La absoluta
mayoría de especialistas burgueses en historia política soviética afirman que
Sergo Ordzhonikidze se suicidó, y que este fue un acto de protesta contra las
purgas de elementos oportunistas en el Partido y el Estado, que incluían a
colaboradores cercanos a Ordzhonikidze en el Comisariado de Industria Pesada que
éste dirigía. Uno de esos estrechos colaboradores era Piatakov, procesado como
cabecilla de un bloque trotskista. Cuentan estos “historiadores” que Stalin acosaba
a Ordzhonikidze con sus críticas a su blandura y conciliación, y con la
persecución de su círculo más íntimo. Al igual que en el caso de Rikov, aunque
con menos fortuna, presentan a Ordzhonikidze como elemento que podría haber
unido en torno suyo a bolcheviques que disentían de la mano dura que estaba
ejerciendo el “autócrata”. Las evidencias documentales sin embargo prueban el acendrado “stalinismo” de Sergo, incluyendo su posición ante el caso Piatakov.
Después de
la muerte de Stalin, particularmente en el XX Congreso, ante la
imposibilidad de atribuirle una responsabilidad directa en la muerte de
Ordzhonikidze (mediante el asesinato), Jruschov y Mikoyán siembran la historia
del suicidio de Sergo, supuestamente como resultado del callejón sin salida en el que lo
había puesto Stalin.
El siguiente
ensayo de Vladimir L. Bobrov (2008) analiza la seriedad de la teoría del suicidio de
Ordzhonikidze y llega a la conclusión de que no existe prueba que la confirme. Existen
sin embargo evidencias que respaldan la tesis de una muerte natural, como
consecuencia de un mal cardíaco, que todos sabían que aquejaba a Sergo.
Resultan bastante endebles y contradictorias, por decirlo de alguna manera, los
argumentos esgrimidos por Jruschov y Mikoyán en la creación y reforzamiento de la
historia del suicidio.
Como narra
Bobrov, Mikoyán estuvo presente inmediatamente después de la muerte de
Ordzhonikidze, vio el cadáver y presenció todo el movimiento que se realizó en
torno a la investigación forense. En sus memorias diría que se enteró del
“suicidio” a través de los informes de Jruschov en los congresos XX y XXII del
PCUS. Por su parte, Jruschov que fue miembro de la comisión del funeral de
Ordzhonikidze, dice que nunca supo nada hasta que… Mikoyán (sic!), muchos años después, lo puso al
corriente. En su “denuncia” de Stalin en este caso, su fuente era... Mikoyán.
Este renegado, por su parte, hizo entrega –oportunamente– de unas supuestas
“memorias” de la viuda de Ordzhonikidze (redactadas por un escritor extranjero)
que mantuvo en su poder durante algún tiempo. Esas cuestionables “memorias” y la foto de Izvestia
del 19 de febrero de 1937 (que reproducimos abajo) demuestran que Mikoyán supo todo el tiempo la verdad de
la muerte de Ordzhonikidze. Sin embargo, él nunca se presentó como testigo de esa
muerte, afirmando personal y directamente que Ordzhonikidze murió de un disparo
de arma de fuego. ¿Por qué?:... ¡Cosas de canallas y sinvergüenzas!
El misterio de la
muerte de Ordzhonikidze
Vladimir L. Bobrov
En el verano de 2008, participé en la filmación de un documental de televisión titulado “Los funerales del Kremlin”. No sé cuánto de mi entrevista, si es que la incluyen, se mantendrá en la versión final o qué será dejado fuera de él, como resultado de la edición. Por eso estoy publicando una ligera versión escrita de los comentarios que hice en el estudio de televisión.
No es fácil encontrar un historiador que tenga alguna
duda de cómo murió G.K. “Sergo” Ordzhonikidze. Confieso que, al igual que todos
los demás, también pensé que se había demostrado que G.K. se suicidó. De todos
modos, algo no cuadraba; siempre quedaba una especie de misterio.
Juzguen por ustedes mismos. En casos como, por ejemplo,
el suicidio del poeta Vladimir Mayakovski tenemos su nota de suicidio;
tenemos la pistola que le causó la muerte. La bala y el cartucho también fueron
encontrados. Tenemos la camisa ensangrentada de Mayakovski con el agujero de
bala, etc. Por supuesto, también tenemos el resultado de la autopsia y los
archivos de la investigación forense sobre su suicidio (sobre los que ha habido,
de hecho, algunas discrepancias entre algunos historiadores y estudiosos de la
literatura, en los últimos 20 años). Pero por lo menos no hay duda de que la
muerte de Mayakovski no fue por causas naturales, sino que se debió a un
disparo de pistola, quienquiera que haya hecho el disparo.
En el caso del “suicidio” de Ordzhonikidze, las cosas son
muy diferentes. Nadie vio ninguna nota de suicidio (y es posible que no hubiera
una). Nunca se estableció la presencia de un arma de fuego en la escena.
Tampoco hay ninguna evidencia sobre el tipo de arma de fuego (¿escopeta de
caza? ¿pistola?) con el que se hizo el disparo. No tenemos información acerca
de la bala o el cartucho, ni de alguna camisa ensangrentada o una chaqueta acribillada
a balazos. No hay ninguna evidencia en absoluto. Y, sin pruebas, es imposible
decir si Ordzhonikidze murió, en efecto, de una herida de bala.
La exhumación no nos puede ayudar aquí, porque el cuerpo
de Ordzhonikidze fue incinerado y enterrado con ceremonia en la muralla del
Kremlin.
La primera versión
oficial de su muerte es la autopsia publicada en Izvestia, en su edición del 19 de febrero 1937[1].
Hoy nadie cree en la conclusión médica oficial: “muerte
por insuficiencia cardiaca (paralich serdtsa)”.
Todos los historiadores hablan hoy de una muerte violenta, sobre todo de un
suicidio.
Vamos a tratar de llegar al fondo de este misterio.
Una segunda “versión
oficial” fue revelada en el XX Congreso del PCUS en el “discurso secreto”
de Nikita Jruschov.
“Beria también trató cruelmente a la familia del camarada
Ordzhonikidze. ¿Por qué? Porque Ordzhonikidze había intentado impedir que Beria
llevase a cabo sus planes funestos. Beria había eliminado de su camino a todas
las personas que podían oponérsele. Ordzhonikidze fue siempre un adversario de
Beria y se lo dijo a Stalin, quien, en vez de examinar el asunto y de tomar
medidas apropiadas, permitió la liquidación de los hermanos de Ordzhonikidze
por lo cual finalmente se suicidó el camarada.” [2]
Vamos a poner a Beria fuera de esto, deteniéndonos sólo
para señalar que durante los años del “deshielo”, Jruschov nunca perdió la
oportunidad de ensuciar el nombre de su antiguo camarada.
Estamos interesados en
una cuestión diferente: ¿De dónde obtuvo Jruschov su información sobre el
misterio de la muerte de Sergo?
Es bien sabido que la base del “discurso secreto” de Jruschov
fue el informe de una comisión especial del Comité Central del PCUS para el
establecimiento de las causas de las represiones masivas contra los miembros y
candidatos del CC del PC (b) de URSS que fue elegido en el XVII Congreso del
Partido en 1934. Pero no hay nada sobre la muerte de Ordzhonikidze en el
informe de la Comisión [3] ni en el proyecto de “discurso secreto” de Jruschov que
los autores del informe prepararon. [4]
La primera mención
del suicidio se encuentra en los llamados “dictados” de Jruschov durante la
preparación de su intervención en la sesión de clausura, el último día del XX
Congreso del Partido [5]. En otras palabras, esta segunda “versión oficial” es elaboración
del propio Jruschov. No queda más que explicar de dónde obtuvo Jruschov esa
información.
El discurso de Jruschov sólo se le llama “secreto” (en
ruso: “cerrado”) por ironía histórica. En 1956, el mismo año en que Jruschov lo
pronunció, fue filtrado a Occidente y luego publicado en muchos de los idiomas
del mundo, incluido el ruso.
Su primera publicación oficial tuvo lugar durante los
años de la “perestroika” de Gorbachov.
Pero incluso en los días de Jruschov, se organizaron reuniones del Partido para
su lectura. Por lo tanto, el discurso fue “secreto” sólo en la imaginación, porque,
en un tiempo muy corto, millones de personas se familiarizaron con él.
Sin embargo, no se escribió nada sobre el “suicidio” de
Ordzhonikidze en los medios de comunicación soviéticos públicos hasta 1961,
cuando Jruschov una vez más se refirió a este tema en sus “Comentarios finales” al XXII Congreso del Partido, el 27 de octubre
de 1961.
“Recordemos a Sergo Ordzhonikidze. Yo participé en el
funeral de Ordzhonikidze. Yo creía en lo que se dijo en ese momento, que había
muerto súbitamente, porque todos sabíamos que tenía problemas cardíacos. Mucho
más tarde, después de la guerra, me enteré por casualidad de que se había
suicidado... El camarada Ordzhonikidze vio que no podía trabajar con Stalin por
más tiempo, pese a que antes había sido uno de sus amigos más cercanos.
Ordzhonikidze ocupaba un alto puesto de Partido. Lenin lo había conocido y
valorado, pero la situación era tal que Ordzhonikidze ya no podía trabajar con
normalidad y, para no entrar en conflicto con Stalin y evitar compartir la
responsabilidad de su abuso de poder, decidió suicidarse.” [6]
Como podemos ver que incluso Beria está ausente aquí.
Toda la culpa se hace recaer sobre Stalin, sobre la situación que se había
creado en torno a Ordzhonikidze bajo la influencia de Stalin.
Sin embargo, aquí nos enteramos que en 1937 Jruschov no
sabía, y no había oído, nada en absoluto, acerca del suicidio de Ordzhonikidze.
Esto es aún más sorprendente si se considera que Jruschov había sido miembro de
la comisión encargada de organizar el funeral (bajo la presidencia de Akulov).
Jruschov no identificó la fuente de su información. Él
sólo dijo que había oído hablar de lo que había ocurrido sólo después de la
guerra, es decir, casi 10 años después de la misteriosa desaparición de Sergo.
Finalmente, Jruschov tocó por tercera vez el tema de esta
muerte en sus memorias. Su primera versión se publicó en primer lugar en Occidente,
y un cuarto de siglo más tarde apareció su versión más completa en ruso. En
ella aprendemos más - pero la historia de Jruschov aquí no aclara mucho la
situación, por el contrario, la confunde aún más.
“Anastas Ivanovich Mikoyán me informó en detalle sobre la
muerte de Ordzhonikidze, pero eso fue mucho más tarde, después de la muerte de
Stalin. Dijo que antes de su muerte (él se suicidó no el domingo sino el sábado
o antes) había dado un largo paseo con Sergo, alrededor del Kremlin. Sergo le
había dicho que no podía seguir viviendo de esa manera por más tiempo, Stalin
no le creía, y los cuadros que había elegido habían sido liquidados, casi todos,
pero que no podía luchar con Stalin, y sin embargo no podía vivir así por más
tiempo.
“Y me enteré de la verdad, por casualidad, durante la guerra. Yo había llegado del frente. En la cena en la casa de Stalin, que duró toda la noche, caí en una situación anormal. De repente me acordé de Sergo y comencé a decir palabras amables sobre él: que habíamos sido privados de un hombre tan maravilloso, inteligente, bueno, que había muerto temprano, cuando podía haber vivido y trabajado aún más. Levanté la mirada y vi que en la mesa se produjo una reacción, como si yo hubiera dicho algo indecente. Es cierto que nadie me dijo nada, pero prevaleció el silencio. Vi eso y luego, cuando salí, le dije a Malenkov: “¿Cuál es el problema?” “¿Qué? ¿En verdad no lo sabes?” “¿De qué estás hablando?” “Que Sergo no murió como se dice, que se pegó un tiro y que Stalin le condena por eso; y tú hablando bien de él. Por eso se produjo la pausa que notaste.” “Esta es la primera vez que oigo hablar de esto. Así que es eso...” [7].
Dejando de lado por un momento la esencia de su historia,
notamos que Jruschov no tenía, y nunca tuvo, ninguna prueba concreta, aparte de
declaraciones orales, es decir, aparte de los rumores que le dijeron, si se le
puede creer, primero Malenkov y Mikoyán, y luego el autor de la segunda
versión.
Ante tan débil evidencia y a la falta de alguna evidencia
de cualquiera de los investigadores forenses, deberíamos poner fin aquí a
nuestra investigación. Este es el momento de recordar que no existe una nota de
suicidio, evidencia de alguna arma de fuego de cualquier tipo, de alguna bala o
cartucho, de una camisa ensangrentada, de una chaqueta acribillada: no hay ninguna
evidencia de que Ordzhonikidze murió de un disparo.
Tampoco los historiadores pueden interrogar a Jruschov o
Malenkov, por ejemplo, para saber qué evidencia “de primera mano” tenían.
Tenemos que conformarnos con las migajas de las pruebas que han sobrevivido
hasta nuestros días. Pero las interrogantes sobre la versión de Jruschov no van
a desaparecer.
Digamos que Jruschov se dio cuenta, durante los años de
guerra, que Stalin había reconsiderado su relación con Sergo y que no volvió a hablar
amablemente de él nunca más. Sin embargo, en 1941, el año en que comenzó la
guerra, se presentó la película “Valery
Chkalov” (dirigida por M. Kalatozov). Es bien sabido que Stalin era un juez
muy crítico de cine. Las partes de esta película en la que Mijaíl Gelovani
desempeña el papel de Stalin ya no se muestran hoy en día, pero los episodios
relativos a Sergo Ordzhonikidze (interpretado por Semion Mezhinsky) todavía
pueden verse a pesar de que no hubiera habido mucho problema para deshacerse de
ellos en 1941, como pudo haberse hecho más tarde.
Cuando leí las memorias de Jruschov, por primera vez, me
llamó la atención de inmediato su historia sobre cómo se enteró del suicidio de
Ordzhonikidze. Yo pensé: “¡Qué increíble persona era Nikita Sergeevich:
trabajaba sin escuchar los rumores que lo rodeaban.” Sobre todo porque ni Mikoyán
ni Malenkov tuvieron ningún papel en la organización del funeral de Sergo, mientras
que Jruschov sí, lo tuvo. Si algún rumor o secreteo llegó a los oídos de
alguien, debió llegar a Jruschov. Pero aparentemente no fue así.
Por supuesto, en última instancia, siempre se puede decir
que los escuchó muchos años antes. No hay forma de verificar las declaraciones
de este tipo, por lo que sólo nos interesan, en todo caso, los rumores que
circulaban lo más cerca posible al tiempo del suceso y que podemos fechar con
cierta seguridad.
Un claro ejemplo de una colección de este tipo de rumores
es el “Boletín de la Oposición” de Trotsky,
que publicaba historias anti-Stalin, poco halagüeñas para el régimen soviético.
Y de hecho hay algo que sí encontramos sobre Ordzhonikidze. Por ejemplo, en
junio de 1938 nos encontramos con una nota de “Br”, uno de los corresponsales
de Trotsky, que dice así:
“Este excelente médico del Kremlin (Lev Grigorievich
Levin – VB), también sabía demasiado,
y podía decir muchas cosas en cualquier momento. Sabía cómo había muerto Ordzhonikidze.
(En Moscú se dice que Ordzhonikidze murió en una reunión después de una
tormentosa discusión con Stalin, pero en incluso en la GPU no se cree en esta
versión y me dijeron que Ordzhonikidze había sido envenenado).” [8]
El propio Trotsky en su libro “Stalin” señaló precisamente que “hubo rumores de envenenamiento en
relación con la muerte de Ordzhonikidze”. Así que la idea de que Ordzhonikidze se
había suicidado no se le ocurrió a Trotsky.
La primera idea al respecto iluminó la mente del desertor
soviético Víctor Kravchenko. En su libro publicado en Nueva York después de la
guerra, este memorista envuelve toda la información que tenía sobre la muerte
de Ordzhonikidze con rumores, e incluso vuelve a contar una de las más conocidas (gracias a Trotsky) de ellas:
“Hay quienes creen que él [Ordzhonikidze – VB] tomó veneno en un momento de desesperación. Otros sugieren que pudo haber sido envenenado por el Dr. Levin, el mismo médico que más tarde confesó el envenenamiento de Máximo Gorki. Ninguna de mis fuentes duda, en lo más mínimo, que tuvo una muerte violenta, que su fin no fue “por causas naturales”.” [9]
En otras palabras, incluso los rumores no son compatibles
con la versión de Jruschov.
¿Qué hay de Malenkov? En 1937, al día siguiente del
funeral de Ordzhonikidze, comenzó el Pleno del Comité Central del PC (b) de la
URSS.
El Pleno se convirtió en el más largo o uno de los más
largos de la historia, pero la transcripción completa recién fue publicada en
la década de 1990. Y en ella, ni uno solo de los que hablaron hizo la más
mínima sugerencia de que la muerte de Ordzhonikidze no había sido natural.
Por supuesto que cualquiera pudo haberlo hecho. El Pleno
se inició con el examen de los casos de Bujarin y Rykov. Una estratagema
posible para salvar sus vidas pudo haber sido acusar o simplemente hacer
alusión al grupo stalinista en la CDC, que los “derechistas” tenían “pruebas”
mortales contra ellos. Pero nada de eso ocurrió. Nadie dijo nada, Bujarin y
Rykov fueron arrestados y enviados a la unidad de investigación de la Lubianka.
Stalin propuso al Pleno limitarles el castigo al exilio administrativo, sin entregar
sus casos a los tribunales o a la NKVD. Pero su propuesta de exilio fue
rechazada.
En 1953 después de la muerte de Stalin, Malenkov habló en
el Pleno dedicado a Beria y a sus (supuestas) conspiraciones. Pero no dijo nada
en absoluto sobre el misterio de la muerte de Ordzhonikidze. Y Andreyev, un
veterano miembro del Comité Central, sólo comentó que “el generoso corazón de
Sergo no pudo resistir.” [10], una observación que confirma la primera versión
oficial.
Esta misma versión no fue desmentida sino más bien
confirmada por Mikoyán en su intervención en el Pleno.
“Recuerdo que hablé con él [con Ordzhonikidze – VB] unos días antes de su muerte. Él
estaba muy molesto. Me preguntaba: “No entiendo por qué el camarada Stalin no
confía en mí. Soy absolutamente fiel al camarada Stalin y no quiero pelear con
él, quiero apoyarlo, pero él no confía en mí. Beria está jugando un papel
importante en esto. Beria está entregando información incorrecta al camarada
Stalin, y Stalin le cree.” [11]
Compárese esto con lo que dijo Jruschov y se verá la diferencia:
“Anastas Ivanovich Mikoyán me informó en detalle sobre la
muerte de Ordzhonikidze, pero eso fue mucho más tarde, después de la muerte de
Stalin. Dijo que antes de su muerte (él se suicidó no el domingo sino el sábado
o antes) había dado un largo paseo con Sergo, alrededor del Kremlin. Sergo le
había dicho que no podía seguir viviendo de esa manera por más tiempo, Stalin
no le creía, y los cuadros que había elegido habían sido liquidados, casi todos,
pero que no podía luchar con Stalin, y sin embargo no podía vivir así por más
tiempo.” [12]
Por cierto, si aceptamos la fecha de la muerte de
Ordzhonikidze, según el relato de Jruschov – “no el domingo [18 de febrero de
1937 – VB] sino el sábado o antes”,
entonces tenemos que rechazar incluso las pocos memorias sobre los
acontecimientos de los días anteriores a la muerte de Sergo que pueden proporcionar
algún tipo de confirmación de la segunda versión oficial, de la establecida por
Jruschov. (Cuando estudió el archivo Ordzhonikidze, Oleg Khlevniuk trató de llegar
a un “compromiso”: en su opinión la muerte de Sergo tuvo lugar durante la noche
entre el sábado y el domingo 18 de febrero de 1937. Pero Khlevniuk no
proporciona pruebas para esta conclusión).
Pero este no es el meollo del asunto. Una de dos, o la
principal y, básicamente, la única fuente primaria para la segunda versión
oficial –la de Jruschov– es correcta o Jruschov mintió.
Durante mucho tiempo traté de encontrar por lo menos un
testigo ocular que apoyara la versión de que Ordzhonikidze había muerto de un
disparo y, si no el texto de una nota de suicidio o la marca del arma de fuego,
por lo menos el relato de un testigo que haya visto el cuerpo ensangrentado de
Sergo. Y al fin lo logré. Aquí están estas valiosas líneas de unas memorias:
“Aquí en la alfombra yacía Sergo... con un disparo en el pecho... Un poco de inflamación en la piel por encima del corazón... Cogí su mano, le tomé el pulso, toqué su cabeza con mis labios... Estaba muerto, en un instante, en una milésima parte de un instante, se había ido... Llamé al médico del Kremlin... El médico apareció inmediatamente y confirmó su muerte.” [13]
Las memorias supuestamente provienen de una mujer [ya que
los verbos son femeninos – GF (*)]. Pero ése no es el caso. Esta cita
está tomada de las memorias de A.I. Mikoyán, donde ese texto está precedido por
las siguientes palabras:
“Sólo después del XX Congreso del Partido, en febrero de
1956, supe los detalles de las últimas horas de la vida de Sergo. La viuda de Ordzhonikidze,
Zinaida Gavrílovna, se los contó al periodista Gershberg, quien escribió su
historia [la de ella] y luego me la entregó a mí. Gershberg conocía
personalmente a Ordzhonikidze, asistía a las reuniones que él hacía y conocía a
su esposa.”
Es decir, el relato anterior no fue escrito por la viuda
de Ordzhonikidze, sino por el periodista Gershberg, que transcribió lo que ella
le contaba y que, a su vez, es citado por Mikoyán. Todo esto es importante ya
que la supuesta “Zinaida Gavrílovna” también recuerda:
“Media hora o cuarenta minutos más tarde, no lo sé, llegó
Stalin con Voroshilov, Molotov, Mikoyán, Kaganovich, Zhdánov, Yezhov. Fueron directamente
a la habitación. Ni una palabra, ni un sonido. Me senté en el borde de la
alfombra... Stalin me miró y me llamó con una ligera inclinación de cabeza.
Salimos de la habitación hacia la oficina. Nos quedamos uno frente al otro. Se
veía demacrado, viejo y lamentable. Le pregunté: “¿Qué debemos decir a la gente?”.
“Que su corazón se rindió”, respondió Stalin... Comprendí que eso era lo que
los periódicos escribirían. Y así lo hicieron...”
Y esa fue exactamente la versión de la insuficiencia
cardíaca, que apareció en los periódicos al día siguiente. Y para una mayor
credibilidad se publicó también una fotografía: Stalin y los demás compañeros
del Vozhd, en ese momento, junto al
cuerpo de Ordzhonikidze. Entre ellos se encontraba Mikoyán, que entró en la
habitación de Ordzhonikidze, junto con Stalin. La foto fue publicada en Izvestia el 19 de febrero de 1937. [14]
(**)
Pero, ¿cómo es que Mikoyán no se dio cuenta del cuerpo
ensangrentado de Sergo con la herida de bala en el pecho? ¿Cómo es que el
alboroto, inevitable en estos casos, esencial para encubrir los rastros de una
muerte violenta, ocurrió sin que él se diera cuenta? ¿Por qué Mikoyán tiene que
refugiarse en una historia de segunda mano, como son las notas de un periodista,
si él mismo había visto todo y oído todo, porque había sido testigo de todo y
había estado en el centro mismo de los acontecimientos? En lugar de una
respuesta a estas preguntas, en el relato de Mikoyán se lee: “Sólo después del XX
Congreso del Partido, en febrero de 1956, supe los detalles de las últimas
horas de la vida de Sergo”...!
Esto no tiene sentido. Nuevamente tenemos ante nosotros
un testigo inadecuado – como el propio Jruschov. Si excluimos las dos
declaraciones de Jruschov en los Congresos del Partido y las memorias de
aquellos cuyos relatos las reflejan, no hay ni una sola prueba que confirme el “hecho”
del suicidio de Ordzhonikidze. Jruschov, como es bien sabido, demostró ser un
mentiroso, y es imposible creer simplemente lo que él dijo. Lo más probable es
que se aprovechó del hecho de que nadie pudo refutar las tesis impactantes,
pero falsas, de su “discurso secreto” y forjó la versión del suicidio de Ordzhonikidze
(así como hizo con la historia de Stalin planificando operaciones militares “en
el mundo”). La versión de Jruschov sobre el suicidio de Sergo sigue careciendo
de alguna confirmación.
Algunos pueden decir: Toda la evidencia que una vez
existió fue destruida o falsificada en 1937. Pero la evidencia de esta
afirmación es aún más endeble que la evidencia de la historia del “suicidio”: ¡no
existe en absoluto!
Nos guste o no, en el presente caso nos vemos obligados a
sacar la misma conclusión que hace poco leí en una revista:
“El primer mandamiento del historiador: Un evento que no
ha dejado ninguna prueba de sí mismo debe considerarse que no ha ocurrido”.
Notas
1. “Pamiati Tovarishcha Ordzhonikidze” (“A la memoria del camarada
Ordzhonikidze”) http://www.oldgazette.ru/izvestie/19021937/text1.html
2. Nikita S. Khrushchev, “The Cult of the Individual”, “Grandes discursos del Siglo XX”, Guardian, 26 de abril de 2007. En http://www.guardian.co.uk/theguardian/2007/apr/26/greatspeeches5 Esta es la misma traducción que la de The New Leader (1962).
3. “Doklad Komissii TsK KPSS dlia ustanovleniia prichin massovykh repressii protiv chlenov i kandidatov v chleny TsK VKP(b), izbrannykh na XVII s’ezde partii, Prezidiumu TsK KPSS. 9 fevralia 1956 g.” En K. Aimermakher, V.IU. Afiani, et al., Doklad Khrushcheva o Kul'te Lichnosti Stalina na XX S"ezde KPSS. Dokumenty. Moscú: ROSSPEN, 2002, pp. 185-230.
4. “Proiekt doklada ‘O kul’te lichnosti i ego posledstviakh’, predstavlenniy P.N. Pospelovym i A.B. Aristovym. 18 fevralia 1956 g.” En Doklad Khrushcheva, 120-133.
5. “Dopolneniia N.S. Khrushcheva k proiektu doklada ‘O kul’te lichnosi i ego posledstviakh’. 19 fevralia 1956 g.” En Doklad Khrushcheva, p. 143. Todo el texto de los agregados de Jruschov se encuentra en las pp. 134-162 de esta edición.
6. XXII s’ezd Kommunisticheskoi Partii Sovetskogo Soiuza.17-31 oktiabria 1961 goda. Stenograficheskii otchet. II, 587. En http://vkpb2kpss.ru/book_view.jsp?idn=002422&page=587&format=djvu
7. Khrushchev, N.S. Vremia. Liudi. Vlast’. (Vospominaniia). Kn. 1 (Moscú: Moskovskie Novosti, 1999), pp. 138-9.
8. Br., “Vokrug protsessa 21-go” (“En torno al juicio de los 21”), Biulleten’ Oppozitsii No. 66-67, June 1938. Et http://www.1917.com/Marxism/Trotsky/BO/BO_No_66-67/BO-0589.html
9. Victor Kravchenko, I Chose Freedom. New York: C. Scribner’s Sons, 1946, p. 240.
10. Lavrentii Beria.1953. Stenogramma iiul’skogo plenuma TsK KPSS i drugie dokumenty. Moscú: MDF, 1999, 342.
11. Ibíd., 167.
12. Véase la nota 7, arriba.
13. A.I. Mikoian, Tak Bylo. Moscú: Vagrius, 1999, Capítulo 24: “Samoubiistvo Ordzhonikidze” (“El suicidio de Ordzhonikidze”).
14. La fotografía es reproducida de Izvestia en http://www.oldgazette.ru/izvestie/19021937/01-2.html
* GF = Grover Furr
** Se ha corregido lo que consideramos un error tipográfico. La fuente dice
que el número de Izvestia que publicó la foto es del 17 de febrero de 1937,
cuando la fecha correcta es 19 de febrero de 1937. Ordzhonikidze murió a las
5.30 p.m. del 18 de febrero de 1939.
Fuente:
http://msuweb.montclair.edu/~furrg/research/bobrov-ordzhon08eng.html
Traducido para “Crítica Marxista-Leninista” por S. Fiume.
Descargar “El misterio de la muerte de Ordzhonikidze” de Vladimir L. Bobrov.
Ver vídeo sobre el funeral de Ordzhonikidze, parte 1.
Ver vídeo sobre el funeral de Ordzhonikidze, parte 2.
Descargar “El misterio de la muerte de Ordzhonikidze” de Vladimir L. Bobrov.
Ver vídeo sobre el funeral de Ordzhonikidze, parte 1.
Ver vídeo sobre el funeral de Ordzhonikidze, parte 2.