Los
representantes del imperialismo norteamericano siempre han declarado claramente
que sus intereses también se encuentran en cualquier punto del mundo, y en
virtud de ello se atribuyen el derecho de intervenir en los asuntos de
cualquier país de la tierra. Para hacer valer esos “derechos”, para defender
esos intereses, recurren a las más variadas formas, legales e ilegales,
pacíficas y violentas, “democráticas” y fascistas, económicas y políticas,
diplomáticas y militares, etc. En su prensa se discute con naturalidad y sin
inmutarse los mejores caminos para la defensa de esos intereses imperialistas,
tomando al resto de países y sus fuerzas políticas como meros peones en su
estrategia de mantener y ampliar su dominación en el mundo.
Aunque
en declive relativo, el imperialismo norteamericano es indudablemente el
enemigo principal de los pueblos del mundo tomado en su conjunto. Sin embargo,
en cada caso específico los comunistas de los diversos países del mundo deben
determinar quiénes son los principales enemigos, internos y externos, de la revolución en cada país.
La
evolución de la situación internacional ha puesto en evidencia que el
imperialismo norteamericano no es el único enemigo de la clase obrera, los
pueblos y las naciones del mundo. Las fuerzas revolucionarias y progresistas
del mundo también sufren la política depredadora y agresiva de los otros
imperialismos, en franca competencia por fuentes de materias primas, mercados
para sus productos y esferas de influencia. Los viejos imperialismos luchan por
mantener o ampliar sus posiciones en el mundo, mientras que los imperialismos
nuevos intentan cambiar las condiciones del actual reparto del mundo. En un
principio y mientras las condiciones lo permitan estas tentativas de cambiar la
actual distribución imperialista del mundo se harán de manera “pacífica”,
desplegando fuerzas en lo económico y lo político, y preparándose para el
momento en que el nuevo reparto del mundo no tenga otro medio que el uso de la
fuerza militar, tanto en guerras imperialistas regionales como en una guerra
mundial.
El
imperialismo es guerra, decía Lenin. Y, en una confrontación interimperialista,
para los marxista-leninistas, no existe diferencia en cuanto a quién disparó
primero. Una guerra es imperialista, por cualquiera de los lados, ya sea que el
imperialismo dominante dispara primero, ya sea que lo haga el imperialismo
“menor”.
Reconocer
que el imperialismo norteamericano es el enemigo más peligroso de los pueblos
del mundo, no conduce a los marxista-leninistas a elaborar una política de
frente único que incluya a otros países imperialistas, que en el caso de la
situación actual serían Rusia y China; tal como lo pregonara de manera parecida
la teoría revisionista de los tres mundos para oponerse al socialimperialismo
soviético, como el único enemigo
principal de los países, naciones y pueblos del mundo. Esto sería renunciar a
la política leninista de lucha contra el imperialismo y subordinarse a los
imperialismos que buscan socavar el dominio yanqui para imponer el suyo. Que,
en determinadas condiciones, la lucha revolucionaria de la clase obrera y los
pueblos coincida con la acción de algunas fuerzas imperialistas, no significa
el establecimiento de una política de alianza y lucha con ellas. En la situación actual, la verdad de las tesis y los escritos leninistas
sobre el imperialismo y la guerra adquieren una fuerza y una vitalidad
notables; también en cuanto a la lucha contra el oportunismo que va asumiendo
las características del socialchovinismo, del socialimperialismo, que Lenin
combatiera con firmeza e intransigencia en la II Internacional.
Lenin
también declaraba que la crítica del imperialismo debía ser una tarea
permanente de los comunistas. Denunciar y desenmascarar al imperialismo
norteamericano es una tarea que se viene realizando (y se debe persistir en
ello) desde hace muchas décadas. En cierto sentido, es una tarea, si se quiere,
es comparativamente fácil. El imperialismo norteamericano es un enemigo “transparente”, hasta en
sus acciones más sucias y reaccionarias; en parte, su soberbia y el juego
interno de la clase política que la representa, hacen que sus políticas y
acciones sean más claras y evidentes para la opinión pública, para la clase
obrera y los pueblos del mundo. No sucede lo mismo con el caso de los
imperialismos nuevos, con Rusia y China, que –cada una a su manera– siguen
sacando provecho del pasado revolucionario y socialista, pese a no
pertenecerles. Por lo general, es muy poco lo que se puede encontrar en los
medios de expresión revolucionarios en crítica de los imperialismos ruso y
chino. Los elementos revisionistas han encontrado en ellos a los adalides de su
“antiimperialismo” unilateral, antiyanqui; otros adoptan una neutralidad
favorable; y algunos otros mantienen un silencio cómplice; todos, bajo el
pretexto de la lucha contra el enemigo principal, individualizado y aislado del , que lo justifica todo.
La
prensa burguesa rusa, con RIA, RT y Pravda a la cabeza, con sus consignas,
artículos e interpretaciones tomados como verdad en varios medios revolucionarios, pueden
denunciar al “imperialismo”, cuando es norteamericano y europeo; pueden hablar
de “fascismo”, cuando no es el suyo; pueden hablar de chantajes, agresiones y
dominación, cuando no son los propios; etc.; sin embargo, los capitalistas, políticos y la intelligentzia rusos se parecen cada vez
más a los de los imperialismos occidentales: hablan con franqueza, naturalidad y sin rodeos
de los intereses imperialistas rusos a nivel mundial. En esta oportunidad,
reproducimos dos fragmentos de dos documentos relativos a puntos de discusión
sobre la cooperación ruso-china en el Asia-Pacífico, publicado por Valdai Club,
un fórum permanente patrocinado por el gobierno soviético y al que los
dirigentes políticos rusos, incluido Putin, asisten para interactuar con
académicos, empresarios, políticos y analistas rusos y de otras nacionalidades.
Los estudios son de noviembre de 2010 y julio de 2012, escritos desde el punto
de vista y en línea con los intereses del Estado y capital monopolista rusos.
Aunque se centran en las preocupaciones con respecto a la colaboración
ruso-china en el Asia-Pacífico y a la situación internacional de Rusia, se puede advertir fácilmente un
enfoque indudablemente imperialista, muy alejado de la propaganda de su propia prensa.
Rusia y China: modernos
desafíos
(noviembre
2010)
1.1.
El mayor problema de
política internacional que enfrentan Rusia y China es el creciente caos en las
relaciones internacionales y la caída de los niveles de gobernabilidad política
y económica a nivel mundial y regional.
1.1.1
Agravado por el relativo declive de los Estados Unidos y otros países
occidentales, este problema conduce a un aumento en las tensiones en el Asia-Pacífico,
en particular con respecto a las relaciones sino-estadounidenses. La principal
fuente de tensión aquí es la competencia tras bambalinas entre estos países por
el liderazgo en el Este y el Sudeste de Asia. La causa fundamental de un
posible enfrentamiento entre ellos es el surgimiento de China como alternativa
viable y exitosa al modo occidental de desarrollo.
1.1.2
Hasta ahora, China ha evitado una fuerte competencia con los Estados Unidos.
Está fortaleciendo su influencia a través de los procesos naturales de
integración económica. Pero dado el declive económico general de Occidente, el
progreso económico de China podría provocar que Estados Unidos y sus aliados
implementen una estrategia disuasoria contra China y la enreden en conflictos. Estados
Unidos podría arrastrar a China a una confrontación, sobre todo si se da un
cambio de poder en Washington. La militarización de las relaciones EEUU- China
y la carrera armamentista, especialmente entre las fuerzas navales de ambos países,
serían peligrosas para China, su crecimiento y la estabilidad económica global.
1.1.3
A nivel regional, en los demás países del Este y Sudeste Asiático hay una
creciente desconfianza y hasta miedo a China. El problema no es la política
china, que es totalmente pacífica, sino más bien el rápido crecimiento de su
poder económico, político y militar. Estos sentimientos son perjudiciales para
China, que no busca la dominación regional, sino el desarrollo sostenible y
mejores indicadores cualitativos.
1.2.
Otro desafío es la evidente poca contribución económica y
política de Rusia a los asuntos de Asia-Pacífico.
1.2.1.
Los asuntos estratégico-militares son el único ámbito en el que Rusia es un
actor clave. De hecho, la paridad nuclear entre EE.UU. y Rusia descarta una
guerra sin cuartel, incluyendo Asia, lo que significa que Rusia ha
proporcionado un respaldo estratégico indirecto al avance económico de China.
Sin embargo, Rusia hasta ahora no puede actuar como un ecualizador a gran
escala entre China y los Estados Unidos (es decir, Occidente) en Asia-Pacífico,
y por lo tanto tiene que dejarlos que se enfrenten entre sí, socavando así la
seguridad regional.
1.2.2.
Por otra parte, la batalla geopolítica no declarada contra Rusia puede convertirse
en una guerra abierta. El “premio” ruso –acceso preferencial a sus vastos
recursos naturales, a las rutas seguras para su transporte, y a las regiones
subdesarrolladas de Siberia y el Lejano Oriente de Rusia– se está convirtiendo
en un factor desestabilizador clave en la región. Una China más fuerte no
amenaza los intereses de Rusia a nivel mundial o regional, pero si otros
actores internacionales no responden adecuadamente al ascenso de China, podría amenazar
la estabilidad mundial en el siglo XXI. Rusia y China deben evitarlo.
1.2.3.
Y por último, hay una lucha política por
Rusia, dirigida a influir en su política exterior como contrapeso a China.
Para evitar las consecuencias negativas de esta lucha, Rusia y China deben
desarrollar un diálogo estratégico multinivel, el cual hasta ahora ha sido
insuficiente.
1.2.4.
Mientras tanto, a pesar de las relaciones de amistad entre los dos países, en
Rusia está creciendo el temor a China. Esto podría animar a que Rusia desarrolle
una alianza estratégica con Occidente, contra China. Tal escenario sería muy
desfavorable para China, Rusia, Asia-Pacífico y el mundo en su conjunto. Para
evitar esto son necesarias nuevas soluciones – a nivel teórico, al menos.
1.2.5.
Un reto que Rusia y China muy probablemente tendrán que enfrentar es la creciente inestabilidad en Asia Central en
general. Ésta puede profundizarse dramáticamente cuando las tropas
estadounidenses y de la OTAN se retiren de Afganistán, lo que la convertirá en
una fuente de inestabilidad regional.
Fuente: Valdai
Discussion Club, “Regional Stability through Harmonious Development: Russia and
China in the New Global Architecture”, Discussion
points for the Russian-Chinese section of the Valdai Discussion Club, Shanghai, November 25—26, 2010.
De una potencia europea a
un poder globalizado
(julio
2012)
2.1. Estrategia para Asia-Pacífico
2.1.1. La ausencia de una política de desarrollo proactiva de Siberia y el
Lejano Oriente de Rusia, la insuficiente información, la inadecuada –aunque creciente–
actividad en Asia y el despoblamiento continuo de esta región rusa, han creado
una sensación de que Rusia es vulnerable tanto a nivel internacional como
nacional. Todos estos factores debilitan significativamente la posición
geopolítica global de Rusia. A la luz de su debilidad en el Lejano Oriente ruso,
existe la creencia generalizada de que la única opción de Rusia se encuentra en
vínculos más estrechos con Occidente. Sin embargo, Occidente no está dispuesto
y es incapaz de ofrecer nada a Rusia. También hay un creciente temor de que esa parte del país y, posteriormente, toda
Rusia terminen convirtiéndose en un apéndice de materias primas casi
completamente subordinadas a China.
2.1.2. Rusia debe redoblar sus esfuerzos
en Asia, debido a las escasas oportunidades de estrechar vínculos con Europa.
Es improbable que esta situación cambie en breve, sobre todo debido a la crisis
sistémica en la Unión Europea. Probablemente, la UE no será capaz de responder
incluso a propuestas claramente beneficiosas en los próximos años, como la
creación de un espacio económico, energético y humano, común con Rusia y otros
países centro-orientales. El proyecto de organización, que se describe en un
informe de Valdai Club como una Alianza
de Europa, podría convertirse en el tercer pilar del futuro orden
mundial junto a Estados Unidos y China.
2.1.3. Estas propuestas rusas deben mantenerse sobre la mesa, y es de esperar que,
con el tiempo, los europeos –que ahora están tratando de encontrar una manera
de salir de su crisis– las consideren. Por otro lado, Rusia no puede y no debe cambiar su enfoque sociocultural sobre Europa.
La activación propuesta de la política rusa sobre Asia-Pacífico y la reorientación
parcial de sus lazos económicos con el Este no son una alternativa a su enfoque europeo, sino un ajuste
razonable a los desarrollos mundiales presentes y futuros.
2.1.4
El Gran Oriente Medio y el Norte de África son regiones aún menos prometedoras económica
y políticamente. Rusia no puede evitar ser arrastrada por las consecuencias de
la primavera árabe, que ofrecen sólo beneficios pasajeros de política exterior.
Occidente, que ha sido la principal
fuente de crecimiento y modernización de Rusia, se estancará (a pesar de eso,
seguirá siendo un socio económico y social clave de Rusia), mientras que la
situación en el sur de Rusia continuará deteriorándose. En estas condiciones,
el Oriente puede y debe ser, tanto
estratégica como tácticamente, la dirección
central de la política de Rusia y el principal recurso exterior de su
desarrollo en el futuro próximo.
2.1.5. Rusia debe aplicar una política más activa en Asia, con el fin de
impulsar su desarrollo económico y adaptarse al mundo del siglo XXI, que está
tomando forma ante nuestros propios ojos. Los mercados más prometedores se
encuentran en Asia. En términos de seguridad, la falta de desarrollo de la zona
de Trans-Baikal y el Lejano Oriente ruso y la fuga de población de esas regiones,
inevitablemente –y al margen de las intenciones de actores internacionales–
creará una sensación de que la región es vulnerable e incluso un vacío de
seguridad. Esto también fomentará indirectamente la competencia por sus
recursos, debilitando la posición internacional de Rusia y, potencialmente, su
libertad de acción y soberanía real.
2.1.6. La falta de voluntad rusa para comprometerse en un esfuerzo por resolver
los apremiantes problemas de la política y la seguridad regionales,
profundizará la decepción de sus socios en Asia-Pacífico y, posiblemente, les alentará
a crear nuevas estructuras y mecanismos de negociación internacional que
podrían ignorar a Rusia. Hasta el momento, los socios de Rusia, como China,
están dispuestos a promover la asociación estratégica en pie de igualdad con
Rusia y a considerarlo como un participante confiable y responsable. Pero esto
no va a durar para siempre si la política exterior y económica de Rusia
continúa minimizando el Asia-Pacífico.
2.1.7. Al mismo tiempo, una política deliberada de mantenerse al margen de los
debates multinacionales sobre los asuntos internacionales claves –el futuro de
las relaciones US-China– puede hacer que los socios de Rusia en Occidente y Oriente
sospechen que busca un conflicto entre EE.UU. y China. A largo plazo, este
escenario sería muy desfavorable para Rusia y podría obligarla a elegir entre estas potencias rivales.
2.1.8. El giro de Rusia hacia Asia, incluyendo un nuevo impulso al desarrollo
de Siberia y el Lejano Oriente, también
es vital para su progreso interno. Después de una década de revoluciones y
una década dedicada a la recuperación del control interno y de su posición
internacional, Rusia se está enfrentando a un período de estancamiento, lo que
en última instancia frenará su crecimiento económico y provocará el descontento
público. Una manera de evitar esto, aparte de una política de desarrollo de instituciones
sociales modernas [Para el escenario óptimo de desarrollo de Rusia ver el
informe de Valdai Club, “Rusia no debe
dejar pasar su oportunidad: Escenarios de desarrollo”, http://valdaiclub.com/publication/
35120.html], consiste en ofrecer a la sociedad, y especialmente a los jóvenes,
un megaproyecto de desarrollo. Es evidente que Skolkovo y Sochi no son lo suficientemente
grandes como para merecer esta definición. Una mejor idea es la Unión
Euroasiática, pero no es atractiva en la sociedad y sobre todo entre los
jóvenes. Está dirigido a recuperar, en un nuevo nivel, algo del pasado que se
desvaneció, en lugar de crear algo completamente nuevo. En pocas palabras, el
concepto de Unión Euroasiática carece del necesario sentido de desafío.
2.1.9. Por estas razones, creemos que ha llegado la hora de que Rusia reoriente
su política hacia Asia. Esta política debe tener una dimensión económica y
geoestratégica, un programa para el nuevo desarrollo de Rusia más allá de los Urales
y del Proyecto Siberia. Para dar simbolismo político a estas dimensiones, Rusia
debe transferir algunas funciones del gobierno a varias ciudades de Siberia y,
especialmente, el Lejano Oriente. Esto estimularía enormemente el movimiento de
la parte activa de la población hacia esa región e revertiría la tendencia a la
despoblación de esa región.
2.1.10. Los recursos que permiten a Rusia convertirse en una potencia del
Pacífico, así como las causas de los problemas que enfrenta en esa región, son
predominantemente internos. Al igual que los países de Asia, cuyo desarrollo
económico ayudó a fortalecer su posición política global, la estrategia
asiática de Rusia debe basarse en el desarrollo acelerado de Siberia y el
Lejano Oriente. Por supuesto, Rusia no debería imitar ciegamente los escenarios
de desarrollo del siglo XIX y de mediados del siglo XX. Su nueva estrategia
debe basarse en, y tener en cuenta, las oportunidades que ofreció el desarrollo
explosivo del Este y el Sudeste de Asia en los pasados 25-30 años, que
seguramente continuará en el futuro.
2.1.11.
La reorientación radical propuesta de Rusia hacia la nueva Asia, aunque tardará
décadas en completarse, debe incluir los siguientes aspectos interrelacionados:
• Un impulso muy significativo en la actividad de la política exterior de Rusia en la región, el desarrollo de una estrategia integral para Asia, los esfuerzos para crear la Unión Euroasiática y proponer ideas para un espacio económico, energético y humano común en Europa.
• La elaboración y aplicación de una nueva estrategia de desarrollo para
Siberia y el Lejano Oriente de Rusia (Proyecto Siberia).
• Para asegurar el éxito de este cambio de vital importancia y de este proyecto
crucial, la capital rusa o algunas de sus funciones deben trasladarse a una
ciudad/ciudades de Siberia y el Lejano Oriente de Rusia.
2.1.12. La nueva política rusa para Asia debe incorporar componentes europeos,
americanos y euroasiáticos, pero no debe ser un medio para servirles, como fue
el caso en el pasado. Cada nueva iniciativa debe estar dirigida a desarrollar
un sistema de interacción en el que Rusia sea un socio de vital importancia.
Este objetivo sólo puede lograrse a través de la concentración de los recursos
económicos internos, diplomáticos y externos, y la promoción de importantes
iniciativas elaboradas por los expertos.
2.1.13. En el campo de la política exterior, los esfuerzos deben centrarse
inicialmente en la creación de nuevos formatos de política exterior en la
región del Pacífico. La magnitud y el nivel del poder económico de China
limitan sus oportunidades para integrarse en los actuales sistemas de
interacción y en el espacio jurídico internacional. Por lo tanto, deben crearse
nuevas estructuras regionales para resolver dos cuestiones relacionadas entre
sí: el potencial de escalamiento de la confrontación Estados Unidos-China y la
formación de un vacío de seguridad en torno a China, cuyos vecinos, temerosos del
creciente poder de China comenzarán a crear contrapesos, incluso en la esfera
político-militar, independientemente de la política o de las verdaderas
intenciones de China. Al mismo tiempo, Rusia no sólo debe participar en el
diálogo sobre cuestiones estratégicas militares, sino también en las
discusiones sobre comercio, cuestiones económicas, políticas y subregionales.
La nueva estrategia de Rusia de participar en los asuntos de Asia-Pacífico debe
centrarse en un enfoque integral de todos los aspectos regionales. Sin embargo,
dada la débil posición de Rusia en Asia, se podría empezar adoptando una
postura más activa en los asuntos de política exterior.
2.1.14. En este sentido, sería conveniente considerar la propuesta, bajo los
auspicios de la presidencia de Rusia en la APEC, de creación de un organismo
permanente para las consultas interestatales (un proceso de Helsinki para Asia)
y, en un formato más estrecho, un sistema de relaciones China-Rusia-Estados
Unidos. Esto fortalecería el nivel de notificación mutua de las decisiones
adoptadas, en particular, en el ámbito político-militar, y promovería la
transparencia de los participantes en la esfera de la seguridad nacional. En el
futuro, Rusia podría avanzar la idea de una estructura internacional especial -
un Pacto de Desarrollo y Seguridad del Pacífico.
2.1.15. Sería también conveniente crear un sistema de relaciones que promuevan
la seguridad y la soberanía de los países miembros de la ASEAN y otras naciones
medianas y pequeñas de la región, en particular porque los países de la ASEAN
son potencialmente socios importantes de Rusia. Los países miembros de la
Asociación de Naciones del Sudeste de Asia, que probablemente han agotado su
potencial como actores internacionales integrados, están preocupados de caer
víctimas de la rivalidad potencial geoestratégico sino-estadounidense. En esta
situación, Rusia podría actuar como un tercer actor independiente, cuya
participación sería bien recibida por todos los países de la ASEAN. Tal
acercamiento podría basarse en el fortalecimiento de los intercambios
comerciales y de inversión; condiciones para ello podrían ser creados por un
acuerdo sobre una zona de libre comercio entre Rusia y la ASEAN. Los expertos
dicen que existen los prerrequisitos económicos necesarios para la aplicación
de dicho acuerdo. La cooperación político-militar también podría crecer
gradualmente.
2.1.16. Política de información y un mejor conocimiento mutuo debe ser una
prioridad de las relaciones y la cooperación ruso-chinas en el formato China-Rusia-EEUU,
en el que otros países de la región deben ser ampliamente involucrados. Esto
proporciona a los programas de desarrollo el mejoramiento del nivel y la
calidad del conocimiento acerca de la economía, la cultura y la sociedad,
aumenta sensiblemente la intensidad de la cooperación entre las universidades
de Rusia y los países asiáticos, y pone en práctica programas a gran escala de
intercambio de estudiantes y profesores entre Rusia y China y Rusia y otros
países de Asia-Pacífico.
2.2. Rusia, China y sus vecinos
2.2.1. Una de las prioridades de la nueva
estrategia rusa para Asia –y, de hecho, para el mundo– debería ser la
ampliación de las relaciones y la cooperación con China en las regiones donde
son vecinas. La idea de la Unión Euroasiática propuesta por Rusia, Kazajstán y
Bielorrusia es evidencia de que la integración es un proyecto nacional clave
para Rusia al menos en la próxima década. Esto ha creado dos desafíos, que
deben abordarse en estrecha colaboración con China y varios otros países de la
región.
2.2.2. En primer lugar, Rusia y China deberían considerar seriamente la coordinación
de su política en Asia Central, incluso en el marco de la Organización de
Cooperación de Shanghai (OCS). Hasta el momento, Rusia no ha interferido con
los proyectos de China en Asia Central y viceversa, a pesar de que son latentes rivales, como lo demuestran
los esfuerzos de China por limitar las actividades de la OCS en el ámbito de la
seguridad, donde Rusia tiene claramente la sartén por el mango. La creación de
la Unión Euroasiática hará de Rusia el centro del desarrollo económico de la
región. En circunstancias desfavorables, el tema del Asia Central en la Unión
Euroasiática podría obstaculizar la asociación estratégica entre Rusia y China,
asociación que actualmente se encuentra casi sin problemas.
2.2.3.
En segundo lugar, la inestabilidad en el sur de Rusia ha venido aumentando, con
Afganistán como la principal amenaza, debido a la posibilidad de que los
talibanes (u otros radicales islámicos) regresen al poder después de 2014. Si
esto sucede, la inestabilidad en última instancia, se extendería a las
repúblicas postsoviéticas de Asia Central, posiblemente recreando los problemas
de la década de 1990, como los disturbios islámicos y la inestabilidad en el
valle de Fergana, en el sur de Kirguistán y en Tayikistán, y creando una
amenaza terrorista y militar en Rusia y las regiones chinas fronterizas con
Afganistán.
2.2.4.
La amenaza del sur ha vuelto a poner en la agenda la cuestión del
fortalecimiento de la frontera de Rusia en su amplia definición. Hay tres
posibles escenarios. El primer escenario consiste en reforzar la frontera sur
de Rusia, pero esta medida no parece adecuada en el contexto de la Unión
Euroasiática. El segundo escenario consiste en reforzar la frontera sur de la
antigua Unión Soviética. Sin embargo, esto trae consigo el peligro de una
confrontación directa con los talibanes sin ninguna zona de amortiguación, y
además, la experiencia de la protección de la frontera con Tayikistán en la
década de 1990 demostró que este método es ineficaz e implica un alto costo
social. El tercer escenario implica reforzar la frontera sur de Kazajstán, que
promueva la integración y la integridad de la Unión Euroasiática. Este parece
ser el mejor escenario posible. Otro argumento a su favor es que las fuentes de
tráfico de drogas se mantendrán más allá de las fronteras de Rusia, en
Tayikistán.
2.2.5.
El mayor problema es la responsabilidad potencial de Rusia y China en relación
con Kirguistán, que tradicionalmente ha sido un miembro de las asociaciones de
integración dirigidas por Rusia y es un candidato lógico de Asia Central para
la Unión Euroasiática. Si Kirguistán sigue permaneciendo en el otro lado de la
frontera, se mantendrá fuera de la Unión Euroasiática, ya que no sería lógico
reforzar la frontera dentro de la Unión Euroasiática. Otra cuestión se refiere
al deseo nostálgico de incorporar en la Unión Euroasiática el mayor número de
países postsoviéticos de Asia Central que sea posible. Impedir la incorporación
de un país situado al sur de Kazajstán estaría en contradicción con esa lógica.
2.2.6.
Por otro lado, la nostalgia no debe interponerse en el camino de la toma
racional de decisiones. Esto significa que Rusia tendrá que estudiar su pasado,
en particular, la ambición de los zares rusos de conquistar el Asia Central, a
pesar de Gran Bretaña, y el deseo de los bolcheviques por reincorporarlo de
acuerdo a la lógica mesiánica del comunismo. Asia Central y Rusia formaron
parte del mismo imperio, durante casi 100 años, período durante el cual Asia
Central fue una región fuertemente subsidiada que no benefició a Rusia, siendo
únicamente muy costoso y problemático.
2.2.7.
Además, la infraestructura y la economía de Asia Central se ha deteriorado
considerablemente en los 20 años transcurridos desde la caída de la Unión
Soviética. La incorporación de Asia Central en la Unión Euroasiática
canalizaría recursos ya limitados de Rusia hacia una casi sin esperanza, convirtiéndose
en una pesada carga financiera para Rusia, en vista de la crisis económica
mundial. Su integración también sería impopular en la sociedad rusa. Por lo
tanto, reforzar la frontera sur de Kazajstán podía ser una solución aceptable.
2.2.8.
El deterioro socio-económico en Asia Central ha creado el desafío de la
inmigración hacia Rusia. Aunque Rusia necesita a los inmigrantes laborales, las
consecuencias sociales de esta política han alterado el equilibrio de la
sociedad rusa. Una mayor integración no debe conducir a más desequilibrios. El
argumento público clave en contra de la Unión Euroasiática es el temor ruso a
la inmigración. La superación de este miedo debe convertirse en una tarea
interestatal común, con un enfoque en la enseñanza del ruso en Asia Central
para que los trabajadores inmigrantes, al menos, hablen el idioma.
2.2.9.
Reforzar la frontera sur de Kazajstán no significa que Rusia dejará otras
repúblicas postsoviéticas, en particular, Kirguistán, a su libre albedrío.
Mantendrá garantías de seguridad y cooperación, pero en un formato menos
rígido. En este contexto, la cooperación ruso-china en el mantenimiento de la
estabilidad en los países postsoviéticos de Asia Central se está convirtiendo
en vital. Rusia y China deben tratar de mitigar su rivalidad, coordinar el uso
de los activos político-militares de Rusia y las capacidades económicas de
China en la región. Los socios chinos deben ser alentados a mejorar el aspecto
de seguridad de la OCS, cuyo potencial no ha sido plenamente explotado y es también
insuficiente frente a las necesidades y los retos, actuales y futuros.
[…] [Sigue
en extenso…]
Fuente: Valdai Discussion Club, “Toward the Great Ocean, or the New Globalization
of Russia”, Moscú, julio de 2012.
Nota:
Los títulos y encabezados de los apartados corresponden en todos los casos a los
documentos originales. Excepto el título del post.
Traducido
para “Crítica Marxista-Leninista” por
Ykv.Pk.