martes, 26 de febrero de 2013

Entender la crisis y someter a juicio el sistema

La teoría de la crisis general del capitalismo, al igual que la teoría del capitalismo monopolista de Estado, fue abandonada décadas atrás por los partidos e intelectuales que se nutrían de las fuentes del marxismo-leninismo. En los últimos años, existe una interesante y fuerte tendencia a rescatar también esta teoría, rectificando interpretaciones limitadas y erróneas y actualizando su contenido. El siguiente artículo fue publicado en los tres últimos números del 2012 del mensuario Socialist Voice, publicación del denominado Partido Comunista de IrlandaPese a las discrepancias políticas con ese partido y con el contenido de algunas de las opiniones expresadas en el presente artículo (entre otros, su ausencia de crítica de la concepción de los ciclos largos de Kondratiev), creemos que aporta elementos que permiten una discusión de la teoría de la crisis económica del capitalismo y de la teoría de la crisis general del capitalismo.
 

Entender la crisis y someter a juicio el sistema
Por NL

Las crisis no son causadas ​​por la codicia (aunque está muy extendida), las crisis no son causadas ​​por reguladores tímidos o políticos corruptos (aunque son muchos), las crisis no son causadas ​​por el excesivo gasto estatal: las crisis son características constantes y recurrentes del capitalismo, que nacen del funcionamiento interno del sistema económico, tanto a nivel productivo como ficticio. 

…las crisis en el capitalismo están arraigadas en la tasa decreciente de ganancia, que resulta de la necesidad competitiva de las empresas de invertir cada vez más en tecnología, con el fin de producir más rápido y más barato que sus rivales. Esto, sin embargo, tiene el efecto adverso de reducir la cantidad de trabajo involucrada en el proceso –que en última instancia es la fuente de la ganancia–, lo que conduce a una tendencia a disminuir la tasa de ganancia, que a su vez tiene como resultado los periodos de estancamiento, sobreproducción, despidos y crisis, con el fin de que el proceso comience de nuevo. 

Las crisis, por lo tanto, son cíclicas y recurrentes. Esto es puesto en evidencia en muchas obras, incluyendo libro de Andrew Kliman, “El fracaso de la producción capitalista”…, pero también puede verse por lo general en la disminución del crecimiento del PIB, el nivel constante del desempleo masivo y la disminución de las tasas de interés (porque si la tasa de interés fuera más alta que la tasa de ganancia en la producción, ¿por qué alguien con capital invertiría en la producción?). 

Kliman identifica como una de las razones de la gravedad de la crisis actual, el hecho de que en las últimas décadas el Estado y otras instituciones han intervenido activamente para evitar la crisis. Estas acciones, comúnmente conocidas como neoliberalismo, han incluido una reducción masiva de los impuestos sobre las ganancias, que, aunque no aumenta la tasa de ganancia, aumenta de hecho la acumulación privada de capital mediante el aumento de las ganancias disponibles. 

Al evitarse, de esa forma, una crisis masiva se impidió la necesaria destrucción de capital y de activos que eran necesarios para volver a iniciar el proceso de crecimiento. Esa es la razón por cual la crisis actual, que se ha estado gestando en las últimas décadas, es tan grave.
…en el movimiento comunista internacional, existe una teoría de la crisis que parece explicar la crisis de una manera que reconoce que las crisis cíclicas se producen a partir del cambio de énfasis en las inversiones de capital, pasando de la inversión en trabajo a la inversión en maquinaria, lo que resulta en una disminución general de la tasa de ganancia y en contradicciones cada vez mayores de las tendencias más fuertes en el capitalismo monopolista –la monopolización y la concentración de la riqueza–, dejando al sistema en un continuo estado de crisis, pero no siempre una recesión: la crisis general del capitalismo.

La crisis general del capitalismo
 

La teoría de la crisis general del capitalismo (CGC) desarrolló los análisis de Marx y de Lenin de las contradicciones y tendencias dentro del sistema. No reemplazó sus conclusiones iniciales ni tampoco trató de sugerir que las crisis y recuperaciones cíclicas no se producirían ni se repetirían. De hecho, fue explícita al decir que esto no significaba que el capitalismo estaba al borde del colapso.

“La caracterización de la crisis general del capitalismo dada en los documentos de los Congresos del PCUS [Partido Comunista de la Unión Soviética] y en los documentos teóricos del movimiento comunista mundial no está de ninguna manera irrevocablemente ligada a una “serie” especial de síntomas. Es una descripción flexible, que refleja la calidad contradictoria, multifacética y cambiante del colapso del sistema capitalista… El desarrollo de la crisis general no es lineal, ni puede decirse que se intensifica de manera constante año tras año. Se trata de un proceso desigual, extremadamente complejo y que, como Lenin predijo, pasa por “etapas prolongadas y difíciles”...
 

“Además de las tendencias de largo plazo hacia la intensificación de las contradicciones internas del capitalismo, la crisis general del capitalismo incluye procesos de corto plazo, por ejemplo, la inflación rápida, los graves problemas de balanza pagos en varios países, y estallidos sociopolíticos… Mientras el capitalismo no sea derribado por una revolución socialista, se adaptará a las condiciones cambiantes. Las características específicas del capitalismo moderno se pueden explicar, en gran medida, por el hecho de que se ha adaptado a la nueva situación mundial. Sin embargo, la adaptación a las nuevas circunstancias no significa la estabilización del capitalismo como sistema…” M. S. Dragilev, La Gran Enciclopedia Soviética (3ª edición, 1970-79). 

La teoría de la crisis general del capitalismo estaba sugiriendo, correctamente, que las tendencias identificadas por Marx y Lenin se habían desarrollado, que la monopolización era mucho mayor, que el capital financiero jugaba un papel más importante y desestabilizador, que las economías nacionales estaban más integradas, lo que facilita la expansión rápida de la crisis. 

El capitalismo reaccionó ante cada crisis destinando más inversión hacia la tecnología, a fin de incrementar la explotación; se produjeron mayores concentraciones de la producción mediante fusiones, buscando oportunidades para crear ganancias una vez que los canales habituales se cerraban;  y todo esto requería de una comprensión más completa de la crisis sistémica. 

Formulada durante la década de 1920, el concepto de la crisis general del capitalismo fue adoptado por el VI Congreso de la Internacional Comunista en 1929, que decía:

“La experiencia durante el periodo histórico de posguerra ha demostrado que la estabilización lograda mediante la represión de la clase obrera y la depresión sistemática de su nivel de vida sólo puede ser una estabilización parcial, transitoria y en descomposición… El desarrollo espasmódico y febril de la técnica [la tecnología], al borde de una nueva revolución técnica en algunos países, el acelerado proceso de concentración y centralización del capital, la formación de trusts gigantes y de monopolios “nacionales” e “internacionales”, la fusión de los trusts con el poder del Estado y el crecimiento de la economía capitalista mundial, no pueden, sin embargo, eliminar la crisis general del sistema capitalista…
 

Este progreso técnico y la racionalización de la industria, el reverso de lo que es el cierre y liquidación de numerosas empresas, la restricción de la producción y la explotación despiadada y destructiva de la fuerza de trabajo, conducen al desempleo crónico en una escala nunca antes experimentada. El deterioro absoluto de las condiciones de la clase obrera se convierte en una realidad incluso en ciertos países capitalistas altamente desarrollados. La competencia cada vez mayor entre los países imperialistas, la amenaza constante de la guerra y la intensidad creciente de los conflictos de clase preparan el terreno para una nueva y superior etapa del desarrollo de la crisis general del capitalismo y de la revolución proletaria mundial…

La crisis revolucionaria está madurando inexorablemente en los mismos centros del imperialismo; la ofensiva capitalista contra la clase obrera, el ataque al nivel de vida de los trabajadores, a sus organizaciones y a sus derechos políticos, con el crecimiento del terror blanco, despierta la creciente resistencia de las amplias masas del proletariado e intensifica la lucha de clases entre la clase obrera y el capital monopolista…

De acuerdo con los cambios en la situación política, la burguesía recurre al método del fascismo o al método de la coalición con la socialdemocracia; por su parte, la socialdemocracia juega a menudo un papel fascista en los periodos en que la situación es crítica para el capitalismo. (Programa de la Internacional Comunista, 1929)

*****
 
La crisis general del capitalismo es a menudo mal entendida o tergiversada, dándole el sentido de que el mundo socialista se encontraba al borde de la victoria sobre el capitalismo. Por consiguiente, dado el triunfo de la contrarrevolución en los antiguos países socialistas, la teoría ya no es relevante o válida. De hecho, muchas de las críticas a la teoría de la crisis general del capitalismo sugieren que, dado que el socialismo (o el “capitalismo de Estado”, como lo llaman) fue suprimido, esto refuta la teoría de la CGC. 

Ciertamente, los teóricos de la Unión Soviética pusieron énfasis en la interrelación entre las contradicciones internas del capitalismo y el desarrollo del socialismo y el creciente apoyo que éste recibía a nivel mundial algunas décadas atrás. Sin embargo, la categorización de la crisis general se basa fundamentalmente en el análisis de las contradicciones internas del capitalismo monopolista; por lo tanto, si estas contradicciones existen todavía (…), entonces, sigue siendo tan válida hoy como cuando fue sugerida por primera vez, aunque como el tiempo ha pasado y las circunstancias han evolucionado y cambiado, ciertos rasgos de la teoría de la crisis general necesitarán reflejar la nueva realidad. 

Como el filósofo comunista Hanz Heinz Holz dijo,

“Por lo tanto, debemos despejar la idea de que la crisis general del capitalismo se define mediante su correlación con el sistema socialista. Las características determinantes de la crisis hay que buscarlas en la esencia de los procesos sociales capitalistas y –en último análisis– en la agudización de las contradicciones básicas del capitalismo, entre el capital y el trabajo.”
 

Holz explica que la crisis general del capitalismo es una categorización histórica del sistema en su última fase, cuando las contradicciones internas ya no pueden mantenerse bajo control. Antes, el desarrollo de las fuerzas productivas en el sistema lograba mantener estas contradicciones bajo control, pero ahora, en su etapa altamente monopolizada, expone a la humanidad ante ellas hasta el punto de amenazar las condiciones de su existencia.

“…Si un sistema ya no es capaz de funcionar de acuerdo con sus propias leyes estructurales, y en cambio debe tener elementos funcionales conflictivos insertados en él, entonces es claramente inestable –y mantiene la apariencia de estabilidad sólo mediante la creación inmediata de nuevas contradicciones… En última instancia, sin embargo, sólo se mantiene poniendo siempre sobre los miembros más débiles de la sociedad, los costes ocasionados al equilibrar esas contradicciones…”
 

El capitalismo, en su última y plenamente desarrollada fase monopolista, no puede absorber o controlar de forma permanente sus contradicciones y conflictos, y entonces las traslada, brutalmente, a la gente común. Ya se trate de la guerra, el desempleo, la catástrofe ambiental, o la “austeridad”, todos ellos deben ser vistos en el contexto de las limitaciones del sistema y la naturaleza generalizada de la crisis en el sistema. 

Cada crisis cíclica significa un nuevo asalto contra el pueblo. El sistema no puede absorber y recuperarse de la caída: ahora debe pasar esa crisis a la sociedad. 

Para maximizar las ganancias, las empresas intensifican la explotación del trabajo y aumentan la inversión en tecnología, pero esto tiene el efecto negativo de reducir en última instancia la tasa de ganancia, ya que una mayor proporción de capital es invertido en tecnología y no en el trabajo humano, que es la fuente de plusvalía. Con un capital cada vez más monopolizado, las empresas compran a sus débiles competidores a bajo precio, restaurando temporalmente la ganancia, pero aumenta finalmente la monopolización y agrava la sobreproducción y la concentración de capital y poder. 

Durante la recuperación no se ve una recuperación del valor de la participación del trabajo, y no se ve un gran crecimiento en el empleo, ni se ve un reequilibrio del sistema tributario. Cada crisis reduce aún más la participación del trabajo en la riqueza mundial. Estas contradicciones crean la crisis general en esta etapa del desarrollo histórico del sistema económico. Es general en el sentido de que permea la sociedad de muchas maneras. La democracia es atacada y vaciada de contenido. Cada vez más, el capital debe recurrir a las formas autoritarias o “tecnocráticas” de gestión para controlar la disidencia y para tratar de controlar el sistema de manera que se garantice la creación de oportunidades de ganancias. El Estado es, cada vez más, utilizado para transferir riqueza a los ricos mediante los impuestos y los subsidios y para garantizar la creación de oportunidades de ganancias mediante la privatización y los contratos del Estado. 

La naturaleza coercitiva del Estado en la protección de la riqueza es cada vez más clara. Los servicios de salud no pueden proporcionar siquiera la atención sanitaria básica. Las corporaciones monopólicas niegan medicamentos a millones de personas a nivel mundial y permiten que las personas mueran de enfermedades curables. Los agricultores reciben subsidios para no cultivar alimentos, mientras millones mueren de hambre. El desempleo es constante y crece a nivel mundial. 

La cultura es cada vez más mercantilizada y se reduce a la venta vulgar de sexo. El deporte es cada vez más un negocio y funciona como parte del sistema de acumulación, con el resultado de que el engaño es endémico, y se tolera. 

Holz sugiere que hay ocho aspectos de la crisis que penetran todos los aspectos de la vida y hacen que la crisis sea general. Se trata de la crisis económica, la crisis política de la democracia, la crisis política de los Estados que conduce a la guerra, la crisis social, la crisis de dirección (sin dirección filosófica coherente), la crisis educativa y cultural, la crisis de los recursos técnicos y la crisis ambiental.

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          Casi al mismo tiempo que la teoría de la crisis general del capitalismo estaba siendo desarrollada por el movimiento comunista, y las contradicciones monopolistas después de la Primera Guerra Mundial evolucionaban hacia la gran depresión y el fascismo, un economista soviético, Nikolai Kondratiev, investigó y planteó un análisis de los ciclos del capitalismo que vio emerger nuevas contradicciones como resultado de la “resolución” de la crisis precedente y que desarrollaban la siguiente.

“Cada nueva fase del ciclo es predeterminada por la acumulación de factores de la fase precedente, y cada nuevo ciclo sigue al anterior tan naturalmente como una fase del ciclo sigue a la otra. Sin embargo, debe entenderse que cada nuevo ciclo emerge en nuevas condiciones históricas particulares, sobre un nuevo nivel de desarrollo de las fuerzas productivas, y por lo tanto no es una simple reiteración del ciclo precedente.”
 

Kondratiev veía el ciclo económico capitalista como conteniendo un periodo de expansión culminando en un pico, seguido por una recesión, una meseta de estancamiento, y luego por una recesión secundaria o depresión. Estos ciclos durarían cincuenta o sesenta años. Kondratiev identificó tres ciclos de este tipo, identificando de manera importante la Gran Depresión en un informe que escribió en 1926, sólo tres años antes de la crisis.
Expansión
Recesión
Meseta
Depresión

1784-1800
1800-1816
1816-1835
1835-1844
1845-1858
1859-1864
1864-1874
1875-1896
1896-1907
1907-1920
1920-1929
1929-1949

Para los economistas marxistas en la vena de Kondratiev, después de la Segunda Guerra Mundial comenzó un cuarto ciclo, con un periodo de expansión que duró hasta la década de 1970, en que empezó un periodo de recesión que duró hasta los primeros años de la década de 1980, cuando tomaron el relevo el estancamiento y una meseta.

En cierto modo, el periodo de depresión fue artificialmente mantenido fuera de panorama o fue postergado por lo que comúnmente se llama neoliberalismo, pero esencialmente por la interferencia del Estado en la economía para apuntalar la creación de ganancias. Pero a pesar de esto, la tasa de rendimiento del capital declinó significativamente en las últimas décadas, lo que provocó una drástica caída en las tasas de interés para tratar de estimular la inversión, produciendo una inundación de capital que se dirigió hacia burbujas especulativas y la financiarización. 

Esta interferencia estatal y el alto grado de monopolización del poder impidieron que ocurriera de forma natural la destrucción de capital que se dio al final de los ciclos anteriores, lo que permitió que la tasa de ganancia se recupere.

…Andrew Kliman ha realizado una amplia investigación de calidad sobre esta evitación de la destrucción de capital y el papel importante que esto ha tenido en la creación de la crisis y en la profundización de la misma.
 

Tanto la crisis general del capitalismo como los ciclos de Kondratiev, en su calidad de teorías explicativas, son extremadamente poderosos, y en ellas deben basarse las últimas investigaciones y análisis. La crisis económica, la crisis política, el déficit democrático, la crisis de la educación y la cultura, la crisis de identidad, los problemas sociales: todos forman parte de lo que es la crisis general del capitalismo y son evidentemente parte del sistema actual.
 
Mejorar nuestra comprensión de la crisis 

Tenemos que seguir esforzándonos por lograr una mejor comprensión de cómo funciona el sistema y cómo hoy, en esencia, no podemos hacer frente a los aspectos individuales de la crisis sin cuestionar el sistema en su integridad. 

El déficit democrático no puede ser seriamente superado sin democratizar la economía. La destrucción del medio ambiente del planeta no puede revertirse sin una economía planificada y controlada. Los problemas sociales, el abuso de drogas y el alcohol no serán erradicados sin el pleno empleo y el control de la comunidad sobre el futuro del pueblo. Todos ellos están relacionados entre sí y vinculados entre sí, y también lo está la lucha por comprender y superar el sistema que los crea y los sostiene. 

Al tratar de lograr esta comprensión, se están haciendo cada vez más claras una serie de cosas:

• Las crisis son una parte cíclica del sistema y ocurren periódicamente.


• La tendencia es que la tasa de ganancia disminuya, pero el Estado actúa para contrarrestar esta tendencia.

• El capital migra hacia áreas tales como las finanzas, donde se pueden obtener mejores retornos.

• El capital inunda los sectores que dan retornos, dando lugar a burbujas.

• La deuda –personal, empresarial y estatal– se utiliza para enmascarar las debilidades fundamentales y para absorber el exceso de capital.

• Un número de factores –incluyendo los contratos militares, la privatización y la innovación financiera– difieren la crisis.

• La monopolización y la concentración del poder económico y político en manos de cada vez menos personas y entidades ha impedido la “normal” destrucción de capital que facilita el crecimiento de la ganancia.

• Mediante la internacionalización de la producción y las mejoras tecnológicas, existe exceso de capacidad en la producción de bienes, lo que significa que el sistema funciona al borde de la sobreproducción.

• Junto a la continua concentración de la riqueza en cada vez menos manos, el crecimiento económico ha estado prácticamente estancado en las economías maduras del sistema.

• El capital ficticio –el derecho escrito para recibir ganancias que aún no se han producido– ha crecido más que el capital real, pero se ha vuelto cada vez más vinculado con la economía real, a través de la deuda y las innovaciones financieras. 

La realidad del sistema actual es de una profunda crisis, un sistema que se basa en el Estado para transferir la crisis a los trabajadores, mientras trata de elaborar un nuevo conjunto de soluciones  –o contradicciones– para lograr temporalmente el crecimiento del sistema. 

Durante estos años, Socialist Voice ha estado en el primer plano en la exposición de este proceso. En esencia, ha sometido al sistema a juicio y mes tras mes ha explicado los problemas económicos, políticos y sociales provocados por el sistema capitalista que determina las relaciones humanas. 

Esta debe ser la base para la lucha por una economía por el bien común y una alternativa presentada a los obreros.

Fuente: Socialist Voice, publicación mensual del “Partido Comunista de Irlanda”, números de octubre, noviembre y diciembre de 2012.

Traducción para “Crítica Marxista-Leninista” de Facundo Borges y Thiago R.

viernes, 22 de febrero de 2013

“Sí, camaradas, yo soy rudo...con quienes destruyen y dividen el Partido”. Stalin sobre el "testamento" de Lenin

Recordando a Stalin, en el 60º aniversario de su muerte
El "testamento" de Lenin fue dado a conocer a los delegados al XIII Congreso del PC(b), fue también discutido en varias oportunidades en Plenos del C.C. bolchevique de 1924 y en 1925. En octubre de 1927, en la reunión del Pleno del C.C. que discutía la expulsión de Trotsky y Zinoviev del C.C. como consecuencia de sus actividades antipartido, Stalin volvió a tocar el tema del "testamento". Su intervención en ese pleno -titulado "La oposición trotskista, antes y ahora"-  fue publicado en Pravda del 2 de noviembre. En consecuencia las referencias directas al "testamento" y a lo que según los trotskistas se trataba de ocultar, es decir, la sugerencia de Lenin de sustituir a Stalin de la posición de secretario general, eran discutidas públicamente, en 1927, por el propio Stalin, sin ninguna reserva. Por otra parte, el fragmento de ese discurso de Stalin que a continuación reproducimos, expone la correcta lectura del llamado testamento de Lenin, vale decir, una lectura política de la apreciación política de Lenin -el político- sobre connotados dirigentes del Partido. Stalin hace bien en decir que el único dirigente al que Lenin no critica algún error político es Stalin. Trotsky es señalado por su "no bolchevismo", por no ser bolchevique con la significación ideológica y política que tiene ese término; Zinoviev, Kámenev, Bujarin, etc. por otros tantos errores políticos. En Stalin, Lenin señala su rudeza en el trato entre camaradas, le hace una crítica a una cualidad personal que puede tener una repercusión política, pero nunca critica a Stalin su posición o línea política, como a los otros. Por eso, con confianza, Stalin dice que el "testamento" de Lenin es mortal para Trotsky, Zinoviev y Kámenev. Incluso el trotskista Deutscher llega a afirmar -en su biografía de Stalin- que Trotsky es el que peor parado queda con el "testamento de Lenin. Trotsky y los troskistas, por su lado, acentúan la crítica a la "brutalidad" de Stalin, deformando con aparentes sinónimos el verdadero significado de la crítica de Lenin. Por otro lado, ponen el énfasis en la "suave" crítica a Trotsky, en la que Lenin critica "la tendencia de Trotsky a concentrarse demasiado en el aspecto administrativo de los asuntos", olvidando el "no bolchevismo" de Trotsky, es decir, el aspecto político principal de la crítica de Lenin.

 
Hablemos ahora del “testamento” de Lenin. Los oposicionistas han gritado aquí –vosotros lo habéis oído– que el Comité Central del Partido ha “ocultado” el “testamento” de Lenin. Como sabéis, esta cuestión se ha examinado varias veces en el Pleno del C.C. y de la Comisión Central de Control. (Una voz: “Decenas de veces”.) Se ha demostrado y vuelto a demostrar que nadie oculta nada, que el “testamento” de Lenin iba dirigido al XIII Congreso del Partido, que este “testamento” fue leído en el Congreso (Voces: “¡Así es!”), que el Congreso decidió por unanimidad no publicarlo, porque, entre otras cosas, el propio Lenin no lo quiso ni lo pidió. La oposición sabe todo esto tan bien como todos nosotros. Y, no obstante, tiene la desfachatez de declarar que el C.C. “oculta” el “testamento”. 

Si no me equivoco, del “testamento” de Lenin nos ocupamos ya en 1924. Existe un tal Eastman, en tiempos comunista norteamericano y expulsado después del Partido. Este señor, luego de codearse en Moscú con los trotskistas y de reunir algunos bulas y habladurías sobre el “testamento” de Lenin, marchó al extranjero y publicó un libro titulado “Después de la muerte de Lenin”, donde no regatea colores para difamar al Partido, al Comité Central y al Poder Soviético, y en el que todo lo basa en el supuesto de que el C.C. de nuestro Partido “oculta” el “testamento” de Lenin. Como el tal Eastman estuvo en tiempos relacionado con Trotski, los miembros del Buró Político invitamos a Trotski a que se desolidarizara de Eastman, quien, al agarrarse a Trotski y remitirse a la oposición, hacía a Trotski responsable de las calumnias dirigidas contra nuestro Partido a propósito del “testamento”. Dada la diafanidad de la cuestión, Trotski, en efecto, se desolidarizó de Eastman con la correspondiente declaración en la prensa. La declaración fue publicada en septiembre de 1925, en el núm. 16 de “Bolshevik”.

Permitidme que lea el lugar de este artículo de Trotski en el que se refiere a si el Partido y su C.C. ocultan o no el “testamento” de Lenin. Cito el artículo de Trotski: 

“En algunos pasajes del libro, Eastman dice que el C.C. ha “ocultado” del Partido documentos de excepcional importancia escritos por Lenin en el último período de su vida (se trata de cartas sobre la cuestión nacional, del llamado “testamento” y otros); esto no merece más calificación que la de calumnia vertida contra el C.C. de nuestro Partido*. De las palabras de Eastman puede deducirse que Vladímir Ilich destinaba a la prensa estas cartas, que tienen carácter de consejos sobre la organización interior. En realidad, eso es completamente falso. Vladímir Ilich, desde su enfermedad, dirigió más de una vez a los órganos directivos del Partido y a su Congreso proposiciones, cartas, etc. Todas estas cartas y proposiciones, naturalmente, siempre fueron transmitidas, puestas en conocimiento de los delegados al XII y al XIII Congresos del Partido y siempre, claro está, ejercieron la oportuna influencia en las decisiones del Partido; y si no todas estas cartas fueron publicadas, ello se debe a que su autor no las destinó a la prensa. Vladímir Ilich no dejó ningún “testamento”, y el mismo carácter de su actitud hacia el Partido, así como el carácter del mismo Partido, excluyen la posibilidad de tal “testamento”. Con el título de “testamento”, en la prensa burguesa y menchevique extranjera y de la emigración se menciona, por lo común (adulterándola hasta dejada desconocida), una de las cartas de Vladímir Ilich, que contiene consejos en punto a organización. El XIII Congreso del Partido estudió con la mayor atención esta carta, igual que todas las demás, y extrajo de ella las conclusiones propias de las condiciones y circunstancias del momento. Todas las disquisiciones sobre un “testamento” ocultado o infringido son un infundió malintencionado y están dirigidas por entero contra la verdadera voluntad de Vladímir Ilich* y los intereses del Partido que él creó” (v. el artículo de Trotski “Acerca del libro de Eastman “Después de la muerte de Lenin””, “Bolshevik”, núm. 16, 1 de septiembre de 1925, pág. 68). * Subrayado por mí. J. St. 

Me parece que está claro. Esto lo escribe Trotski, y nadie más que él. ¿Con qué fundamento Trotski, Zinóviev y Kámenev hablan por los codos ahora, afirmando que el Partido y su C.C. “ocultan” el “testamento” de Lenin? Se “puede” hablar por los codos, pero hay que tener sentido de la medida. Se dice que, en este “testamento”, el camarada Lenin proponía al Congreso que, en vista de la “rudeza” de Stalin, reflexionase acerca de la sustitución de Stalin en el cargo de Secretario General. Esto es la pura verdad. Sí, camaradas, yo soy rudo con quienes brutal y arteramente destruyen y dividen el Partido. No lo oculto ni lo he ocultado. Es posible que se requiera cierta suavidad para con los escisionistas. Pero yo no valgo para eso. En la primera reunión plenaria del C.C. después del XIII Congreso pedí ya al Pleno del C.C. que me relevara de las funciones de Secretario General. El propio Congreso examinó esta cuestión. Cada delegación la examinó, y todas, incluyendo a Trotski, Kámenev y Zinóviev, impusieron por unanimidad a Stalin que permaneciera en su cargo. 

¿Qué podía hacer yo? ¿Abandonar el puesto? Eso no va con mi carácter; yo no he abandonado jamás ningún puesto y no tengo derecho a abandonarlo, porque eso sería desertar. Como ya he dicho antes, soy un hombre dependiente; y cuando el Partido lo impone, yo debo obedecer. 

Un año más tarde volví a pedir al Pleno que se me relevara, pero de nuevo se me impuso que permaneciera en el cargo. 

¿Qué más podía hacer yo? 

En cuanto a la publicación del “testamento”, el Congreso acordó no publicarlo, porque iba dirigido a él y no estaba destinado a la prensa. 

Tenemos la decisión del Pleno del C.C. y de la Comisión Central de Control, celebrado en 1926, de pedir autorización al XV Congreso para hacer público este documento. Tenemos la decisión de este mismo Pleno del C.C. y de la Comisión Central de Control de publicar otras cartas de Lenin, en las que señala los errores de Kámenev y de Zinóviev ante la insurrección de Octubre y exige que sean expulsados del Partido. 

Está claro que las disquisiciones acerca de que el Partido oculta estos documentos son una infame calumnia. Entre ellos figuran también documentos como las cartas de Lenin respecto a la necesidad de expulsar del Partido a Zinóviev y a Kámenev. Jamás ocurrió que el Partido Bolchevique, que el C.C. del Partido Bolchevique temiesen la verdad. La fuerza del Partido Bolchevique consiste, precisamente, en que no teme la verdad y la mira cara a cara.  

La oposición se empeña en sacar tajada del “testamento” de Lenin. Pero basta leerlo para comprender que no tienen de dónde sacar tajada. Por el contrario, el “testamento” de Lenin es mortal para los actuales líderes de la oposición. 

En efecto, es un hecho que Lenin, en su “testamento”, acusa a Trotski de “no bolchevismo”, y en cuanto al error de Kámenev y Zinóviev en el período de Octubre dice que no fue una “casualidad”. ¿Qué significa esto? Significa que políticamente no se puede confiar ni en Trotski, que adolece de “no bolchevismo”, ni en Kámenev y Zinóviev, cuyos errores no son una “casualidad” y pueden y deben repetirse. 

Es significativo que en el “testamento” no haya ni una palabra, ni una alusión acerca de errores de Stalin. Sólo se habla de la aspereza de Stalin. Pero la aspereza no es ni puede ser un defecto de la posición o de la línea política de Stalin. 

He aquí el lugar correspondiente del “testamento”:

“No seguiré caracterizando a los demás miembros del C.C. por sus cualidades personales. Recordaré sólo que el episodio de Zinóviev y Kámenev en Octubre no es, naturalmente, una casualidad, y que de esto se les puede culpar personalmente tan poco como a Trotski de su no bolchevismo”. 

Me parece que está claro.

Extraído de "La oposición trotskista, antes y ahora", octubre de 1927.

Descargar el texto completo de "La oposición trotskista, antes y ahora" de Stalin.
 

lunes, 18 de febrero de 2013

El misterio de la muerte de Ordzhonikidze

La absoluta mayoría de especialistas burgueses en historia política soviética afirman que Sergo Ordzhonikidze se suicidó, y que este fue un acto de protesta contra las purgas de elementos oportunistas en el Partido y el Estado, que incluían a colaboradores cercanos a Ordzhonikidze en el Comisariado de Industria Pesada que éste dirigía. Uno de esos estrechos colaboradores era Piatakov, procesado como cabecilla de un bloque trotskista. Cuentan estos “historiadores” que Stalin acosaba a Ordzhonikidze con sus críticas a su blandura y conciliación, y con la persecución de su círculo más íntimo. Al igual que en el caso de Rikov, aunque con menos fortuna, presentan a Ordzhonikidze como elemento que podría haber unido en torno suyo a bolcheviques que disentían de la mano dura que estaba ejerciendo el “autócrata”. Las evidencias documentales sin embargo prueban el acendrado “stalinismo” de Sergo, incluyendo su posición ante el caso Piatakov. 

Después de la muerte de Stalin, particularmente en el XX Congreso, ante la imposibilidad de atribuirle una responsabilidad directa en la muerte de Ordzhonikidze (mediante el asesinato), Jruschov y Mikoyán siembran la historia del suicidio de Sergo, supuestamente como resultado del callejón sin salida en el que lo había puesto Stalin. 

El siguiente ensayo de Vladimir L. Bobrov (2008) analiza la seriedad de la teoría del suicidio de Ordzhonikidze y llega a la conclusión de que no existe prueba que la confirme. Existen sin embargo evidencias que respaldan la tesis de una muerte natural, como consecuencia de un mal cardíaco, que todos sabían que aquejaba a Sergo. Resultan bastante endebles y contradictorias, por decirlo de alguna manera, los argumentos esgrimidos por Jruschov y Mikoyán en la creación y reforzamiento de la historia del suicidio.  

Como narra Bobrov, Mikoyán estuvo presente inmediatamente después de la muerte de Ordzhonikidze, vio el cadáver y presenció todo el movimiento que se realizó en torno a la investigación forense. En sus memorias diría que se enteró del “suicidio” a través de los informes de Jruschov en los congresos XX y XXII del PCUS. Por su parte, Jruschov que fue miembro de la comisión del funeral de Ordzhonikidze, dice que nunca supo nada hasta que… Mikoyán (sic!), muchos años después, lo puso al corriente. En su “denuncia” de Stalin en este caso, su fuente era... Mikoyán. Este renegado, por su parte, hizo entrega –oportunamente– de unas supuestas “memorias” de la viuda de Ordzhonikidze (redactadas por un escritor extranjero) que mantuvo en su poder durante algún tiempo. Esas cuestionables “memorias” y la foto de Izvestia del 19 de febrero de 1937 (que reproducimos abajo) demuestran que Mikoyán supo todo el tiempo la verdad de la muerte de Ordzhonikidze. Sin embargo, él nunca se presentó como testigo de esa muerte, afirmando personal y directamente que Ordzhonikidze murió de un disparo de arma de fuego. ¿Por qué?:... ¡Cosas de canallas y sinvergüenzas!

El misterio de la muerte de Ordzhonikidze
Vladimir L. Bobrov
 

En el verano de 2008, participé en la filmación de un documental de televisión titulado “Los funerales del Kremlin”. No sé cuánto de mi entrevista, si es que la incluyen, se mantendrá en la versión final o qué será dejado fuera de él, como resultado de la edición. Por eso estoy publicando una ligera versión escrita de los comentarios que hice en el estudio de televisión.

No es fácil encontrar un historiador que tenga alguna duda de cómo murió G.K. “Sergo” Ordzhonikidze. Confieso que, al igual que todos los demás, también pensé que se había demostrado que G.K. se suicidó. De todos modos, algo no cuadraba; siempre quedaba una especie de misterio. 

Juzguen por ustedes mismos. En casos como, por ejemplo, el suicidio del poeta Vladimir  Mayakovski tenemos su nota de suicidio; tenemos la pistola que le causó la muerte. La bala y el cartucho también fueron encontrados. Tenemos la camisa ensangrentada de Mayakovski con el agujero de bala, etc. Por supuesto, también tenemos el resultado de la autopsia y los archivos de la investigación forense sobre su suicidio (sobre los que ha habido, de hecho, algunas discrepancias entre algunos historiadores y estudiosos de la literatura, en los últimos 20 años). Pero por lo menos no hay duda de que la muerte de Mayakovski no fue por causas naturales, sino que se debió a un disparo de pistola, quienquiera que haya hecho el disparo. 

En el caso del “suicidio” de Ordzhonikidze, las cosas son muy diferentes. Nadie vio ninguna nota de suicidio (y es posible que no hubiera una). Nunca se estableció la presencia de un arma de fuego en la escena. Tampoco hay ninguna evidencia sobre el tipo de arma de fuego (¿escopeta de caza? ¿pistola?) con el que se hizo el disparo. No tenemos información acerca de la bala o el cartucho, ni de alguna camisa ensangrentada o una chaqueta acribillada a balazos. No hay ninguna evidencia en absoluto. Y, sin pruebas, es imposible decir si Ordzhonikidze murió, en efecto, de una herida de bala. 

La exhumación no nos puede ayudar aquí, porque el cuerpo de Ordzhonikidze fue incinerado y enterrado con ceremonia en la muralla del Kremlin. 

La primera versión oficial de su muerte es la autopsia publicada en Izvestia, en su edición del 19 de febrero 1937[1]. 

Hoy nadie cree en la conclusión médica oficial: “muerte por insuficiencia cardiaca (paralich serdtsa)”. Todos los historiadores hablan hoy de una muerte violenta, sobre todo de un suicidio. 

Vamos a tratar de llegar al fondo de este misterio.

Una segunda “versión oficial” fue revelada en el XX Congreso del PCUS en el “discurso secreto” de Nikita Jruschov. 

“Beria también trató cruelmente a la familia del camarada Ordzhonikidze. ¿Por qué? Porque Ordzhonikidze había intentado impedir que Beria llevase a cabo sus planes funestos. Beria había eliminado de su camino a todas las personas que podían oponérsele. Ordzhonikidze fue siempre un adversario de Beria y se lo dijo a Stalin, quien, en vez de examinar el asunto y de tomar medidas apropiadas, permitió la liquidación de los hermanos de Ordzhonikidze por lo cual finalmente se suicidó el camarada.” [2] 

Vamos a poner a Beria fuera de esto, deteniéndonos sólo para señalar que durante los años del “deshielo”, Jruschov nunca perdió la oportunidad de ensuciar el nombre de su antiguo camarada. 

Estamos interesados ​​en una cuestión diferente: ¿De dónde obtuvo Jruschov su información sobre el misterio de la muerte de Sergo? 

Es bien sabido que la base del “discurso secreto” de Jruschov fue el informe de una comisión especial del Comité Central del PCUS para el establecimiento de las causas de las represiones masivas contra los miembros y candidatos del CC del PC (b) de URSS que fue elegido en el XVII Congreso del Partido en 1934. Pero no hay nada sobre la muerte de Ordzhonikidze en el informe de la Comisión [3] ni en el proyecto de “discurso secreto” de Jruschov que los autores del informe prepararon. [4] 

La primera mención del suicidio se encuentra en los llamados “dictados” de Jruschov durante la preparación de su intervención en la sesión de clausura, el último día del XX Congreso del Partido [5]. En otras palabras, esta segunda “versión oficial” es elaboración del propio Jruschov. No queda más que explicar de dónde obtuvo Jruschov esa información. 

El discurso de Jruschov sólo se le llama “secreto” (en ruso: “cerrado”) por ironía histórica. En 1956, el mismo año en que Jruschov lo pronunció, fue filtrado a Occidente y luego publicado en muchos de los idiomas del mundo, incluido el ruso. 

Su primera publicación oficial tuvo lugar durante los años de la “perestroika” de Gorbachov. Pero incluso en los días de Jruschov, se organizaron reuniones del Partido para su lectura. Por lo tanto, el discurso fue “secreto” sólo en la imaginación, porque, en un tiempo muy corto, millones de personas se familiarizaron con él. 

Sin embargo, no se escribió nada sobre el “suicidio” de Ordzhonikidze en los medios de comunicación soviéticos públicos hasta 1961, cuando Jruschov una vez más se refirió a este tema en sus “Comentarios finales” al XXII Congreso del Partido, el 27 de octubre de 1961. 

“Recordemos a Sergo Ordzhonikidze. Yo participé en el funeral de Ordzhonikidze. Yo creía en lo que se dijo en ese momento, que había muerto súbitamente, porque todos sabíamos que tenía problemas cardíacos. Mucho más tarde, después de la guerra, me enteré por casualidad de que se había suicidado... El camarada Ordzhonikidze vio que no podía trabajar con Stalin por más tiempo, pese a que antes había sido uno de sus amigos más cercanos. Ordzhonikidze ocupaba un alto puesto de Partido. Lenin lo había conocido y valorado, pero la situación era tal que Ordzhonikidze ya no podía trabajar con normalidad y, para no entrar en conflicto con Stalin y evitar compartir la responsabilidad de su abuso de poder, decidió suicidarse.” [6] 

Como podemos ver que incluso Beria está ausente aquí. Toda la culpa se hace recaer sobre Stalin, sobre la situación que se había creado en torno a Ordzhonikidze bajo la influencia de Stalin. 

Sin embargo, aquí nos enteramos que en 1937 Jruschov no sabía, y no había oído, nada en absoluto, acerca del suicidio de Ordzhonikidze. Esto es aún más sorprendente si se considera que Jruschov había sido miembro de la comisión encargada de organizar el funeral (bajo la presidencia de Akulov). 

Jruschov no identificó la fuente de su información. Él sólo dijo que había oído hablar de lo que había ocurrido sólo después de la guerra, es decir, casi 10 años después de la misteriosa desaparición de Sergo. 

Finalmente, Jruschov tocó por tercera vez el tema de esta muerte en sus memorias. Su primera versión se publicó en primer lugar en Occidente, y un cuarto de siglo más tarde apareció su versión más completa en ruso. En ella aprendemos más - pero la historia de Jruschov aquí no aclara mucho la situación, por el contrario, la confunde aún más. 

“Anastas Ivanovich Mikoyán me informó en detalle sobre la muerte de Ordzhonikidze, pero eso fue mucho más tarde, después de la muerte de Stalin. Dijo que antes de su muerte (él se suicidó no el domingo sino el sábado o antes) había dado un largo paseo con Sergo, alrededor del Kremlin. Sergo le había dicho que no podía seguir viviendo de esa manera por más tiempo, Stalin no le creía, y los cuadros que había elegido habían sido liquidados, casi todos, pero que no podía luchar con Stalin, y sin embargo no podía vivir así por más tiempo.

“Y me enteré de la verdad, por casualidad, durante la guerra. Yo había llegado del frente. En la cena en la casa de Stalin, que duró toda la noche, caí en una situación anormal. De repente me acordé de Sergo y comencé a decir palabras amables sobre él: que habíamos sido privados de un hombre tan maravilloso, inteligente, bueno, que había muerto temprano, cuando podía haber vivido y trabajado aún más. Levanté la mirada y vi que en la mesa se produjo una reacción, como si yo hubiera dicho algo indecente. Es cierto que nadie me dijo nada, pero prevaleció el silencio. Vi eso y luego, cuando salí, le dije a Malenkov: “¿Cuál es el problema?” “¿Qué? ¿En verdad no lo sabes?” “¿De qué estás hablando?” “Que Sergo no murió como se dice, que se pegó un tiro y que Stalin le condena por eso; y tú hablando bien de él. Por eso se produjo la pausa que notaste.” “Esta es la primera vez que oigo hablar de esto. Así que es eso...” [7].

Dejando de lado por un momento la esencia de su historia, notamos que Jruschov no tenía, y nunca tuvo, ninguna prueba concreta, aparte de declaraciones orales, es decir, aparte de los rumores que le dijeron, si se le puede creer, primero Malenkov y Mikoyán, y luego el autor de la segunda versión. 

Ante tan débil evidencia y a la falta de alguna evidencia de cualquiera de los investigadores forenses, deberíamos poner fin aquí a nuestra investigación. Este es el momento de recordar que no existe una nota de suicidio, evidencia de alguna arma de fuego de cualquier tipo, de alguna bala o cartucho, de una camisa ensangrentada, de una chaqueta acribillada: no hay ninguna evidencia de que Ordzhonikidze murió de un disparo.

Tampoco los historiadores pueden interrogar a Jruschov o Malenkov, por ejemplo, para saber qué evidencia “de primera mano” tenían. Tenemos que conformarnos con las migajas de las pruebas que han sobrevivido hasta nuestros días. Pero las interrogantes sobre la versión de Jruschov no van a desaparecer. 

Digamos que Jruschov se dio cuenta, durante los años de guerra, que Stalin había reconsiderado su relación con Sergo y que no volvió a hablar amablemente de él nunca más. Sin embargo, en 1941, el año en que comenzó la guerra, se presentó la película “Valery Chkalov” (dirigida por M. Kalatozov). Es bien sabido que Stalin era un juez muy crítico de cine. Las partes de esta película en la que Mijaíl Gelovani desempeña el papel de Stalin ya no se muestran hoy en día, pero los episodios relativos a Sergo Ordzhonikidze (interpretado por Semion Mezhinsky) todavía pueden verse a pesar de que no hubiera habido mucho problema para deshacerse de ellos en 1941, como pudo haberse hecho más tarde. 

Cuando leí las memorias de Jruschov, por primera vez, me llamó la atención de inmediato su historia sobre cómo se enteró del suicidio de Ordzhonikidze. Yo pensé: “¡Qué increíble persona era Nikita Sergeevich: trabajaba sin escuchar los rumores que lo rodeaban.” Sobre todo porque ni Mikoyán ni Malenkov tuvieron ningún papel en la organización del funeral de Sergo, mientras que Jruschov sí, lo tuvo. Si algún rumor o secreteo llegó a los oídos de alguien, debió llegar a Jruschov. Pero aparentemente no fue así. 

Por supuesto, en última instancia, siempre se puede decir que los escuchó muchos años antes. No hay forma de verificar las declaraciones de este tipo, por lo que sólo nos interesan, en todo caso, los rumores que circulaban lo más cerca posible al tiempo del suceso y que podemos fechar con cierta seguridad. 

Un claro ejemplo de una colección de este tipo de rumores es el “Boletín de la Oposición” de Trotsky, que publicaba historias anti-Stalin, poco halagüeñas para el régimen soviético. Y de hecho hay algo que sí encontramos sobre Ordzhonikidze. Por ejemplo, en junio de 1938 nos encontramos con una nota de “Br”, uno de los corresponsales de Trotsky, que dice así: 

“Este excelente médico del Kremlin (Lev Grigorievich Levin – VB), también sabía demasiado, y podía decir muchas cosas en cualquier momento. Sabía cómo había muerto Ordzhonikidze. (En Moscú se dice que Ordzhonikidze murió en una reunión después de una tormentosa discusión con Stalin, pero en incluso en la GPU no se cree en esta versión y me dijeron que Ordzhonikidze había sido envenenado).” [8] 

El propio Trotsky en su libro “Stalin” señaló precisamente que “hubo rumores de envenenamiento en relación con la muerte de Ordzhonikidze”. Así que la idea de que Ordzhonikidze se había suicidado no se le ocurrió a Trotsky. 

La primera idea al respecto iluminó la mente del desertor soviético Víctor Kravchenko. En su libro publicado en Nueva York después de la guerra, este memorista envuelve toda la información que tenía sobre la muerte de Ordzhonikidze con rumores, e incluso vuelve a contar una de las  más conocidas (gracias a Trotsky) de ellas:

“Hay quienes creen que él [Ordzhonikidze – VB] tomó veneno en un momento de desesperación. Otros sugieren que pudo haber sido envenenado por el Dr. Levin, el mismo médico que más tarde confesó el envenenamiento de Máximo Gorki. Ninguna de mis fuentes duda, en lo más mínimo, que tuvo una muerte violenta, que su fin no fue “por causas naturales”.” [9]
 

En otras palabras, incluso los rumores no son compatibles con la versión de Jruschov.

¿Qué hay de Malenkov? En 1937, al día siguiente del funeral de Ordzhonikidze, comenzó el Pleno del Comité Central del PC (b) de la URSS. 

El Pleno se convirtió en el más largo o uno de los más largos de la historia, pero la transcripción completa recién fue publicada en la década de 1990. Y en ella, ni uno solo de los que hablaron hizo la más mínima sugerencia de que la muerte de Ordzhonikidze no había sido natural. 

Por supuesto que cualquiera pudo haberlo hecho. El Pleno se inició con el examen de los casos de Bujarin y Rykov. Una estratagema posible para salvar sus vidas pudo haber sido acusar o simplemente hacer alusión al grupo stalinista en la CDC, que los “derechistas” tenían “pruebas” mortales contra ellos. Pero nada de eso ocurrió. Nadie dijo nada, Bujarin y Rykov fueron arrestados y enviados a la unidad de investigación de la Lubianka. Stalin propuso al Pleno limitarles el castigo al exilio administrativo, sin entregar sus casos a los tribunales o a la NKVD. Pero su propuesta de exilio fue rechazada. 

En 1953 después de la muerte de Stalin, Malenkov habló en el Pleno dedicado a Beria y a sus (supuestas) conspiraciones. Pero no dijo nada en absoluto sobre el misterio de la muerte de Ordzhonikidze. Y Andreyev, un veterano miembro del Comité Central, sólo comentó que “el generoso corazón de Sergo no pudo resistir.” [10], una observación que confirma la primera versión oficial. 

Esta misma versión no fue desmentida sino más bien confirmada por Mikoyán en su intervención en el Pleno. 

“Recuerdo que hablé con él [con Ordzhonikidze – VB] unos días antes de su muerte. Él estaba muy molesto. Me preguntaba: “No entiendo por qué el camarada Stalin no confía en mí. Soy absolutamente fiel al camarada Stalin y no quiero pelear con él, quiero apoyarlo, pero él no confía en mí. Beria está jugando un papel importante en esto. Beria está entregando información incorrecta al camarada Stalin, y Stalin le cree.” [11] 

Compárese esto con lo que dijo Jruschov y se verá la diferencia: 

“Anastas Ivanovich Mikoyán me informó en detalle sobre la muerte de Ordzhonikidze, pero eso fue mucho más tarde, después de la muerte de Stalin. Dijo que antes de su muerte (él se suicidó no el domingo sino el sábado o antes) había dado un largo paseo con Sergo, alrededor del Kremlin. Sergo le había dicho que no podía seguir viviendo de esa manera por más tiempo, Stalin no le creía, y los cuadros que había elegido habían sido liquidados, casi todos, pero que no podía luchar con Stalin, y sin embargo no podía vivir así por más tiempo.” [12] 

Por cierto, si aceptamos la fecha de la muerte de Ordzhonikidze, según el relato de Jruschov – “no el domingo [18 de febrero de 1937 – VB] sino el sábado o antes”, entonces tenemos que rechazar incluso las pocos memorias sobre los acontecimientos de los días anteriores a la muerte de Sergo que pueden proporcionar algún tipo de confirmación de la segunda versión oficial, de la establecida por Jruschov. (Cuando estudió el archivo Ordzhonikidze, Oleg Khlevniuk trató de llegar a un “compromiso”: en su opinión la muerte de Sergo tuvo lugar durante la noche entre el sábado y el domingo 18 de febrero de 1937. Pero Khlevniuk no proporciona pruebas para esta conclusión). 

Pero este no es el meollo del asunto. Una de dos, o la principal y, básicamente, la única fuente primaria para la segunda versión oficial –la de Jruschov– es correcta o Jruschov mintió. 

Durante mucho tiempo traté de encontrar por lo menos un testigo ocular que apoyara la versión de que Ordzhonikidze había muerto de un disparo y, si no el texto de una nota de suicidio o la marca del arma de fuego, por lo menos el relato de un testigo que haya visto el cuerpo ensangrentado de Sergo. Y al fin lo logré. Aquí están estas valiosas líneas de unas memorias:

“Aquí en la alfombra yacía Sergo... con un disparo en el pecho... Un poco de inflamación en la piel por encima del corazón... Cogí su mano, le tomé el pulso, toqué su cabeza con mis labios... Estaba muerto, en un instante, en una milésima parte de un instante, se había ido... Llamé al médico del Kremlin... El médico apareció inmediatamente y confirmó su muerte.” [13]
 

Las memorias supuestamente provienen de una mujer [ya que los verbos son femeninos – GF (*)]. Pero ése no es el caso. Esta cita está tomada de las memorias de A.I. Mikoyán, donde ese texto está precedido por las siguientes palabras: 

“Sólo después del XX Congreso del Partido, en febrero de 1956, supe los detalles de las últimas horas de la vida de Sergo. La viuda de Ordzhonikidze, Zinaida Gavrílovna, se los contó al periodista Gershberg, quien escribió su historia [la de ella] y luego me la entregó a mí. Gershberg conocía personalmente a Ordzhonikidze, asistía a las reuniones que él hacía y conocía a su esposa.” 

Es decir, el relato anterior no fue escrito por la viuda de Ordzhonikidze, sino por el periodista Gershberg, que transcribió lo que ella le contaba y que, a su vez, es citado por Mikoyán. Todo esto es importante ya que la supuesta “Zinaida Gavrílovna” también recuerda: 

“Media hora o cuarenta minutos más tarde, no lo sé, llegó Stalin con Voroshilov, Molotov, Mikoyán, Kaganovich, Zhdánov, Yezhov. Fueron directamente a la habitación. Ni una palabra, ni un sonido. Me senté en el borde de la alfombra... Stalin me miró y me llamó con una ligera inclinación de cabeza. Salimos de la habitación hacia la oficina. Nos quedamos uno frente al otro. Se veía demacrado, viejo y lamentable. Le pregunté: “¿Qué debemos decir a la gente?”. “Que su corazón se rindió”, respondió Stalin... Comprendí que eso era lo que los periódicos escribirían. Y así lo hicieron...” 

Y esa fue exactamente la versión de la insuficiencia cardíaca, que apareció en los periódicos al día siguiente. Y para una mayor credibilidad se publicó también una fotografía: Stalin y los demás compañeros del Vozhd, en ese momento, junto al cuerpo de Ordzhonikidze. Entre ellos se encontraba Mikoyán, que entró en la habitación de Ordzhonikidze, junto con Stalin. La foto fue publicada en Izvestia el 19 de febrero de 1937. [14] (**) 
 

Pero, ¿cómo es que Mikoyán no se dio cuenta del cuerpo ensangrentado de Sergo con la herida de bala en el pecho? ¿Cómo es que el alboroto, inevitable en estos casos, esencial para encubrir los rastros de una muerte violenta, ocurrió sin que él se diera cuenta? ¿Por qué Mikoyán tiene que refugiarse en una historia de segunda mano, como son las notas de un periodista, si él mismo había visto todo y oído todo, porque había sido testigo de todo y había estado en el centro mismo de los acontecimientos? En lugar de una respuesta a estas preguntas, en el relato de Mikoyán se lee: “Sólo después del XX Congreso del Partido, en febrero de 1956, supe los detalles de las últimas horas de la vida de Sergo”...! 

Esto no tiene sentido. Nuevamente tenemos ante nosotros un testigo inadecuado – como el propio Jruschov. Si excluimos las dos declaraciones de Jruschov en los Congresos del Partido y las memorias de aquellos cuyos relatos las reflejan, no hay ni una sola prueba que confirme el “hecho” del suicidio de Ordzhonikidze. Jruschov, como es bien sabido, demostró ser un mentiroso, y es imposible creer simplemente lo que él dijo. Lo más probable es que se aprovechó del hecho de que nadie pudo refutar las tesis impactantes, pero falsas, de su “discurso secreto” y forjó la versión del suicidio de Ordzhonikidze (así como hizo con la historia de Stalin planificando operaciones militares “en el mundo”). La versión de Jruschov sobre el suicidio de Sergo sigue careciendo de alguna confirmación. 

Algunos pueden decir: Toda la evidencia que una vez existió fue destruida o falsificada en 1937. Pero la evidencia de esta afirmación es aún más endeble que la evidencia de la historia del “suicidio”: ¡no existe en absoluto!

Nos guste o no, en el presente caso nos vemos obligados a sacar la misma conclusión que hace poco leí en una revista:  

“El primer mandamiento del historiador: Un evento que no ha dejado ninguna prueba de sí mismo debe considerarse que no ha ocurrido”. 

Notas 

1. “Pamiati Tovarishcha Ordzhonikidze” (“A la memoria del camarada Ordzhonikidze”) http://www.oldgazette.ru/izvestie/19021937/text1.html

2. Nikita S. Khrushchev, “The Cult of the Individual”, “Grandes discursos del Siglo XX”, Guardian, 26 de abril de 2007. En http://www.guardian.co.uk/theguardian/2007/apr/26/greatspeeches5 Esta es la misma traducción que la de The New Leader (1962).

3. “Doklad Komissii TsK KPSS dlia ustanovleniia prichin massovykh repressii protiv chlenov i kandidatov v chleny TsK VKP(b), izbrannykh na XVII s’ezde partii, Prezidiumu TsK KPSS. 9 fevralia 1956 g.” En K. Aimermakher, V.IU. Afiani, et al., Doklad Khrushcheva o Kul'te Lichnosti Stalina na XX S"ezde KPSS. Dokumenty. Moscú: ROSSPEN, 2002, pp. 185-230.

4. “Proiekt doklada ‘O kul’te lichnosti i ego posledstviakh’, predstavlenniy P.N. Pospelovym i A.B. Aristovym. 18 fevralia 1956 g.” En Doklad Khrushcheva, 120-133.

5. “Dopolneniia N.S. Khrushcheva k proiektu doklada ‘O kul’te lichnosi i ego posledstviakh’. 19 fevralia 1956 g.” En Doklad Khrushcheva, p. 143. Todo el texto de los agregados de Jruschov se encuentra en las pp. 134-162 de esta edición.

6. XXII s’ezd Kommunisticheskoi Partii Sovetskogo Soiuza.17-31 oktiabria 1961 goda. Stenograficheskii otchet. II, 587. En
http://vkpb2kpss.ru/book_view.jsp?idn=002422&page=587&format=djvu

7. Khrushchev, N.S. Vremia. Liudi. Vlast’. (Vospominaniia). Kn. 1 (Moscú: Moskovskie Novosti, 1999), pp. 138-9.

8. Br., “Vokrug protsessa 21-go” (“En torno al juicio de los 21”), Biulleten’ Oppozitsii No. 66-67, June 1938.
Et http://www.1917.com/Marxism/Trotsky/BO/BO_No_66-67/BO-0589.html

9. Victor Kravchenko, I Chose Freedom. New York: C. Scribner’s Sons, 1946, p. 240.

10. Lavrentii Beria.1953. Stenogramma iiul’skogo plenuma TsK KPSS i drugie dokumenty. Moscú: MDF, 1999, 342.

11. Ibíd., 167.

12. Véase la nota 7, arriba.

13. A.I. Mikoian, Tak Bylo.
Moscú: Vagrius, 1999, Capítulo 24: “Samoubiistvo Ordzhonikidze” (“El suicidio de Ordzhonikidze”).

14. La fotografía es reproducida de Izvestia en
http://www.oldgazette.ru/izvestie/19021937/01-2.html  

* GF = Grover Furr 

** Se ha corregido lo que consideramos un error tipográfico. La fuente dice que el número de Izvestia que publicó la foto es del 17 de febrero de 1937, cuando la fecha correcta es 19 de febrero de 1937. Ordzhonikidze murió a las 5.30 p.m. del 18 de febrero de 1939. 

Fuente: http://msuweb.montclair.edu/~furrg/research/bobrov-ordzhon08eng.html
 
Traducido para “Crítica Marxista-Leninista” por S. Fiume.

Descargar El misterio de la muerte de Ordzhonikidze de Vladimir L. Bobrov.

Ver vídeo sobre el funeral de Ordzhonikidze, parte 1.
Ver vídeo sobre el funeral de Ordzhonikidze, parte 2.