Por Ndreçi Plasari
Profesor, miembro del CC del PTA,
vice-director del Instituto de Estudios
Marxista-Leninistas adjunto al CC del Partido
Albania Hoy, nº 2, 1977
El VII Congreso del Partido del Trabajo de Albania
hizo hincapié en que “uno de los principales factores que permitieron a nuestro
Partido asegurar su papel dirigente y la hegemonía de la clase obrera de manera
completa, monolítica y efectiva, a lo largo de toda su existencia, es su
acerada unidad ideológica y organizativa”.
El propio Congreso fue una brillante manifestación
de esta unidad: se caracterizó, de principio a fin, por la unidad de opiniones
y elaboró una sola línea, la consecuente línea marxista-leninista del Partido, enriquecida
y desarrollada sobre la base de la recapitulación de la experiencia
revolucionaria acumulada en la lucha por la construcción del socialismo y la
defensa de la patria.
Los clásicos del marxismo-leninismo enseñan que para
el partido revolucionario de la clase obrera, la unidad es el arma más poderosa
para hacer frente a los ataques de los enemigos de clase, para superar las
dificultades y llevar a cabo las tareas programáticas de la revolución y la
construcción del socialismo y la sociedad comunista. La falta de unidad
ideológica y organizativa del partido revolucionario y la cristalización de fracciones
y líneas antimarxistas en su seno, lo convierten en un partido
burgués-revisionista, socialdemócrata, y lo destruyen por completo. “Un partido
marxista-leninista que se respete como tal”, dice el camarada Enver
Hoxha, “no
puede permitir la existencia de dos líneas en el Partido, no puede permitir la
existencia de una o más fracciones. Y si eso ocurre, el Partido no puede y no
debe permitir su existencia ni por un corto tiempo”.
Hasta ahora, todos los partidos
marxista-leninistas destruidos o convertidos en partidos revisionistas
fueron destruidos o convertidos en revisionistas porque se desviaron de los
principios marxista-leninistas y permitieron la formación y funcionamiento de líneas
opuestas y corrientes antimarxistas fraccionalistas en su seno, siendo en
consecuencia incapaces de combatirlos y liquidarlos. La corriente revisionista
jruschovista que finalmente cristalizó tras la muerte de Stalin, logró triunfar
sobre la línea marxista-leninista y liquidar al Partido Comunista bolchevique
cuando este partido se empantanó en la rutina burocrática y perdió su
vigilancia, y, en consecuencia, no fue capaz de utilizar los métodos
revolucionarios de lucha que una vez utilizó para destruir a mencheviques, trotskistas,
zinovievistas, bujarinistas y otros enemigos, para eliminar a los revisionistas
jruschovistas.
El revisionismo ha sido incapaz de echar raíces o
triunfar en el Partido del Trabajo de Albania, como lo ha hecho en muchos de
los antiguos partidos comunistas y obreros, porque el Partido no ha permitido
que se desarrollen o empeoren los elementos hostiles, no ha permitido que los
puntos de vista y la actividad de los elementos y grupos traidores antipartido se
conviertan en líneas opuestas a la línea política marxista-leninista del
Partido.
Como es sabido, a lo largo de la historia del PTA, aparecieron en
su seno enemigos y traidores y se formaron peligrosos
grupos fraccionalistas. Pero en nuestro Partido, los grupos enemigos fueron
destruidos antes de que pudieran ser capaces de asumir la forma de una fracción
y una línea opuesta. Una vez expuestos y combatidos por el Comité Central, fueron
combatidos y aplastados por el conjunto del Partido y el pueblo. Así, los
grupos y elementos traidores se quedaron sin seguidores y discípulos declarados, y fueron
liquidados.
Uno de los grupos que realizó actividades hostiles
extremadamente peligrosas fue el grupo trotskista de Koçi Xoxe. Su actividad se
extendió a muchos campos, especialmente en la vida interna del Partido y la fuerza
de seguridad del Estado. Sin embargo, los puntos de vista antimarxistas que
eran la base de esta actividad, no llegaron al punto de cristalizarse en una
línea distinta. El XI Pleno del Comité Central (septiembre de 1948) y el I
Congreso del Partido (noviembre de 1948), que hicieron una evaluación de la
línea política del Partido del período de 1945 a 1948, llegaron a la conclusión
que no hubo dos líneas en el Partido, sino una sola línea, que era correcta
en general, aunque hubo una serie de distorsiones de ella. Estas distorsiones consistieron en
algunas tesis y prácticas antimarxistas equivocadas introducidas de contrabando
en la línea y la actividad del PTA por el grupo enemigo. Representaban las
tesis y prácticas de la política trotskista-revisionista yugoslava.
Los últimos grupos traidores de Fadil Paçrami y Todi
Lubonja, Beqir Balluku, Petrit Dume y Hito Cako, Abdyl Këllezi, Koço Theodhosi
y Kiço Ngjela fueron expuestos y destruidos antes de que cristalizaran en
líneas y corrientes opuestas en el Partido.
Ante la unidad monolítica del Partido, ninguno de
los grupos y elementos enemigos se atrevió a oponerse abiertamente a la línea
del Partido, a aparecer con una línea política opuesta, porque la gran
autoridad y la unidad de acero del Partido los hubiera suprimido y los sólidos vínculos
del Partido con el pueblo los hubiera aterrado. Por esa razón, trabajaron de
forma encubierta, tratando de distorsionar la línea del Partido en un campo u
otro, sobre tal o cual cuestión, en su aplicación práctica, para causar
problemas y desorganización, para evitar la ejecución de las decisiones,
directivas y tareas políticas, económicas, culturales, militares y de todo
tipo, con el fin de crear la impresión de que la línea del Partido no era la
correcta, esperando el momento oportuno para manifestarse y atacar con toda su
fuerza. Pero ese momento nunca llegó, porque fueron descubiertos y combatidos a
tiempo, aplastados ideológica y organizativamente, liquidándose sus puntos de
vista y su actividad. Todos los comunistas y el pueblo entero, como un solo
hombre, apoyaron las decisiones de los Plenos del Comité Central y los
Congresos del Partido y al camarada Enver Hoxha, en la condena de estos
enemigos, y se pusieron de pie contra cualquier tesis o actividad hostil y contra
cualquier elemento traidor.
Esta experiencia demuestra, por un lado, que existe
el permanente peligro de formación de corrientes y líneas antimarxistas en el
seno del Partido de la clase obrera, como consecuencia de la feroz lucha de
clases entre el socialismo y el capitalismo, como consecuencia de la poderosa y
permanente presión que los enemigos de clase internos y externos ejercen sobre
el Partido. Por otro lado, demuestra que el nacimiento y cristalización de
estas corrientes y líneas no son inevitables: se les debe cerrar el paso.
¿Cómo hizo el Partido del Trabajo de Albania para impedir
la creación de líneas revisionistas opuestas en sus filas?
Partiendo del principio marxista-leninista de que
es inadmisible tener dos líneas en el Partido y de que es inadmisible permitir la existencia y actividad de fracciones en su
seno, el Partido del Trabajo de Albania ha librado una permanente lucha de
clases con métodos revolucionarios, dentro y fuera de sus filas, contra los
puntos de vista antimarxistas y enemigos, contra las violaciones y distorsiones
de las directrices, principios y normas del Partido, contra los defectos y los errores.
Esta lucha no ha sido una lucha entre dos líneas sino una lucha para defender,
aplicar y enriquecer una sola línea marxista-leninista en el curso de la acción
revolucionaria, una lucha para preservar y fortalecer la unidad proletaria del
Partido, sin dejar resquicios.
El Partido del Trabajo de Albania no se ha dejado
embriagar por sus éxitos, no se ha vuelto engreído ni se ha dejado dominar por
la euforia debido a su fuerte unidad, su línea correcta, sus vínculos sólidos
con las masas y las grandes victorias logradas bajo su liderazgo. Combatir y no
permitir la autocomplacencia, el orgullo, la euforia, significa destruir el
terreno para el gusano pequeñoburgués y revisionista, impedir que se introduzca
en el Partido y la dictadura del proletariado con el propósito de destruirlos
desde dentro.
Toda pérdida o debilitamiento de la vigilancia
revolucionaria, cualesquiera que sean sus causas, implica el mismo peligro. “Gracias a la
vigilancia del Partido, a su gran experiencia, perspicacia revolucionaria y cabeza
fría”, dice el camarada Enver Hoxha en relación con el descubrimiento y
aplastamiento de los últimos grupos de conspiradores y golpistas, “esta actividad
hostil fue descubierta en todo su peligro y extensión”.
Nuestra experiencia revolucionaria nos enseña que
el Partido nunca debe olvidar o subestimar el gran peligro que lo amenaza, proveniente
de los objetivos y la actividad de los enemigos de clase internos y externos y
del cerco imperialista revisionista. Sólo permaneciendo siempre atentos, teniendo
un conocimiento profundo de los enemigos, los métodos, las formas y los medios
de su trabajo destructivo, sin subestimar nunca la presión que las fuerzas enemigas
reaccionarias y regresivas de dentro y fuera del país ejercen sobre el Partido,
se pueden destruir estas presiones, evitar los peligros y cerrar el paso al
ingreso de corrientes y líneas revisionistas opuestas. Es muy importante que el
Partido sea consecuente en su estrategia, táctica y práctica
marxista-leninistas. Como dice el camarada Enver Hoxha: “a lo largo de toda su existencia,
llena de batallas revolucionarias, nuestro Partido ha tenido una correcta línea
teórica marxista-leninista, de principio, y la ha aplicado en la práctica”.
Las victorias del Partido son “el trabajo de un pueblo y Partido heroicos, el resultado inevitable
de la aplicación coherente de la teoría de Marx, Engels, Lenin y Stalin”.
Esta consistencia del derrotero marxista-leninista de nuestro Partido del Trabajo
en todos los períodos de la revolución es uno de los factores fundamentales que
han hecho posible impedir la creación de corrientes y líneas opuestas en el
Partido. La vacilación e indefinición de sus posturas, decisiones y consignas, los cambios sin
principios de política sobre cuestiones internas y externas, sometiendo esta
política a las circunstancias del momento o cambiándola por razones meramente
pragmáticas y utilitarias, provocan confusión y desorientación y preparan el
terreno a las corrientes y líneas antipartido y a la actividad hostil en el
seno del Partido.
Que se formen o no líneas opuestas en el Partido depende
en gran medida de la postura que el Partido adopte con respecto a sus propios
defectos y errores. El Partido del proletariado no teme reconocer sus
deficiencias o errores en su línea o actividad práctica. Pero, por muy
importante que sea reconocer los errores y defectos, es igual de importante
estar decidido a luchar hasta el final para corregirlos y saber cómo hacerlo.
Los errores, debilidades y desviaciones que no se dan a conocer y no se combaten
a tiempo con métodos revolucionarios, pueden convertirse en una fuente para la
aparición de grupos, corrientes y plataformas revisionistas. “Cualquier negligencia,
exceso o liberalismo”, enseña el camarada Enver Hoxha, “hace un daño
incalculable y crea una situación de decadencia. Nadie excepto los enemigos
quiere que eso suceda. Pero puede suceder si no luchamos como un solo hombre en
torno al Partido... contra estas manifestaciones”.
Que se formen o no líneas opuestas también depende
de la actitud hacia los grupos antipartido, cuando tales grupos se forman en el
seno del Partido. La práctica revolucionaria ha enseñado al Partido del Trabajo
que no debe permitir, de ninguna manera, la existencia y la actividad de ningún
tipo de grupo antipartido, ni por un tiempo breve. Independientemente de las
formas y los medios que utilicen, abiertos o secretos, todos los grupos
antipartido son igualmente dañinos, por lo que deben ser combatidos y destruidos
completamente, de lo contrario, se convertirán en corrientes y líneas opuestas.
No hay duda de que la lucha contra los grupos,
elementos y puntos de vista antipartido es en primer lugar una lucha
ideológica. Pero también es una lucha política y organizativa. En la lucha por
liquidar las bases ideológicas de cada grupo antipartido, tomaron parte todos
los comunistas. También participaron las masas populares. En todas las instancias,
se celebraron discusiones en las secciones del Partido. Las masas populares fueron
informadas a través de cartas especiales del Comité Central del Partido, recibieron
amplias explicaciones a través de reuniones y la prensa, y siempre expresaron
su opinión, exponiendo y condenando los puntos de vista ideológicos y políticos
antimarxistas y antisocialistas de cada grupo. Esto convenció absolutamente a los
comunistas y a la clase obrera del carácter antimarxista y antinacional de los puntos
de vista y la actividad de los traidores. Este trabajo, que continuó incluso
después del aplastamiento de los grupos antipartido, nunca hubiera logrado
plenamente este objetivo si no hubiera estado acompañado de las medidas organizativas
adecuadas, basadas en los Estatutos del Partido. El Partido del Trabajo siempre
ha ligado estrechamente la lucha ideológica con las medidas organizativas,
considerando esto como una condición esencial para el éxito de esta lucha.
Después de haber agotado todos los medios de persuasión, nunca se ha permitido
que los elementos traidores antipartido permanezcan en el Partido, mucho menos
en el Comité Central, cuando se ha demostrado que eso es lo que son. El camarada
Enver Hoxha nos dice, “nuestro Partido nunca ha dejado de utilizar medios
pacientes de clarificación y persuasión con aquellos que traicionaron y se pusieron
en la senda antipartido y antipopular, pero cuando se colmó el vaso y los
hechos fueron evidentes, se los arrojó fuera de sus filas sin vacilar y se entregó
los conspiradores a los tribunales, que incluso sentenciaron a muerte a
algunos. Los enemigos lloraron por ellos, pero la gente se alegraba de que
estos traidores hubieran sido eliminados”. Esta es una posición profundamente
revolucionaria marxista-leninista. La revolución y la dictadura del proletariado
no deben dejar de usar la violencia contra los enemigos del partido proletario,
del pueblo y del socialismo. Las contradicciones antagónicas no pueden resolverse
de otro modo. Tratar de resolver las contradicciones antagónicas como se
resuelven las contradicciones no antagónicas en el seno del pueblo, significa
caer en el idealismo y la blandura religiosa, significa renunciar a la lucha de
clases.
La existencia de corrientes y líneas opuestas en el
Partido también pueden ser el resultado de la interferencia externa. Los
revisionistas yugoslavos no dejaron piedra sobre piedra con tal de convertir el
grupo de Koci Xoxe en una corriente antimarxista en todo el Partido, después de
que este grupo se convirtiera en una fracción en la dirección del Partido, y se
asegurara de que esta tendencia trotskista-revisionista triunfaría sobre la
línea marxista-leninista del Partido. Los revisionistas soviéticos, también hicieron
intentos persistentes, ya sea directamente o a través de Liri Belishova y Koço Tashko,
para dividir el Comité Central del Partido, con el objetivo de hacer que el camino
revisionista jruschovista triunfe sobre el camino marxista-leninista del
Partido. No hay un solo grupo antipartido destruido por nosotros, que no haya
tenido el estímulo y el apoyo de los enemigos externos del marxismo-leninismo.
El VII Congreso del Partido señaló que los últimos grupos de conspiradores descubiertos
y destruidos en nuestro Partido, actuaron en coordinación con algunas potencias
extranjeras revisionistas. Pero todos los esfuerzos de los enemigos externos
del marxismo-leninismo por sembrar la semilla del desorden y la degeneración
burguesa-revisionista en el Partido del Trabajo, por crear corrientes y líneas opuestas
en sus filas, han fracasado ante la postura firme y principista del Partido
hacia la injerencia extranjera. La lucha contra toda injerencia externa ha
protegido al Partido contra el peligro de la división y la degeneración, contra
el seguidismo a una u otra corriente de revisionismo internacional, ha fortalecido
su vigilancia y ha aguzado su perspicacia de clase. La experiencia de esta
lucha enseña que no hay forma más segura de seguir siempre una línea correcta
revolucionaria que desarrollar y ejecutar esta línea de manera independiente,
sobre la base del marxismo-leninismo que es la única brújula para todo
verdadero Partido de la clase obrera. Para preservar y fortalecer la unidad del
Partido, para impedir la formación de líneas opuestas en su seno, se debe
aplicar siempre, fielmente y de forma revolucionaria, la línea política y los
principios y normas del marxismo-leninismo, consagrados en los Estatutos del
Partido. Al apartarse de la línea marxista-leninista, el PCUS y los otros
antiguos partidos comunistas y obreros que traicionaron la causa del
marxismo-leninismo, rechazaron, al mismo tiempo, los principios y las normas
del partido revolucionario de la clase obrera, abandonándolos o convirtiéndolos
en fórmulas inertes.
Por eso, el VII Congreso del Partido subrayó una
vez más que “la aplicación fiel y revolucionaria de la línea del Partido y los
principios y normas leninistas en la actividad de todos los órganos dirigentes,
de cada sección del Partido y de cada comunista, es de importancia decisiva”
para la preservación y el fortalecimiento de la unidad del Partido.
La amplia experiencia y la firme trayectoria revolucionaria
del Partido del Trabajo de Albania, enriquecidas con las ideas y decisiones del
VII Congreso, aseguran que en el futuro tendrá, como siempre, una acerada unidad
ideológica y organizativa marxista-leninista y una sola línea marxista-leninista, condición
indispensable para lograr el liderazgo indivisible de la clase obrera en la
construcción completa de la sociedad socialista y comunista.
Fuente: http://ciml.250x.com/archive/pla/english/at_1977_2_plasari_pla_ml_line.html
Traducción
para “Crítica Marxista-Leninista” de S. Fiume.
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