La ruptura de hecho con el revisionismo moderno encabezado por la camarilla soviética de Jruschov y Brezhnev, ya se había producido a fines de 1963 (en el caso del Partido Comunista de China, dado que el Partido del Trabajo de Albania ya no mantenía vínculos con el PCUS y demás partidos revisionistas desde fines de 1961). En octubre de 1964, Jruschov es separado de la dirección del Partido y del Estado soviéticos, siendo reemplazado por Brezhnev. El 1º de noviembre de ese año, el PTA decía públicamente, en las páginas de Zeri i Popullit, que "Con la caída de Jruschov no ha desaparecido el revisionismo jruschovista". El PCCh reaccionó recién el 21 de noviembre, con el artículo "Por qué cayó Jruschov", después de que la delegación china en Moscú escuchara por boca de los "nuevos" dirigentes soviéticos que se atenían y no renunciarían a las tesis de sus Congresos XX y XII.
En octubre de 1966, cuando Enver Hoxha escribió las "Tesis sobre la unidad del movimiento comunista marxista-leninista", los partidos y grupos marxista-leninistas del mundo todavía no habían mantenido una reunión conjunta para decidir el futuro del movimiento. Los partidos comunistas en el poder, el PTA y el PCCh, que lideraban la lucha contra el revisionismo eran los llamados a promoverla, convocarla y organizarla. Con anterioridad, el PTA había planteado al PCCh la necesidad de organizar la unidad de las fuerzas marxista-leninistas del mundo. Desafortunadamente, el PCCh nunca dio una respuesta formal y concreta sobre el tema. En el V Congreso del PTA, que contó con la asistencia de delegaciones del PCCh y otros partidos y grupos marxista-leninistas, Enver Hoxha decidió hacer pública la propuesta. Pero tampoco recibió respuesta de los camaradas chinos. Al parecer, confiados en su prestigio revolucionario y en el importante papel que jugaron las cartas y documentos del PCCh publicados en 1963-1964, en lucha contra el revisionismo moderno, los dirigentes del PCCh consideraron que su prestigio y la ascendencia que tenían sobre muchos partidos eran suficientes para influir mediante la propaganda de su línea y las reuniones bilaterales sobre el movimiento, y de este modo lograr cierta unidad de criterios sobre las cuestiones fundamentales.
A continuación reproducimos extractos del informe ante el V Congreso del PTA, relativo a la unidad del moviento comunista marxista-leninista.
La unidad de los partidos marxista-leninistas
es una cuestión indispensable y urgente
Del Informe
presentado ante el V Congreso del PTA
Enver Hoxha
1º de noviembre de 1966
Los nuevos dirigentes revisionistas soviéticos hablan de
la «unidad» del movimiento comunista y de la «familia» de los países
socialistas, pero al mismo tiempo declaran que en ninguna cuestión de
principios, en lo que se refiere a la política exterior y al movimiento
comunista internacional, han tenido divergencia alguna con N. Jruschov.
¿Acaso, también estas palabras constituyen el llamado «viraje»? De ninguna
manera… Pero, ¿cuál es la realidad? De hecho, desde que Brezhnev, Kosiguin y
compañía asumieron el poder, sus actividades contra el marxismo-leninismo y
los partidos que lo defienden han ido en constante aumento, sus provocaciones y
su labor de zapa se han ampliado, la unidad, tanto en el movimiento comunista
como en la «familia» socialista, ha sido socavada aún más sistemáticamente. La
unidad en el movimiento comunista y en el campo socialista se restablecerá,
pero lo será por los marxista-leninistas, sin revisionistas ni traidores y en
resuelta lucha contra ellos.
Los revisionistas soviéticos se desgañitan clamando por
la «unidad de acción» contra los imperialistas, señalando que lo que nos une
es más que lo que nos separa, pero, al mismo tiempo, se pronuncian en voz alta
por la colaboración multilateral soviético-norteamericana y trabajan
activamente en este sentido. ¿Acaso también estas declaraciones significan que
nos encontramos frente a un «viraje»? De ninguna manera. Numerosos hechos
demuestran que los revisionistas jruschovistas son antiimperialistas sólo de
palabra, pero que de hecho son proimperialistas. Ellos amplían cada vez más
sus relaciones económicas, políticas y científicas con los Estados Unidos de
América. Toda su actividad diplomática, particularmente la secreta, tiene como
objetivo el fortalecimiento multilateral de los lazos y la colaboración con los
diversos imperialistas, los norteamericanos, los japoneses, los germano-occidentales,
los ingleses, etc., con los reaccionarios hindúes, con la camarilla fascista
indonesia, con todos los enemigos de los pueblos, del socialismo y de la
revolución. ¿Qué es, pues, lo que une a los marxista-leninistas con los
revisionistas modernos? Nada. Todo los separa. Su ideología, su política y sus
objetivos finales son diametralmente opuestos.
El frente antiimperialista de los pueblos de todo el
mundo debe ser creado sobre una base sólida. Debe ser un frente verdaderamente
antiimperialista, en el que se unan todos los que, en una u otra medida, luchan
efectivamente contra el imperialismo acaudillado por los EE.UU. Los
revisionistas jruschovistas, con su política y su actividad, se han colocado
ellos mismos fuera del frente antiimperialista. Aceptar en este frente a los
revisionistas significaría incluir en él una «quinta columna», un «caballo de
Troya» y minarlo por dentro. Nuestro Partido se atiene resueltamente al
pensamiento del gran Lenin de que no se puede luchar con éxito contra el
imperialismo sin llevar a cabo, al mismo tiempo, una resuelta lucha contra su
engendro e íntimo aliado, el revisionismo.
«….la
lucha contra el imperialismo —señalaba Lenin—
es una
frase vacía y falsa si no va ligada indisolublemente a la lucha contra el
oportunismo.»
Para nuestro Partido del Trabajo es totalmente inaceptable
la opinión de que la «unida de acción» con los revisionistas jruschovistas
contra el imperialismo estadounidense es una piedra de toque y una lucha
efectiva contra las posiciones del revisionismo.
Colaborar con los revisionistas, entrar en «unidad de
acción» con ellos, significa en realidad deslizarse gradualmente a las
posiciones del revisionismo, aceptar su línea traidora. Representa aceptar que
el imperialismo norteamericano no es el enemigo más feroz de los pueblos y el
gendarme internacional y considerar como correcta la política jruschovista de
«coexistencia pacífica» con el imperialismo, la colaboración
soviético-americana, el Tratado de Moscú, todos los demás acuerdos, públicos y
secretos, de los dirigentes soviéticos con los imperialistas norteamericanos y
los reaccionarios de los diferentes países. Quiere decir renunciar a la lucha
contra el imperialismo y adaptarse a los intereses de la colaboración
soviético-americana, sacrificando así la libertad y la independencia de los
pueblos. Esto es precisamente lo que intentan lograr los revisionistas con sus
esfuerzos en pro de la «unidad de acción».
Con su consigna de la «unidad de acción», los revisionistas
se esfuerzan por materializar su diabólico objetivo de dejar a un lado las
profundas divergencias de principio, ideológicas y políticas, en nombre de una
supuesta lucha contra el imperialismo, acaudillado por los EE.UU. Esto no
sería más que la completa capitulación frente al revisionismo, la renuncia a la
lucha contra él, la aceptación de la coexistencia ideológica con los
revisionistas.
La unidad de acción con los revisionistas es una maniobra
fraudulenta y demagógica también por otro motivo. La unidad en la lucha contra
el imperialismo presupone la coordinación del potencial económico y de las
fuerzas militares para contraponerlas a la política de guerra y de agresión del
imperialismo. Pero, ¿qué demuestran los hechos?... Los revisionistas
jruschovistas han puesto su potencial económico y militar al servicio de su
línea general de establecimiento de la dominación soviético-americana en el
mundo.
Los partidarios de las ilusiones sobre el supuesto viraje
de los nuevos dirigentes soviéticos se entusiasman con la «disposición» de
éstos a «renunciar a la polémica pública». ¿Acaso esto constituye otra seria
prueba para creer en el supuesto viraje de los revisionistas? De ninguna
manera. En primer lugar, no es verdad que los revisionistas hayan renunciado a
la polémica pública. El que sigan una política enteramente opuesta al
marxismo-leninismo y a los intereses del socialismo, ¿no es acaso la
continuación de la polémica con hechos?... Por último, las calumnias y los
ataques de la prensa diaria, la labor ele propaganda, las cartas y los
materiales que no sólo se estudian en las organizaciones del partido en la
Unión Soviética, sino que son enviados para su estudio a algunos otros
partidos, ¿no son, acaso, una continuación de la polémica pública? Además de
esto, no se debe olvidar que fueron los revisionistas modernos jruschovistas
quienes iniciaron la polémica pública. Incluso en aquel entonces, todos
repetían como papagayos que esta polémica era «leninista». Sólo consideraron
nociva la polémica pública cuando vieron que les daba resultados negativos al
contribuir al desenmascaramiento de su faz traidora.
Nuestro Partido piensa que la polémica pública es indispensable,
es una escuela para todos los comunistas, ya que les ayuda a distinguir la
verdad de la mentira. Los revisionistas estarían encantados si se hablara de
ellos de forma general, si no se les golpeara abiertamente y si no se llamara a
las cosas por su verdadero nombre. Pero el revisionismo y la traición no son
sombras, sino una realidad viva, están socavando el socialismo y la lucha de
los pueblos. Por tanto, se debe combatir esta realidad y no su sombra, si es
que los marxistas no desean caer en posiciones quijotescas. Nuestro Partido
sostiene que en ningún caso se debe permitir que los revisionistas jruschovistas
aprovechen una situación de tranquilidad para consolidar sus posiciones y para
continuar sin obstáculos su obra traidora. Debilitar, por poco que sea, la
lucha contra el revisionismo moderno, con el pretexto que sea, significa
alejarse de los principios. Y los principios no se pueden ni se deben
sacrificar jamás a cambio de intereses y beneficios momentáneos, de carácter
económico o de cualquier otro carácter.
Nuestro Partido opina que la situación es de tal
naturaleza que ningún partido ni persona que se llame comunista o revolucionario,
puede permanecer indiferente, esperando el ataque revisionista y limitándose
exclusivamente a saludar la lucha que los demás libran contra el revisionismo.
El tiempo no espera. Los marxista-leninistas deben estar a la ofensiva y no a
la defensiva, al ataque y no en retirada. No han temido ni temen a los
revisionistas, a sus amenazas ni a sus presiones. El temor es ajeno a los
marxista-leninistas, tanto en la lucha contra el imperialismo como en la lucha
contra el revisionismo. Sólo los revisionistas le tienen miedo al imperialismo
y al marxismo-leninismo. Tener miedo a los revisionistas significa temer aún
más al imperialismo y no confiar en la fuerza ni en el triunfo del
marxismo-leninismo.
Creemos que ha llegado el momento de trazar una clara línea
de demarcación con el revisionismo moderno, con todas sus agrupaciones y
particularmente con el grupo dirigente soviético, y de luchar con la máxima
energía para aislarlo totalmente del pueblo y de los comunistas revolucionarios
soviéticos. Nosotros no hemos confundido ni confundiremos nunca a la dirección
revisionista soviética con la Unión Soviética y con el pueblo soviético, con
los que nos han ligado y nos ligan imperecederos lazos de amistad, tanto en los
buenos como en los malos tiempos. Pero, ahora es un hecho que en la Unión
Soviética es el revisionismo quien está en el poder. Y este revisionismo debe
ser enérgicamente combatido, sobre la base de los principios. Esto va en
interés directo de los comunistas y del pueblo soviéticos y supone una gran
ayuda a su lucha revolucionaria por la liquidación de la traición revisionista,
que ha socavado los cimientos de los triunfos de la Revolución de Octubre y de
la construcción socialista y comunista en la Unión Soviética.
En la lucha contra el revisionismo moderno, al igual que
frente a todos los demás problemas, la única posición correcta es la posición
de principios. Con los principios no se puede traficar, cuando se trata de la
defensa de los principios no hay que detenerse a mitad del camino, no hay que
mantener jamás una actitud vacilante y oportunista. La lucha entre el
marxismo-leninismo y el revisionismo es una manifestación de la lucha de
clases entre el proletariado y la burguesía, entre el socialismo y el
capitalismo. En esta lucha no puede haber una línea intermedia. La línea del
«término medio», como ha demostrado durante largos años la experiencia
histórica, es la línea de la conciliación de los contrarios, que jamás pueden
conciliarse, es una posición inestable y momentánea. La línea intermedia no puede
servir ni siquiera para enmascarar la desviación de los principios
marxista-leninistas, puesto que la lucha contra el revisionismo, si no se
inspira en motivos ideológicos, sino únicamente en ciertas contradicciones
económicas o políticas, sobre bases nacionalistas y chovinistas, es un bluff y no llegará muy lejos. Quién se
atiene a esta línea en su actitud hacia los renegados del marxismo-leninismo,
tarde o temprano, corre el peligro de caer, él mismo, en las posiciones de éstos.
«No
hay ni puede haber línea «intermedia» en las cuestiones de principio —ha señalado con energía J. V. Stalin—. El trabajo
del Partido debe basarse en unos principios o en otros. La línea «intermedia»
en cuestiones de principio es la «línea» de la confusión, la «línea» de velar
las discrepancias, la «línea» de la degeneración ideológica del Partido, la
«línea» de la muerte ideológica del Partido.»
En opinión de nuestro Partido, lo que hoy se plantea con
fuerza en el orden del día, como un agudo problema de actualidad, no es la
reconciliación y la unidad con los revisionistas, sino la ruptura, la
separación definitiva de ellos.
«¡La
unidad —ha dicho Lenin— es una gran empresa y una gran consigna! Pero la
causa obrera necesita la unidad de los marxistas y no la unidad de éstos con
los enemigos del marxismo y con quienes lo deforman.»
La unidad con los oportunistas y los revisionistas, subraya Lenin,
«…
sólo significa la unidad del proletariado con la burguesía nacional y la escisión
del proletariado internacional, la unidad de los lacayos y la escisión de los revolucionarios.»
Ante el frente unido imperialista-revisionista, ante sus
ataques, sus complots y sus amenazas de guerra, los marxista-leninistas deben
robustecer su unidad a escala nacional e internacional y su lucha resuelta
contra el imperialismo y el revisionismo. Los tiempos que atravesamos no están
para interminables discusiones académicas y estériles, sino para acciones
audaces, militantes, revolucionarias, llenas de abnegación y sacrificios. Los
revisionistas modernos y la burguesía, con sus partidos, están haciendo una
gran propaganda del pacifismo y del humanismo burgués para inculcar en la
gente, incluso en los comunistas vacilantes y cobardes, la idea de que nuestro
militantismo revolucionario sería «sectarismo», «aventurerismo», «dogmatismo»,
«fanatismo», etc. Los marxista-leninistas no somos ni sectarios, ni
aventureros, ni dogmáticos, ni fanáticos. Combatimos estas manifestaciones como
extrañas e inaceptables en los comunistas, pero al mismo tiempo tampoco caemos
en las posiciones de nuestros enemigos que, con estas falsas acusaciones y de
forma deliberada, pretenden provocar nuestra desintegración ideológica,
política y organizativa y hacer que debilitemos o cesemos la lucha contra
ellos.
Las filas de los partidos y de las fuerzas marxista-leninistas
deben estar fuertemente unidas y bien organizadas, templadas y preparadas para
luchar incesantemente. Debemos estar perfectamente preparados política, ideológica,
económica y militarmente para la lucha, para las acciones revolucionarias,
asimilando profundamente y de manera creadora nuestra doctrina triunfante. El
comunismo mundial de nuestra época debe caracterizarse por el espíritu
revolucionario y combativo de los heroicos tiempos de Lenin y Stalin, del
Komintern. No sin premeditada y hostil intención, N. Jruschov y sus secuaces emprendieron
la lucha por desacreditar al Komintern y su inmortal obra. Naturalmente, los
tiempos han cambiado y ahora no se trata de que adoptemos o copiemos las formas
y los métodos de trabajo, de organización y de dirección del Komintern, adecuados
para aquellos momentos, con sus aspectos positivos y negativos. Pero el establecimiento de lazos de
colaboración y acción conjunta, de acuerdo con las nuevas condiciones de hoy,
es en opinión de nuestro Partido una cuestión indispensable y urgente.
Naturalmente, todos los partidos son iguales e independientes.
Cada partido, como se subraya en la Declaración de Moscú, elabora por sí mismo
su línea general, basándose en los principios del marxismo-leninismo y de
acuerdo con las particularidades y las condiciones concretas del país y del
momento. También los revisionistas modernos tienen siempre en los labios estos
justos principios marxistas, pero, mientras que de palabra se manifiestan a
favor de la independencia, en realidad lo que quieren es la dependencia de
todos los partidos bajo su dirección; mientras que de palabra manifiestan estar
por el internacionalismo proletario, en la práctica se esfuerzan porque los
marxista-leninistas no estén unidos, no se atengan a una línea común formulada
sobre la base de un análisis profundo, de principios, objetivo, de clase, marxista-leninista.
Los revisionistas modernos recurren a todos los medios posibles para
dividirnos, ya que la unidad de los marxista-leninistas representa su muerte y
la de sus amos, los imperialistas norteamericanos. Los marxista-leninistas
deben rechazar estas tentativas de los revisionistas, superar todos los
obstáculos y fortalecer su unidad revolucionaria sobre la base del
marxismo-leninismo y del internacionalismo proletario. Deben fortalecer su
colaboración y su acción conjunta, deben elaborar
una línea común y una posición común sobre las cuestiones fundamentales,
particularmente en lo relacionado con la lucha contra el imperialismo y el
revisionismo moderno, con las nuevas alianzas, concretadas en las condiciones
reales de la situación actual, pero basadas siempre en los principios
marxista-leninistas.
La situación en el mundo y en el movimiento comunista
internacional se desarrolla a favor nuestro y en detrimento de nuestros
enemigos. Pero, debemos mirar de frente las situaciones y afrontarlas con
audacia, ya que los enemigos imperialistas y revisionistas, a pesar de los
fracasos sufridos, no han depuesto las armas. Por el contrario, están
intensificando su colaboración y su actividad. La situación es tal que no
tolera inercia, vacilación, incertidumbre, sino que exige audacia, decisión y
madurez; no tolera tácticas ineficaces, blandas, oportunistas ni fraseología,
sino que exige acciones rápidas y militantes, una táctica combativa que ayude,
cada día y cada hora, a nuestra estrategia revolucionaria, siendo, al mismo
tiempo, una táctica sabia, estudiada, según se presente la situación y según
las circunstancias en las que milita cada partido. No cabe duda de que con una
estrategia y una táctica revolucionarias basadas en nuestra ideología
triunfante, los partidos y las fuerzas marxista-leninistas marcharán siempre
adelante y conquistarán nuevas victorias en su sagrada lucha, junto con la
clase obrera y los pueblos de las naciones oprimidas, contra el imperialismo y
el revisionismo, por el triunfo del marxismo-leninismo, del socialismo, de la
revolución y de la paz en el mundo.
En cuanto al Partido del Trabajo de Albania, como miembro
activo de las fuerzas marxista-leninistas del mundo, es plenamente consciente
de la gran tarea histórica que se plantea hoy ante el movimiento comunista para
la defensa del marxismo-leninismo y el impulso de la causa de la revolución y
del socialismo... El Partido del Trabajo luchará con todas sus fuerzas contra
el imperialismo acaudillado por los Estados Unido de América y contra el
revisionismo moderno con los dirigentes soviéticos a la cabeza, apoyará sin
reservas la justa lucha revolucionaria de los partidos y fuerzas
marxista-leninistas, trabajará infatigablemente por la consolidación y el
fortalecimiento de la unidad antirrevisionista del movimiento marxista-
leninista y por la unidad antiimperialista de los pueblos del mundo, convencido
de que la victoria será del marxismo-leninismo, del socialismo y de los
pueblos. Esta es la tarea que plantea este Congreso ante todo el Partido para
los años venideros.
Obras Escogidas de Enver Hoxha
tomo IV, págs. 118-279
Casa Editora «8 Nëntori», Tirana, 1983
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