clase la siguiente reflexión por parte de un camarada. La reproducimos
íntegramente:
El blog “Crítica marxista-leninista”, que en otros casos se muestra
bastante riguroso y exhaustivo en sus análisis, cuando se trata de enlodar,
aunque sea de manera taimada y subrepticia, el nombre de Mao sirve cualquier
cosa, por lo que pa…rece.
En esta entrada comparten un artículo de un tal Jiang Yucmoi que, con el objetivo de identificar a Mao con posiciones revisionistas análogas a las del XX Congreso del PCUS celebrado unos meses antes, trata de vincular a este con el VIII Congreso del PCCh, con cuya línea habría estado conforme hasta, al menos, 1958.
Leemos que <<Mao repudió las tesis revisionistas del VIII Congreso del
PCCh, corrigiéndolas en el II Pleno del VIII Comité Central de 1958>>.
Basta con rastrear las obras completas de Mao para, en el quinto tomo,
efectivamente, encontrarnos con el discurso de Mao presentado en el II Pleno
del VIII Comité Central. Sólo un matiz, un ligero cambio: fue celebrado el
quince de noviembre de 1956, apenas dos meses después de celebrado el VIII
Congreso.
Es decir, que Mao no <<repudia las tesis revisionistas del VIII Congreso>> dos años después, sino en el plazo de dos meses.
Un extracto de dicho discurso revela la esencia de su contenido que, efectivamente, repudia el revisionismo contemporáneo:
<<Respecto al XX Congreso del PCUS, quisiera decir algo. A mi juicio,
existen dos “espadas”: Una es Lenin y la otra, Stalin. Ahora, una de esas
espadas, Stalin, ha sido abandonada por los rusos. Gomulka y algunos húngaros
han echado mano de ella para caer sobre la Unión Soviética y combatir el
llamado stalinismo. Los Partidos Comunistas de muchos países europeos también
están criticando a la Unión Soviética, y es Togliatti quien va a la cabeza. Los
imperialistas, a su vez, hacen uso de esta espada para matar a la gente.
Dulles, por ejemplo, la blandió durante algún tiempo. Lo ocurrido con esta
espada no es que haya sido dada en préstamo, sino simplemente botada. Los
chinos no la hemos abandonado. Como primer punto, defendemos a Stalin y, como
segundo, criticamos sus errores; es por eso que hemos escrito el artículo “Sobre
la experiencia histórica de la dictadura del proletariado”. A diferencia de
aquellas gentes que denigran y liquidan a Stalin, nosotros lo tratamos conforme
a la realidad.
En cuanto a la otra espada, Lenin, ¿no habrá sido abandonada en cierta
medida por algunos dirigentes soviéticos? Me parece que lo ha sido en medida
considerable. ¿Tiene aún validez la Revolución de Octubre? ¿Puede todavía
servir de ejemplo para los demás países? En su informe ante el XX Congreso del
PCUS, Jruschov afirmó que era posible conquistar el Poder por la vía
parlamentaria, lo que quiere decir que para los demás países ya no es necesario
aprender de la Revolución de Octubre. Abierta esta compuerta, el leninismo ha
sido prácticamente abandonado.>>
En el artículo de marras, se hace referencia también a los discursos de
Mao, un año después, en la reunión de Partidos Comunistas y Obreros de Moscú.
Desde luego, contrasta con lo expuesto un año antes.
A qué se puede deber? Hay tres posibilidades:
1) que, aunque pronunciado por Mao, expresase la posición de su Partido, no la suya particular
2) que sean apócrifos
3) que se trate de una concesión a los soviéticos, ante la posibilidad de
articular la unidad del campo socialista en torno a los principios
marxistas-leninistas en la Conferencia de Moscú.
Las decisiones de aquella Conferencia fueron defendidas tres años después
por chinos y albaneses, en Bucarest, ante la artera maniobra del PCUS para
aislar al PCCh, como plataforma programática contra el revisionismo, lo que
lleva a pensar que, efectivamente, fue una concesión por parte china con tal de
allanar el terreno a una unidad que todavía consideraban plausible. Nadie
criticó dichos discursos, por cierto.
Algunos se sirven, tras despojarlas de todo contexto y desarrollo real de las contradicciones, de todo esto para caracterizar a Mao y al PCCh como ambivalentes, fariseos, oportunistas y demás lindezas.
Pero dicha cautela y prudencia antes de plantarle cara a los soviéticos (que no era moco de pavo) no es monopolio chino. El PTA podría haber criticado, por ejemplo, en la Conferencia de Moscú los discursos de Mao. No lo hizo. Basta con leer “Albania frente a los revisionistas jruschevistas”, editado por el PTA, para comprobarlo.
Por ejemplo, en una carta de Enver Hoxha, fechada el 22 de junio de 1960, dando instrucciones a Hysini, delegado en esos momentos del PTA en Bucarest, se puede leer:
<<En esencia debes declarar en nombre de nuestro Partido:
1. Nuestro Partido del Trabajo ha aprobado y aplicado las decisiones de la
Conferencia de Moscú [1957]
[...]
3. — Expresa el profundo pesar de nuestro Partido por estos desacuerdos
surgidos entre el PC de la Unión Soviética y el PC de China, y manifiesta la
convicción de que serán resueltos por el camino marxista-leninista en la futura
reunión de los partidos comunistas y obreros que se celebrará más tarde.”
Bastante razonable. Pero, como es evidente, quienes primero muestran su
desacuerdo con el revisionismo soviético son los chinos, y los albaneses se
cuidan muy mucho de pronunciarse públicamente. Hasta que no les quedó más
remedio, claro.