viernes, 12 de abril de 2013

"La otra línea es la línea de la economía capitalista, donde las fuerzas productivas se han estancado"

El problema del estancamiento del capitalismo monopolista fue clara e indudablemente establecido por los marxista-leninistas, cuando la economía capitalista mundial entraba en uno de sus mejores periodos, después de finalizada la Segunda Guerra Mundial, cuando viviría sus "años dorados", sus "años maravillosos". En el informe al XIX Congreso del PC(b) de la URSS, Malenkov destacó el papel la carrera armamentista, los gastos militares, las guerras locales y los preparativos para una nueva guerra mundial, como "estimulantes" de la actividad empresarial y el crecimiento económico en la economía del imperialismo, con el fin de "superar" la tendencia subyacente al estancamiento. Realizando una evaluación comparativa entre el campo socialista y el campo capitalista, el informe de Malenkov resalta las tendencias contrapuestas entre las dos líneas de desarrollo, dejando como resultado la superioridad del socialismo.
 
La tendencia al estancamiento no quiere decir  que la economía capitalista no crezca, sino que lo haga a ritmos muy bajos y lentos en relación con las capacidades productivas y la gran disponibilidad de capitales, como reflejo de la contradicción entre el carácter social de la producción y el carácter privado de la apropiación. En la actualidad, Japón es el ejemplo más claro de una economía imperialista en estancamiento, algo que viene experimentando desde la década de 1990 hasta la fecha (con un breve lapso de aparente recuperación, en los años previos a la última crisis mundial). También se puede incluir a Rusia como en la misma condición.
 
Esta característica de la economía del capitalismo monopolista nos ayuda a comprender la naturaleza del imperialismo como capitalismo agonizante y en descomposición, y también, entre otros factores, por qué el imperialismo es guerra.
 
A continuación la primera sección de la primera parte del Informe principal ante el XIX Congreso del PC(b) de la URSS, presentado por Georgy Malenkov en 1952.
 
 



 

El debilitamiento del sistema capitalista mundial y la situación económica de los países capitalistas 
Georgy Malenkov
(Del Informe ante el XIX Congreso del PC(b) de la URSS)
1952

La característica del panorama general de la situación económica mundial en el momento actual es la existencia de dos líneas de desarrollo. 

Una línea es la línea del ascenso ininterrumpido de la economía de paz de la Unión Soviética y de las democracias populares, una economía que no conoce crisis y que se desarrolla con el objetivo de satisfacer al máximo las necesidades materiales y culturales de la sociedad. Esta economía garantiza el aumento constante de las condiciones de vida de las masas y el pleno empleo. La característica de esta economía es la cooperación económica amistosa entre los países que constituyen el campo democrático. 

La otra línea es la línea de la economía capitalista, donde las fuerzas productivas se han estancado, una economía que se retuerce en las garras de la cada vez más profunda crisis general del capitalismo y de las recurrentes crisis económicas; es la línea de la militarización de la economía y el desarrollo desequilibrado de las industrias que producen para la guerra; es la línea de la lucha competitiva entre países y del sojuzgamiento de unos países por otros. Esta situación es consecuencia del hecho de que la economía capitalista no se desarrolla en interés de la sociedad, sino con el fin de asegurar la máxima ganancia para los capitalistas, mediante la explotación, la ruina y la depauperación de la mayoría de los habitantes del país dado, mediante el sojuzgamiento y el saqueo sistemático de los pueblos de otros países, principalmente de los países atrasados, y, por último, mediante las guerras y la militarización de la economía nacional.

Las siguientes cifras muestran la evolución de la producción en la URSS y en los países capitalistas: 

CRECIMIENTO DE LA PRODUCCIÓN INDUSTRIAL EN LA URSS Y EN LOS PAÍSES CAPITALISTAS
1929-1951
(en porcentajes respecto de 1929) 



PAÍS / AÑO

1929

1939

1943

1946

1947

1948

1949

1950

1951

URSS

100

552

573

466

571

721

870

1,082

1,266

Estados Unidos

100

99

217

155

170

175

160

182

200

Inglaterra

100

123

n.d.

112

121

135

144

157

160

Francia

100

80

n.d.

63

74

85

92

92

104

Italia

100

108

n.d.

72

93

97

103

118

134

      n.d.: no disponible     

Como se puede apreciar en este cuadro, el volumen de la producción industrial de la URSS en 1951 creció en 1,266% en relación con 1929, esto quiere decir que se incrementó casi trece veces durante ese periodo. Al igual que en los años previos a la guerra, la industria soviética ha avanzado de forma sostenida desde fines de la guerra, siguiendo una línea ascendente, sobre la base del desarrollo de la producción con fines pacíficos. 

El cuadro también muestra que en Estados Unidos, la producción industrial se estancó entre 1929 y 1939, y sólo se incrementó como consecuencia del fuerte aumento de la producción bélica durante la Segunda Guerra Mundial. Después de eso, cayó significativamente para volver a subir nuevamente sólo como consecuencia de la guerra contra el pueblo coreano y la intensificación de la carrera armamentista, resultado de lo cual la producción de 1951 duplicó la cifra de 1929. 

La producción industrial de Inglaterra creció solamente 60% durante ese periodo; mientras que en otros países capitalistas europeo-occidentales, la producción industrial todavía permanece en torno al nivel de 1929. 

A pesar de que durante la guerra sufrieron mucho más que los países capitalistas europeo-occidentales, las democracias populares europeas han superado en 1951 el nivel de la producción industrial de preguerra: en Polonia en 190%, en Checoslovaquia en 70%, en Hungría en 150%, en Rumania en 90%, en Bulgaria en 360% y en Albania en más de 400%. En estos países, también se observa un aumento constante en la agricultura, especialmente un progreso rápido en los cultivos industriales y considerables logros en la ganadería. 

La República Democrática Alemana ha tenido un gran avance en el desarrollo de su economía. Su producción industrial en 1952 no sólo alcanzó el nivel de preguerra sino que lo superó en 36%. El volumen de la producción industrial de 1951 fue superior al de 1946 en 140%. La industria metalúrgica, la construcción de maquinarias,  la industria química y la producción de energía eléctrica están creciendo año tras año. La agricultura ha sobrepasado los niveles de preguerra tanto en superficie de cultivo como en rendimientos por hectárea. 

La economía de la República Popular China está avanzando rápidamente. El pueblo chino está trabajando con gran entusiasmo y está superando exitosamente las severas consecuencias de la larga y devastadora guerra contra los invasores japoneses y el Kuomintang reaccionario. El desarrollo industrial de China ha seguido un ritmo rápido desde el establecimiento del gobierno democrático popular: en 1951, el volumen de la producción industrial fue más del doble del registrado en 1949; se ha restablecido el transporte ferroviario y se están construyendo rápidamente nuevas líneas. Como resultado de la gran reforma agraria efectuada por el gobierno popular de China, se han logrado grandes éxitos en la agricultura: en 1951, la producción de cereales creció en 128% con respecto a 1949, y la producción de algodón lo hizo en 252%. Mientras las finanzas de la vieja China estaban en un estado de total deterioro y la inflación alcanzaba grandes proporciones, el gobierno popular de China ha fortalecido las finanzas del país y ha estabilizado la moneda. 

La República Democrática Popular de Corea ha experimentado un considerable desarrollo económico después de la liberación del colonialismo japonés. En 1949, el volumen de la producción industrial fue cuatro veces mayor que en 1946. En el campo, después de que la República Democrática de Corea realizara la reforma agraria, se amplió la superficie cultivable en 25% y se incrementó considerablemente el rendimiento por hectárea de todos los cultivos agrícolas. La agresión de los imperialistas norteamericanos ha interrumpido el trabajo de construcción pacífica del pueblo de la República Democrática Popular de Corea. Las tropas norteamericanas y de otras nacionalidades que operan bajo la bandera de las Naciones Unidas están destruyendo bárbaramente ciudades y aldeas pacíficas, la industria y la agricultura de Corea del Norte. 

La República Popular de Mongolia ha dado grandes pasos adelante en el desarrollo de su economía. Año tras año la economía nacional de la república está creciendo y fortaleciéndose, las condiciones de vida y cultura del pueblo mongol están avanzando. La ganadería –la rama más importante de la economía– está en constante expansión. Desde el establecimiento de la república, el número de cabezas de ganado se ha incrementado en 150%; y ahora todo el ganado pertenece al campesinado trabajador. La producción de la industria estatal y cooperativa aumentó casi tres veces en los últimos diez años. 

Todos los datos que ilustran el desarrollo de la producción en los países capitalistas y en los países pertenecientes al campo democrático muestran que el ritmo de la producción industrial de los países capitalistas, incluido Estados Unidos, está muy por detrás del ritmo del desarrollo industrial de la URSS y las democracias populares. 

Estos datos también muestran que los ligeros aumentos en la producción industrial de los países capitalistas se deben en su totalidad a los preparativos de guerra y a la fabricación de suministros para la maquinaria bélica durante la guerra. 

Lejos de eliminar las contradicciones económicas y políticas del capitalismo, la Segunda Guerra Mundial las agudizó aún más, debilitando la economía de los países capitalistas y profundizando la crisis general del sistema capitalista mundial. La Segunda Guerra Mundial no justificó las esperanzas de la gran burguesía de los países imperialistas. Cada uno de los dos grupos capitalistas que lucharon entre sí durante la guerra, contaba con lograr –por la fuerza de las armas– un nuevo reparto del mundo, apoderarse de nuevas fuentes de materias primas y ampliar el mercado de venta para sus productos, es decir, reforzar su posición económica a expensas de sus competidores y conquistar la dominación del mundo. 

Sin embargo, esos cálculos fallaron. Con Alemania y Japón fuera de combate, cada uno de los tres principales países capitalistas –Estados Unidos, Inglaterra y Francia–, especialmente Estados Unidos, esperaba incrementar su producción en cuatro o cinco veces, pero todas esas esperanzas se desvanecieron. Encima, China y las democracias populares de Europa se desgajaron del sistema capitalista y formaron con la Unión Soviética un único y poderoso campo de la paz y la democracia, opuesto al campo del imperialismo. 

Como lo señaló el camarada Stalin, la consecuencia económica de la formación de dos campos opuestos ha sido la disgregación del mercado mundial único y omnímodo y la formación de dos mercados mundiales paralelos: el mercado de los países del campo de la paz y la democracia y el mercado de los países del campo imperialista belicista. La disgregación del mercado mundial único y omnímodo es el resultado económico más importante de la Segunda Guerra Mundial y de sus consecuencias económicas. 

Los dos mercados mundiales se están desarrollando en direcciones opuestas. El nuevo mercado del mundo democrático no conoce problemas de venta, porque su capacidad crece año tras año en consonancia con el crecimiento –libre de crisis– de la producción de los países del campo democrático, porque el crecimiento sostenido de la producción de todos los países del campo democrático está ampliando constantemente la capacidad del mercado democrático. Por otro lado, hay otro mercado mundial, el mercado imperialista, que no está relacionado con la URSS y los otros países democráticos; por eso es un mercado restringido y adolece de problemas de venta debido a las interrupciones y a las crisis de producción, al paro forzoso y a la depauperación de las masas, y a su aislamiento de los países democráticos. Además, como resultado de la disgregación del mercado mundial único y omnímodo, se ha reducido la esfera de aplicación de la fuerza de los principales países capitalistas (Estados Unidos, Inglaterra y Francia) sobre los recursos mundiales y esto conduce a una progresiva contracción del mercado capitalista. Las condiciones de venta en ese mercado se han deteriorado y se están deteriorando aún más. 

El resultado de la Segunda Guerra Mundial no ha sido el mismo para todos los países capitalistas, y esto ha producido cambios importantes en las relaciones económicas entre ellos. Las hostilidades prolongadas, la pérdida de recursos humanos y el daño material incurrido quebrantaron las economías de muchos de los países beligerantes. Esto es verdad principalmente en los casos de Alemania, Italia y Japón. Las economías de Francia, Holanda, Bélgica y otros varios países también sufrieron considerablemente. Inglaterra fue seriamente debilitada. 

Estados Unidos obtuvo grandes ganancias de la guerra. Los multimillonarios norteamericanos fortalecieron sus posiciones económicas. Sin embargo, Estados Unidos fracasó en lograr su objetivo, fracasó en establecer la dominación del capital norteamericano sobre el mercado mundial. Estados Unidos pensó que después de poner fuera de combate a Alemania y Japón, podría incrementar su producción en cuatro o cinco veces, pero sólo duplicó su producción y en la actualidad se está deslizando hacia una crisis económica. En el momento actual, en Estados Unidos hay casi tres millones de personas en paro total y aún mucho más personas en paro parcial. Las masivas huelgas de obreros complican aún más las cosas para los multimillonarios norteamericanos. Y esto se debe a que, por culpa de los círculos gobernantes de Estados Unidos, la industria de ese país se ha visto privada de los mercados de la URSS, China y las democracias populares de Europa. 

El imperialismo norteamericano está actuando ahora no sólo como un explotador internacional y esclavizador de naciones sino también como una fuerza que perturba las economías de los otros países capitalistas. Después de la guerra, el capital monopolista de Estados Unidos, aprovechándose de la debilidad de sus competidores, se apoderó de gran parte del mercado capitalista mundial. Está destruyendo los lazos económicos multilaterales que históricamente han existido entre los países capitalistas, para reemplazarlos por los lazos unilaterales entre esos países y Estados Unidos. Al aumentar sus exportaciones mediante el dumping más inescrupuloso y cerrando al mismo tiempo su mercado interno al ingreso de productos extranjeros, estrangulando al pueblo norteamericano con los altos precios, los monopolios norteamericanos están desorganizando más y más el mercado capitalista mundial. El imperialismo norteamericano está impidiendo que los países europeo occidentales reciban productos alimenticios de sus antiguos mercados de Europa oriental, adonde siempre exportaron grandes cantidades de bienes manufacturados a cambio de alimentos y materias primas. 

La política económica seguida por el imperialismo norteamericano tenía que agudizar forzosamente la contradicción entre los Estados Unidos y los otros países capitalistas. La contradicción entre Estados Unidos e Inglaterra sigue siendo la contradicción principal y está adquiriendo la forma de una lucha abierta entre los monopolios norteamericanos e ingleses por  las fuentes de petróleo, caucho, metales no ferrosos y raros, azufre, lana y por los mercados de productos básicos. 

A esto debemos agregar las contradicciones sumamente serias entre Estados Unidos y Japón, entre Estados Unidos e Italia, y entre Estados Unidos y Alemania Occidental, países que están viviendo bajo el yugo de la ocupación de los dictadores norteamericanos. Sería ingenuo creer que estos países vencidos consentirán vivir por tiempo indefinido bajo la férula de los ocupantes norteamericanos. Sería absurdo pensar que esos países no intentarán de una u otra forma sacudirse de la opresión de los Estados Unidos para poder tener una vida libre e independiente. 

Dado que el capitalismo norteamericano, con el pretexto de brindar “ayuda” en forma de créditos, penetra en las economías de Inglaterra, Francia e Italia, y se apodera de las materias primas y los mercados de las colonias británicas y francesas, las contradicciones entre Estados Unidos e Inglaterra y entre Estados Unidos y Francia se agudizan y se agudizarán aún más en el futuro. Inglaterra y, tras ella, Francia y los demás países capitalistas están tratando de librarse de la subordinación a los Estados Unidos con el fin de asegurarse una posición independiente y elevadas ganancias. Los capitalistas ingleses están librando una dura lucha contra la dominación norteamericana en el comercio internacional.  

Las dificultades económicas en que se encontraron los países capitalistas después de la guerra, se agravaron cuando los mismos imperialistas cortaron su acceso al mercado democrático mundial. Estados Unidos ha reducido a casi cero su comercio con la Unión Soviética y las democracias populares europeas y ha cesado todo comercio con China. Y prácticamente ha prohibido no sólo a los países vencidos (Japón, Alemania Occidental e Italia) sino también a Inglaterra, Francia, Holanda, Dinamarca, Noruega, Bélgica y otros países capitalistas, comprar y vender productos en los mercados de los países del campo democrático. El comercio de Estados Unidos con los países que ahora están en el campo democrático fue, en 1951, sólo la décima parte del registrado en 1937; por su parte, el comercio de Inglaterra con esos países se redujo a un sexto y el de Francia a menos de un cuarto. 

Estados Unidos, Inglaterra y Francia sometieron a la URSS, China y las democracias populares europeas a un “bloqueo” económico con el fin de estrangularlas. Pero el nuevo mercado del mundo democrático no fue estrangulado, por el contrario, se hizo más fuerte. El resultado fue que los imperialistas sólo lograron asestar un duro golpe a sus propias exportaciones y agravaron aún más las contradicciones entre las potencialidades productivas de su industria y la posibilidad de vender sus productos. 

Todo esto significa que la economía capitalista está ahora acosada por contradicciones aún más profundas y que el sistema mundial de la economía capitalista en su conjunto se ha reducido, debilitado y vuelto más inestable que antes de la guerra. 

Conscientes de estas dificultades económicas, los capitalistas de Estados Unidos tratan de superarlas mediante la guerra de Corea, la carrera armamentista y la militarización de la industria. 

Al desatar la guerra reaccionaria contra el pueblo coreano y azuzar la histeria bélica contra el campo democrático, los imperialistas norteamericanos, ingleses y franceses han transformado sus economías con propósitos de guerra y han intensificado en grandes proporciones la militarización de la economía y la carrera armamentista en sus países. Actualmente, una parte cada vez mayor de su producción industrial es utilizada para suministros de guerra. Los pedidos militares juegan un papel decisivo en las industrias básicas de Estados Unidos y de los otros países capitalistas. Los gastos directos e indirectos en armamentos constituyen una proporción cada vez mayor de los presupuestos de los países capitalistas. En Estados Unidos, los gastos militares directos han aumentado de $1,000 millones en el año fiscal 1937-1938 a $58,200 millones en 1952-1953; ese gasto representa en la actualidad el 74% del presupuesto total, comparado con el 14% de 1937-1938. En Inglaterra, los gastos militares durante el mismo periodo subieron de £197 millones a £1,634 millones, es decir, subieron de 17% del presupuesto total anterior a la guerra a 34% en la actualidad. En Francia, los gastos militares representan hoy cerca del 40% del presupuesto total. 

Este crecimiento sin precedentes de los gastos militares está acompañado del continuo aumento de los impuestos y el constante incremento de las emisiones inflacionarias de papel moneda. La guerra y la política de los círculos dirigentes de los Estados Unidos han debilitado severamente todo el sistema financiero de los países capitalistas y siguen debilitándolo más y más en todo momento. De acuerdo a los datos oficiales, obviamente manipulados, el poder de compra del dólar de 1951 fue sólo el 43% del poder de compra del dólar de 1939; el poder de compra de la libra esterlina fue 32%; del franco francés fue de 3.8%; y de la lira italiana fue menos de 2%. 

Al transformar sus economías en economías de guerra, Estados Unidos y los otros países capitalistas han podido elevar su producción industrial por algún tiempo.  Los economistas burgueses tratan presentar esto como prueba de que los grandes pedidos militares son capaces de mantener indefinidamente un alto nivel de “actividad empresarial”. Sin embargo, la realidad refuta estas afirmaciones. Ahora, en el tercer año de la intensa militarización de la economía capitalista, las consecuencias nefastas de esta militarización son cada vez más evidentes. Los factores inflacionarios de la guerra, si bien provocan un auge temporal, ocasionan un desarrollo sesgado, unilateral, de la economía de los países capitalistas. Una parte creciente de los bienes finales y materias primas está siendo absorbida por el consumo militar improductivo o es congelada bajo la forma de vastas reservas estratégicas. Al mismo tiempo, la militarización de la economía conduce al estrujamiento de la población mediante el aumento de impuestos. Todo esto convierte los presupuestos de los países capitalistas en medios que los multimillonarios pueden utilizar para robar al pueblo, reduce la capacidad de compra de la población, disminuye la demanda de los productos industriales y agrícolas, conlleva una fuerte reducción de la producción civil y crea las condiciones para el advenimiento de una aguda crisis económica. 

La militarización de la economía nacional no suprime, por el contrario, amplía la brecha entre las potencialidades de producción y la caída de la demanda efectiva de la población, demanda que los altos círculos dirigentes de los países capitalistas están reduciendo al mínimo. Esto causa una contracción progresiva del mercado capitalista. De este modo, el aumento de la producción bélica conduce inevitablemente a la maduración de una nueva y profunda crisis económica. 

La carrera armamentista impone una carga excepcionalmente pesada sobre las economías de los satélites de los Estados Unidos. Después de desatar la guerra contra Corea, Estados Unidos intensificó su presión sobre los países europeo-occidentales, exigiéndoles una conversión más completa de su industria con fines bélicos, asignándoles sumas excesivas para los preparativos de guerra, y privando a las industrias civiles de esos países de las materias primas y otros tipos de materiales que necesitan. El imperialismo norteamericano se ha quitado completamente la máscara de “restaurador” de la economía de los países capitalistas. La “ayuda” norteamericana se concede ahora sólo para armamentos y para los preparativos de una nueva guerra. La carrera armamentista en que se han comprometido Inglaterra, Francia, Italia, Alemania Occidental, Bélgica, Noruega y otros países capitalistas, obedeciendo los dictados de los monopolios norteamericanos, está arruinando las economías de esos países y llevándolas al desastre. 

Los multimillonarios que han impuesto su dominación sobre los países burgueses y les dictan la política de preparación de una nueva guerra y de acumulación de armamentos, están obteniendo colosales ganancias. Para los multimillonarios, principalmente para los monopolios y multimillonarios norteamericanos, la carrera armamentista se ha convertido en una fuente de riqueza sin precedentes. Incluso, según los subvaluados datos oficiales, las ganancias de los monopolios capitalistas de Estados Unidos subieron de 3.3 mil millones de dólares en 1938 a 42.9 mil millones de dólares en 1951, es decir, un incremento de 1,300%. Las arcas de los monopolios de Inglaterra, Francia, Italia, Japón y otros países se están llenando de cuantiosas ganancias, a pesar de que las economías de esos países se encuentran en un estado de estancamiento prolongado.  

Al mismo tiempo, la militarización ha conducido a un grave deterioro de las condiciones de vida de las masas. El aumento de los impuestos, el alza de los precios de los bienes de consumo y el incremento de la inflación han intensificado la depauperación absoluta y relativa del pueblo trabajador. En Estados Unidos, los impuestos directos que afectan a la población en el presente año fiscal son doce veces más altos que en el año fiscal 1937-1938, incluso después de considerar la depreciación de la moneda. En los países europeo-occidentales, donde la carga tributaria era bastante considerable incluso antes de la Segunda Guerra Mundial, los impuestos se han incrementado de la siguiente manera: Inglaterra, 100%; Francia, 160%; e Italia, 50%. 

Incluso los datos oficiales del costo de la vida y de los precios al por menor, evidentemente subestimados,  muestran el aumento continuo del costo de la vida, que se ha acentuado particularmente después de que Estados Unidos iniciara la agresión a Corea. En estas condiciones, la política de “congelación” de los salarios, aplicada por los capitalistas con el apoyo de los socialistas de derecha y los líderes sindicales reaccionarios, ha conducido a una gran reducción de los salarios reales de los trabajadores. En Francia e Italia, los salarios reales de los obreros en 1952 son inferiores en más del 50% que los de la preguerra; en Inglaterra, son inferiores en 20% que los de la preguerra. En Estados Unidos, según los datos publicados por el Sindicato de Obreros Electricistas, el costo de la vida subió casi tres veces comparado con 1939. A pesar del crecimiento de la producción bélica, en los países capitalistas está aumentando el número de parados totales y parciales. En Italia y en Alemania Occidental, el paro forzoso es superior al de los años más duros de la crisis económica mundial de 1929-1933. En Italia, hay más de dos millones de parados totales y un número todavía mayor de parados parciales. En Alemania Occidental hay cerca de tres millones de parados totales y parciales, mientras que en Japón, la cifra alcanza casi 10 millones. En Estados Unidos, hay más de tres millones de parados totales y 10 millones de parados parciales. El paro forzoso está creciendo en Inglaterra, donde el número de parados totales es mayor a medio millón de personas. En un país tan pequeño como Bélgica hay más de 300,000 parados totales. 

El deterioro creciente de la situación material de amplias capas de la población, debido a la carrera armamentista, está provocando el descontento creciente de las masas y la intensificación de sus luchas contra el descenso del nivel de vida y contra toda la política de preparación de una nueva guerra. Se están agudizando las contradicciones de clase entre la burguesía imperialista, de una parte, y la clase obrera y todo el pueblo trabajador, de otra parte. La ola de huelgas se está expandiendo más y más por todo el mundo capitalista. 

La situación del sistema capitalista mundial se pone cada vez más difícil en estos momentos, debido a que, como resultado de la guerra y el nuevo auge de la lucha de liberación nacional en los países coloniales y dependientes, el sistema colonial de imperialismo se está desintegrando. 

Un resultado directo de la derrota de la Alemania fascista y del Japón imperialista ha sido la ruptura del frente imperialista en China, Corea y Vietnam, donde en lugar de las semicolonias y colonias han surgido repúblicas populares. La victoria del pueblo chino ha revolucionado aún más el Oriente y ha estimulado la lucha por la liberación de los pueblos oprimidos por el imperialismo. 

En el periodo de postguerra, las contradicciones entre las potencias colonialistas y las colonias se han exacerbado aún más. Inglaterra, Francia, Bélgica y otras potencias colonialistas tratan de compensar, mediante la intensificación de la explotación de sus colonias, las cargas que les imponen la militarización de la economía y la expansión de los Estados Unidos. Al mismo tiempo, los imperialistas norteamericanos están penetrando en las colonias y esferas de influencia de estas potencias colonialistas, conquistando posiciones e intensificando la explotación de los pueblos de los países coloniales y dependientes. En el curso de esta lucha, los invasores norteamericanos instigan complots contra sus “aliados” ingleses y franceses, agravando aún más la crisis del sistema colonial del imperialismo. El territorio de muchos países coloniales y dependientes (Egipto, Irán, Siria, Marruecos, Túnez y otros) está siendo utilizado para establecer bases militares, mientras que a sus pueblos se les está reservando el papel de “carne de cañón” en una futura guerra. 

Como resultado de la prolongada opresión imperialista y la existencia de remanentes feudales, la economía de los países coloniales y dependientes, particularmente la agricultura, se encuentra en estado de decadencia. En la India, Indonesia, Irán y en África, decenas de millones personas viven en condiciones de hambre permanente y un gran número de personas ha muerto de inanición. La explotación rapaz de los países coloniales y dependientes por las potencias imperialistas está retrasando el desarrollo de las fuerzas productivas de esos países, mientras que la capacidad adquisitiva de la población se encuentra en un nivel extremadamente bajo y los mercados de venta para la producción industrial se están contrayendo. Todo esto constituye un pesado lastre que está haciendo descender la economía del mundo capitalista y está agravando las contradicciones internas del sistema capitalista mundial en su conjunto. 

Los pueblos de los países coloniales y dependientes están oponiendo una resistencia cada vez más enérgica a los esclavizadores imperialistas. Testimonio de la magnitud del movimiento de liberación nacional es la lucha de los pueblos de Vietnam, Birmania, Malasia, Filipinas e Indonesia, y el incremento de la resistencia nacional en la India, Irán, Egipto y otros países.
 
Fuente: G. Malenkov, Report to the Nineteenth Party Congress On the Work of the Central Committee of the CPSU(b), Foreign Languages Publishing House, Moscow, 1952.
 
Traducido por "Crítica Marxista-Leninista".
 
Temas relacionados: