El problema del estancamiento del capitalismo monopolista fue clara e indudablemente establecido por los marxista-leninistas, cuando la economía capitalista mundial entraba en uno de sus mejores periodos, después de finalizada la Segunda Guerra Mundial, cuando viviría sus "años dorados", sus "años maravillosos". En el informe al XIX Congreso del PC(b) de la URSS, Malenkov destacó el papel la carrera armamentista, los gastos militares, las guerras locales y los preparativos para una nueva guerra mundial, como "estimulantes" de la actividad empresarial y el crecimiento económico en la economía del imperialismo, con el fin de "superar" la tendencia subyacente al estancamiento. Realizando una evaluación comparativa entre el campo socialista y el campo capitalista, el informe de Malenkov resalta las tendencias contrapuestas entre las dos líneas de desarrollo, dejando como resultado la superioridad del socialismo.
La tendencia al estancamiento no quiere decir que la economía capitalista no crezca, sino que lo haga a ritmos muy bajos y lentos en relación con las capacidades productivas y la gran disponibilidad de capitales, como reflejo de la contradicción entre el carácter social de la producción y el carácter privado de la apropiación. En la actualidad, Japón es el ejemplo más claro de una economía imperialista en estancamiento, algo que viene experimentando desde la década de 1990 hasta la fecha (con un breve lapso de aparente recuperación, en los años previos a la última crisis mundial). También se puede incluir a Rusia como en la misma condición.
Esta característica de la economía del capitalismo monopolista nos ayuda a comprender la naturaleza del imperialismo como capitalismo agonizante y en descomposición, y también, entre otros factores, por qué el imperialismo es guerra.
A continuación la primera sección de la primera parte del Informe principal ante el XIX Congreso del PC(b) de la URSS, presentado por Georgy Malenkov en 1952.
El
debilitamiento del sistema capitalista mundial y la situación económica de los
países capitalistas
Georgy Malenkov
(Del Informe ante el XIX Congreso del PC(b) de la URSS)
1952
La característica del panorama
general de la situación económica mundial en el momento actual es la existencia de dos
líneas de desarrollo.
Una línea es la línea del ascenso ininterrumpido de la economía de
paz de la Unión Soviética
y de las democracias populares, una economía que no
conoce crisis y que se desarrolla con el objetivo de satisfacer al máximo las
necesidades materiales y culturales de la sociedad. Esta economía garantiza el
aumento constante de las condiciones de vida de las masas y el pleno empleo. La
característica de esta economía es la cooperación económica amistosa entre los
países que constituyen el campo democrático.
La otra línea es la línea de
la economía capitalista, donde las fuerzas productivas se han estancado, una
economía que se retuerce en las garras de la cada vez más profunda crisis
general del capitalismo y de las recurrentes crisis económicas; es la línea de
la militarización de la economía y el desarrollo desequilibrado de las
industrias que producen para la guerra; es la línea de la lucha competitiva
entre países y del sojuzgamiento de unos países por otros. Esta situación es
consecuencia del hecho de que la economía capitalista no se desarrolla en
interés de la sociedad, sino con el fin de asegurar la máxima ganancia para los
capitalistas, mediante la explotación, la ruina y la depauperación de la
mayoría de los habitantes del país dado, mediante el sojuzgamiento y el saqueo
sistemático de los pueblos de otros países, principalmente de los países
atrasados, y, por último, mediante las guerras y la militarización de la
economía nacional.
Las siguientes cifras muestran
la evolución de la producción en la URSS y en los países capitalistas:
CRECIMIENTO DE LA PRODUCCIÓN INDUSTRIAL EN LA
URSS Y EN LOS PAÍSES CAPITALISTAS
1929-1951
(en porcentajes respecto de
1929)
PAÍS / AÑO
|
1929
|
1939
|
1943
|
1946
|
1947
|
1948
|
1949
|
1950
|
1951
|
URSS
|
100
|
552
|
573
|
466
|
571
|
721
|
870
|
1,082
|
1,266
|
Estados Unidos
|
100
|
99
|
217
|
155
|
170
|
175
|
160
|
182
|
200
|
Inglaterra
|
100
|
123
|
n.d.
|
112
|
121
|
135
|
144
|
157
|
160
|
Francia
|
100
|
80
|
n.d.
|
63
|
74
|
85
|
92
|
92
|
104
|
Italia
|
100
|
108
|
n.d.
|
72
|
93
|
97
|
103
|
118
|
134
|
n.d.: no disponible
Como se puede apreciar en este
cuadro, el volumen de la producción industrial de la URSS en 1951 creció en 1,266%
en relación con 1929, esto quiere decir que se incrementó casi trece veces
durante ese periodo. Al igual que en los años previos a la guerra, la industria
soviética ha avanzado de forma sostenida desde fines de la guerra, siguiendo
una línea ascendente, sobre la base del desarrollo de la producción con fines
pacíficos.
El cuadro también muestra que
en Estados Unidos, la producción industrial se estancó entre 1929 y 1939, y
sólo se incrementó como consecuencia del fuerte aumento de la producción bélica
durante la Segunda Guerra Mundial. Después de eso, cayó significativamente para
volver a subir nuevamente sólo como consecuencia de la guerra contra el pueblo
coreano y la intensificación de la carrera armamentista, resultado de lo cual
la producción de 1951 duplicó la cifra de 1929.
La producción industrial de Inglaterra
creció solamente 60% durante ese periodo; mientras que en otros países
capitalistas europeo-occidentales, la producción industrial todavía permanece en
torno al nivel de 1929.
A pesar de que durante la guerra
sufrieron mucho más que los países capitalistas europeo-occidentales, las
democracias populares europeas han superado en 1951 el nivel de la producción
industrial de preguerra: en Polonia en 190%, en Checoslovaquia en 70%, en
Hungría en 150%, en Rumania en 90%, en Bulgaria en 360% y en Albania en más de
400%. En estos países, también se observa un aumento constante en la
agricultura, especialmente un progreso rápido en los cultivos industriales y
considerables logros en la ganadería.
La República Democrática
Alemana ha tenido un gran avance en el desarrollo de su economía. Su producción
industrial en 1952 no sólo alcanzó el nivel de preguerra sino que lo superó en
36%. El volumen de la producción industrial de 1951 fue superior al de 1946 en
140%. La industria metalúrgica, la construcción de maquinarias, la industria química y la producción de
energía eléctrica están creciendo año tras año. La agricultura ha sobrepasado
los niveles de preguerra tanto en superficie de cultivo como en rendimientos
por hectárea.
La economía de la República
Popular China está avanzando rápidamente. El pueblo chino está trabajando con
gran entusiasmo y está superando exitosamente las severas consecuencias de la
larga y devastadora guerra contra los invasores japoneses y el Kuomintang
reaccionario. El desarrollo industrial de China ha seguido un ritmo rápido
desde el establecimiento del gobierno democrático popular: en 1951, el volumen
de la producción industrial fue más del doble del registrado en 1949; se ha
restablecido el transporte ferroviario y se están construyendo rápidamente
nuevas líneas. Como resultado de la gran reforma agraria efectuada por el
gobierno popular de China, se han logrado grandes éxitos en la agricultura: en
1951, la producción de cereales creció en 128% con respecto a 1949, y la
producción de algodón lo hizo en 252%. Mientras las finanzas de la vieja China
estaban en un estado de total deterioro y la inflación alcanzaba grandes
proporciones, el gobierno popular de China ha fortalecido las finanzas del país
y ha estabilizado la moneda.
La República Democrática
Popular de Corea ha experimentado un considerable desarrollo económico después
de la liberación del colonialismo japonés. En 1949, el volumen de la producción
industrial fue cuatro veces mayor que en 1946. En el campo, después de que la
República Democrática de Corea realizara la reforma agraria, se amplió la
superficie cultivable en 25% y se incrementó considerablemente el rendimiento
por hectárea de todos los cultivos agrícolas. La agresión de los imperialistas
norteamericanos ha interrumpido el trabajo de construcción pacífica del pueblo
de la República Democrática Popular de Corea. Las tropas norteamericanas y de
otras nacionalidades que operan bajo la bandera de las Naciones Unidas están
destruyendo bárbaramente ciudades y aldeas pacíficas, la industria y la
agricultura de Corea del Norte.
La República Popular de
Mongolia ha dado grandes pasos adelante en el desarrollo de su economía. Año
tras año la economía nacional de la república está creciendo y fortaleciéndose,
las condiciones de vida y cultura del pueblo mongol están avanzando. La
ganadería –la rama más importante de la economía– está en constante expansión.
Desde el establecimiento de la república, el número de cabezas de ganado se ha
incrementado en 150%; y ahora todo el ganado pertenece al campesinado
trabajador. La producción de la industria estatal y cooperativa aumentó casi
tres veces en los últimos diez años.
Todos los datos que ilustran
el desarrollo de la producción en
los países capitalistas y en los países pertenecientes al campo
democrático muestran que el ritmo de la producción industrial de los países capitalistas, incluido Estados Unidos,
está muy por detrás del ritmo del desarrollo industrial de la URSS y las democracias populares.
Estos datos también muestran
que los ligeros aumentos en la producción industrial de los países capitalistas
se deben en su totalidad a los preparativos de guerra y a la fabricación de
suministros para la maquinaria bélica durante la guerra.
Lejos de eliminar las
contradicciones económicas y políticas del capitalismo, la Segunda Guerra
Mundial las agudizó aún más, debilitando la economía de los países capitalistas
y profundizando la crisis general del sistema capitalista mundial. La Segunda
Guerra Mundial no justificó las esperanzas de la gran burguesía de los países
imperialistas. Cada uno de los dos
grupos capitalistas que lucharon entre sí durante la guerra,
contaba con lograr –por la fuerza
de las armas– un nuevo reparto del
mundo, apoderarse de nuevas fuentes de
materias primas y ampliar el mercado de venta
para sus productos, es decir, reforzar su posición
económica a expensas de sus competidores
y conquistar la dominación del mundo.
Sin embargo, esos cálculos fallaron.
Con Alemania y Japón fuera de combate, cada uno de los tres principales países
capitalistas –Estados Unidos, Inglaterra y Francia–, especialmente Estados
Unidos, esperaba incrementar su producción en cuatro o cinco veces, pero todas esas
esperanzas se desvanecieron. Encima, China y las democracias populares de
Europa se desgajaron del sistema capitalista y formaron con la Unión Soviética
un único y poderoso campo de la paz y la democracia, opuesto al campo del
imperialismo.
Como lo señaló el camarada
Stalin, la consecuencia económica de la formación de dos campos opuestos ha
sido la disgregación del mercado mundial único y
omnímodo y la formación de dos mercados
mundiales paralelos: el mercado de los países del
campo de la paz y la democracia y el mercado de los países del campo
imperialista belicista. La disgregación del mercado mundial único y omnímodo es
el resultado económico más importante de la Segunda Guerra Mundial y de sus
consecuencias económicas.
Los dos mercados mundiales se
están desarrollando en direcciones opuestas. El nuevo mercado del mundo
democrático no conoce problemas de venta, porque su capacidad crece año tras
año en consonancia con el crecimiento –libre de crisis– de la producción de los
países del campo democrático, porque el crecimiento sostenido de la producción
de todos los países del campo democrático está ampliando constantemente la
capacidad del mercado democrático. Por otro lado, hay otro mercado mundial, el
mercado imperialista, que no está relacionado con la URSS y los otros países
democráticos; por eso es un mercado restringido y adolece de problemas de venta
debido a las interrupciones y a las crisis de producción, al paro forzoso y a la
depauperación de las masas, y a su aislamiento de los países democráticos. Además,
como resultado de la disgregación del mercado mundial único y omnímodo, se ha
reducido la esfera de aplicación de la fuerza de los principales países
capitalistas (Estados Unidos, Inglaterra y Francia) sobre los recursos
mundiales y esto conduce a una progresiva contracción del mercado capitalista.
Las condiciones de venta en ese mercado se han deteriorado y se están
deteriorando aún más.
El resultado de la Segunda
Guerra Mundial no ha sido el mismo para todos los países capitalistas, y esto
ha producido cambios importantes en las relaciones económicas entre ellos. Las
hostilidades prolongadas, la pérdida de recursos humanos y el daño material
incurrido quebrantaron las economías de muchos de los países beligerantes. Esto
es verdad principalmente en los casos de Alemania, Italia y Japón. Las
economías de Francia, Holanda, Bélgica y otros varios países también sufrieron
considerablemente. Inglaterra fue seriamente debilitada.
Estados Unidos obtuvo grandes
ganancias de la guerra. Los multimillonarios norteamericanos fortalecieron sus
posiciones económicas. Sin embargo, Estados Unidos fracasó en lograr su
objetivo, fracasó en establecer la dominación del capital norteamericano sobre
el mercado mundial. Estados Unidos pensó que después de poner fuera de combate
a Alemania y Japón, podría incrementar su producción en cuatro o cinco veces,
pero sólo duplicó su producción y en la actualidad se está deslizando hacia una
crisis económica. En el momento actual, en Estados Unidos hay casi tres
millones de personas en paro total y aún mucho más personas en paro parcial.
Las masivas huelgas de obreros complican aún más las cosas para los
multimillonarios norteamericanos. Y esto se debe a que, por culpa de los
círculos gobernantes de Estados Unidos, la industria de ese país se ha visto
privada de los mercados de la URSS, China y las democracias populares de
Europa.
El imperialismo norteamericano
está actuando ahora no sólo como un explotador internacional y esclavizador de
naciones sino también como una fuerza que perturba las economías de los otros países
capitalistas. Después de la guerra, el capital monopolista de Estados Unidos, aprovechándose
de la debilidad de sus competidores, se apoderó de gran parte del mercado
capitalista mundial. Está destruyendo los
lazos económicos multilaterales que
históricamente han existido entre los países capitalistas, para
reemplazarlos por los lazos unilaterales entre esos países y Estados Unidos.
Al aumentar sus exportaciones mediante el dumping
más inescrupuloso y cerrando al mismo tiempo su mercado interno al ingreso de
productos extranjeros, estrangulando al pueblo norteamericano con los altos
precios, los monopolios norteamericanos están desorganizando más y más el
mercado capitalista mundial. El imperialismo norteamericano está impidiendo que
los países europeo occidentales reciban productos alimenticios de sus antiguos
mercados de Europa oriental, adonde siempre exportaron grandes cantidades de
bienes manufacturados a cambio de alimentos y materias primas.
La política económica seguida
por el imperialismo norteamericano tenía que agudizar forzosamente la
contradicción entre los Estados Unidos y los otros países capitalistas. La
contradicción entre Estados Unidos e Inglaterra sigue siendo la contradicción principal
y está adquiriendo la forma de una lucha abierta entre los monopolios
norteamericanos e ingleses por las fuentes de petróleo, caucho, metales no
ferrosos y raros, azufre, lana y por los
mercados de productos básicos.
A esto debemos agregar las contradicciones
sumamente serias entre Estados Unidos y Japón, entre Estados Unidos e Italia, y
entre Estados Unidos y Alemania Occidental, países que están viviendo bajo el
yugo de la ocupación de los dictadores norteamericanos. Sería ingenuo creer que
estos países vencidos consentirán vivir por tiempo indefinido bajo la férula de
los ocupantes norteamericanos. Sería absurdo pensar que esos países no
intentarán de una u otra forma sacudirse de la opresión de los Estados Unidos
para poder tener una vida libre e independiente.
Dado que el capitalismo norteamericano,
con el pretexto de brindar “ayuda”
en forma de créditos, penetra en las economías de Inglaterra, Francia e Italia, y se apodera de las materias primas y los mercados de las colonias
británicas y francesas, las contradicciones
entre Estados Unidos e Inglaterra y entre Estados Unidos y Francia se agudizan y se agudizarán aún más en el futuro. Inglaterra y, tras ella, Francia
y los demás países capitalistas están tratando de librarse de la subordinación
a los Estados Unidos con el fin de asegurarse una posición independiente y elevadas
ganancias. Los capitalistas ingleses están librando una dura lucha contra la
dominación norteamericana en el comercio internacional.
Las dificultades económicas en
que se encontraron los países capitalistas después de la guerra, se agravaron
cuando los mismos imperialistas cortaron su acceso al mercado democrático
mundial. Estados Unidos ha reducido a casi cero su comercio con la Unión
Soviética y las democracias populares europeas y ha cesado todo comercio con
China. Y prácticamente ha prohibido no sólo a los países vencidos (Japón,
Alemania Occidental e Italia) sino también a Inglaterra, Francia, Holanda,
Dinamarca, Noruega, Bélgica y otros países capitalistas, comprar y vender
productos en los mercados de los países del campo democrático. El comercio de
Estados Unidos con los países que ahora están en el campo democrático fue, en 1951,
sólo la décima parte del registrado en 1937; por su parte, el comercio de Inglaterra
con esos países se redujo a un sexto y el de Francia a menos de un cuarto.
Estados Unidos, Inglaterra y
Francia sometieron a la URSS, China y las democracias populares europeas a un
“bloqueo” económico con el fin de estrangularlas. Pero el nuevo mercado del
mundo democrático no fue estrangulado, por el contrario, se hizo más fuerte. El
resultado fue que los imperialistas sólo lograron asestar un duro golpe a sus
propias exportaciones y agravaron aún más las contradicciones entre las potencialidades productivas de su industria
y la posibilidad de vender sus productos.
Todo esto significa que la
economía capitalista está ahora acosada por contradicciones aún más profundas y
que el sistema mundial de la economía capitalista en su conjunto se ha
reducido, debilitado y vuelto más inestable que antes de la guerra.
Conscientes de estas
dificultades económicas, los capitalistas de Estados Unidos tratan de superarlas mediante la guerra de Corea, la carrera armamentista y la militarización de la industria.
Al desatar la guerra
reaccionaria contra el pueblo coreano y azuzar la histeria bélica contra el
campo democrático, los imperialistas norteamericanos, ingleses y franceses han
transformado sus economías con propósitos de guerra y han intensificado en
grandes proporciones la militarización de la economía y la carrera armamentista
en sus países. Actualmente, una parte cada vez mayor de su producción industrial
es utilizada para suministros de guerra.
Los pedidos militares juegan un papel decisivo en las industrias básicas de
Estados Unidos y de los otros países capitalistas. Los gastos directos e indirectos en armamentos constituyen una proporción cada vez mayor de los presupuestos de los países capitalistas. En Estados Unidos, los gastos militares directos
han aumentado de $1,000 millones en el año fiscal 1937-1938 a $58,200 millones
en 1952-1953; ese gasto representa en la actualidad el 74% del presupuesto
total, comparado con el 14% de 1937-1938. En Inglaterra, los gastos militares
durante el mismo periodo subieron de £197 millones a £1,634 millones, es decir, subieron de 17% del presupuesto total
anterior a la guerra a 34% en la actualidad. En Francia, los gastos militares
representan hoy cerca del 40% del presupuesto total.
Este crecimiento sin
precedentes de los gastos militares está acompañado del continuo aumento de los
impuestos y el constante incremento de las emisiones inflacionarias de papel
moneda. La guerra y la política de los círculos dirigentes de los Estados
Unidos han debilitado severamente todo el sistema financiero de los países
capitalistas y siguen debilitándolo más y más en todo momento. De acuerdo a los
datos oficiales, obviamente manipulados, el poder de compra del dólar de 1951
fue sólo el 43% del poder de compra del dólar de 1939; el poder de compra de la
libra esterlina fue 32%; del franco francés fue de 3.8%; y de la lira italiana
fue menos de 2%.
Al transformar sus economías en
economías de guerra, Estados Unidos y los otros países capitalistas han podido
elevar su producción industrial por algún tiempo. Los economistas burgueses tratan presentar esto
como prueba de que los grandes pedidos militares son capaces de mantener
indefinidamente un alto nivel de “actividad empresarial”. Sin embargo, la
realidad refuta estas afirmaciones. Ahora, en el tercer año de la intensa militarización
de la economía capitalista, las consecuencias nefastas de esta militarización son
cada vez más evidentes. Los factores inflacionarios de la guerra, si bien provocan un auge temporal, ocasionan un desarrollo sesgado, unilateral, de la
economía de los países capitalistas.
Una parte creciente de los bienes finales y materias primas está siendo
absorbida por el consumo militar improductivo o es congelada bajo la forma de
vastas reservas estratégicas. Al mismo tiempo, la militarización de la economía
conduce al estrujamiento de la población mediante el aumento de impuestos. Todo
esto convierte los presupuestos de los países capitalistas en medios que los
multimillonarios pueden utilizar para robar al pueblo, reduce la capacidad de
compra de la población, disminuye la demanda de los productos industriales y
agrícolas, conlleva una fuerte reducción de la producción civil y crea las
condiciones para el advenimiento de una aguda crisis económica.
La militarización de la
economía nacional no suprime, por el contrario, amplía la brecha entre las
potencialidades de producción y la caída de la demanda efectiva de la población,
demanda que los altos círculos dirigentes de los países capitalistas están
reduciendo al mínimo. Esto causa una contracción progresiva del mercado
capitalista. De este modo, el aumento de la producción bélica conduce
inevitablemente a la maduración de una nueva y profunda crisis económica.
La carrera armamentista impone
una carga excepcionalmente pesada sobre las economías de los satélites de los Estados
Unidos. Después de desatar la guerra contra Corea, Estados Unidos intensificó
su presión sobre los países europeo-occidentales, exigiéndoles una conversión
más completa de su industria con fines bélicos, asignándoles sumas excesivas
para los preparativos de guerra, y
privando a las industrias civiles
de esos países de las materias
primas y otros tipos de materiales que necesitan. El imperialismo
norteamericano se ha quitado completamente la máscara de “restaurador” de la
economía de los países capitalistas. La “ayuda” norteamericana se concede ahora
sólo para armamentos y para los preparativos de una nueva guerra. La carrera armamentista
en que se han comprometido Inglaterra, Francia, Italia, Alemania Occidental,
Bélgica, Noruega y otros países capitalistas, obedeciendo los dictados de los
monopolios norteamericanos, está arruinando las economías de esos países y llevándolas
al desastre.
Los multimillonarios que han
impuesto su dominación sobre los países burgueses y les dictan la política de
preparación de una nueva guerra y de acumulación de armamentos, están
obteniendo colosales ganancias. Para los multimillonarios, principalmente para
los monopolios y multimillonarios norteamericanos, la carrera armamentista se
ha convertido en una fuente de riqueza sin precedentes. Incluso, según los subvaluados
datos oficiales, las ganancias de los monopolios capitalistas de Estados Unidos
subieron de 3.3 mil millones de dólares en 1938 a 42.9 mil millones de dólares
en 1951, es decir, un incremento de 1,300%. Las arcas de los monopolios de Inglaterra,
Francia, Italia, Japón y otros países se están llenando de cuantiosas
ganancias, a pesar de que las economías de esos países se encuentran en un
estado de estancamiento prolongado.
Al mismo tiempo, la
militarización ha conducido a un grave deterioro de las condiciones de vida de
las masas. El aumento de los impuestos, el alza de los precios de los bienes de
consumo y el incremento de la inflación han intensificado la depauperación
absoluta y relativa del pueblo trabajador. En Estados Unidos, los impuestos
directos que afectan a la población en el presente año fiscal son doce veces
más altos que en el año fiscal 1937-1938, incluso después de considerar la
depreciación de la moneda. En los países europeo-occidentales, donde la carga
tributaria era bastante considerable incluso antes de la Segunda Guerra
Mundial, los impuestos se han incrementado de la siguiente manera: Inglaterra,
100%; Francia, 160%; e Italia, 50%.
Incluso los datos oficiales
del costo de la vida y de los precios al por menor, evidentemente subestimados, muestran el aumento continuo del costo de la
vida, que se ha acentuado particularmente después de que Estados Unidos
iniciara la agresión a Corea. En estas condiciones, la política de
“congelación” de los salarios, aplicada por los capitalistas con el apoyo de
los socialistas de derecha y los líderes sindicales reaccionarios, ha conducido
a una gran reducción de los salarios reales de los trabajadores. En Francia e
Italia, los salarios reales de los obreros en 1952 son inferiores en más del
50% que los de la preguerra; en Inglaterra, son inferiores en 20% que los de la
preguerra. En Estados Unidos, según los datos publicados por el Sindicato de
Obreros Electricistas, el costo de la vida subió casi tres veces comparado con 1939.
A pesar del crecimiento de la producción bélica, en los países capitalistas está
aumentando el número de parados totales y parciales. En Italia y en Alemania
Occidental, el paro forzoso es superior al de los años más duros de la crisis
económica mundial de 1929-1933. En Italia, hay más de dos millones de parados
totales y un número todavía mayor de parados parciales. En Alemania Occidental
hay cerca de tres millones de parados totales y parciales, mientras que en
Japón, la cifra alcanza casi 10 millones. En Estados Unidos, hay más de tres
millones de parados totales y 10 millones de parados parciales. El paro forzoso
está creciendo en Inglaterra, donde el número de parados totales es mayor a
medio millón de personas. En un país tan pequeño como Bélgica hay más de 300,000
parados totales.
El deterioro creciente de
la situación material de amplias capas de la población, debido a la carrera
armamentista, está provocando el descontento creciente de las masas y la
intensificación de sus luchas contra el descenso del nivel de vida y contra
toda la política de preparación de una nueva guerra. Se están agudizando las
contradicciones de clase entre la burguesía imperialista, de una parte, y la
clase obrera y todo el pueblo trabajador, de otra parte. La ola de huelgas se
está expandiendo más y más por todo el mundo capitalista.
La situación del sistema
capitalista mundial se pone cada vez más difícil en estos momentos, debido a
que, como resultado de la guerra y el nuevo auge de la lucha de liberación
nacional en los países coloniales y dependientes, el sistema colonial de
imperialismo se está desintegrando.
Un resultado directo de la
derrota de la Alemania fascista y del Japón imperialista ha sido la ruptura del
frente imperialista en China, Corea y Vietnam, donde en lugar de las semicolonias
y colonias han surgido repúblicas populares. La victoria del pueblo chino ha
revolucionado aún más el Oriente y ha estimulado la lucha por la liberación de
los pueblos oprimidos por el imperialismo.
En el periodo de postguerra,
las contradicciones entre las potencias colonialistas y las colonias se han
exacerbado aún más. Inglaterra, Francia, Bélgica y otras potencias colonialistas
tratan de compensar, mediante la intensificación de la explotación de sus
colonias, las cargas que les imponen la militarización de la economía y la
expansión de los Estados Unidos. Al mismo tiempo, los imperialistas norteamericanos
están penetrando en las colonias y esferas de influencia de estas potencias
colonialistas, conquistando posiciones e intensificando la explotación de los
pueblos de los países coloniales y dependientes. En el curso de esta lucha, los
invasores norteamericanos instigan complots contra sus “aliados” ingleses y
franceses, agravando aún más la crisis del sistema colonial del imperialismo.
El territorio de muchos países coloniales y dependientes (Egipto, Irán, Siria,
Marruecos, Túnez y otros) está siendo utilizado para establecer bases militares,
mientras que a sus pueblos se les está reservando el papel de “carne de cañón”
en una futura guerra.
Como resultado de la
prolongada opresión imperialista y la existencia de remanentes feudales, la
economía de los países coloniales y dependientes, particularmente la
agricultura, se encuentra en estado de decadencia. En la India, Indonesia, Irán
y en África, decenas de millones personas viven en condiciones de hambre
permanente y un gran número de personas ha muerto de inanición. La explotación
rapaz de los países coloniales y dependientes por las potencias imperialistas está
retrasando el desarrollo de las fuerzas productivas de esos países, mientras
que la capacidad adquisitiva de la población se encuentra en un nivel
extremadamente bajo y los mercados de venta para la producción industrial se están
contrayendo. Todo esto constituye un pesado lastre que está haciendo descender
la economía del mundo capitalista y está agravando las contradicciones internas
del sistema capitalista mundial en su conjunto.
Los pueblos de los países
coloniales y dependientes están oponiendo una resistencia cada vez más enérgica
a los esclavizadores imperialistas. Testimonio de la magnitud del movimiento de
liberación nacional es la lucha de los pueblos de Vietnam, Birmania, Malasia,
Filipinas e Indonesia, y el incremento de la resistencia nacional en la India,
Irán, Egipto y otros países.
Fuente: G. Malenkov, Report to the Nineteenth Party Congress On the Work of the Central Committee of the CPSU(b), Foreign Languages Publishing House, Moscow, 1952.
Traducido por "Crítica Marxista-Leninista".
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