jueves, 26 de septiembre de 2013

La revolución socialista: El único camino del progreso social


La revolución socialista:
El único camino del progreso social
Por Zija Xholi
Profesor, Decano de la Facultad de Ciencias Políticas y Derecho. 

El VII Congreso del PTA, el histórico informe del camarada Enver Hoxha y todos sus otros documentos, constituyen un profundo análisis científico de principios –lleno de conclusiones revolucionarias– de las condiciones en las que se desarrollan la construcción del socialismo en nuestro país y el actual movimiento comunista y obrero  del mundo en su conjunto. Una de estas conclusiones es la tesis de que “el mundo está en una etapa en que la cuestión de la revolución y la liberación nacional de los pueblos no es sólo una aspiración y una perspectiva, sino también un problema planteado que espera solución”. 

En sus trabajos teóricos, Marx y Engels hicieron un análisis de los mecanismos internos de la sociedad capitalista, ahondaron en sus secretos más profundos y descubrieron que el orden capitalista se mueve de manera irrevocable hacia su destrucción, que esta destrucción será la obra del proletariado que llevará a cabo la revolución socialista y establecerá su propia dictadura. El desarrollo de la historia ha confirmado plenamente esta conclusión de Marx. El capitalismo muy pronto reveló sus males incurables. Rápidamente se convirtió en un escenario de feroces batallas de clase por la revolución, por el establecimiento del poder estatal proletario. 

Las nuevas características que el capitalismo adquirió con su transición al imperialismo hicieron aún más profundas todas las contradicciones internas irreconciliables del capitalismo, convirtieron al capitalismo en un sistema agonizante y en descomposición, en un orden que está en vísperas de la revolución. “El imperialismo, dijo Lenin, es la antesala de la revolución social del proletariado. A partir de 1917 esto ha sido confirmado a escala mundial.” 


El análisis del imperialismo de Lenin conserva toda su fuerza y validez, su previsión de que la revolución social del proletariado es la única alternativa se conserva inconmovible en la actualidad. Día a día, el mundo del capital y la burguesía trae malas noticias, muchos signos abiertos o indirectos, que hablan de la creciente gravedad de todas las contradicciones básicas del imperialismo: entre los todopoderosos monopolios y las masas trabajadoras, entre el imperialismo y los pueblos oprimidos, y entre los propios imperialistas. Ellos dan testimonio de la profundización de la crisis general que se ha apoderado de todos los aspectos de la sociedad burguesa-revisionista, ya sean económicos y políticos o ideológicos y culturales, de toda su base y superestructura. 

El cierre y la quiebra de cientos de miles de fábricas y plantas en todos los países capitalistas sin excepción y, sobre esta base, el creciente desempleo crónico de millones y millones de trabajadores (más de 100 millones en la actualidad); el aumento del costo de vida, que aumenta no sólo cada año sino cada mes y cada día; la anarquía de la producción, que adquiere cada vez mayores proporciones; la crisis monetaria y cambiaria, en la que todo el sistema de pagos e intercambios empieza a tambalearse; muestran con mayor claridad que el sistema capitalista basado en el poder absoluto de los insaciables monopolios es incapaz de administrar las fuerzas productivas de la sociedad, que las destruye en masa, privando a la sociedad de cualquier posibilidad de desarrollo. El sistema capitalista sigue siendo lo que siempre ha sido, un sistema de explotación del hombre por el hombre, un sistema de enorme miseria y pobreza, un sistema que cobra millones y millones de vidas. Por su propia existencia, el imperialismo convierte al proletariado en una fuerza de oposición, le empuja inevitablemente hacia la revolución, no le deja otro camino de salvación que no sea levantarse contra el sistema y establecer mediante la violencia su propia dictadura, la dictadura del proletariado. 

La otra contradicción típica del capitalismo, también, la contradicción entre las potencias imperialistas por el reparto y el nuevo reparto del mundo, se ha vuelto más feroz que nunca. Hoy en día, estas superpotencias, el imperialismo norteamericano y el socialimperialismo soviético, se enfrentan entre sí con un salvajismo sin precedentes. Con su política de expansión y hegemonía, su frenética carrera armamentista para equiparse con las armas más poderosas, se han convertido en un peligro permanente, una amenaza cotidiana a la libertad y a la seguridad de muchos pueblos, grandes y pequeños, distantes o cercanos, en todos los continentes. Mientras existan, ningún imperialismo puede renunciar a su tendencia agresiva. La agresión es la naturaleza misma del imperialismo. Con la presión que ejercen sobre los pueblos, con las conspiraciones que urden cada día contra su libertad e independencia, con la nueva guerra mundial que están preparando activamente, el imperialismo norteamericano y el socialimperialismo soviético se han convertido en los principales enemigos de los pueblos. En estas circunstancias, los pueblos no tienen otra alternativa que lanzarse a la lucha de liberación, el proletariado no tiene más remedio que levantarse en una revolución violenta y establecer su poder estatal. El triunfo sobre la burguesía de su propio país es también la condición principal para que el proletariado pueda hacer frente a la amenaza planteada por las dos superpotencias. La burguesía de los distintos países está vinculada de una manera u otra con tal o cual superpotencia. Esto hace que sea absolutamente necesario que el proletariado, que avanza hacia la revolución, mientras lucha contra su propia burguesía, no deba olvidar el peligro proveniente de las superpotencias; y mientras lucha contra la amenaza planteada por las superpotencias, no debe olvidar a su propia burguesía que le oprime y explota. La lucha contra su propia burguesía y la lucha contra la amenaza de las superpotencias no constituyen dos problemas distintos, sino dos aspectos de un mismo problema, que sólo la revolución del proletariado y su poder estatal puede resolver de una vez por todas. 

Al igual que en el pasado, el imperialismo mundial, en especial los dos imperialismos más rapaces y más salvaje de nuestro tiempo, el imperialismo norteamericano y el socialimperialismo soviético, no puede prescindir de la opresión y la explotación de sus propios pueblos, ni de la opresión y la explotación de otros pueblos de continentes enteros, como Asia, África y América Latina, que en un tiempo fueron colonias y semicolonias. Es cierto que hoy en día, el sistema colonial del imperialismo ha sufrido fuertes golpes y se desintegra. También es cierto que en algunas zonas del mundo, como Vietnam y Camboya, el imperialismo norteamericano ha sufrido irreparables derrotas. Pero esto no disminuye la amenaza imperialista sobre esos pueblos, no suprime la lucha de liberación nacional del orden del día. En su frenética competencia por la explotación, la dominación y la hegemonía, el imperialismo norteamericano y el socialimperialismo soviético siguen una política típicamente colonialista y neocolonialista. Están dispuestos a usar cualquier intriga o chantaje con el fin de enredar a estos países en sus esferas de influencia, para establecer bases militares en ellos, para transformarlos en bases de agresión e intimidación. Además de esto, la grave crisis económica que se ha apoderado del mundo imperialista hace a las potencias imperialistas más desesperadas y salvajes en sus esfuerzos por hundir sus garras en los recursos económicos y humanos de esos países y por trasladar la carga de la crisis sobre sus espaldas. La situación se vuelve aún más trágica cuando, en muchos países, como Brasil, Tailandia, Indonesia, Chile, etc., los regímenes dictatoriales fascistas que se han convertido en instrumentos del imperialismo se han puesto a la cabeza de los asuntos y llevan a cabo una política de puertas abiertas, la política de traición a los intereses supremos de los pueblos de sus países. Todas estas circunstancias despiertan a los pueblos y los lanzan a la lucha de liberación nacional contra el imperialismo. Mientras esté dirigido contra el imperialismo mundial, y sobre todo, contra los imperialismos más salvajes y agresivos, como el imperialismo norteamericano y el socialimperialismo soviético, el movimiento de liberación nacional de los pueblos del mundo es el aliado natural y una poderosa reserva de la revolución proletaria, del mismo modo que la revolución proletaria y los países verdaderamente socialistas son el soporte confiable de la lucha revolucionaria y los movimientos de liberación de los pueblos. 

El marxismo-leninismo nos enseña que, en la época actual, el mundo se divide en dos mundos diametralmente opuestos que se están enfrentados entre sí: ​​el mundo del proletariado, de la revolución y el socialismo, en el que la clase obrera y los pueblos oprimidos han vuelto sus ojos, y el mundo de la burguesía, de la contrarrevolución imperialista-revisionista, a la que miran todas las fuerzas contrarrevolucionarias, con los dos gendarmes del mundo, el imperialismo norteamericano y el socialimperialismo soviético, a la cabeza. Una correcta concepción clasista materialista de la realidad social de hoy excluye cualquier otra perspectiva de desarrollo y avance que esté fuera de la revolución y del movimiento de liberación antiimperialista. 

Sobre la cuestión de la evaluación de nuestra época, de la relación entre las clases en el mundo y, en consecuencia, de la estrategia y la táctica del proletariado y su partido, el PTA defiende la tesis de Lenin que, ya en 1921, cuando sólo existía un Estado socialista en el mundo –la Unión Soviética–, escribió: “En el mundo de hoy existen dos mundos, el viejo mundo del capitalismo, que está en estado de confusión, pero que nunca se rendirá, y el naciente nuevo mundo, que sigue siendo muy débil, pero que va a crecer, porque es invencible”. A la luz de esta clara tesis de Lenin y la concepción materialista dialéctica de la historia se ve cuán infundada es la llamada teoría de los “tres mundos”. Teóricamente, esta tesis antileninista es errónea, porque da una imagen distorsionada del mundo actual y de las tendencias de clase reales que operan en ella; política y prácticamente, es perjudicial porque, al ignorar al socialismo como sistema social, hace caso omiso de la más profunda contradicción de los tiempos, entre el socialismo y el capitalismo, lo que conduce al debilitamiento de la dictadura del proletariado en los países donde se está construyendo el socialismo, mientras llama al proletariado mundial a no luchar, a no levantarse en revolución socialista. Mientras la concepción marxista-leninista de nuestra época y sus contradicciones, que son: la contradicción entre trabajo y capital en los países capitalistas, la contradicción entre los pueblos y las naciones oprimidas y el imperialismo, las contradicciones entre las potencias imperialistas, argumenta a favor de la revolución proletaria y abre perspectivas brillantes para ella, las teorías antileninistas de los “tres mundos”, del “no alineamiento”, etc., tienen por objeto impedir la revolución, abandonar la lucha contra el imperialismo y el socialimperialismo, escindir al movimiento marxista-leninista y la unidad del proletariado. 

Un hecho significativo, que demuestra que no hay salida aparte de la revolución del proletariado, es el fracaso sistemático y continuo de los planes de los gobiernos imperialista-revisionistas de escapar de la crisis. En todos los países imperialista-revisionistas, sin excepción, desde Estados Unidos a Japón, desde la Unión Soviética a los países revisionistas europeos, la inflación va en aumento, el costo de vida se está elevando, el desempleo se está extendiendo, la degeneración es cada vez más desenfrenada, y la reacción más salvaje día tras día y año tras año. La causa subyacente de los sucesivos fracasos en cada país capitalista-revisionista es que los gobiernos tratan de resolver sus contradicciones y escapar de la crisis en las condiciones del orden capitalista-revisionista existente, preservando este orden. Esa es una tarea imposible. Las crisis, la degeneración y la corrupción son inevitables compañeros de viaje del capitalismo y tienen sus raíces en este sistema de opresión y explotación. La única salida es la que el marxismo-leninismo ha revelado y verificado, la que el PTA defendió y ha defendido una vez más en su VII Congreso. Este camino es la revolución socialista, el derrocamiento violento de la burguesía imperialista-revisionista y el establecimiento de la dictadura del proletariado. 

En sus esfuerzos por encontrar un paliativo para la crisis del sistema capitalista, los gobiernos capitalistas han conseguido la ayuda y colaboración de los partidos revisionistas y los sindicatos reformistas. Los partidos revisionistas de Italia y Francia, de España y Portugal, hace tiempo que han dejado de hablar de la revolución y el proletariado. En lugar de la revolución violenta del proletariado, los revisionistas italianos hablan y luchan por el “compromiso histórico”, por la alianza con los principales partidos de la burguesía de Italia. Por su parte, los revisionistas franceses alegan que, en las condiciones del capitalismo actual, el proletariado ya no existe, que se ha convertido en una clase trabajadora, y que, por consiguiente, la transición al socialismo se produce a través del desarrollo de las libertades y la democracia burguesas. En las tesis de los revisionistas franceses y su jefe, Marchais, no hay nada original. No son más que un renacimiento de las ilusiones difundidas por el padre del revisionismo moderno, el renegado Kautsky, criticadas y desenmascaradas por Lenin. Como Lenin explicó, no hay tal cosa como la democracia pura. Cualquier tipo de democracia es la dictadura de una clase para suprimir otra clase. En este sentido, la democracia burguesa, igualmente, no es más que una dictadura en manos de la burguesía para reprimir a la clase obrera y a las masas del pueblo trabajador. Lenin también demostró quién crea y quién necesita de la ilusión de la “democracia pura”. “Es valioso para la burguesía, explicó Lenin, que la necesita para ocultar al pueblo el carácter burgués de la democracia de hoy en día, para presentarla como la democracia universal, como democracia pura, y repitiendo esto, los Scheidemann , como los Kautsky, en realidad, están abandonando el punto de vista del proletariado y se ponen del lado de la burguesía”. Contra la posición burguesa de Kautsky, Lenin planteó el punto de vista revolucionario proletario, el punto de vista de la sustitución de la dictadura de la burguesía, aunque se disfrace como “la república más democrática”, con la dictadura del proletariado. 

Desde que Lenin escribió estas líneas han pasado muchos años y han tenido lugar muchos eventos, todos los cuales han demostrado que la “democracia pura”, la “democracia para todos”, es un fraude total. En realidad se trata de una forma de dictadura que la burguesía mantiene siempre que le sea útil y la abandona tan pronto como sus intereses requieren pasar a formas más salvajes de violencia y terror. Los sangrientos acontecimientos en Indonesia y, después, en Chile, han demostrado una vez más, a la clase obrera y las amplias masas trabajadoras de estos países y al proletariado mundial, que la legalidad burguesa y la democracia burguesa no son el más mínimo obstáculo para la burguesía, cuando llega el momento para establecer su dictadura fascista y ahogar en sangre la lucha de liberación del proletariado y las amplias masas del pueblo trabajador. 

A la luz de las enseñanzas de Lenin, a la luz del análisis materialista dialéctico de la situación en los países capitalista-revisionistas que se mueven hacia la revolución, está claro que el camino de la “transición al socialismo” a través de la “competencia económica” predicada por los revisionistas soviéticos, a través del “compromiso histórico” anunciado por los revisionistas italianos, y a través de la “extensión de las libertades y la democracia burguesas” publicitada por los revisionistas franceses, son los caminos de los renegados de la revolución proletaria, de los traidores al marxismo- leninismo, los caminos hacia la completa sumisión a la dominación capitalista. 

Lenin elaboró ​​y desarrolló la teoría de la revolución y la dictadura del proletariado, así como todos los otros grandes problemas de la teoría y la práctica revolucionaria, en lucha contra los defensores abiertos o encubiertos del capitalismo. Lenin hizo hincapié en que “la única línea marxista en el movimiento obrero del mundo” es “dejar en claro a las masas la necesidad absoluta e inevitable de romper con el oportunismo, educarlas para la revolución a través de una lucha sin cuartel contra el oportunismo”. El PTA ha puesto en la base de toda su actividad esta tradición leninista de desenmascaramiento despiadado y lucha implacable contra los enemigos revisionistas del marxismo-leninismo. Ha continuado esta tradición en su VII Congreso. En su informe al Congreso, el camarada Enver Hoxha despojó, uno por uno, todos los disfraces que el revisionismo utiliza hoy en día, desde el abierto anticomunismo de Marcuse y Garaudy hasta el de Berlinguer, Marchais y Carrillo, desde el seudosocialismo de los revisionistas soviéticos hasta el de los revisionistas yugoslavos. Demostró el gran peligro que el revisionismo moderno representa para la vida de los pueblos, para la causa de la libertad y el socialismo en el mundo. La lucha contra el revisionismo ha sido y sigue siendo una condición previa indispensable para el triunfo de la revolución socialista y el establecimiento de la dictadura del proletariado. 

¡Cuántas veces, en el curso del siglo o más, desde que el nombre de Marx se hizo conocido y desde que nació el marxismo, los reaccionarios y revisionistas han declarado “enterrado” al socialismo! ¡Cuán alto han gritado que “la revolución se ha vuelto innecesaria”, que “el capitalismo ya no es lo que era antes”, que “ha encontrado en sí misma la fuerza para salir de la crisis”! ¡Cuántas veces ha sido declarado “obsoleto” el marxismo-leninismo, dejado atrás por “nuevas doctrinas creadoras” que supuestamente responden a las nuevas circunstancias y condiciones! Sin embargo, la dialéctica de la historia se ha desarrollado de tal manera que los enemigos del marxismo han sufrido una derrota y han sido borrados, que aquellos que lo negaron han sido olvidados y nadie les dedica un pensamiento, (excepto, tal vez los desagradables), mientras que la causa del proletariado y de la revolución ha sido construida con mayor fuerza y ​​vitalidad. 
 

La situación actual en el mundo es turbulenta. La política y la actividad de la burguesía imperialista, en especial de la burguesía imperialista de las dos superpotencias, son la verdadera causa de esta grave situación. Las dificultades y los obstáculos que la lucha de clase del proletariado tiene que vencer son grandes. Pero a través de esas dificultades y obstáculos la revolución socialista está avanzando y la lucha de liberación de los pueblos va en aumento. “La revolución socialista y la dictadura del proletariado”, dijo el camarada Enver Hoxha en el VII Congreso del PTA, “son una necesidad histórica, y no hay fuerza que pueda evitar que ocurran”. Con esta seguridad, el proletariado vive y lucha hoy en las barricadas de la lucha de clases y la revolución. 


Publicado en “Albania Today”, nº 5 de 1977. 

Traducido para “Crítica Marxista-Leninista” por Ykv. Pk.

domingo, 22 de septiembre de 2013

Enver Hoxha: La unidad de los partidos marxista-leninistas es una cuestión indispensable y urgente

La ruptura de hecho con el revisionismo moderno encabezado por la camarilla soviética de Jruschov y Brezhnev, ya se había producido a fines de 1963 (en el caso del Partido Comunista de China, dado que el Partido del Trabajo de Albania ya no mantenía vínculos con el PCUS y demás partidos revisionistas desde fines de 1961). En octubre de 1964, Jruschov es separado de la dirección del Partido y del Estado soviéticos, siendo reemplazado por Brezhnev. El 1º de noviembre de ese año, el PTA decía públicamente, en las páginas de Zeri i Popullit, que "Con la caída de Jruschov no ha desaparecido el revisionismo jruschovista". El PCCh reaccionó recién el 21 de noviembre, con el artículo "Por qué cayó Jruschov", después de que la delegación china en Moscú escuchara por boca de los "nuevos" dirigentes soviéticos que se atenían y no renunciarían a las tesis de sus Congresos XX y XII.
 
En octubre de 1966, cuando Enver Hoxha escribió las "Tesis sobre la unidad del movimiento comunista marxista-leninista", los partidos y grupos marxista-leninistas del mundo todavía no habían mantenido una reunión conjunta para decidir el futuro del movimiento. Los partidos comunistas en el poder, el PTA y el PCCh, que lideraban la lucha contra el revisionismo eran los llamados a promoverla, convocarla y organizarla. Con anterioridad, el PTA había planteado al PCCh la necesidad de organizar la unidad de las fuerzas marxista-leninistas del mundo. Desafortunadamente, el PCCh nunca dio una respuesta formal y concreta sobre el tema. En el V Congreso del PTA, que contó con la asistencia de delegaciones del PCCh y otros partidos y grupos marxista-leninistas, Enver Hoxha decidió hacer pública la propuesta. Pero tampoco recibió respuesta de los camaradas chinos. Al parecer, confiados en su prestigio revolucionario y en el importante papel que jugaron las cartas y documentos del PCCh publicados en 1963-1964, en lucha contra el revisionismo moderno, los dirigentes del PCCh consideraron que su prestigio y la ascendencia que tenían sobre muchos partidos eran suficientes para influir mediante la propaganda de su línea y las reuniones bilaterales sobre el movimiento, y de este modo lograr cierta unidad de criterios sobre las cuestiones fundamentales. 
 
A continuación reproducimos extractos del informe ante el V Congreso del PTA, relativo a la unidad del moviento comunista marxista-leninista.



La unidad de los partidos marxista-leninistas
es una cuestión indispensable y urgente
Del Informe presentado ante el V Congreso del PTA
Enver Hoxha
1º de noviembre de 1966


Los nuevos dirigentes revisionistas soviéticos hablan de la «unidad» del movimiento comunista y de la «fami­lia» de los países socialistas, pero al mismo tiempo decla­ran que en ninguna cuestión de principios, en lo que se refiere a la política exterior y al movimiento comunista internacional, han tenido divergencia alguna con N. Jrus­chov. ¿Acaso, también estas palabras constituyen el llamado «viraje»? De ninguna manera… Pero, ¿cuál es la realidad? De hecho, desde que Brezhnev, Kosiguin y compañía asumieron el poder, sus actividades contra el mar­xismo-leninismo y los partidos que lo defienden han ido en constante aumento, sus provocaciones y su labor de za­pa se han ampliado, la unidad, tanto en el movimiento comunista como en la «familia» socialista, ha sido socavada aún más sistemáticamente. La unidad en el movi­miento comunista y en el campo socialista se restablecerá, pero lo será por los marxista-leninistas, sin revisionistas ni traidores y en resuelta lucha contra ellos. 

Los revisionistas soviéticos se desgañitan clamando por la «unidad de acción» contra los imperialistas, seña­lando que lo que nos une es más que lo que nos separa, pero, al mismo tiempo, se pronuncian en voz alta por la colaboración multilateral soviético-norteamericana y tra­bajan activamente en este sentido. ¿Acaso también estas declaraciones significan que nos encontramos frente a un «viraje»? De ninguna manera. Numerosos hechos demues­tran que los revisionistas jruschovistas son antiimperialistas sólo de palabra, pero que de hecho son proimperialis­tas. Ellos amplían cada vez más sus relaciones económicas, políticas y científicas con los Estados Unidos de América. Toda su actividad diplomática, particularmente la secreta, tiene como objetivo el fortalecimiento multilateral de los lazos y la colaboración con los diversos imperialistas, los norteamericanos, los japoneses, los germano-occiden­tales, los ingleses, etc., con los reaccionarios hindúes, con la camarilla fascista indonesia, con todos los enemigos de los pueblos, del socialismo y de la revolución. ¿Qué es, pues, lo que une a los marxista-leninistas con los revisionistas modernos? Nada. Todo los separa. Su ideología, su política y sus objetivos finales son diametralmente opuestos. 

El frente antiimperialista de los pueblos de todo el mundo debe ser creado sobre una base sólida. Debe ser un frente verdaderamente antiimperialista, en el que se unan todos los que, en una u otra medida, luchan efectiva­mente contra el imperialismo acaudillado por los EE.UU. Los revisionistas jruschovistas, con su política y su acti­vidad, se han colocado ellos mismos fuera del frente anti­imperialista. Aceptar en este frente a los revisionistas significaría incluir en él una «quinta columna», un «caba­llo de Troya» y minarlo por dentro. Nuestro Partido se atiene resueltamente al pensamiento del gran Lenin de que no se puede luchar con éxito contra el imperialismo sin llevar a cabo, al mismo tiempo, una resuelta lucha contra su engendro e íntimo aliado, el revisionismo. 

«….la lucha contra el imperialismo —señalaba Lenin— es una frase vacía y falsa si no va ligada indisolublemente a la lucha contra el oportunismo.»

Para nuestro Partido del Trabajo es totalmente inacep­table la opinión de que la «unida de acción» con los revisionistas jruschovistas contra el imperialismo estadouni­dense es una piedra de toque y una lucha efectiva contra las posiciones del revisionismo. 

Colaborar con los revisionistas, entrar en «unidad de acción» con ellos, significa en realidad deslizarse gradual­mente a las posiciones del revisionismo, aceptar su línea traidora. Representa aceptar que el imperialismo norteamericano no es el enemigo más feroz de los pueblos y el gendarme internacional y considerar como correcta la política jruschovista de «coexistencia pacífica» con el imperialismo, la colaboración soviético-americana, el Tratado de Moscú, todos los demás acuerdos, públicos y secretos, de los dirigentes soviéticos con los imperialistas norteamericanos y los reaccionarios de los diferentes países. Quiere decir renunciar a la lucha contra el imperialismo y adaptarse a los intereses de la colaboración soviético-ame­ricana, sacrificando así la libertad y la independencia de los pueblos. Esto es precisamente lo que intentan lograr los revisionistas con sus esfuerzos en pro de la «unidad de acción». 

Con su consigna de la «unidad de acción», los revi­sionistas se esfuerzan por materializar su diabólico objeti­vo de dejar a un lado las profundas divergencias de principio, ideológicas y políticas, en nombre de una su­puesta lucha contra el imperialismo, acaudillado por los EE.UU. Esto no sería más que la completa capitulación frente al revisionismo, la renuncia a la lucha contra él, la aceptación de la coexistencia ideológica con los revisionistas. 

La unidad de acción con los revisionistas es una ma­niobra fraudulenta y demagógica también por otro motivo. La unidad en la lucha contra el imperialismo presupone la coordinación del potencial económico y de las fuerzas militares para contraponerlas a la política de guerra y de agresión del imperialismo. Pero, ¿qué demuestran los hechos?... Los revisionistas jruschovistas han puesto su potencial económico y militar al servicio de su línea ge­neral de establecimiento de la dominación soviético-ame­ricana en el mundo. 

Los partidarios de las ilusiones sobre el supuesto vi­raje de los nuevos dirigentes soviéticos se entusiasman con la «disposición» de éstos a «renunciar a la polémica pública». ¿Acaso esto constituye otra seria prueba para creer en el supuesto viraje de los revisionistas? De nin­guna manera. En primer lugar, no es verdad que los revisionistas hayan renunciado a la polémica pública. El que sigan una política enteramente opuesta al marxismo-leninismo y a los intereses del socialismo, ¿no es acaso la continuación de la polémica con hechos?... Por último, las calumnias y los ataques de la prensa diaria, la labor ele propaganda, las cartas y los materiales que no sólo se estudian en las organizaciones del partido en la Unión Soviética, sino que son enviados para su estudio a algunos otros partidos, ¿no son, acaso, una continuación de la polé­mica pública? Además de esto, no se debe olvidar que fueron los revisionistas modernos jruschovistas quienes iniciaron la polémica pública. Incluso en aquel entonces, todos repetían como papagayos que esta polémica era «leninista». Sólo consideraron nociva la polémica pública cuando vieron que les daba resultados negativos al contri­buir al desenmascaramiento de su faz traidora. 

Nuestro Partido piensa que la polémica pública es in­dispensable, es una escuela para todos los comunistas, ya que les ayuda a distinguir la verdad de la mentira. Los revisionistas estarían encantados si se hablara de ellos de forma general, si no se les golpeara abiertamente y si no se llamara a las cosas por su verdadero nombre. Pero el revisionismo y la traición no son sombras, sino una realidad viva, están socavando el socialismo y la lucha de los pueblos. Por tanto, se debe combatir esta realidad y no su sombra, si es que los marxistas no desean caer en posiciones quijotescas. Nuestro Partido sostiene que en ningún caso se debe permitir que los revisionistas jrus­chovistas aprovechen una situación de tranquilidad para consolidar sus posiciones y para continuar sin obstáculos su obra traidora. Debilitar, por poco que sea, la lucha contra el revisionismo moderno, con el pretexto que sea, significa alejarse de los principios. Y los principios no se pueden ni se deben sacrificar jamás a cambio de intereses y beneficios momentáneos, de carácter económico o de cualquier otro carácter. 

Nuestro Partido opina que la situación es de tal naturaleza que ningún partido ni persona que se llame comunista o revolucionario, puede permanecer indife­rente, esperando el ataque revisionista y limitándose exclusivamente a saludar la lucha que los demás libran contra el revisionismo. El tiempo no espera. Los marxista-leninistas deben estar a la ofensiva y no a la defen­siva, al ataque y no en retirada. No han temido ni temen a los revisionistas, a sus amenazas ni a sus presiones. El temor es ajeno a los marxista-leninistas, tanto en la lu­cha contra el imperialismo como en la lucha contra el revisionismo. Sólo los revisionistas le tienen miedo al im­perialismo y al marxismo-leninismo. Tener miedo a los revi­sionistas significa temer aún más al imperialismo y no confiar en la fuerza ni en el triunfo del marxismo-leninismo. 
 


 
Creemos que ha llegado el momento de trazar una clara línea de demarcación con el revisionismo moderno, con todas sus agrupaciones y particularmente con el gru­po dirigente soviético, y de luchar con la máxima energía para aislarlo totalmente del pueblo y de los comunistas revolucionarios soviéticos. Nosotros no hemos confundido ni confundiremos nunca a la dirección revisionista soviética con la Unión Soviética y con el pueblo soviético, con los que nos han ligado y nos ligan imperecederos lazos de amistad, tanto en los buenos como en los malos tiempos. Pero, ahora es un hecho que en la Unión Soviética es el revisionismo quien está en el poder. Y este revisionismo debe ser enérgicamente combatido, sobre la base de los principios. Esto va en interés directo de los comunistas y del pueblo soviéticos y supone una gran ayuda a su lucha revolucionaria por la liquidación de la traición revisionis­ta, que ha socavado los cimientos de los triunfos de la Revolución de Octubre y de la construcción socialista y comunista en la Unión Soviética. 

En la lucha contra el revisionismo moderno, al igual que frente a todos los demás problemas, la única posi­ción correcta es la posición de principios. Con los princi­pios no se puede traficar, cuando se trata de la defensa de los principios no hay que detenerse a mitad del camino, no hay que mantener jamás una actitud vacilante y opor­tunista. La lucha entre el marxismo-leninismo y el revi­sionismo es una manifestación de la lucha de clases entre el proletariado y la burguesía, entre el socialismo y el capitalismo. En esta lucha no puede haber una línea in­termedia. La línea del «término medio», como ha demos­trado durante largos años la experiencia histórica, es la línea de la conciliación de los contrarios, que jamás pue­den conciliarse, es una posición inestable y momentánea. La línea intermedia no puede servir ni siquiera para enmascarar la desviación de los principios marxista-leni­nistas, puesto que la lucha contra el revisionismo, si no se inspira en motivos ideológicos, sino únicamente en ciertas contradicciones económicas o políticas, sobre bases nacionalistas y chovinistas, es un bluff y no llegará muy lejos. Quién se atiene a esta línea en su actitud hacia los renegados del marxismo-leninismo, tarde o temprano, corre el peligro de caer, él mismo, en las posiciones de éstos. 

«No hay ni puede haber línea «intermedia» en las cuestiones de principio —ha señalado con energía J. V. Stalin—. El trabajo del Partido debe basarse en unos principios o en otros. La línea «intermedia» en cuestiones de principio es la «línea» de la confusión, la «línea» de velar las discrepancias, la «línea» de la degeneración ideológica del Partido, la «línea» de la muerte ideológica del Partido.»

En opinión de nuestro Partido, lo que hoy se plantea con fuerza en el orden del día, como un agudo problema de actualidad, no es la reconciliación y la unidad con los revisionistas, sino la ruptura, la separación definitiva de ellos. 

«¡La unidad —ha dicho Lenin— es una gran empresa y una gran consigna! Pero la causa obrera necesita la unidad de los marxistas y no la unidad de éstos con los enemigos del marxismo y con quienes lo deforman.»

La unidad con los oportunistas y los revisionistas, subraya Lenin, 

«… sólo significa la unidad del proletariado con la burguesía nacional y la escisión del proletariado internacional, la unidad de los lacayos y la escisión de los revolucionarios.»

Ante el frente unido imperialista-revisionista, ante sus ataques, sus complots y sus amenazas de guerra, los mar­xista-leninistas deben robustecer su unidad a escala na­cional e internacional y su lucha resuelta contra el impe­rialismo y el revisionismo. Los tiempos que atravesamos no están para interminables discusiones académicas y estériles, sino para acciones audaces, militantes, revolucio­narias, llenas de abnegación y sacrificios. Los revisionistas modernos y la burguesía, con sus partidos, están haciendo una gran propaganda del pacifismo y del humanismo burgués para inculcar en la gente, incluso en los comu­nistas vacilantes y cobardes, la idea de que nuestro militantismo revolucionario sería «sectarismo», «aventureris­mo», «dogmatismo», «fanatismo», etc. Los marxista-leni­nistas no somos ni sectarios, ni aventureros, ni dogmáticos, ni fanáticos. Combatimos estas manifestaciones como ex­trañas e inaceptables en los comunistas, pero al mismo tiempo tampoco caemos en las posiciones de nuestros enemigos que, con estas falsas acusaciones y de forma deliberada, pretenden provocar nuestra desintegración ideológica, política y organizativa y hacer que debilitemos o cesemos la lucha contra ellos. 

Las filas de los partidos y de las fuerzas marxista-leninistas deben estar fuertemente unidas y bien organi­zadas, templadas y preparadas para luchar incesantemente. Debemos estar perfectamente preparados política, ideoló­gica, económica y militarmente para la lucha, para las acciones revolucionarias, asimilando profundamente y de manera creadora nuestra doctrina triunfante. El comu­nismo mundial de nuestra época debe caracterizarse por el espíritu revolucionario y combativo de los heroicos tiempos de Lenin y Stalin, del Komintern. No sin premeditada y hostil intención, N. Jruschov y sus secuaces emprendieron la lucha por desacreditar al Komintern y su inmortal obra. Naturalmente, los tiempos han cambiado y ahora no se trata de que adoptemos o copiemos las formas y los métodos de trabajo, de organización y de direc­ción del Komintern, adecuados para aquellos momentos, con sus aspectos positivos y negativos. Pero el estableci­miento de lazos de colaboración y acción conjunta, de acuerdo con las nuevas condiciones de hoy, es en opinión de nuestro Partido una cuestión indispensable y urgente. 

Naturalmente, todos los partidos son iguales e inde­pendientes. Cada partido, como se subraya en la Declara­ción de Moscú, elabora por sí mismo su línea general, basándose en los principios del marxismo-leninismo y de acuerdo con las particularidades y las condiciones concre­tas del país y del momento. También los revisionistas modernos tienen siempre en los labios estos justos princi­pios marxistas, pero, mientras que de palabra se mani­fiestan a favor de la independencia, en realidad lo que quieren es la dependencia de todos los partidos bajo su dirección; mientras que de palabra manifiestan estar por el internacionalismo proletario, en la práctica se esfuerzan porque los marxista-leninistas no estén unidos, no se atengan a una línea común formulada sobre la base de un análisis profundo, de principios, objetivo, de clase, mar­xista-leninista. Los revisionistas modernos recurren a todos los medios posibles para dividirnos, ya que la unidad de los marxista-leninistas representa su muerte y la de sus amos, los imperialistas norteamericanos. Los marxista-le­ninistas deben rechazar estas tentativas de los revisionis­tas, superar todos los obstáculos y fortalecer su unidad revolucionaria sobre la base del marxismo-leninismo y del internacionalismo proletario. Deben fortalecer su colabo­ración y su acción conjunta, deben elaborar una línea común y una posición común sobre las cuestiones fundamentales, particularmente en lo relacionado con la lucha contra el imperialismo y el revisionismo moderno, con las nuevas alianzas, concretadas en las condiciones reales de la situación actual, pero basadas siempre en los principios marxista-leninistas. 

La situación en el mundo y en el movimiento comu­nista internacional se desarrolla a favor nuestro y en detrimento de nuestros enemigos. Pero, debemos mirar de frente las situaciones y afrontarlas con audacia, ya que los enemigos imperialistas y revisionistas, a pesar de los fracasos sufridos, no han depuesto las armas. Por el con­trario, están intensificando su colaboración y su actividad. La situación es tal que no tolera inercia, vacilación, incertidumbre, sino que exige audacia, decisión y madurez; no tolera tácticas ineficaces, blandas, oportunistas ni fra­seología, sino que exige acciones rápidas y militantes, una táctica combativa que ayude, cada día y cada hora, a nuestra estrategia revolucionaria, siendo, al mismo tiempo, una táctica sabia, estudiada, según se presente la situación y según las circunstancias en las que milita cada partido. No cabe duda de que con una estrategia y una táctica revolucionarias basadas en nuestra ideología triunfante, los partidos y las fuerzas marxista-leninistas marcharán siempre adelante y conquistarán nuevas victorias en su sagrada lucha, junto con la clase obrera y los pueblos de las naciones oprimidas, contra el imperialismo y el revi­sionismo, por el triunfo del marxismo-leninismo, del so­cialismo, de la revolución y de la paz en el mundo. 

En cuanto al Partido del Trabajo de Albania, como miembro activo de las fuerzas marxista-leninistas del mun­do, es plenamente consciente de la gran tarea histórica que se plantea hoy ante el movimiento comunista para la defensa del marxismo-leninismo y el impulso de la causa de la revolución y del socialismo... El Partido del Trabajo luchará con todas sus fuerzas contra el imperialismo acaudillado por los Estados Unido de América y contra el revisionismo moderno con los dirigentes soviéticos a la cabeza, apoyará sin reservas la justa lucha revolucionaria de los partidos y fuerzas marxista-leninistas, trabajará infatigablemente por la consolidación y el fortalecimiento de la unidad antirrevisionista del movimiento marxista- leninista y por la unidad antiimperialista de los pueblos del mundo, convencido de que la victoria será del mar­xismo-leninismo, del socialismo y de los pueblos. Esta es la tarea que plantea este Congreso ante todo el Partido para los años venideros.
 

Obras Escogidas de Enver Hoxha
tomo IV, págs. 118-279
Casa Editora «8 Nëntori», Tirana, 1983


 Descargar texto del "Informe ante el V Congreso del PTA", de Enver Hoxha (1966), en la versión de las Obras Escogidas

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¿Por qué China y Albania no lograron la unidad del movimiento comunista marxista-leninista internacional?

jueves, 19 de septiembre de 2013

¿Por qué China y Albania no lograron la unidad del movimiento comunista marxista-leninista internacional?


La situación del movimiento comunista internacional llegó a un punto crucial en la primera mitad de la década de 1960. En la reunión de Bucarest y en la reunión de los 81 partidos comunistas y obreros de Moscú de noviembre de 1960, los revisionistas soviéticos pasaron a la ofensiva en el terreno organizativo, dado que en el terreno ideológico y político no tenían argumentos que rompieran la defensa que los marxista-leninistas hacían de la teoría de Marx y Lenin y de la figura y el legado de Stalin. En aquellas dos reuniones de partidos comunistas del mundo, los jruschovistas recurrieron a todas las maniobras posibles para aislar al Partido del Trabajo de Albania y al Partido Comunista de China que encabezaban la línea marxista-leninista dentro del entonces movimiento comunista internacional. Exigieron fidelidad de los dirigentes revisionistas que desde mediados de la década de 1950 habían colocado en cada uno de los partidos revisionistas en el poder, que les sirvieron como perros de presa en su ataque contra los marxista-leninistas consecuentes. Hicieron uso también de sectores dirigentes, previamente oportunistas y revisionistas por cuenta propia, que habían reclutado en los distintos partidos comunistas de países capitalistas, para lograr que estos partidos se pusieran de su lado en la gran polémica que se había iniciado. Sin embargo, detrás del PTA y del PCCh se habían alineado algunos partidos comunistas y fuerzas marxista-leninistas que habían nacido en el seno de de otros partidos comunistas del mundo.  

En 1961, el PTA había roto todo vínculo con el PCUS revisionista; en 1964, luego de la caída de Jruschov, el PCCh todavía tenía ciertas esperanzas de que las cosas cambiaran en el PCUS y en la URSS con los “nuevos” dirigentes encabezados por Brezhnev. Rápidamente, estos últimos se encargaron de dejar bien claro que se atenían a las tesis del XX, XXI y XXII Congresos del PCUS y que no habría ningún cambio en la línea general del PCUS revisionista. El PTA había venido sugiriendo al PCCh una ruptura decisiva con el revisionismo soviético y el establecimiento de la unidad de los partidos y grupos marxista-leninistas del mundo bajo una línea común acordada en una conferencia general. Desafortunadamente, el PCCh nunca aceptó estas propuestas, siguió actuando de manera individual, limitando sus relaciones con los partidos y grupos hermanos a reuniones bilaterales no vinculantes. 

 
En las “Tesis sobre la unidad del movimiento marxista-leninista internacional”, escritas en octubre de 1966 y que publicamos a continuación, Enver Hoxha expone la necesidad de que la unidad de los marxista-leninistas pase a una etapa superior, en la que se pronuncie la ruptura definitiva con los revisionistas, se acuerden puntos de vista comunes sobre los principales problemas de la revolución, se establezca una estrategia general y de acuerdo a las condiciones concretas de cada país se determinen las tácticas que corresponden, asimismo, se informe las formas de organización y trabajo de cada partido y se asignen tareas a cada uno de ellos según sus particularidades concretas. De esta forma, se establecería la unidad de pensamiento y acción de los marxista-leninistas, conservando cada partido su independencia y reconociendo el derecho de cada uno a aprobar la línea común. En sus tesis, Enver Hoxha, expresa su preocupación por la actitud del PCCh; se pregunta sobre los motivos de la renuencia china a aceptar que los partidos marxista-leninistas alcancen una unidad superior, empezando con una conferencia general de partidos; reconoce que ninguna reunión de partidos marxista-leninistas se podría realizar sin la participación del PCCh; manifiesta que no queda sino esperar hasta que los camaradas chinos estén preparados para aceptarlo. Sin embargo, destaca lo inconveniente de la dispersión de puntos de vista entre los partidos y grupos marxista-leninistas, la necesidad que éstos tienen de que se aclaren las posiciones en el seno del nuevo movimiento, y lo nocivo de la actitud china de buscar que se acepten sus tesis, los acontecimientos en China y el culto de Mao sin discusión.  

Lo extraordinario de todo es que incluso entre los dos partidos, el PTA y el PCCh, el nivel de unidad de criterios se dio en términos generales y la coordinación de acciones fue episódica después de la tácita ruptura con el revisionismo soviético. En las reuniones entre los dos partidos, que nunca se dieron para unificar posiciones de línea, cada uno exponía su punto de vista sobre los temas del momento y quedaba como un simple intercambio de ideas e información. El interés de avanzar a una unidad superior siempre fue del PTA, que no perdía la oportunidad de expresar claramente sus puntos de vista que contrastaban con los de los chinos. 

En el V Congreso del PTA, celebrado un mes después de las “Tesis” que reproducimos, en su Informe, Enver Hoxha planteó abiertamente la necesidad de la unidad de pensamiento y acción del movimiento comunista marxista-leninista, guiados por una línea comúnmente establecida. Sin mencionarlos, criticaba nítidamente tesis, posiciones y actitudes defendidas por el PCCh. En la próxima entrega publicaremos la parte pertinentes y ofreceremos el texto completo del Informe ante el V Congreso del PTA. 

Siempre surge la tentación de hacer la pregunta: ¿Qué hubiera pasado si los marxista-leninistas se hubieran reunido en conferencia general de partidos y organizaciones, aprobado una línea general común, establecido una estrategia y táctica común, aprobado formas de organización general y tareas especificas para cada partido? 
 

Tesis sobre la unidad
del movimiento marxista-leninista internacional
Enver Hoxha
Lunes, 10 de octubre de 1966


Después de la escisión, se necesita la unidad.

La lucha contra el revisionismo moderno no puede ser realizada sin la unidad marxista- leninista.

La I y la III Internacionales. Hay dos ideas acerca de la unidad:

1) La «unidad» revisionista (con todas sus variantes).
2) La unidad marxista-leninista.
 
Debemos desenmascarar la primera y consolidar la segunda. 

¿Existe una completa unidad marxista-leninista de pensamiento y acción en el movimiento marxista-leninista internacional? 
 
Sí, tal vez, pero no en el grado y en la forma en que debería haber, debido al crecimiento de este movimiento y a la falta de experiencia, debido a la posición aislada de cada partido marxista-leninista o grupo revolucionario, debido a la ausencia de una identidad completa de puntos de vista  sobre muchos de los problemas fundamentales comunes, y también debido a la lucha organizada y combinada que el revisionismo y el imperialismo están librando contra el marxismo-leninismo. 

Por lo tanto, es necesario encontrar las formas y los métodos para superar estos obstáculos. 

El movimiento comunista internacional debe guiarse por el marxismo-leninismo interpretado y aplicado correctamente según las actuales condiciones generales y las posiciones particulares de cada partido o grupo marxista-leninista. Por lo tanto, se requiere un análisis de la situación actual; pero este análisis no puede ser realizado por un solo partido, cuyo punto de vista sería el faro que guíe a los demás. Por eso es igualmente necesario que los partidos y grupos marxista-leninistas realicen consultas, de las que surjan las pautas correctas para la lucha en las condiciones generales y específicas.

Problemas principales que deben tener una definición común, que temple la unidad e impulse la lucha contra el revisionismo moderno:

1) La ruptura definitiva con los revisionistas exige una reunión especial.
2) El surgimiento del revisionismo, sus causas, etc., etc.
3) La cuestión de Stalin.
4) La posición hacia la Unión Soviética, en primer lugar, y hacia el resto de países en que los revisionistas tienen el poder.
5) Una posición más estudiada acerca de una mejor organizada ayuda política, ideológica, técnica y material a los nuevos partidos y grupos marxista-leninistas y a la lucha de liberación nacional; acerca de las alianzas con la burguesía antiimperialista progresista; y acerca de muchos otros problemas del mismo tipo que son de gran importancia para nuestra lucha común.

Todos estos y otros problemas son conocidos y, en general, se intenta resolverlos, pero no de una manera coordinada.
 
Sobre la cuestión de Stalin y las causas del surgimiento del revisionismo en la Unión Soviética y en otros lugares hay muchas opiniones coincidentes, pero también hay muchas que no lo son. Si estos problemas no se aclaran y no se logra una opinión más o menos idéntica, pueden surgir contradicciones, porque existe la fuente de contradicciones, lo que dificulta el fortalecimiento de nuestra unidad. 

La estrategia y la táctica de nuestra lucha. La primera debe ser la misma para todos, las tácticas pueden ser diferentes pero deben estar al servicio de la estrategia y deben ser desarrolladas mediante la aplicación correcta del marxismo-leninismo.

- ¿Por qué fueron publicados los veinticinco puntos del Partido Comunista de China[1] y cuál es su suerte?
- Las tácticas de la República Popular de China y de la República Popular de Albania.

Las tácticas de los partidos y grupos marxista-leninistas que operan en la oposición o en la clandestinidad.

a) La cuestión de las fronteras con la Unión Soviética.
b) La cuestión india.
c) La cuestión de Corea y Japón.
d) La cuestión del Partido Comunista de Polonia (marxista-leninista).
e) La ayuda que se debe dar a los grupos marxista-leninistas.

El Partido Comunista de China está evitando las conferencias generales.

a) Propuso una reunión de nuestros nueve partidos. Cuando aceptamos, el PC de China la canceló.
b) Sin una reunión previa, propuso la creación de un «frente antiimperialista, incluso con los revisionistas», y luego se retractó.
c) Tiene reuniones bilaterales con los demás partidos, para lo cual tiene derecho, y, después de dichas reuniones, estos partidos publican declaraciones y artículos que defienden todo lo que China dice y hace.
d) Actualmente, todo el interés del Partido Comunista de China es que el movimiento comunista marxista- leninista reconozca que las ideas de Mao Tsetung guíen el mundo, y acepten el culto a Mao, la Revolución Cultural Proletaria y la línea del Partido Comunista de China, con sus méritos y sus errores. 

Todo esto es muy peligroso para la unidad. Debemos tener una visión clara de todos estos problemas y no tener miedo de ver a la verdad en la cara. Incluso nosotros y los camaradas chinos hemos comenzado a tener diferencias, silenciosamente, internamente, pero existe el peligro de que estas diferencias se amplíen. Por eso, tenemos actuar, adelantarnos a los acontecimientos. Esto es lo que hemos hecho y lo seguiremos haciendo. Pero ¿cómo pueden hablar con franqueza nuestros dos partidos? Si estas discusiones se llevan a cabo de una forma completamente marxista, los problemas se resolverán. De lo contrario empeorarán; esto es lo que ocurrió con los soviéticos y no resolvimos nada. Los problemas fueron resueltos en la Reunión de Bucarest y en la Reunión de Moscú. Las cosas no tienen que llegar a ese punto con los chinos, pero podrían hacerlo en contra de nuestra voluntad.

Así como no se pueden aceptar en bloque las opiniones de un partido, tampoco se pueden aceptar en bloque los dos partidos. Todos deben expresar su opinión. Por esa razón, es muy importante llevar a cabo una reunión conjunta y adoptar decisiones conjuntas. En esa reunión se informarán y se estudiarán las formas de trabajo y organización de cada partido y se establecerán las tareas para cada partido en particular.
 


Hasta ahora, China ha evitado este tipo de reuniones. ¿Por qué?

a) Por temor a ser acusada de hegemonismo: una opinión infundada.
b) Por temor a que nosotros y los demás tengamos un punto de vista equivocado de su posición sobre estas reuniones. (Por nuestra parte, hemos demostrado nuestro internacionalismo).
c) Porque no quiere socios en la toma de decisiones. Tal punto de vista y postura es nocivo.
d) Debido a que aún carece de unidad interna. Entonces deberían decirnos esto.

En vista de todas estas cosas: ¿Es justo y necesario que presentemos esta idea, a grandes rasgos, en nuestro Congreso? Yo creo que sí. Esto es normal, es una de las formas de nuestra lucha.

No hay nadie que se oponga a esta idea, en principio; lo más que pueden hacer es dejar que se diluya por la falta de acción. Pero son ellos los que están equivocados, y no nosotros. En estas condiciones, no podemos celebrar tales reuniones sin China. China puede seguir oponiéndose. Entonces la responsabilidad de esto será suya. Sin embargo, a pesar de que no van a considerar oportuna esta idea, que consideramos correcta en todos los aspectos, hay que plantearla. Que la reunión se celebre cuando las condiciones estén maduras; que las formas de organización, etc. surjan de la propia lucha. Sobre esta cuestión, hemos cumplido con toda obligación hacia China, más de una vez. Es China la que ha aplazado la puesta en práctica de esta idea.
 
Creo que los problemas que he planteado anteriormente y otros similares son muy importantes en la actualidad para el fortalecimiento de la unidad marxista-leninista del movimiento comunista internacional, y sólo pueden ser resueltos en las reuniones conjuntas de los partidos. Al parecer, China no lo ve así y piensa que es suficiente si todos aprobamos unánimemente lo que está pasando hoy en China, y que nuestra unidad se fortalece con esto. Otra controversia se añade a las existentes, y, a juzgar por la forma en que los chinos están procediendo, hablándole al oído de la gente, hay que prever que un buen día podemos encontrarnos aislados de ellos, a pesar de que estamos en el camino correcto. Por lo tanto, hay que prever todos los peligros. Lo que propongo son las formas legítimas y correctas.

Ellos actuaron de esa manera, hablando al oído, en las cuestiones de Corea y Japón, y precisamente por eso las cosas han llegado al estado que conocemos.
 
La gente de los nuevos grupos y partidos escriben en sus órganos de prensa en términos entusiastas sobre lo que está ocurriendo en China, pero, cuando vienen aquí, nos dicen que no están de acuerdo con tal o cual idea del Partido Comunista de China. Nosotros, ¿qué podemos decirles?

Estos marxista-leninistas vendrán mañana al Congreso de nuestro Partido y hablarán. ¿Quién nos puede asegurar que no habrá entre ellos algunos que, con o sin segundas intenciones, hablen en términos exaltados sobre ciertos aspectos de la línea china y los acontecimientos actuales en China, aspectos en los que tenemos puntos de vista opuestos? Las dos posiciones quedarán manifiestas. Pero si, con buena o mala intención, nos preguntan y quieren nuestra opinión, ¿cómo vamos a responderles? ¿Debemos responderles? Eso estaría mal. ¿Y si no les contestamos? También estaría mal. Por lo tanto, lo que decimos en el Informe [al V Congreso del PTA] es la respuesta más justa, la respuesta más marxista-leninista que podemos dar a los camaradas extranjeros.
 
Réflexions sur la Chine
Tomo I
Editions «8 Nëntori», Tirana, 1979 

Traducido para “Crítica Marxista-Leninista” por Thiago R.

[1] Artículo «Proposición acerca de la línea general del movimiento comunista internacional», «Renmin Ribao», junio de 1963.