domingo, 22 de septiembre de 2013

Enver Hoxha: La unidad de los partidos marxista-leninistas es una cuestión indispensable y urgente

La ruptura de hecho con el revisionismo moderno encabezado por la camarilla soviética de Jruschov y Brezhnev, ya se había producido a fines de 1963 (en el caso del Partido Comunista de China, dado que el Partido del Trabajo de Albania ya no mantenía vínculos con el PCUS y demás partidos revisionistas desde fines de 1961). En octubre de 1964, Jruschov es separado de la dirección del Partido y del Estado soviéticos, siendo reemplazado por Brezhnev. El 1º de noviembre de ese año, el PTA decía públicamente, en las páginas de Zeri i Popullit, que "Con la caída de Jruschov no ha desaparecido el revisionismo jruschovista". El PCCh reaccionó recién el 21 de noviembre, con el artículo "Por qué cayó Jruschov", después de que la delegación china en Moscú escuchara por boca de los "nuevos" dirigentes soviéticos que se atenían y no renunciarían a las tesis de sus Congresos XX y XII.
 
En octubre de 1966, cuando Enver Hoxha escribió las "Tesis sobre la unidad del movimiento comunista marxista-leninista", los partidos y grupos marxista-leninistas del mundo todavía no habían mantenido una reunión conjunta para decidir el futuro del movimiento. Los partidos comunistas en el poder, el PTA y el PCCh, que lideraban la lucha contra el revisionismo eran los llamados a promoverla, convocarla y organizarla. Con anterioridad, el PTA había planteado al PCCh la necesidad de organizar la unidad de las fuerzas marxista-leninistas del mundo. Desafortunadamente, el PCCh nunca dio una respuesta formal y concreta sobre el tema. En el V Congreso del PTA, que contó con la asistencia de delegaciones del PCCh y otros partidos y grupos marxista-leninistas, Enver Hoxha decidió hacer pública la propuesta. Pero tampoco recibió respuesta de los camaradas chinos. Al parecer, confiados en su prestigio revolucionario y en el importante papel que jugaron las cartas y documentos del PCCh publicados en 1963-1964, en lucha contra el revisionismo moderno, los dirigentes del PCCh consideraron que su prestigio y la ascendencia que tenían sobre muchos partidos eran suficientes para influir mediante la propaganda de su línea y las reuniones bilaterales sobre el movimiento, y de este modo lograr cierta unidad de criterios sobre las cuestiones fundamentales. 
 
A continuación reproducimos extractos del informe ante el V Congreso del PTA, relativo a la unidad del moviento comunista marxista-leninista.



La unidad de los partidos marxista-leninistas
es una cuestión indispensable y urgente
Del Informe presentado ante el V Congreso del PTA
Enver Hoxha
1º de noviembre de 1966


Los nuevos dirigentes revisionistas soviéticos hablan de la «unidad» del movimiento comunista y de la «fami­lia» de los países socialistas, pero al mismo tiempo decla­ran que en ninguna cuestión de principios, en lo que se refiere a la política exterior y al movimiento comunista internacional, han tenido divergencia alguna con N. Jrus­chov. ¿Acaso, también estas palabras constituyen el llamado «viraje»? De ninguna manera… Pero, ¿cuál es la realidad? De hecho, desde que Brezhnev, Kosiguin y compañía asumieron el poder, sus actividades contra el mar­xismo-leninismo y los partidos que lo defienden han ido en constante aumento, sus provocaciones y su labor de za­pa se han ampliado, la unidad, tanto en el movimiento comunista como en la «familia» socialista, ha sido socavada aún más sistemáticamente. La unidad en el movi­miento comunista y en el campo socialista se restablecerá, pero lo será por los marxista-leninistas, sin revisionistas ni traidores y en resuelta lucha contra ellos. 

Los revisionistas soviéticos se desgañitan clamando por la «unidad de acción» contra los imperialistas, seña­lando que lo que nos une es más que lo que nos separa, pero, al mismo tiempo, se pronuncian en voz alta por la colaboración multilateral soviético-norteamericana y tra­bajan activamente en este sentido. ¿Acaso también estas declaraciones significan que nos encontramos frente a un «viraje»? De ninguna manera. Numerosos hechos demues­tran que los revisionistas jruschovistas son antiimperialistas sólo de palabra, pero que de hecho son proimperialis­tas. Ellos amplían cada vez más sus relaciones económicas, políticas y científicas con los Estados Unidos de América. Toda su actividad diplomática, particularmente la secreta, tiene como objetivo el fortalecimiento multilateral de los lazos y la colaboración con los diversos imperialistas, los norteamericanos, los japoneses, los germano-occiden­tales, los ingleses, etc., con los reaccionarios hindúes, con la camarilla fascista indonesia, con todos los enemigos de los pueblos, del socialismo y de la revolución. ¿Qué es, pues, lo que une a los marxista-leninistas con los revisionistas modernos? Nada. Todo los separa. Su ideología, su política y sus objetivos finales son diametralmente opuestos. 

El frente antiimperialista de los pueblos de todo el mundo debe ser creado sobre una base sólida. Debe ser un frente verdaderamente antiimperialista, en el que se unan todos los que, en una u otra medida, luchan efectiva­mente contra el imperialismo acaudillado por los EE.UU. Los revisionistas jruschovistas, con su política y su acti­vidad, se han colocado ellos mismos fuera del frente anti­imperialista. Aceptar en este frente a los revisionistas significaría incluir en él una «quinta columna», un «caba­llo de Troya» y minarlo por dentro. Nuestro Partido se atiene resueltamente al pensamiento del gran Lenin de que no se puede luchar con éxito contra el imperialismo sin llevar a cabo, al mismo tiempo, una resuelta lucha contra su engendro e íntimo aliado, el revisionismo. 

«….la lucha contra el imperialismo —señalaba Lenin— es una frase vacía y falsa si no va ligada indisolublemente a la lucha contra el oportunismo.»

Para nuestro Partido del Trabajo es totalmente inacep­table la opinión de que la «unida de acción» con los revisionistas jruschovistas contra el imperialismo estadouni­dense es una piedra de toque y una lucha efectiva contra las posiciones del revisionismo. 

Colaborar con los revisionistas, entrar en «unidad de acción» con ellos, significa en realidad deslizarse gradual­mente a las posiciones del revisionismo, aceptar su línea traidora. Representa aceptar que el imperialismo norteamericano no es el enemigo más feroz de los pueblos y el gendarme internacional y considerar como correcta la política jruschovista de «coexistencia pacífica» con el imperialismo, la colaboración soviético-americana, el Tratado de Moscú, todos los demás acuerdos, públicos y secretos, de los dirigentes soviéticos con los imperialistas norteamericanos y los reaccionarios de los diferentes países. Quiere decir renunciar a la lucha contra el imperialismo y adaptarse a los intereses de la colaboración soviético-ame­ricana, sacrificando así la libertad y la independencia de los pueblos. Esto es precisamente lo que intentan lograr los revisionistas con sus esfuerzos en pro de la «unidad de acción». 

Con su consigna de la «unidad de acción», los revi­sionistas se esfuerzan por materializar su diabólico objeti­vo de dejar a un lado las profundas divergencias de principio, ideológicas y políticas, en nombre de una su­puesta lucha contra el imperialismo, acaudillado por los EE.UU. Esto no sería más que la completa capitulación frente al revisionismo, la renuncia a la lucha contra él, la aceptación de la coexistencia ideológica con los revisionistas. 

La unidad de acción con los revisionistas es una ma­niobra fraudulenta y demagógica también por otro motivo. La unidad en la lucha contra el imperialismo presupone la coordinación del potencial económico y de las fuerzas militares para contraponerlas a la política de guerra y de agresión del imperialismo. Pero, ¿qué demuestran los hechos?... Los revisionistas jruschovistas han puesto su potencial económico y militar al servicio de su línea ge­neral de establecimiento de la dominación soviético-ame­ricana en el mundo. 

Los partidarios de las ilusiones sobre el supuesto vi­raje de los nuevos dirigentes soviéticos se entusiasman con la «disposición» de éstos a «renunciar a la polémica pública». ¿Acaso esto constituye otra seria prueba para creer en el supuesto viraje de los revisionistas? De nin­guna manera. En primer lugar, no es verdad que los revisionistas hayan renunciado a la polémica pública. El que sigan una política enteramente opuesta al marxismo-leninismo y a los intereses del socialismo, ¿no es acaso la continuación de la polémica con hechos?... Por último, las calumnias y los ataques de la prensa diaria, la labor ele propaganda, las cartas y los materiales que no sólo se estudian en las organizaciones del partido en la Unión Soviética, sino que son enviados para su estudio a algunos otros partidos, ¿no son, acaso, una continuación de la polé­mica pública? Además de esto, no se debe olvidar que fueron los revisionistas modernos jruschovistas quienes iniciaron la polémica pública. Incluso en aquel entonces, todos repetían como papagayos que esta polémica era «leninista». Sólo consideraron nociva la polémica pública cuando vieron que les daba resultados negativos al contri­buir al desenmascaramiento de su faz traidora. 

Nuestro Partido piensa que la polémica pública es in­dispensable, es una escuela para todos los comunistas, ya que les ayuda a distinguir la verdad de la mentira. Los revisionistas estarían encantados si se hablara de ellos de forma general, si no se les golpeara abiertamente y si no se llamara a las cosas por su verdadero nombre. Pero el revisionismo y la traición no son sombras, sino una realidad viva, están socavando el socialismo y la lucha de los pueblos. Por tanto, se debe combatir esta realidad y no su sombra, si es que los marxistas no desean caer en posiciones quijotescas. Nuestro Partido sostiene que en ningún caso se debe permitir que los revisionistas jrus­chovistas aprovechen una situación de tranquilidad para consolidar sus posiciones y para continuar sin obstáculos su obra traidora. Debilitar, por poco que sea, la lucha contra el revisionismo moderno, con el pretexto que sea, significa alejarse de los principios. Y los principios no se pueden ni se deben sacrificar jamás a cambio de intereses y beneficios momentáneos, de carácter económico o de cualquier otro carácter. 

Nuestro Partido opina que la situación es de tal naturaleza que ningún partido ni persona que se llame comunista o revolucionario, puede permanecer indife­rente, esperando el ataque revisionista y limitándose exclusivamente a saludar la lucha que los demás libran contra el revisionismo. El tiempo no espera. Los marxista-leninistas deben estar a la ofensiva y no a la defen­siva, al ataque y no en retirada. No han temido ni temen a los revisionistas, a sus amenazas ni a sus presiones. El temor es ajeno a los marxista-leninistas, tanto en la lu­cha contra el imperialismo como en la lucha contra el revisionismo. Sólo los revisionistas le tienen miedo al im­perialismo y al marxismo-leninismo. Tener miedo a los revi­sionistas significa temer aún más al imperialismo y no confiar en la fuerza ni en el triunfo del marxismo-leninismo. 
 


 
Creemos que ha llegado el momento de trazar una clara línea de demarcación con el revisionismo moderno, con todas sus agrupaciones y particularmente con el gru­po dirigente soviético, y de luchar con la máxima energía para aislarlo totalmente del pueblo y de los comunistas revolucionarios soviéticos. Nosotros no hemos confundido ni confundiremos nunca a la dirección revisionista soviética con la Unión Soviética y con el pueblo soviético, con los que nos han ligado y nos ligan imperecederos lazos de amistad, tanto en los buenos como en los malos tiempos. Pero, ahora es un hecho que en la Unión Soviética es el revisionismo quien está en el poder. Y este revisionismo debe ser enérgicamente combatido, sobre la base de los principios. Esto va en interés directo de los comunistas y del pueblo soviéticos y supone una gran ayuda a su lucha revolucionaria por la liquidación de la traición revisionis­ta, que ha socavado los cimientos de los triunfos de la Revolución de Octubre y de la construcción socialista y comunista en la Unión Soviética. 

En la lucha contra el revisionismo moderno, al igual que frente a todos los demás problemas, la única posi­ción correcta es la posición de principios. Con los princi­pios no se puede traficar, cuando se trata de la defensa de los principios no hay que detenerse a mitad del camino, no hay que mantener jamás una actitud vacilante y opor­tunista. La lucha entre el marxismo-leninismo y el revi­sionismo es una manifestación de la lucha de clases entre el proletariado y la burguesía, entre el socialismo y el capitalismo. En esta lucha no puede haber una línea in­termedia. La línea del «término medio», como ha demos­trado durante largos años la experiencia histórica, es la línea de la conciliación de los contrarios, que jamás pue­den conciliarse, es una posición inestable y momentánea. La línea intermedia no puede servir ni siquiera para enmascarar la desviación de los principios marxista-leni­nistas, puesto que la lucha contra el revisionismo, si no se inspira en motivos ideológicos, sino únicamente en ciertas contradicciones económicas o políticas, sobre bases nacionalistas y chovinistas, es un bluff y no llegará muy lejos. Quién se atiene a esta línea en su actitud hacia los renegados del marxismo-leninismo, tarde o temprano, corre el peligro de caer, él mismo, en las posiciones de éstos. 

«No hay ni puede haber línea «intermedia» en las cuestiones de principio —ha señalado con energía J. V. Stalin—. El trabajo del Partido debe basarse en unos principios o en otros. La línea «intermedia» en cuestiones de principio es la «línea» de la confusión, la «línea» de velar las discrepancias, la «línea» de la degeneración ideológica del Partido, la «línea» de la muerte ideológica del Partido.»

En opinión de nuestro Partido, lo que hoy se plantea con fuerza en el orden del día, como un agudo problema de actualidad, no es la reconciliación y la unidad con los revisionistas, sino la ruptura, la separación definitiva de ellos. 

«¡La unidad —ha dicho Lenin— es una gran empresa y una gran consigna! Pero la causa obrera necesita la unidad de los marxistas y no la unidad de éstos con los enemigos del marxismo y con quienes lo deforman.»

La unidad con los oportunistas y los revisionistas, subraya Lenin, 

«… sólo significa la unidad del proletariado con la burguesía nacional y la escisión del proletariado internacional, la unidad de los lacayos y la escisión de los revolucionarios.»

Ante el frente unido imperialista-revisionista, ante sus ataques, sus complots y sus amenazas de guerra, los mar­xista-leninistas deben robustecer su unidad a escala na­cional e internacional y su lucha resuelta contra el impe­rialismo y el revisionismo. Los tiempos que atravesamos no están para interminables discusiones académicas y estériles, sino para acciones audaces, militantes, revolucio­narias, llenas de abnegación y sacrificios. Los revisionistas modernos y la burguesía, con sus partidos, están haciendo una gran propaganda del pacifismo y del humanismo burgués para inculcar en la gente, incluso en los comu­nistas vacilantes y cobardes, la idea de que nuestro militantismo revolucionario sería «sectarismo», «aventureris­mo», «dogmatismo», «fanatismo», etc. Los marxista-leni­nistas no somos ni sectarios, ni aventureros, ni dogmáticos, ni fanáticos. Combatimos estas manifestaciones como ex­trañas e inaceptables en los comunistas, pero al mismo tiempo tampoco caemos en las posiciones de nuestros enemigos que, con estas falsas acusaciones y de forma deliberada, pretenden provocar nuestra desintegración ideológica, política y organizativa y hacer que debilitemos o cesemos la lucha contra ellos. 

Las filas de los partidos y de las fuerzas marxista-leninistas deben estar fuertemente unidas y bien organi­zadas, templadas y preparadas para luchar incesantemente. Debemos estar perfectamente preparados política, ideoló­gica, económica y militarmente para la lucha, para las acciones revolucionarias, asimilando profundamente y de manera creadora nuestra doctrina triunfante. El comu­nismo mundial de nuestra época debe caracterizarse por el espíritu revolucionario y combativo de los heroicos tiempos de Lenin y Stalin, del Komintern. No sin premeditada y hostil intención, N. Jruschov y sus secuaces emprendieron la lucha por desacreditar al Komintern y su inmortal obra. Naturalmente, los tiempos han cambiado y ahora no se trata de que adoptemos o copiemos las formas y los métodos de trabajo, de organización y de direc­ción del Komintern, adecuados para aquellos momentos, con sus aspectos positivos y negativos. Pero el estableci­miento de lazos de colaboración y acción conjunta, de acuerdo con las nuevas condiciones de hoy, es en opinión de nuestro Partido una cuestión indispensable y urgente. 

Naturalmente, todos los partidos son iguales e inde­pendientes. Cada partido, como se subraya en la Declara­ción de Moscú, elabora por sí mismo su línea general, basándose en los principios del marxismo-leninismo y de acuerdo con las particularidades y las condiciones concre­tas del país y del momento. También los revisionistas modernos tienen siempre en los labios estos justos princi­pios marxistas, pero, mientras que de palabra se mani­fiestan a favor de la independencia, en realidad lo que quieren es la dependencia de todos los partidos bajo su dirección; mientras que de palabra manifiestan estar por el internacionalismo proletario, en la práctica se esfuerzan porque los marxista-leninistas no estén unidos, no se atengan a una línea común formulada sobre la base de un análisis profundo, de principios, objetivo, de clase, mar­xista-leninista. Los revisionistas modernos recurren a todos los medios posibles para dividirnos, ya que la unidad de los marxista-leninistas representa su muerte y la de sus amos, los imperialistas norteamericanos. Los marxista-le­ninistas deben rechazar estas tentativas de los revisionis­tas, superar todos los obstáculos y fortalecer su unidad revolucionaria sobre la base del marxismo-leninismo y del internacionalismo proletario. Deben fortalecer su colabo­ración y su acción conjunta, deben elaborar una línea común y una posición común sobre las cuestiones fundamentales, particularmente en lo relacionado con la lucha contra el imperialismo y el revisionismo moderno, con las nuevas alianzas, concretadas en las condiciones reales de la situación actual, pero basadas siempre en los principios marxista-leninistas. 

La situación en el mundo y en el movimiento comu­nista internacional se desarrolla a favor nuestro y en detrimento de nuestros enemigos. Pero, debemos mirar de frente las situaciones y afrontarlas con audacia, ya que los enemigos imperialistas y revisionistas, a pesar de los fracasos sufridos, no han depuesto las armas. Por el con­trario, están intensificando su colaboración y su actividad. La situación es tal que no tolera inercia, vacilación, incertidumbre, sino que exige audacia, decisión y madurez; no tolera tácticas ineficaces, blandas, oportunistas ni fra­seología, sino que exige acciones rápidas y militantes, una táctica combativa que ayude, cada día y cada hora, a nuestra estrategia revolucionaria, siendo, al mismo tiempo, una táctica sabia, estudiada, según se presente la situación y según las circunstancias en las que milita cada partido. No cabe duda de que con una estrategia y una táctica revolucionarias basadas en nuestra ideología triunfante, los partidos y las fuerzas marxista-leninistas marcharán siempre adelante y conquistarán nuevas victorias en su sagrada lucha, junto con la clase obrera y los pueblos de las naciones oprimidas, contra el imperialismo y el revi­sionismo, por el triunfo del marxismo-leninismo, del so­cialismo, de la revolución y de la paz en el mundo. 

En cuanto al Partido del Trabajo de Albania, como miembro activo de las fuerzas marxista-leninistas del mun­do, es plenamente consciente de la gran tarea histórica que se plantea hoy ante el movimiento comunista para la defensa del marxismo-leninismo y el impulso de la causa de la revolución y del socialismo... El Partido del Trabajo luchará con todas sus fuerzas contra el imperialismo acaudillado por los Estados Unido de América y contra el revisionismo moderno con los dirigentes soviéticos a la cabeza, apoyará sin reservas la justa lucha revolucionaria de los partidos y fuerzas marxista-leninistas, trabajará infatigablemente por la consolidación y el fortalecimiento de la unidad antirrevisionista del movimiento marxista- leninista y por la unidad antiimperialista de los pueblos del mundo, convencido de que la victoria será del mar­xismo-leninismo, del socialismo y de los pueblos. Esta es la tarea que plantea este Congreso ante todo el Partido para los años venideros.
 

Obras Escogidas de Enver Hoxha
tomo IV, págs. 118-279
Casa Editora «8 Nëntori», Tirana, 1983


 Descargar texto del "Informe ante el V Congreso del PTA", de Enver Hoxha (1966), en la versión de las Obras Escogidas

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