Que Stalin no pudo escribir "El marxismo y la cuestión nacional" sin ayuda de Lenin, Bujarin y otros, es uno de los infundios que aún hoy historiadores burgueses, trotskistas y revisionistas esgrimen con el objetivo de minimizar la autoridad teórica marxista de Stalin. Desde hace muchos años existen pruebas que ponen en evidencia la clara intención falsificadora de estos seudointelectuales, pruebas que establecen la autoría única de Stalin, sin ayudas ni mentores. Erik Van Ree, por ejemplo, profesor de la Universidad de Amsterdan, escribió en 1994 un ensayo titulado "Stalin y la cuestión nacional", fragmentos del cual reproducimos a continuación, donde demuestra histórica y documentalmente, el proceso que condujo a la publicación de "El marxismo y la cuestión nacional" a insistencia de Lenin. No participamos de la caracterización que hace dicho autor sobre el pensamiento de Stalin como "organicista", ni de la supuesta cercanía de Stalin con Rosa Luxemburgo, ni del contraste de las diferencias entre Lenin y Stalin sobre la cuestión nacional, por mencionar algunas proyecciones de crítica teórica que hace el autor. Nos parece valioso, sin embargo, el estudio histórico del punto que queremos resaltar en esta oportunidad. Además, al pie de este artículo, ponemos el enlace para descargar los trabajos de Stalin "La cuestión nacional y el leninismo" de 1929, en el que después de muchos años vuelve a exponer y desarrollar su clásica definición de nación, y "El marxismo y los problemas de la linguística" de 1950.
En la literatura sobre
el pensamiento de Stalin acerca de la “cuestión nacional” siempre ha ocupado un
lugar central su obra “El marxismo y la cuestión nacional”.
El artículo fue publicado en 1913 por la revista bolchevique Prosveshchenie. Contenía la conocida
definición de nación como “una comunidad humana estable, históricamente formada y surgida
sobre la base de la comunidad de idioma, de territorio, de vida económica y de psicología,
manifestada ésta en la comunidad de cultura” (1). Alguna vez se sostuvo
que el artículo de Stalin, que contiene esta definición concisa de nación, fue
en realidad creación de camaradas bolcheviques de mayor capacidad como Lenin y
Bujarin. Esta tesis ha sido abandonada hace mucho tiempo. Varios investigadores
han presentado la obra de Stalin en contraste con el pensamiento de Lenin, llamando
nuestra atención a la influencia de Kautsky, Bauer y Renner en el artículo de
Stalin de 1913. Sostengo que este análisis no es exhaustivo.
El joven Stalin estaba
mucho más preocupado por la cuestión nacional de lo que comúnmente se cree. Su
artículo de 1913 fue sólo un episodio en una serie de escritos sobre el tema que
van desde 1904 hasta 1916. El pensamiento de Stalin sobre la cuestión nacional
puede ser dividido en dos periodos, que corresponden aproximadamente a los
periodos pre y post revolucionarios. Antes de la revolución, Stalin se oponía vehementemente
a cualquier forma de nacionalismo, en especial al de las pequeñas
nacionalidades como los georgianos y los judíos. Antes de 1916, había
desarrollado una visión política que estaba más cerca de Luxemburgo que de
Lenin. El Estado multinacional centralizado era su alfa y omega. En ese periodo,
su definición de nación permanecía, de hecho, como un elemento extraño a su
pensamiento. Sólo después de la revolución ésta adquirió relevancia práctica.
Sus responsabilidades como jefe de Estado le obligaron a tener una mirada más
abierta a las realidades de la vida nacional. Se dio cuenta, con más claridad que
antes, que las naciones eran entes pertinaces, destinados a sobrevivir al
capitalismo. Su pensamiento teórico –en lugar del político– del fenómeno de las
naciones, tal como se desarrolló desde 1913 hasta 1950, se encuentra dentro de
la tradición del organicismo ruso.
[...]
Los días 19 y 20 de
diciembre 1912, Lenin escribió dos cartas al Buró Ruso del Comité Central
bolchevique, pidiendo “medidas decisivas” e incluso una “guerra” para defender
el programa del partido sobre la cuestión nacional. (12)
[...]
Pocos meses después del
llamado de guerra de Lenin, apareció “El marxismo y la cuestión nacional”
de Stalin en las ediciones de marzo, abril y mayo de Prosveshchenie. Esta revista teórica bolchevique de periodicidad
mensual fue fundada en San Petersburgo en diciembre de 1911. Su consejo de
redacción se dividía en un grupo ruso, encabezado por el M.A. Saveliev, y un
grupo extranjero, que incluía a Lenin y A.A. Troyanovsky, que vivió en Viena
desde 1912 (21). Reciente material de archivo disponible nos permite llenar
algunos de los vacíos en la historia del artículo de Stalin. A principios de
enero 1913, Stalin fue a la residencia de Lenin en la ciudad polaca de
Cracovia, donde asistió a una conferencia del Comité Central y otros cuadros
del Partido, del 8 al 14 de enero (22). Sin duda, él se encontraba en Cracovia
los días 7 u 8 de enero, porque desde allí envió una carta a L.B. Kámenev en una
de esas fechas (23). En otra carta del 8 de enero (quizá de nuevo a Kámenev)
anunció su intención de permanecer por alrededor de una semana y media en
Cracovia (24). En la conferencia, la cuestión nacional fue un tema importante
de discusión (25). Troyanovsky y su esposa Elena Rozmirovich también asistieron
a la conferencia (26).
En general, se asume que
fue Lenin quien solicitó u ordenó a Stalin que escriba la pieza durante la
estancia de éste en Cracovia. Que yo sepa, no existe una evidencia clara de
este hecho. Pero de acuerdo con Sofía Veiland, la maestra de la hija de los Troyanovsky,
que los acompañó a Cracovia, Lenin en efecto pidió a Stalin que escribiera un
artículo sobre la cuestión nacional durante su estancia en Cracovia. Se suponía
que iba a hacer el trabajo en Viena (27). Sin embargo, en una carta al comité
editorial de Prosveshchenie en San
Petersburgo, el 6 de enero, Troyanovsky ya había escrito: “Ayer, por fin,
recibí el artículo de Stalin”. Probablemente se refiere a un primer borrador
(28). En Cracovia, Stalin no tuvo tiempo de escribir nada. El 1 de enero,
escribió en una carta a San Petersburgo: “Estoy muy afligido porque no encuentro tiempo para
escribir. […] El punto es que tenemos un ambiente imposible aquí, todos estamos
terriblemente ocupados, con el diablo sabe qué” (29).
El 25 de enero o después,
Stalin partió para Viena, a donde llegó en uno de los últimos días del mes. Su
misión era organizar el envío del boletín de Lenin acerca de la conferencia de
París (30). En Viena, Stalin vivía donde los Troyanovsky (31). En la capital
austriaca, también se reunió con el joven N.I. Bujarin, que recientemente había
accedido a empezar a escribir para Prosveshchenie
(32). El 13 o 14 de febrero, Lenin organizó una nueva reunión del Comité
Central en Cracovia, a la que asistió a Stalin luego de haber regresado de
Viena (33). Edward Ellis Smith concluía ya en 1967, que la estancia de Stalin
en Viena podía haber durado “sólo dos o tres semanas” (34). Veiland dice que
Stalin permaneció “algunas semanas” con ellos (35). Ciertamente, era un período
demasiado corto para investigar y escribir el extenso artículo (36). Ahora
sabemos que Stalin elaboró un proyecto publicable antes de su llegada a
Viena. El 2 de febrero le escribió una carta a Malinovsky de la capital austriaca,
donde le informaba que estaba “escribiendo todo tipo de basura” y pidiéndole: “dile a Vetrov
[Saveliev – E. v. R.] que no publique la ‘cuestión nacional’, sino que la envíe
aquí […] Si es posible, enviar el artículo hoy mismo”. Y agregó: “Pronto voy a
estar de vuelta con IIich”.(37)
Smith, que fue quien
descubrió esta carta, supuso que Stalin se refiere a un artículo de Saveliev
(38). Sin embargo, esto es incorrecto. El 4 de febrero Troyanovsky escribió a Prosveshchenie: “Estamos esperando el artículo
de Stalin sobre la cuestión nacional, ¿por qué no lo envían? ¿Recibieron el
telegrama? No lo impriman, envíenlo inmediatamente” (39). En otra carta del mismo
día a San Petersburgo, Troyanovsky escribió: “Vasily [otro alias de
Dzhugashvili – E. R. v] insistentemente exige […] que se nos devuelva el
artículo sobre la cuestión nacional” (40). Al parecer, Stalin escribió el
proyecto original del artículo a fines de 1912 y lo entregó a los editores en
San Petersburgo. Lo enviaron a Troyanovsky en enero. Después de leerlo se lo
devolvió a Saveliev para que se publicara. Pero cuando Stalin llegó a Viena, pidieron
el artículo de regreso. Stalin pudo haber revisado el artículo en Viena, pero
él no lo escribió allí.
En la segunda
conferencia de Cracovia, Prosveshchenie
misma era parte de la agenda (41). Troyanovsky también asistió a esta reunión,
con el fin de participar en las discusiones acerca de la revista, y Lenin “conversó
mucho sobre la cuestión nacional” con Stalin (42). Este último se quedó en la
ciudad polaca durante algún tiempo, dedicándose a escribir. Entre el 14 y 25 de
febrero, desde Cracovia, Lenin escribió una carta a A.M. Gorky, que dice: “Tenemos aquí
un magnifico georgiano que se ha establecido [zasel] entre nosotros y está
escribiendo actualmente [pishet] un extenso artículo para Prosveshchenie, en el que ha reunido todos los materiales austriacos y otros” (43). Alrededor del
28 de febrero, Stalin dejó Cracovia, regresando a San Petersburgo el 4 de marzo
(44). Parece que Stalin dio los toques finales al artículo durante su segunda
estancia en Cracovia. Lenin “participó en la edición” de los números de marzo,
abril y mayo de Prosveshchenie, en
los que apareció el artículo de Stalin. (45)
Como dije en la introducción
de este artículo, alguna vez se creyó que la gente de Prosveshchenie, sobre todo Lenin, Bujarin y Troyanovsky, jugó un
papel esencial en la redacción del artículo de Stalin. Krupskaya lo sugirió
como mucho (46). Bertram Wolfe, quien decía estar informado por “otras fuentes”
no especificadas, sostuvo que Stalin necesitó a Bujarin como “su mentor en la
teoría austriaca” y por su dominio del alemán (47). Sin embargo, este mito “alemán”
hace tiempo que se desintegró. Varios autores han señalado que Stalin utilizó ediciones
traducidas de la mayoría de las obras que citó, como las de Renner y Bauer. Sólo
un número muy limitado de obras alemanas necesitaban traducirse (48). Por otra
parte, Stephen Cohen no ha encontrado ninguna evidencia de que Bujarin jugara
un “papel importante” en la preparación del artículo de Stalin (49). Esto no es
sorprendente. Bujarin había ido a Viena a finales de 1912 para estudiar
economía, no la cuestión nacional. Su interés no estaba en las opiniones de los
austromarxistas sobre la nacionalidad, sino en el capitalismo monopolista (50).
Por otra parte, a principios de 1913, el joven Bujarin sólo había publicado dos
artículos (51). Para esa época, Stalin ya había publicado lo suficiente para
llenar varios volúmenes. Tanto su posición en el Partido como su condición de escritor
eran muy superiores a los de Bujarin, por lo que no habría tenido ninguna necesidad
especial de la ayuda de Bujarin. (52)
Durante la etapa
post-revolucionaria de su carrera, Stalin nunca abandonó su admiración temprana
por el gran Estado multinacional. Si tenía que elegir entre los intereses del Estado
soviético y cualquier “nacionalismo” (en rigor: incluido el ruso), no habría
dudado. Pero permitió a las naciones una mayor autonomía cultural y lingüística
de lo que cabría esperar sobre la base de sus escritos anteriores a la
revolución. En mayo de 1925 le dijo a un grupo de estudiantes de la Universidad
Comunista de Trabajadores del Oriente que aunque la cultura en la época socialista
era “proletaria
en cuanto a su contenido”, seguiría siendo “nacional en la forma”. Negó
en efecto, que las “formas” nacionales estaban determinadas por las relaciones
de clase (82). En marzo de 1929, repitió y defendió su vieja definición de
cuatro puntos en una larga carta sobre la cuestión nacional. Hizo hincapié en
que las naciones como tales sólo surgieron con el capitalismo, pero agregó
explícitamente que los “elementos de la nación (idioma, territorio, comunidad
cultural, etc.) [...] se crearon poco a poco, ya en la era precapitalista”, aunque
sólo en forma rudimentaria. Destacando la “extraordinaria persistencia [ustoichivost]”
de las naciones y lenguas, también predijo “el crecimiento y florecimiento”
de las naciones durante la era socialista. Sólo con la victoria mundial del socialismo comenzará un
proceso gradual de fusión de las naciones, de sus culturas e idiomas. (83)
Stalin fue el marxista
que finalmente destruyó el tradicional concepto socialdemócrata, al que incluso
Lenin había estado apegado, de que la victoria del socialismo implicaba la
desaparición rápida de la nación. A este respecto tenía una deuda con Otto
Bauer. En términos prácticos, esto significó que los idiomas y las culturas
locales permanecieron parcialmente intactos, incluso después de que se
estableciera el “socialismo” en 1930. La política de rusificación cultural y
lingüística conocía sus límites. Teóricamente Stalin logró esto regresando a su
antigua definición de nación que había sido un elemento extraño en su
pensamiento en 1913, pero que ahora, inesperadamente, ganaba importancia
práctica. Sin embargo, sólo hacia el final de su vida, el líder soviético
desarrolló una teoría para explicar por qué las naciones son lo suficientemente
tenaces para sobrevivir a la desaparición del sistema capitalista. Aquí se
concentró en uno de los elementos constitutivos de la nacionalidad: el idioma.
Probablemente el primero
que señaló la importancia de “El marxismo y los problemas de la lingüística”
(1950) fue Gustav Wetter. En su Der dialektische
Materialismus, lo considera como una versión relativamente original del
materialismo histórico (84). Stalin comienza con una explicación simple de la base
y la superestructura, relatando cómo los puntos de vista políticos e
ideológicos y las instituciones de una sociedad son producto de su estructura
económica. Una superestructura es un producto de clase y “no vive mucho tiempo”.
Es “un
producto de una época”, cuando un determinado sistema económico se impone.
El idioma, sin embargo, “no es creado por una u otra clase, sino por la sociedad en
su conjunto” a fin de “satisfacer las necesidades no de una clase, sino de toda
la sociedad”. Como un “medio de comunicación”, los idiomas no difieren “de los
instrumentos de producción, digamos, de las máquinas, que también pueden servir
igualmente a los sistemas capitalista y socialista” (85). El argumento
de Stalin llega a la idea de que las necesidades tecnológicas de la sociedad
dan lugar a determinados sistemas económicos que a su vez se traducen en
estructuras político-ideológicas. Pero –y aquí reside su novedad– las
necesidades tecnológica también dan lugar a otras actividades humanas, en
paralelo al sistema económico, tales como el idioma. Estos fenómenos fueron
determinados directamente por la sociedad en
su conjunto.
En su vejez, el temor al
caos, que siempre estuvo presente en la mente de Stalin, se hizo cada vez más
pronunciado. “Uno puede y debe destruir la vieja superestructura”, escribió, “a fin de dejar
espacio para el desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad, pero
¿cómo se podría destruir el lenguaje existente [...] sin inyectar anarquismo en
la vida social, sin crear la amenaza de la desintegración de la sociedad?”.
El líder soviético concluyó que “no se debe permitir que la lucha de clases, por más fuerte
que sea, conduzca a la desintegración de la sociedad” (86). Hizo la
observación general de que las sociedades tienden a crear estructuras para
protegerse de la amenaza del caos resultante de los cambios rápidos de los
sistemas económicos y la lucha de clases, y para dotarse de estabilidad. El
lenguaje era sólo un ejemplo de ello. “El lenguaje pertenece a una serie de fenómenos
sociales que funcionan durante todo el período de la existencia de una
sociedad. Nace con el nacimiento de una sociedad y se desarrolla con ella.
Muere cuando el momento de la muerte de una sociedad ha llegado” (87). De
esa forma, se estableció un argumento general que sirve para explicar también la
longevidad de fenómenos distintos del idioma, como las tradiciones culturales o
incluso naciones como tales.
Y de nuevo brilla claramente una visión organicista, subyacente, de la sociedad. Las comunidades nacionales son entidades vivas. Como tales, están obligadas a tener algunas características relativamente permanentes, inmutables que definen su identidad. Simplemente no podían consistir sólo de modos de producción alternándose siempre y de las correspondientes ideologías, sin dejar de ser comunidades históricamente reconocibles. El sabor organicista de “El marxismo y los problemas de la lingüística” llegó al extremo de atribuir una vida corporativa y voluntad no sólo al colectivo de la sociedad, sino incluso a sus partes. La base económica, por ejemplo, “vive y actúa” con un propósito especial, a saber, “servir a la sociedad económicamente”. La superestructura, por otro lado tiene otra función. “Crea […] las instituciones de la sociedad”, mientras que ella misma es “creada por una base con el fin de servirla”. “Ayuda activamente a su base para formarse y fortalecerse a sí misma, toma todas las medidas posibles para ayudar al nuevo sistema”. Pero Stalin añadió que era muy posible que una superestructura pudiera “negarse a cumplir su función de servir y tomar una posición de indiferencia”. Entonces dejaría de ser una superestructura. (88)
Y de nuevo brilla claramente una visión organicista, subyacente, de la sociedad. Las comunidades nacionales son entidades vivas. Como tales, están obligadas a tener algunas características relativamente permanentes, inmutables que definen su identidad. Simplemente no podían consistir sólo de modos de producción alternándose siempre y de las correspondientes ideologías, sin dejar de ser comunidades históricamente reconocibles. El sabor organicista de “El marxismo y los problemas de la lingüística” llegó al extremo de atribuir una vida corporativa y voluntad no sólo al colectivo de la sociedad, sino incluso a sus partes. La base económica, por ejemplo, “vive y actúa” con un propósito especial, a saber, “servir a la sociedad económicamente”. La superestructura, por otro lado tiene otra función. “Crea […] las instituciones de la sociedad”, mientras que ella misma es “creada por una base con el fin de servirla”. “Ayuda activamente a su base para formarse y fortalecerse a sí misma, toma todas las medidas posibles para ayudar al nuevo sistema”. Pero Stalin añadió que era muy posible que una superestructura pudiera “negarse a cumplir su función de servir y tomar una posición de indiferencia”. Entonces dejaría de ser una superestructura. (88)
La versión de Stalin del materialismo histórico era en
efecto original. No puede encontrarse en esta forma en las obras de Plejánov,
Bujarin o Bogdánov, por mencionar a los principales teóricos rusos en este
campo.
Notas
(1) K. Stalin, ‘Natsional’nyi
vopros i sotsialdemokratiia’, Prosveshchenie, no.3 (marzo de 1913), p. 54.
(11). Ibíd., vol. 8, pp. 72-3; de ‘Polozhenie
Bunda v partii’. Véase también ‘Natsional’nyi
vopros v nashei programme’, en ibíd., vol. 7, pp. 233, 242, un artículo que
también apareció en 1903.
(21) N. P. Loginov, ‘Bol’shevistskii
zhurnal “Prosveshchenie” (K 50-letiia vykhoda v svet)’, Voprosy istorii
KPSS, no. 6, 1961, p. 164; I. A. Portiankin et al., Bol’shevistskaia pechiat’. Kratkie ocherki istorii 1894-1917 gg.
(Moscú, 1962), p. 354; E. I. Krutitskaia y L. S. Mitrofanova, ‘Posol Sovetskogo soiuza A. A. Troianovskii’,
Novaia i noveishaia istoriia, no. 2 (marzo-abril de 1975), p. 91.
(22) Vladimir llich, Lenin. Biograficheskaia
khronika 1870-1924, vol.3, 1912-191 (Moscú, 1972), p. 65; PSS, vol. 22, p.
465; Gorelov, op. cit., p. 195. En la Sochineniia
se dice que Stalin fue “a fines de diciembre [konets dekabria]”, pero se refiere
al viejo calendario (Sochineniia,
vol. 2, p. 421). En mi artículo las fechas están dadas de acuerdo al nuevo
calendario, a menos que se indique otra
cosa.
(23) F.558, op. l, d. 5391. En ese tiempo Stalin era muy cercano a Kámenev.
La carta empieza: “Hola amigo, te beso en la nariz al estilo esquimal”.
El autor se quejaba de que su vida era aburrida sin su amigo.
(26) P.N. Pospelov et
al (eds.), Istoriia kommunisticheskoi
partii Savetskogo Soinza, vol.2 Partiia bol’shevikov v bor’be za sverzhenie
tsarizma. 1904-fevral’ 1917 goda (Moscú, 1966), p.400.
(27) F. 558, op. 4, d.
647, 11.427-28, 431; en O. Veiland, ‘V
avstriiskoi emigratsii (Iz vospominanii starogo bol’shevika)’. Véase
también l.419, en Bruno Frei, ‘Stalin v
Vene’.
(28) F. 30, op. 1, d. 3. De acuerdo a la información de la opis’, Troyanovsky se refiere a un
artículo sobre la cuestión nacional.
(29) F. 558, op. 1, d. 46. En esta carta, él no se está refiriendo al
artículo sobre la cuestión nacional.
(30) En la Sochineniia (vol.
2, p. 421) se dice que Stalin llegó a Viena, “en la segunda mitad de enero” (lo
que significaría 28 de enero o después según el nuevo calendario) desde donde
envió el boletín de Lenin. Lenin escribió la carta entre el 14 y el 21 de enero
y se lo envió a Kámenev en París después del 25 de enero. (Vladimir llich Lenin
(pp. 70, 73). F. 558, op. 1, d. 45 contiene una carta de Stalin a Kámenev
concerniente a este asunto.
(31) Véase N. K. Krupskaya, Vospominaniia
o Lenine (Moscú, 1957), p. 211. Detalles de sus
condiciones de vida se pueden ver en los artículos de Veiland y Frei en f. 558,
op. 4, d. 647. Trotsky conoció a Stalin en Viena, recordando por siempre sus
“ojos amarillos” con su “brillo de animosidad”. Véase Leon Trotsky, Stalin: An Appraisal of the Man and His
Influence (Londres, 1947), p. 244.
(32) Krupskaya, op.
cit., p. 211; G. L. Smirnov et al. (eds.), N. I. Bujarin. lzbrannye proizvedeniia (Moscú, 1988), p. v.
(33) En Vladimir Ilich Lenin, p. 77, esta fecha esta explícitamente
referida como del nuevo calendario. Sin embargo, en la PSS, (vol. 22, p. 589),
se menciona que la conferencia del Comité Central se realizó “a mediados de
febrero” sugiriendo el viejo calendario. He optado por la primera fuente porque
su cronología es generalmente más exacta y más detallada. Sobre la asistencia
de Stalin a la conferencia véase Krupskaya, op. cit., p. 211; E. Gorodetskii y
Iu. Sharapov, Sverdlov. Zhizn’ i
deiatel’nost’ (Moscú, 1961), p. 68; V. T. Loginov, Lenin i Pravda. 1922-1914 godoy (Moscú, 1962), p. 111.
(34) Edward Ellis
Smith, The Young Stalin: The Early Years
of an Elusive Revolutionary (New York, 1967), p. 274.
(36) De acuerdo a los inexactas memorias de Krupskaya, Stalin pasó “uno
o dos meses” en Viena “trabajando sobre la cuestión nacional”, antes de
mediados de febrero de 1913. (op. cit., p. 211). El segundo volumen de la Sochineniia, p.367, publicado en
1946, pone bajo el artículo “Viena, enero de 1913”, sugiriendo que esa línea
figuraba en el original. Sin embargo, esta es una adulteración: el original de Proveshchenie, no la incluye. La fecha y
lugar oficial fueron celebrados durante la ocupación aliada de Austria, en
1949, cuando las autoridades soviéticas pusieron una placa recordatoria en la
casa donde permaneció Stalin en Viena, en la que se decía que él escribió el
artículo ahí en enero de 1913. Véase Smith, op. cit., p. 275.
(43) PSS, vol. 48, p. 162. De acuerdo a Krupskaya, op. cit., p. 211, esta
carta fue escrita después de la conferencia de mediados de febrero. Véase
también Vladimir Ilich Lenin, p.78.
(44) La Sochineniia (vol. 2,
p. 421) dice que Stalin salió para St. Petersburg, “a mediados de febrero” del
viejo calendario, lo que sería alrededor del 28 de febrero del nuevo calendario.
La fecha de su arribo a la capital rusa es proporcionada por V. T. Loginov, op.
cit., p. 112, el 19 de febrero, posiblemente del viejo calendario.
(45) PSS, vol. 23, p. 455. De acuerdo a Stalin, Lenin “editó el libro”.
See
Milovan Djilas, Conversations with Stalin
(Harmondsworth, 1969), p. 122. El artículo
reapareció como folleto en 1914.
(47) Bertram D. Wolfe, Three Who Made a Revolution: A Biographical
History (New York,1948), p. 582. Véase también Trotsky, op. cit., pp.
154-9.
(48) Véase Pipes, op.
cit., p. 41; Robert C. Tucker, Stalin as
Revolutionary: 1879-1929: A Study in History and Personality (New York;
Londres, 1974), p. 155; Haupt, Löwy y Weill, op. cit., pp. 60, 307. De
acuerdo a Veiland, “El camarada Koba involucró a todos los que lo rodeaban en
su trabajo sobre la cuestión nacional. Algunos leían a Otto Bauer, otros a
Kautsky”. Y un día “el camarada Koba me pidió que le tradujera un fragmento de
la revista alemana Neue Zeit”. Según
Frei, Veiland “le ayudó con traducciones al ruso de textos alemanes”. (f. 558,
op. 4, d. 647, 11.432-33, 419). En su artículo, Stalin utilizó ocho títulos de
obras que no estaban originalmente en ruso o georgiano. De ellos,
sólo utilizó tres en alemán: Verhandlungen
des Gesamtparteitages der Sozialdemokratie in Oesterreich abgehalten zu
Brünn vom 24. bis 29. September 1899 im ‘Arbeiterheim’ (Vienna, 1899); Dokumente des Separatismus, herausgegeben
vom oesterreichischen Metallarbeiterverband zum zehnten ordentlichen
Verbundstag (Vienna, 1911); y Josef Strasser, Der Arbeiter und die Nation. Il vermerht Auflage
(Reichenberg, 1912). Esas obras en su conjunto, sólo explican cuatro de las 83
notas a pie de página. Lo que hace que la contribución “alemana” al artículo
sea de importancia marginal.
(50) Ibíd., pp. 45f; L. I. Abalkin et al. (eds.), N. I. Bukharin. Izbrannye proizvedeniia (Moscú, 1990),
p. 6. En 1913, Bujarin copió algunas páginas de A. I.
Kastelianskii (ed.) Formy natsional’nogo
dvizheniia (St. Petersburg, 1910). Stalin cita este libro en su artículo,
pero no de las mismas páginas que Bujarin copió (f. 329, op. 1, d. 1).
(51) Sidney Heitman
(ed.), Nikolai I. Bukharin: A
bibliography. Con anotaciones, incluyendo la ubicación
de sus obras en las principales bibliotecas de Estados Unidos y Europa
(Stanford, CA, 1969), p. 25.
(52) Troyanovsky realmente no estaba contento con el artículo de Stalin.
El 25 de febrero, Lenin escribió Kámenev en París: “Troyanovsky ha lanzado una especie
de intriga a propósito del artículo de Koba para Prosveshchenie sobre ‘El
marxismo y la cuestión nacional’. No quiere que se le dé respaldo oficial.
¡¡Digan que se trata de un artículo de carácter polémico, ya que Galina [su
esposa – E. v. R.] está a favor de la autonomía cultural-nacional!!” (PSS, vol. 48 p.
169). La carta incidentalmente sugiere que para el 25 de febrero Stalin había
terminado el artículo. Troyanovsky también discrepaba de la interpretación de
Lenin en relación con el derecho de las naciones a la autodeterminación,
interpretación a la que se adhería Stalin en su artículo. En su condición de coeditor
de Prosveshchenie, por ese tiempo, Troyanovsky
exigía que la revista publicara un artículo suyo contra el punto de vista de
Lenin sobre el asunto (Portiankin et at., op. cit., p. 355).
(83) Véase “El marxismo y la
cuestión nacional”, en ibíd., vol. 11, pp. 336, 347-49. La carta sólo fue
publicada después en la Sochineniia. Era
un versión editada del discurso de Stalin ante un grupo de escritores
ucranianos, el 12 de febrero de 1929 (f. 558, op. 1, d. 4490).
(84) Sus comentarios sobre "El marxismo y los problemas de la lingüística" véanse en: Gustav A. Wetter, Der dialektische Materialismus. Seine Geschichte und sein System in der Sowjetuniuon (Vienna,
1958), en particular pp. 231, 234, 260, 263, 382, 396. Otro
autor que ha destacado la importancia de la “lingüística” de Stalin es Anton
Donoso, ‘Stalinism in Marxist Philosophy’,
Studies, en Soviet Thought, vol. 19, 1979, pp. 113-41. Antes de la publicación
de “El marxismo y los problemas de la
lingüística”, Stalin discutió el tema con un experto en ese campo, Arnold
Chikobava, a quien le pidió que escribiera también un artículo sobre la
materia. Véase Mikhail Gorbanevskii, ‘Konspekt
po korifeiu. Kakol vklad vuesli v nauko stalinskie stat’i 0 iazykoznanii’,
Literaturnaia gazeta, no. 21, 25 May 1988, p. 12.
Fuente: Revolutionary
Russia, vol. 7, N º 2, diciembre de 1994, págs. 214-238
Traducción
para “Crítica Marxista-Leninista” de Fausto Hidalgo.
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