domingo, 20 de abril de 2014

Rusia y China: Modernos desafíos imperialistas. Puntos de vista del capital imperialista ruso


Los representantes del imperialismo norteamericano siempre han declarado claramente que sus intereses también se encuentran en cualquier punto del mundo, y en virtud de ello se atribuyen el derecho de intervenir en los asuntos de cualquier país de la tierra. Para hacer valer esos “derechos”, para defender esos intereses, recurren a las más variadas formas, legales e ilegales, pacíficas y violentas, “democráticas” y fascistas, económicas y políticas, diplomáticas y militares, etc. En su prensa se discute con naturalidad y sin inmutarse los mejores caminos para la defensa de esos intereses imperialistas, tomando al resto de países y sus fuerzas políticas como meros peones en su estrategia de mantener y ampliar su dominación en el mundo. 
 
Aunque en declive relativo, el imperialismo norteamericano es indudablemente el enemigo principal de los pueblos del mundo tomado en su conjunto. Sin embargo, en cada caso específico los comunistas de los diversos países del mundo deben determinar quiénes son los principales enemigos, internos y  externos, de la revolución en cada país.
 
La evolución de la situación internacional ha puesto en evidencia que el imperialismo norteamericano no es el único enemigo de la clase obrera, los pueblos y las naciones del mundo. Las fuerzas revolucionarias y progresistas del mundo también sufren la política depredadora y agresiva de los otros imperialismos, en franca competencia por fuentes de materias primas, mercados para sus productos y esferas de influencia. Los viejos imperialismos luchan por mantener o ampliar sus posiciones en el mundo, mientras que los imperialismos nuevos intentan cambiar las condiciones del actual reparto del mundo. En un principio y mientras las condiciones lo permitan estas tentativas de cambiar la actual distribución imperialista del mundo se harán de manera “pacífica”, desplegando fuerzas en lo económico y lo político, y preparándose para el momento en que el nuevo reparto del mundo no tenga otro medio que el uso de la fuerza militar, tanto en guerras imperialistas regionales como en una guerra mundial.
 
El imperialismo es guerra, decía Lenin. Y, en una confrontación interimperialista, para los marxista-leninistas, no existe diferencia en cuanto a quién disparó primero. Una guerra es imperialista, por cualquiera de los lados, ya sea que el imperialismo dominante dispara primero, ya sea que lo haga el imperialismo “menor”.
 
Reconocer que el imperialismo norteamericano es el enemigo más peligroso de los pueblos del mundo, no conduce a los marxista-leninistas a elaborar una política de frente único que incluya a otros países imperialistas, que en el caso de la situación actual serían Rusia y China; tal como lo pregonara de manera parecida la teoría revisionista de los tres mundos para oponerse al socialimperialismo soviético,  como el único enemigo principal de los países, naciones y pueblos del mundo. Esto sería renunciar a la política leninista de lucha contra el imperialismo y subordinarse a los imperialismos que buscan socavar el dominio yanqui para imponer el suyo. Que, en determinadas condiciones, la lucha revolucionaria de la clase obrera y los pueblos coincida con la acción de algunas fuerzas imperialistas, no significa el establecimiento de una política de alianza y lucha con ellas. En la situación actual, la verdad de las tesis y los escritos leninistas sobre el imperialismo y la guerra adquieren una fuerza y una vitalidad notables; también en cuanto a la lucha contra el oportunismo que va asumiendo las características del socialchovinismo, del socialimperialismo, que Lenin combatiera con firmeza e intransigencia en la II Internacional.
 
Lenin también declaraba que la crítica del imperialismo debía ser una tarea permanente de los comunistas. Denunciar y desenmascarar al imperialismo norteamericano es una tarea que se viene realizando (y se debe persistir en ello) desde hace muchas décadas. En cierto sentido, es una tarea, si se quiere, es comparativamente fácil. El imperialismo norteamericano es un enemigo “transparente”, hasta en sus acciones más sucias y reaccionarias; en parte, su soberbia y el juego interno de la clase política que la representa, hacen que sus políticas y acciones sean más claras y evidentes para la opinión pública, para la clase obrera y los pueblos del mundo. No sucede lo mismo con el caso de los imperialismos nuevos, con Rusia y China, que –cada una a su manera– siguen sacando provecho del pasado revolucionario y socialista, pese a no pertenecerles. Por lo general, es muy poco lo que se puede encontrar en los medios de expresión revolucionarios en crítica de los imperialismos ruso y chino. Los elementos revisionistas han encontrado en ellos a los adalides de su “antiimperialismo” unilateral, antiyanqui; otros adoptan una neutralidad favorable; y algunos otros mantienen un silencio cómplice; todos, bajo el pretexto de la lucha contra el enemigo principal, individualizado y aislado del  , que lo justifica todo.
 
La prensa burguesa rusa, con RIA, RT y Pravda a la cabeza, con sus consignas, artículos e interpretaciones tomados como verdad en varios medios revolucionarios, pueden denunciar al “imperialismo”, cuando es norteamericano y europeo; pueden hablar de “fascismo”, cuando no es el suyo; pueden hablar de chantajes, agresiones y dominación, cuando no son los propios; etc.; sin embargo, los capitalistas, políticos y la intelligentzia rusos se parecen cada vez más a los de los imperialismos occidentales: hablan con franqueza, naturalidad y sin rodeos de los intereses imperialistas rusos a nivel mundial. En esta oportunidad, reproducimos dos fragmentos de dos documentos relativos a puntos de discusión sobre la cooperación ruso-china en el Asia-Pacífico, publicado por Valdai Club, un fórum permanente patrocinado por el gobierno soviético y al que los dirigentes políticos rusos, incluido Putin, asisten para interactuar con académicos, empresarios, políticos y analistas rusos y de otras nacionalidades. Los estudios son de noviembre de 2010 y julio de 2012, escritos desde el punto de vista y en línea con los intereses del Estado y capital monopolista rusos. Aunque se centran en las preocupaciones con respecto a la colaboración ruso-china en el Asia-Pacífico y a la situación internacional de Rusia, se puede advertir fácilmente un enfoque indudablemente imperialista, muy alejado de la propaganda de su propia prensa.
 


 
Rusia y China: modernos desafíos
(noviembre 2010)
 
1.1.             El mayor problema de política internacional que enfrentan Rusia y China es el creciente caos en las relaciones internacionales y la caída de los niveles de gobernabilidad política y económica a nivel mundial y regional.
 
1.1.1 Agravado por el relativo declive de los Estados Unidos y otros países occidentales, este problema conduce a un aumento en las tensiones en el Asia-Pacífico, en particular con respecto a las relaciones sino-estadounidenses. La principal fuente de tensión aquí es la competencia tras bambalinas entre estos países por el liderazgo en el Este y el Sudeste de Asia. La causa fundamental de un posible enfrentamiento entre ellos es el surgimiento de China como alternativa viable y exitosa al modo occidental de desarrollo.
 
1.1.2 Hasta ahora, China ha evitado una fuerte competencia con los Estados Unidos. Está fortaleciendo su influencia a través de los procesos naturales de integración económica. Pero dado el declive económico general de Occidente, el progreso económico de China podría provocar que Estados Unidos y sus aliados implementen una estrategia disuasoria contra China y la enreden en conflictos. Estados Unidos podría arrastrar a China a una confrontación, sobre todo si se da un cambio de poder en Washington. La militarización de las relaciones EEUU- China y la carrera armamentista, especialmente entre las fuerzas navales de ambos países, serían peligrosas para China, su crecimiento y la estabilidad económica global.
 
1.1.3 A nivel regional, en los demás países del Este y Sudeste Asiático hay una creciente desconfianza y hasta miedo a China. El problema no es la política china, que es totalmente pacífica, sino más bien el rápido crecimiento de su poder económico, político y militar. Estos sentimientos son perjudiciales para China, que no busca la dominación regional, sino el desarrollo sostenible y mejores indicadores cualitativos.
 
1.2.            Otro desafío es la evidente poca contribución económica y política de Rusia a los asuntos de Asia-Pacífico.
 
1.2.1. Los asuntos estratégico-militares son el único ámbito en el que Rusia es un actor clave. De hecho, la paridad nuclear entre EE.UU. y Rusia descarta una guerra sin cuartel, incluyendo Asia, lo que significa que Rusia ha proporcionado un respaldo estratégico indirecto al avance económico de China. Sin embargo, Rusia hasta ahora no puede actuar como un ecualizador a gran escala entre China y los Estados Unidos (es decir, Occidente) en Asia-Pacífico, y por lo tanto tiene que dejarlos que se enfrenten entre sí, socavando así la seguridad regional.
 
1.2.2. Por otra parte, la batalla geopolítica no declarada contra Rusia puede convertirse en una guerra abierta. El “premio” ruso –acceso preferencial a sus vastos recursos naturales, a las rutas seguras para su transporte, y a las regiones subdesarrolladas de Siberia y el Lejano Oriente de Rusia– se está convirtiendo en un factor desestabilizador clave en la región. Una China más fuerte no amenaza los intereses de Rusia a nivel mundial o regional, pero si otros actores internacionales no responden adecuadamente al ascenso de China, podría amenazar la estabilidad mundial en el siglo XXI. Rusia y China deben evitarlo.
 
1.2.3. Y por último, hay una lucha política por Rusia, dirigida a influir en su política exterior como contrapeso a China. Para evitar las consecuencias negativas de esta lucha, Rusia y China deben desarrollar un diálogo estratégico multinivel, el cual hasta ahora ha sido insuficiente.
 
1.2.4. Mientras tanto, a pesar de las relaciones de amistad entre los dos países, en Rusia está creciendo el temor a China. Esto podría animar a que Rusia desarrolle una alianza estratégica con Occidente, contra China. Tal escenario sería muy desfavorable para China, Rusia, Asia-Pacífico y el mundo en su conjunto. Para evitar esto son necesarias nuevas soluciones – a nivel teórico, al menos.
 
1.2.5. Un reto que Rusia y China muy probablemente tendrán que enfrentar es la creciente inestabilidad en Asia Central en general. Ésta puede profundizarse dramáticamente cuando las tropas estadounidenses y de la OTAN se retiren de Afganistán, lo que la convertirá en una fuente de inestabilidad regional.
 
Fuente: Valdai Discussion Club, “Regional Stability through Harmonious Development: Russia and China in the New Global Architecture”, Discussion points for the Russian-Chinese section of the Valdai Discussion Club, Shanghai, November 25—26, 2010.
 

 
De una potencia europea a un poder globalizado
(julio 2012)

2.1. Estrategia para Asia-Pacífico

2.1.1. La ausencia de una política de desarrollo proactiva de Siberia y el Lejano Oriente de Rusia, la insuficiente información, la inadecuada –aunque creciente– actividad en Asia y el despoblamiento continuo de esta región rusa, han creado una sensación de que Rusia es vulnerable tanto a nivel internacional como nacional. Todos estos factores debilitan significativamente la posición geopolítica global de Rusia. A la luz de su debilidad en el Lejano Oriente ruso, existe la creencia generalizada de que la única opción de Rusia se encuentra en vínculos más estrechos con Occidente. Sin embargo, Occidente no está dispuesto y es incapaz de ofrecer nada a Rusia. También hay un creciente temor de que esa parte del país y, posteriormente, toda Rusia terminen convirtiéndose en un apéndice de materias primas casi completamente subordinadas a China.
 
2.1.2. Rusia debe redoblar sus esfuerzos en Asia, debido a las escasas oportunidades de estrechar vínculos con Europa. Es improbable que esta situación cambie en breve, sobre todo debido a la crisis sistémica en la Unión Europea. Probablemente, la UE no será capaz de responder incluso a propuestas claramente beneficiosas en los próximos años, como la creación de un espacio económico, energético y humano, común con Rusia y otros países centro-orientales. El proyecto de organización, que se describe en un informe de Valdai Club como una Alianza de Europa, podría convertirse en el tercer pilar del futuro orden mundial junto a Estados Unidos y China.
 
2.1.3. Estas propuestas rusas deben mantenerse sobre la mesa, y es de esperar que, con el tiempo, los europeos –que ahora están tratando de encontrar una manera de salir de su crisis– las consideren. Por otro lado, Rusia no puede y no debe cambiar su enfoque sociocultural sobre Europa. La activación propuesta de la política rusa sobre Asia-Pacífico y la reorientación parcial de sus lazos económicos con el Este no son una alternativa a su enfoque europeo, sino un ajuste razonable a los desarrollos mundiales presentes y futuros.
 
2.1.4 El Gran Oriente Medio y el Norte de África son regiones aún menos prometedoras económica y políticamente. Rusia no puede evitar ser arrastrada por las consecuencias de la primavera árabe, que ofrecen sólo beneficios pasajeros de política exterior. Occidente, que ha sido la principal fuente de crecimiento y modernización de Rusia, se estancará (a pesar de eso, seguirá siendo un socio económico y social clave de Rusia), mientras que la situación en el sur de Rusia continuará deteriorándose. En estas condiciones, el Oriente puede y debe ser, tanto estratégica como tácticamente, la dirección central de la política de Rusia y el principal recurso exterior de su desarrollo en el futuro próximo.
 
2.1.5. Rusia debe aplicar una política más activa en Asia, con el fin de impulsar su desarrollo económico y adaptarse al mundo del siglo XXI, que está tomando forma ante nuestros propios ojos. Los mercados más prometedores se encuentran en Asia. En términos de seguridad, la falta de desarrollo de la zona de Trans-Baikal y el Lejano Oriente ruso y la fuga de población de esas regiones, inevitablemente –y al margen de las intenciones de actores internacionales– creará una sensación de que la región es vulnerable e incluso un vacío de seguridad. Esto también fomentará indirectamente la competencia por sus recursos, debilitando la posición internacional de Rusia y, potencialmente, su libertad de acción y soberanía real.
 
2.1.6. La falta de voluntad rusa para comprometerse en un esfuerzo por resolver los apremiantes problemas de la política y la seguridad regionales, profundizará la decepción de sus socios en Asia-Pacífico y, posiblemente, les alentará a crear nuevas estructuras y mecanismos de negociación internacional que podrían ignorar a Rusia. Hasta el momento, los socios de Rusia, como China, están dispuestos a promover la asociación estratégica en pie de igualdad con Rusia y a considerarlo como un participante confiable y responsable. Pero esto no va a durar para siempre si la política exterior y económica de Rusia continúa minimizando el Asia-Pacífico.
 
2.1.7. Al mismo tiempo, una política deliberada de mantenerse al margen de los debates multinacionales sobre los asuntos internacionales claves –el futuro de las relaciones US-China– puede hacer que los socios de Rusia en Occidente y Oriente sospechen que busca un conflicto entre EE.UU. y China. A largo plazo, este escenario sería muy desfavorable para Rusia y podría obligarla a elegir entre estas potencias rivales.
 
2.1.8. El giro de Rusia hacia Asia, incluyendo un nuevo impulso al desarrollo de Siberia y el Lejano Oriente, también es vital para su progreso interno. Después de una década de revoluciones y una década dedicada a la recuperación del control interno y de su posición internacional, Rusia se está enfrentando a un período de estancamiento, lo que en última instancia frenará su crecimiento económico y provocará el descontento público. Una manera de evitar esto, aparte de una política de desarrollo de instituciones sociales modernas [Para el escenario óptimo de desarrollo de Rusia ver el informe de Valdai Club, “Rusia no debe dejar pasar su oportunidad: Escenarios de desarrollo”, http://valdaiclub.com/publication/ 35120.html], consiste en ofrecer a la sociedad, y especialmente a los jóvenes, un megaproyecto de desarrollo. Es evidente que Skolkovo y Sochi no son lo suficientemente grandes como para merecer esta definición. Una mejor idea es la Unión Euroasiática, pero no es atractiva en la sociedad y sobre todo entre los jóvenes. Está dirigido a recuperar, en un nuevo nivel, algo del pasado que se desvaneció, en lugar de crear algo completamente nuevo. En pocas palabras, el concepto de Unión Euroasiática carece del necesario sentido de desafío.
 
2.1.9. Por estas razones, creemos que ha llegado la hora de que Rusia reoriente su política hacia Asia. Esta política debe tener una dimensión económica y geoestratégica, un programa para el nuevo desarrollo de Rusia más allá de los Urales y del Proyecto Siberia. Para dar simbolismo político a estas dimensiones, Rusia debe transferir algunas funciones del gobierno a varias ciudades de Siberia y, especialmente, el Lejano Oriente. Esto estimularía enormemente el movimiento de la parte activa de la población hacia esa región e revertiría la tendencia a la despoblación de esa región.
 
2.1.10. Los recursos que permiten a Rusia convertirse en una potencia del Pacífico, así como las causas de los problemas que enfrenta en esa región, son predominantemente internos. Al igual que los países de Asia, cuyo desarrollo económico ayudó a fortalecer su posición política global, la estrategia asiática de Rusia debe basarse en el desarrollo acelerado de Siberia y el Lejano Oriente. Por supuesto, Rusia no debería imitar ciegamente los escenarios de desarrollo del siglo XIX y de mediados del siglo XX. Su nueva estrategia debe basarse en, y tener en cuenta, las oportunidades que ofreció el desarrollo explosivo del Este y el Sudeste de Asia en los pasados 25-30 años, que seguramente continuará en el futuro.
 
2.1.11. La reorientación radical propuesta de Rusia hacia la nueva Asia, aunque tardará décadas en completarse, debe incluir los siguientes aspectos interrelacionados:


• Un impulso muy significativo en la actividad de la política exterior de Rusia en la región, el desarrollo de una estrategia integral para Asia, los esfuerzos para crear la Unión Euroasiática y proponer ideas para un espacio económico, energético y humano común en Europa.
• La elaboración y aplicación de una nueva estrategia de desarrollo para Siberia y el Lejano Oriente de Rusia (Proyecto Siberia).
• Para asegurar el éxito de este cambio de vital importancia y de este proyecto crucial, la capital rusa o algunas de sus funciones deben trasladarse a una ciudad/ciudades de Siberia y el Lejano Oriente de Rusia.
 
2.1.12. La nueva política rusa para Asia debe incorporar componentes europeos, americanos y euroasiáticos, pero no debe ser un medio para servirles, como fue el caso en el pasado. Cada nueva iniciativa debe estar dirigida a desarrollar un sistema de interacción en el que Rusia sea un socio de vital importancia. Este objetivo sólo puede lograrse a través de la concentración de los recursos económicos internos, diplomáticos y externos, y la promoción de importantes iniciativas elaboradas por los expertos.
 
2.1.13. En el campo de la política exterior, los esfuerzos deben centrarse inicialmente en la creación de nuevos formatos de política exterior en la región del Pacífico. La magnitud y el nivel del poder económico de China limitan sus oportunidades para integrarse en los actuales sistemas de interacción y en el espacio jurídico internacional. Por lo tanto, deben crearse nuevas estructuras regionales para resolver dos cuestiones relacionadas entre sí: el potencial de escalamiento de la confrontación Estados Unidos-China y la formación de un vacío de seguridad en torno a China, cuyos vecinos, temerosos del creciente poder de China comenzarán a crear contrapesos, incluso en la esfera político-militar, independientemente de la política o de las verdaderas intenciones de China. Al mismo tiempo, Rusia no sólo debe participar en el diálogo sobre cuestiones estratégicas militares, sino también en las discusiones sobre comercio, cuestiones económicas, políticas y subregionales. La nueva estrategia de Rusia de participar en los asuntos de Asia-Pacífico debe centrarse en un enfoque integral de todos los aspectos regionales. Sin embargo, dada la débil posición de Rusia en Asia, se podría empezar adoptando una postura más activa en los asuntos de política exterior.
 
2.1.14. En este sentido, sería conveniente considerar la propuesta, bajo los auspicios de la presidencia de Rusia en la APEC, de creación de un organismo permanente para las consultas interestatales (un proceso de Helsinki para Asia) y, en un formato más estrecho, un sistema de relaciones China-Rusia-Estados Unidos. Esto fortalecería el nivel de notificación mutua de las decisiones adoptadas, en particular, en el ámbito político-militar, y promovería la transparencia de los participantes en la esfera de la seguridad nacional. En el futuro, Rusia podría avanzar la idea de una estructura internacional especial - un Pacto de Desarrollo y Seguridad del Pacífico.
 
2.1.15. Sería también conveniente crear un sistema de relaciones que promuevan la seguridad y la soberanía de los países miembros de la ASEAN y otras naciones medianas y pequeñas de la región, en particular porque los países de la ASEAN son potencialmente socios importantes de Rusia. Los países miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste de Asia, que probablemente han agotado su potencial como actores internacionales integrados, están preocupados de caer víctimas de la rivalidad potencial geoestratégico sino-estadounidense. En esta situación, Rusia podría actuar como un tercer actor independiente, cuya participación sería bien recibida por todos los países de la ASEAN. Tal acercamiento podría basarse en el fortalecimiento de los intercambios comerciales y de inversión; condiciones para ello podrían ser creados por un acuerdo sobre una zona de libre comercio entre Rusia y la ASEAN. Los expertos dicen que existen los prerrequisitos económicos necesarios para la aplicación de dicho acuerdo. La cooperación político-militar también podría crecer gradualmente.
 
2.1.16. Política de información y un mejor conocimiento mutuo debe ser una prioridad de las relaciones y la cooperación ruso-chinas en el formato China-Rusia-EEUU, en el que otros países de la región deben ser ampliamente involucrados. Esto proporciona a los programas de desarrollo el mejoramiento del nivel y la calidad del conocimiento acerca de la economía, la cultura y la sociedad, aumenta sensiblemente la intensidad de la cooperación entre las universidades de Rusia y los países asiáticos, y pone en práctica programas a gran escala de intercambio de estudiantes y profesores entre Rusia y China y Rusia y otros países de Asia-Pacífico.
 
2.2. Rusia, China y sus vecinos
 
2.2.1. Una de las prioridades de la nueva estrategia rusa para Asia –y, de hecho, para el mundo– debería ser la ampliación de las relaciones y la cooperación con China en las regiones donde son vecinas. La idea de la Unión Euroasiática propuesta por Rusia, Kazajstán y Bielorrusia es evidencia de que la integración es un proyecto nacional clave para Rusia al menos en la próxima década. Esto ha creado dos desafíos, que deben abordarse en estrecha colaboración con China y varios otros países de la región.
 
2.2.2. En primer lugar, Rusia y China deberían considerar seriamente la coordinación de su política en Asia Central, incluso en el marco de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS). Hasta el momento, Rusia no ha interferido con los proyectos de China en Asia Central y viceversa, a pesar de que son latentes rivales, como lo demuestran los esfuerzos de China por limitar las actividades de la OCS en el ámbito de la seguridad, donde Rusia tiene claramente la sartén por el mango. La creación de la Unión Euroasiática hará de Rusia el centro del desarrollo económico de la región. En circunstancias desfavorables, el tema del Asia Central en la Unión Euroasiática podría obstaculizar la asociación estratégica entre Rusia y China, asociación que actualmente se encuentra casi sin problemas.
 
2.2.3. En segundo lugar, la inestabilidad en el sur de Rusia ha venido aumentando, con Afganistán como la principal amenaza, debido a la posibilidad de que los talibanes (u otros radicales islámicos) regresen al poder después de 2014. Si esto sucede, la inestabilidad en última instancia, se extendería a las repúblicas postsoviéticas de Asia Central, posiblemente recreando los problemas de la década de 1990, como los disturbios islámicos y la inestabilidad en el valle de Fergana, en el sur de Kirguistán y en Tayikistán, y creando una amenaza terrorista y militar en Rusia y las regiones chinas fronterizas con Afganistán.
 
2.2.4. La amenaza del sur ha vuelto a poner en la agenda la cuestión del fortalecimiento de la frontera de Rusia en su amplia definición. Hay tres posibles escenarios. El primer escenario consiste en reforzar la frontera sur de Rusia, pero esta medida no parece adecuada en el contexto de la Unión Euroasiática. El segundo escenario consiste en reforzar la frontera sur de la antigua Unión Soviética. Sin embargo, esto trae consigo el peligro de una confrontación directa con los talibanes sin ninguna zona de amortiguación, y además, la experiencia de la protección de la frontera con Tayikistán en la década de 1990 demostró que este método es ineficaz e implica un alto costo social. El tercer escenario implica reforzar la frontera sur de Kazajstán, que promueva la integración y la integridad de la Unión Euroasiática. Este parece ser el mejor escenario posible. Otro argumento a su favor es que las fuentes de tráfico de drogas se mantendrán más allá de las fronteras de Rusia, en Tayikistán.
 
2.2.5. El mayor problema es la responsabilidad potencial de Rusia y China en relación con Kirguistán, que tradicionalmente ha sido un miembro de las asociaciones de integración dirigidas por Rusia y es un candidato lógico de Asia Central para la Unión Euroasiática. Si Kirguistán sigue permaneciendo en el otro lado de la frontera, se mantendrá fuera de la Unión Euroasiática, ya que no sería lógico reforzar la frontera dentro de la Unión Euroasiática. Otra cuestión se refiere al deseo nostálgico de incorporar en la Unión Euroasiática el mayor número de países postsoviéticos de Asia Central que sea posible. Impedir la incorporación de un país situado al sur de Kazajstán estaría en contradicción con esa lógica.
 
2.2.6. Por otro lado, la nostalgia no debe interponerse en el camino de la toma racional de decisiones. Esto significa que Rusia tendrá que estudiar su pasado, en particular, la ambición de los zares rusos de conquistar el Asia Central, a pesar de Gran Bretaña, y el deseo de los bolcheviques por reincorporarlo de acuerdo a la lógica mesiánica del comunismo. Asia Central y Rusia formaron parte del mismo imperio, durante casi 100 años, período durante el cual Asia Central fue una región fuertemente subsidiada que no benefició a Rusia, siendo únicamente muy costoso y problemático.
 
2.2.7. Además, la infraestructura y la economía de Asia Central se ha deteriorado considerablemente en los 20 años transcurridos desde la caída de la Unión Soviética. La incorporación de Asia Central en la Unión Euroasiática canalizaría recursos ya limitados de Rusia hacia una casi sin esperanza, convirtiéndose en una pesada carga financiera para Rusia, en vista de la crisis económica mundial. Su integración también sería impopular en la sociedad rusa. Por lo tanto, reforzar la frontera sur de Kazajstán podía ser una solución aceptable.
 
2.2.8. El deterioro socio-económico en Asia Central ha creado el desafío de la inmigración hacia Rusia. Aunque Rusia necesita a los inmigrantes laborales, las consecuencias sociales de esta política han alterado el equilibrio de la sociedad rusa. Una mayor integración no debe conducir a más desequilibrios. El argumento público clave en contra de la Unión Euroasiática es el temor ruso a la inmigración. La superación de este miedo debe convertirse en una tarea interestatal común, con un enfoque en la enseñanza del ruso en Asia Central para que los trabajadores inmigrantes, al menos, hablen el idioma.
 
2.2.9. Reforzar la frontera sur de Kazajstán no significa que Rusia dejará otras repúblicas postsoviéticas, en particular, Kirguistán, a su libre albedrío. Mantendrá garantías de seguridad y cooperación, pero en un formato menos rígido. En este contexto, la cooperación ruso-china en el mantenimiento de la estabilidad en los países postsoviéticos de Asia Central se está convirtiendo en vital. Rusia y China deben tratar de mitigar su rivalidad, coordinar el uso de los activos político-militares de Rusia y las capacidades económicas de China en la región. Los socios chinos deben ser alentados a mejorar el aspecto de seguridad de la OCS, cuyo potencial no ha sido plenamente explotado y es también insuficiente frente a las necesidades y los retos, actuales y futuros.

[…] [Sigue en extenso…]

Fuente: Valdai Discussion Club, “Toward the Great Ocean, or the New Globalization of Russia”, Moscú, julio de 2012.
 
Nota: Los títulos y encabezados de los apartados corresponden en todos los casos a los documentos originales. Excepto el título del post.
 
Traducido para “Crítica Marxista-Leninista” por Ykv.Pk.