Los historiadores burgueses y algunos historiadores "marxistas" han logrado imponer la idea de que la Revolución de Febrero de 1917 en Rusia fue resultado de la acción espontánea de las masas, que súbitamente, sin conocimiento de la vanguardia organizada del proletariado y sin la dirección de su Partido, se lanzaron a las calles y derrocaron al zar. Trotsky es uno de los historiadores "marxistas" de gran influencia entre la intelectualidad burguesa y pequeñobuguesa, que pese a "rebatir" la tesis de la espontaneidad de la revolución de Febrero, al señalar las características de esta revolución, lo que hace es reforzar el mito de la espontaneidad. A lo largo de todos sus escritos, Trotsky tiene como objetivo negar el papel del Partido bolchevique en la revolución de Febrero y también en la revolución de Octubre, poniendo el acento en la espontaneidad de la primera (aunque formalmente rechazando esa tesis) y en el papel de los líderes en la segunda (especialmente de su supuesto protagonismo). El artículo que presentamos a continuación rebate la tesis de la espontaneidad de la revolución de Febrero y refuta la descripción y análisis que Trotsky realiza de esa revolución en cuanto a la acción de las organizaciones revolucionarias y principalmente del Partido bolchevique. El autor, Jason Yanowitz, es colaborador de una conocia revista trotskista. Y aunque bastante elocuente en su crítica a Trotsky en este punto, su artículo es sólo una muestra breve y superficial de lo que realmente ocurrió en Febrero de 1917 y del papel del Partido bolchevique. Particularmente, sesgado, su interés es resaltar el papel del Comité Interdistrital en la revolución rusa, llegando a sobrestimar su influencia y su importancia. Los trotskistas tratan de presentar a esta organización que reunía a ex-bolcheviques y ex-mencheviques, como una organización homogénea, con características de partido, con una plataforma política, etc. Y en verdad no tuvo ninguna de esas características.
Es importante resaltar que otro trotskista, el conocido Tony Cliff criticó la "Historia de la revolución rusa" de Trotsky por considerar que, en ella, el Partido bolchevique está ausente y porque de esa forma minimiza el papel de Lenin en la victoria de Octubre.
Para entender Octubre es necesario entender los meses que la antecedieron y particularmente Febrero. Un estudio notable de la revolución de Febrero es el libro del historiador soviético E.N. Burdzhalov ("Russia's Second Revolution. The February 1917 Uprising in Petrograd") que refuta los infundios de la historiografía burguesa y pequeñoburguesa, especialmente la historia que cuenta Trotsky.
La presente es una versión editada del artículo. El texto completo, con sus notas bibliográficas y una parte de la respuesta del autor en un debate, se puede descargar al pie de la página.
La vanguardia olvidada de Febrero
El mito de la revolución espontánea
de Rusia
Jason Yanowitz
2011
En el Día Internacional de la
Mujer, 23 de febrero de 1917, después de casi tres años de guerra brutal, las obreras
textiles de Petrogrado se declararon ilegalmente en huelga ante la escasez de
alimentos. Pronto, otros obreros se unieron. Al final del día, 75,000 obreros
estaban en huelga. Al día siguiente, ya eran 200,000 obreros. Y al tercer día,
la huelga era general, con casi 400,000 participantes, entre ellos estudiantes,
profesores y trabajadores de cuello blanco, en todo Petrogrado.
Después, el 27 de febrero, se
rebelaron las guarniciones militares de Petrogrado, pasándose al lado de la
revolución y abriendo los arsenales a los obreros. La policía se escondió. En
los siguientes días, la revolución se extendió a las ciudades y guarniciones
vecinas. Y terminó el 2 de marzo. El zar abdicó el trono. Su hermano abdicó al
día siguiente. Trescientos años de autocracia habían terminado. Los obreros
formaron Soviets o consejos obreros; la burguesía, el Gobierno Provisional. Los
meses que siguieron, dos clases lucharon por el poder, hasta que la Revolución
de Octubre derrocó al Gobierno Provisional y creó el primer Estado obrero.
¿Cómo una dinastía centenaria se acabó en poco más de una semana?
En su “Historia de la Rusia soviética”, de catorce volúmenes, el
historiador británico E.H. Carr escribió:
“La
revolución de febrero de 1917... fue el estallido espontáneo de una multitud
exasperada por las privaciones de la guerra... Los partidos revolucionarios no
tomaron parte directa en la realización de la revolución. No se lo esperaban, y
al principio estuvieron un poco desconcertados por ella. La creación de un
Soviet de Diputados Obreros en Petrogrado, en el momento de la revolución, fue
un acto espontáneo de grupos de obreros sin dirección central”.
Esta es la explicación convencional: enfrentando a un zar idiota, a un
gabinete torpe y a una guerra devastadora, el pueblo ruso espontáneamente se
levantó en ira...
...Los bolcheviques participaron
activamente en las batallas de clase, no sólo antes y después de Febrero, sino también
durante el derrocamiento del zar.
La explicación de Trotsky y
las explicaciones más convencionales omiten
la verdadera historia de lo que se necesitó para poner fin al régimen
zarista en Febrero, desechando lecciones valiosas para todos los que están interesados
en el proceso de cambio
revolucionario. Todas las versiones de la tesis de la espontaneidad colocan incorrectamente
a los socialistas al margen de la revuelta contra el zar.
Esto debería parecernos
extraño. Los historiadores de todos los colores políticos coinciden en que los
socialistas rusos construyeron su organización durante muchos años, que lucharon
en las fábricas y agitaron por el cambio revolucionario, incluyendo el derrocamiento
del zar. Sin embargo, según los relatos más comunes, a pesar de dedicar su vida
a ello, a pesar de trabajar en las fábricas que dirigieron la revolución, estos
activistas fueron sorprendidos totalmente desprevenidos. Y luego, ya durante la
revolución misma, demostraron ser inútiles, estaban confundidos e, incluso, en
palabras de Carr, “perplejos”. Pero, justo después de la caída del zar,
regresaron de por ahí, organizando para asegurar el control de la sociedad por los
obreros y ganaron el liderazgo de la clase. De esta forma, nos pintan un Febrero
como un suceso de total discontinuidad.
Este artículo tiene una visión
diferente. Después de discutir la situación política y económica que la
izquierda enfrentó en camino a Febrero, voy a revisar los principales defectos
del argumento de la espontaneidad. En verdad, los socialistas participaron en
todas las etapas del proceso revolucionario en Rusia.
Los revolucionarios y la Primera Guerra Mundial
A pesar de que muchas de las
personas que consideramos como los líderes de los distintos partidos
socialistas estaban en el exilio en Febrero, regresando recién en los meses
siguientes, todavía había una presencia socialista organizada en Petrogrado. Hubo cinco grupos principales que jugaron un papel catalítico en Febrero.
Estos no aparecieron recién en 1917; se habían estado organizando durante muchos
años.
Los grupos, en orden
descendente de tamaño, fueron los bolcheviques, los mencheviques, los interdistritales,
los eseristas y varios grupos anarquistas. No todo obrero o soldado se
consideraba alineado con uno de estos grupos, sin embargo, éstos proporcionaban
dirección política permanente.
Los bolcheviques organizados
para la autoemancipación de la clase obrera, creían que era la única clase con el
interés y la capacidad para poner fin a la explotación. Esperaban que los obreros
encabezaran la revolución para derrocar al zar y se unieran con los campesinos
para luchar por los derechos de todos los trabajadores. En 1917, los
bolcheviques tenían múltiples niveles de organización política operando en
Petrogrado. Para los bolcheviques de toda Rusia, el Buró Ruso del Comité
Central era el responsable de la dirección en el terreno. En Petrogrado, estaba
el Comité de Petrogrado, que proporcionaba dirección en toda la ciudad. Luego,
a nivel de distrito, estaban los comités distritales, sobre todo el Comité del Distrito
de Vyborg [12]. En el momento de la revolución, los bolcheviques en Petrogrado
contaban con unos 3,000 miembros en 110 células, principalmente asentadas en las
fabricas.
Los mencheviques por lo general
creían que los obreros tenían que luchar codo con codo con la burguesía para
derrotar al zar. Mientras que su ala derecha estaba a favor de la guerra y estaba
unida en estrecha colaboración con la burguesía en Febrero, su ala izquierda
era internacionalista y actuó al lado de la clase obrera durante la revolución.
El ala izquierda tenía 400-500 miembros, con veinticinco a treinta fracciones
en centros de trabajo.
El Comité Interdistrital [Mezhraiontsy]
existía esencialmente sólo en Petrogrado. Era una fracción disidente de los
socialdemócratas, mencheviques y bolcheviques, que era sólidamente
internacionalista. Ellos buscaban la unidad del movimiento socialdemócrata.
Trotsky se unió a este grupo cuando regresó a Rusia en abril de 1917. En Febrero,
tenían unos pocos cientos de miembros, siete comités de distrito, dieciséis
células de fábrica y dos secciones universitarias.
Los socialistas
revolucionarios (SR) se orientaban al campesinado. Veían a la clase trabajadora
más grande de Rusia como el principal motor de la revolución, y, en varios
momentos de su historia, se basaron en gran medida en el terrorismo para
desafiar al gobierno. Al igual que los mencheviques, los eseristas estaban divididos
en dos amplios campos sobre la cuestión de la guerra. Su ala derecha estaba
sólidamente a favor de la guerra. El ala izquierda, mucho más pequeña y
antibelicista, estaba orientada hacia el ejército y colaboraba con otros socialistas. Cuando se desencadenó la
revolución, muchos eseristas habían sido recién detenidos, pero el año anterior
el partido SR tuvo entre 500 a 600 miembros en treinta células, principalmente
concentradas en unas pocas fábricas. De cualquier forma, eseristas individuales
se vincularon con grupos revolucionarios en Febrero (en particular, con el Comité
Interdistrital).
Por último, había anarquistas –individuos
y pequeños grupos de anarquistas– que también coordinaban actividades. Su
política iba desde el sindicalismo hasta el individualismo puro.
En los años previos a Febrero,
aunque tuvieron fuertes debates entre ellos, estos grupos también trabajaron
juntos, colaborando a nivel de taller en torno a una fuerte oposición a la
guerra y a la autocracia. Ellos sufrieron una fuerte represión desde el momento
en que empezó la Primera Guerra en 1914 (y para empeorar las cosas, la lucha de
clases colapsó cuando al principio los trabajadores abrazaron el patriotismo).
El tiempo promedio de la carrera de un activista clandestino se redujo a tres meses.
En su
condición de grupo con mayor influencia en la clase obrera, los bolcheviques fueron
el principal objetivo de la represión estatal. Sin embargo, también estaban
mejor posicionados para capear el temporal... En 1912, los bolcheviques
tuvieron seis diputados elegidos a la Duma. Sus campañas legales (en
particular, los planes de seguro para los obreros) les pusieron en contacto con
casi toda la clase obrera de Petrogrado. Fue entonces cuando se declararon un
partido aparte. Entre 1910 y 1914, su número en Petrogrado creció de 600 a 6,000.
Después de que el zar envió a 1,500 bolcheviques de Petrogrado al frente, el Partido
se redujo a alrededor de un centenar de miembros en la ciudad. Pero
después de que la fiebre de guerra inicial se desvaneciera, los bolcheviques
volvieron a crecer. A lo largo de 1915 y 1916, hubo oleadas de detenciones
masivas. Debido a sus raíces en las fábricas, los bolcheviques fueron capaces
de reconstruirse todo el tiempo. Todos los grupos sufrieron la represión. El
gobierno tuvo mucho éxito en el ataque a los SR. Pero los cuadros de todos
los grupos seguían organizando y desarrollando redes en las fábricas.
Los metales y los productos
químicos fueron los únicos productos cuya producción aumentó después de 1914, y
todo el crecimiento se destinó a los objetivos de guerra inmediatos. La
debilidad del sistema de transporte ferroviario de Rusia dio lugar a un círculo
vicioso de escasez de acero y combustible – la economía no podía transportar el
suficiente combustible para producir el acero que permitiera extender las
líneas de tren para poder llegar al carbón que tenía. A finales de 1915, la
pérdida de territorio que sufrió Rusia disminuyó aún más su capacidad
industrial en un 20 por ciento. Además, las importaciones de Rusia disminuyeron
65 por ciento entre 1914 y 1915. La extracción mineral se redujo un 53 por
ciento; la madera, el 38 por ciento; la seda y el papel, el 20 por ciento; los
alimentos, el 22 por ciento; y el algodón, 18 por ciento. En octubre de
1916, la carne tenía un costo 2,3 veces superior al de preguerra; la harina de
centeno, 2,4 veces; el trigo, 2,7 veces; el azúcar, 2,4 veces; y la
mantequilla, 8,5 veces. La ropa era cuatro o cinco veces más cara.
Mientras tanto, las
necesidades de producción para la guerra aumentaron el tamaño y la
concentración de la clase obrera en las ciudades y la industria pesada. La
población de Petrogrado creció un 10 por ciento durante la guerra. Los
obreros metalúrgicos subieron del 40 por ciento al 60 por ciento en su participación
en la fuerza laboral, mientras que los obreros textiles se redujeron de 16 por
ciento a 11 por ciento. En enero de 1917, sólo el 55 por ciento de los obreros
había estado en las fábricas al inicio de la guerra. La escasez de viviendas creció,
obligando a las familias de la clase obrera a vivir en un promedio de 20 personas
en un apartamento, mientras que los alquileres se triplicaban. Había tanta
demanda de mano de obra calificada que la Asociación de Fabricantes de
Petrogrado desechó su lista negra de revolucionarios.
En 1916, desesperado por más
tropas, el zar abandonó su política de mantener a los radicales fuera del
ejército y, como resultado, comenzó a enviar al frente a algunos de los mejores
organizadores revolucionarios. Debido a que los primeros meses de la
guerra habían diezmado experimentados oficiales, estos revolucionarios llegaron
a un frente donde el 90 por ciento de los oficiales del cuerpo eran nuevos,
listos para la agitación. En Febrero, muchos oficiales eran abiertamente
hostiles al zar. Con este telón de fondo –una economía destrozada, una
clase obrera en crecimiento y un ejército enfurecido– las organizaciones revolucionarias
crecieron.
Los bolcheviques publicaban
folletos, comenzaron un diario, y continuaron su campaña contra el Estado.
También utilizaron diversas formaciones legales, incluidas las organizaciones
de seguros, las cooperativas de trabajadores y los clubes y círculos culturales
y educativos. A finales de 1916, había 86 organizaciones para ayudar a los enfermos,
la mayoría de ellas organizadas por los bolcheviques, que contaban con 176,000
miembros (equivalentes al 45 por ciento de la clase obrera) en Petrogrado.
Una parte de revolucionarios de Moscú y Petrogrado llevaba una vida en la
superficie, “legal”.
Muchos
obreros jóvenes se unieron a los bolcheviques y eran bastante activos. Considerando
las grietas en la sociedad rusa, tenían una perspectiva general de crecimiento
en medio del caos de la guerra y eran bastante activos. Por ejemplo, I.K.
Naumov, obrero de la Nueva Fábrica de Construcción de Maquinaria Parviainen,
tenía sólo veintidós años en 1917, sin embargo, ya había estado en la cárcel y era
miembro del Comité bolchevique de Petersburgo y del Comité Distrital de Vyborg.
Después de Febrero, fue delegado a las tres Conferencias del Partido de la
ciudad en 1917, delegado de fábrica ante el Soviet de Petrogrado, y miembro del
Soviet Central de los Comités de Fábrica...
A medida que Rusia comenzó a
sufrir derrotas en la guerra, la lucha de clases se agudizó en 1915 y los
socialistas estuvieron allí. En un informe de 1915, la Ojrana (policía secreta)
atribuyó una gran huelga a “(1) la presencia de una organización
socialdemócrata y su intensa actividad, y (2) a los aumentos excesivos del
coste de las necesidades.”
Con la guerra agobiando, los
socialistas aumentaron su actividad. La izquierda en Rusia tenía una tradición
de llamar a un día de huelga general en las fechas importantes para el
movimiento socialista – celebraciones (como el Primero de Mayo), recuerdos de
masacres (como el Domingo Sangriento, la masacre del 9 de enero que provocó la
revolución de 1905), o en protesta por la persecución del gobierno (por
ejemplo, cuando los bolcheviques miembros de la Duma fueron juzgados por
traición a principios de 1915).
A menudo, estas huelgas se
desarrollaban en Petrogrado a través de “llamados” –una planta iba a la huelga,
marchaba a otras fábricas y demandaba que los otros obreros también se unieran
en huelga. La alta densidad de los obreros y las fábricas en Petrogrado hicieron
que esta táctica fuera efectiva. De ahí que los socialistas centraran su
trabajo en organizar las fábricas más grandes, ya que actuaban como motores
para la lucha de clases en toda la ciudad. La policía secreta estaba cada vez
más preocupada acerca de toda esta actividad, advirtiendo que se expandía el
tamaño de “la clandestinidad revolucionaria... por medio de una afluencia de
nuevos miembros y el regreso del exilio y del servicio militar de los miembros
del partido con más edad”. También tomaron nota de que los bolcheviques “decidieron
acercarse al Comité Interdistrital... y no se descarta la posibilidad... de un
bloque con los populistas [SR].”
A pesar de este registro, los
historiadores han tejido un relato de espontaneidad que por lo general se basa
en una combinación de tres mitos
principales acerca de la Revolución de Febrero:
·
Ignorancia: Ningún socialista pensaba que la
revolución era una posibilidad a corto plazo (y por lo tanto no estaban en
condiciones de desempeñar un papel en su aceleración).
·
Incompetencia: Los socialistas pasaron los días de
Febrero tratando de ponerse a tono, nunca fueron capaces de intervenir
eficazmente en los acontecimientos.
·
Aislamiento: Fue debido a su pobre actuación en Febrero
que la situación post-zarista fue tan desfavorable: los revolucionarios
socialistas tenían poca representación en los Soviets iniciales y la burguesía
fue capaz de formar el Gobierno Provisional.
Mito 1: La ignorancia
“Nosotros, los de la generación más vieja, no
viviremos para ver las batallas decisivas de la revolución que se avecina.”
Lenin, enero de 1917
Los historiadores suelen citar
estas líneas del discurso de Lenin a los jóvenes obreros en Suiza. Examinar la
psicología detrás de esta afirmación está más allá de este artículo, aunque
otros lo han hecho. Sin embargo, se estaba refiriendo a una revolución en
toda Europa y no era en absoluto pesimista acerca de las posibilidades. Los
párrafos justo antes de esa famosa declaración dicen:
“No nos debe engañar el silencio sepulcral que ahora
reina en Europa. Europa lleva en sus entrañas la revolución. Las
monstruosidades de la guerra imperialista y los tormentos de la carestía hacen
germinar en todas partes el espíritu revolucionario, y las clases dominantes,
la burguesía, y sus servidores, los gobiernos, se adentran cada día más en un
callejón sin salida del que no podrán escapar en modo alguno sino a costa de
las más grandes
conmociones.
“Lo mismo que en la Rusia de 1905 comenzó bajo la
dirección del proletariado la insurrección popular contra el gobierno zarista y
por la conquista de la república democrática, los años próximos traerán a
Europa, precisamente como consecuencia de esta guerra de pillaje,
insurrecciones populares dirigidas por el proletariado contra el poder del
capital financiero, contra los grandes bancos, contra los capitalistas. Y estas
conmociones no podrán terminar más que con la expropiación de la burguesía, con
el triunfo del socialismo.”
Aunque era reacio a
proporcionar un calendario, Lenin vio que la guerra aceleraría el proceso de la
revolución. Por buenas razones, las perspectivas bolcheviques en Rusia eran
cualquier cosa menos deprimentes.
En los años previos a la
guerra, la clase obrera vio renovada su combatividad y confianza después de
años de reacción. En 1912, el 36 por ciento de los obreros de las fábricas
rusas tomó parte en huelgas. En 1913, lo hizo el 45 por ciento. En el primer
semestre de 1914, el 68 por ciento de los trabajadores participó en huelgas.
Justo antes del inicio de la guerra, hubo una importante huelga en Petrogrado
que un historiador describió de esta manera:
“Muchos
miles de obreros se enfrentaron entonces con la policía –a veces peleando con
palos o tirándoles piedras desde barricadas improvisadas. Las mujeres y los
niños se unieron en la construcción de estas barricadas –con postes de teléfono
y de telégrafo, carros volcados, cajas y armarios. Tan pronto se dispersaba una
manifestación o se destruía una barricada, los obreros, después de evacuar a
los heridos, se reagrupaban, y empezaban nuevamente los enfrentamientos.
Distritos enteros se quedaron sin luz, debido a que fueron destruidas las lámparas
de gas y queroseno.”
El gobierno sólo pudo restablecer
el orden el 15 de julio, solo cuatro días antes de que empezara la guerra. Los
participantes en las huelgas se redujeron de 1’300,000 en la primera mitad del
año a sólo 9,500 durante el resto de 1914, debido a una mayor represión
combinada con una ola inicial de patriotismo.
Pero a
medida que los efectos de la guerra se expandían por toda la sociedad, las huelgas
volvieron a aumentar. En 1915, el 28 por ciento de los obreros fabriles tomó parte
en las huelgas; en 1916, el 50 por ciento; y sólo en los dos primeros meses del
año 1917, el 35 por ciento (más de cuatro veces el ritmo de 1916)...
A veces, los revolucionarios
se adelantaban a los acontecimientos. En agosto de 1915, el Comité bolchevique
de Petrogrado llamó a una huelga general, a la creación de milicias populares, a
ataques armados contra la sede de la policía, a la confiscación de alimentos
esenciales, a la organización de un Soviet de diputados obreros, y a incorporar
a soldados y oficiales a la huelga general. Aunque esas reivindicaciones estaban
muy por delante de la conciencia política de las masas, fueron casi un modelo
para lo que estaba por venir dieciocho meses después.
En los
meses anteriores a Febrero, la situación se hacía cada vez más volátil. En
agosto de 1916, en Ivanovo, la policía disparó contra una manifestación de
obreros textiles, matando a treinta personas e hiriendo a cincuenta y tres.
Cuando la noticia llegó a Petrogrado, los obreros se declararon en huelga. En el
curso de dos días, 22,500 obreros de las veintitrés fábricas salieron a las
calles...
“El estado de extrema agitación de las masas obreras y en los círculos sociales, la agudización de la escasez de pan en Moscú, y las actividades de los círculos revolucionarios podrían crear, bajo una nueva arremetida de huelgas y manifestaciones, una amenaza mucho más grave para el orden oficial y la seguridad pública.”
24 de febrero
26 de febrero
El
domingo, el sol se levantó sobre una ciudad tranquila. Pero durante la noche,
el ejército instaló ametralladoras en las principales intersecciones de la
ciudad... Debido a que las fábricas estaban cerradas por el
Sabbath, los obreros no pudieron utilizarlas como puntos de organización. En su
lugar, se reunieron en las calles principales de sus distritos y se dirigieron
a Nevsky. Hubo cuatro tiroteos importantes, todos perpetrados por las tropas de
élite del zar, los “destacamentos de entrenamiento”. Esto se produjo
después de que el zar enviara un telegrama a la capital y ordenara que se use
toda la fuerza necesaria para detener las manifestaciones....
“Hay que tener en cuenta que mañana, los obreros irán a las fábricas, pero sólo para reunirse, para decidir qué hacer, y de nuevo saldrán a las calles de una manera organizada y planificada, con la esperanza de alcanzar el éxito completo. En la actualidad, las fábricas están sirviendo como centros de reunión. Por lo tanto, el cierre temporal de las fábricas, incluso durante dos o tres días, privaría a las masas de los centros de información donde experimentados oradores electrifican a las multitudes, regulan las acciones en las fábricas individuales, y coordinan y organizan las manifestaciones.” [énfasis añadido]
27 de febrero
Mito 3: Aislamiento
“La revolución de Febrero... fue obra de las masas que no estaban dirigidos por un partido revolucionario. Eran lo suficientemente potentes como para derrocar el zarismo y crear los soviets, pero no lo suficientemente maduros como para impedir la llegada al poder del gobierno provisional encabezado por el príncipe Lvov.” -Tony Cliff
Conclusión
Toda esta actividad ayudó a
dar forma a las perspectivas socialistas sobre lo que era posible hacer.
Otro ejemplo: los bolcheviques
organizaron una huelga para defender a los marineros bolcheviques del Báltico que
estaban siendo procesados. La huelga comenzó el 26 de octubre de 1916, y duró
tres días, con 80,000 participantes el último día. En un principio, el zar
respondió cerrando las fábricas. Luego dio marcha atrás y eliminó la amenaza de
la pena de muerte. Esta victoria, en tiempo de guerra, demostró a los
bolcheviques la influencia que ahora tenían. Con eventos como éste en mente,
los bolcheviques restablecieron el Buró Ruso del Comité Central, cuando tres camaradas
que habían estado en el exilio regresaron clandestinamente al país. Pronto,
todos los grupos socialistas comenzaron a hablar en su propaganda sobre la inminente revolución.
Reconociendo la necesidad de
estructuras más formales para mejorar la colaboración, a mediados de noviembre
de 1916, los bolcheviques, los eseristas de izquierda, los mencheviques de izquierda
y los interdistritales formaron un buró de información para –según la Ojrana–
“dirigir próximas manifestaciones”.
La primera manifestación que planearon
fue para el 9 de enero de 1917, para conmemorar el “Domingo Sangriento” de 1905.
El cuarenta por ciento de los obreros de Petrogrado, 140,000 huelguistas,
participó en la huelga de un día. El evento fue dos veces más grande que el del
año anterior, con algunos regimientos del ejército incluso animando a los
manifestantes. Sin embargo, hubo debilidades ese día. La mayoría de los
huelguistas no estaba comprometida políticamente y optó por quedarse en casa en
lugar de participar en las manifestaciones. La policía dispersó fácilmente las
pocas manifestaciones que se realizaron.
A principios de 1917, la
economía de guerra estaba haciendo miserables a los obreros de Petrogrado. La
inflación era galopante, los salarios no podían seguir el ritmo, la vivienda
era difícil de encontrar, y la jornada laboral era más larga. Poco después, la
ciudad comenzó a quedarse sin alimentos y empezaron a reducirse las raciones.
Mientras el pueblo sufría de hambre, el pan blanco recién horneado siempre
estaba disponible en costosos restaurantes. El 20 de enero, un informe del
Gobierno tomó nota de toda la actividad socialista: “[Más] y más, el estado de
ánimo de las masas obreras crece bajo la influencia de una agitación
revolucionaria ininterrumpida y sistemática...”.
Del 1 de enero al 22 de febrero
(un día antes del inicio de la Revolución), hubo 260 huelgas que comprendieron
a 320,517 obreros (un promedio de 5,6 huelgas por día). Con los obreros insistiendo
en aumentos de salarios de 50 a 100 por ciento, la distinción entre huelgas
económicas y políticas se borró rápidamente, dado que ninguna fábrica estaba en
condiciones de satisfacer esas exigencias sin la ayuda del gobierno. Toda
esta actividad llevó, a principios de febrero, a que el gobierno revisara su
plan para hacer frente al descontento civil en Petrogrado, elaborando un nuevo
enfoque de tres etapas escalonadas. Mientras que el buró de información
continuaba reuniéndose y planificando actividades conjuntas, los socialistas de
izquierda también formaban un bloque más grande con las fuerzas a su derecha.
La dirección bolchevique en el
exilio recibió informes de Rusia que le permitieron, a pesar de que no estar
allí, saber que la revolución era una
posibilidad a corto plazo. En Suiza, Krupskaya, bolchevique de larga data y
casada con Lenin, escribió a un amigo el 6 de febrero, diecisiete días antes de la
revolución:
“Tienes que ir a Rusia de
inmediato o de lo contrario te perderás ‘el principio’. Con toda seriedad, las
cartas de Rusia están llenas de buenas noticias. Ayer mismo llegó una carta de
un viejo amigo, una persona con mucha experiencia, que escribió: “El período
difícil está pasando, una cambio para mejor se puede ver en el estado de ánimo
de los obreros y los jóvenes con instrucción. La organización es pobre debido a
que todos los adultos están en el frente o llamados al servicio militar. La
afluencia de mujeres y adolescentes a la fuerza laboral está disminuyendo la
capacidad de organización, pero no el estado de ánimo. A pesar de ello las
organizaciones están creciendo”.”
Una semana antes de la revolución, la Ojrana Moscú
informó:
“El estado de extrema agitación de las masas obreras y en los círculos sociales, la agudización de la escasez de pan en Moscú, y las actividades de los círculos revolucionarios podrían crear, bajo una nueva arremetida de huelgas y manifestaciones, una amenaza mucho más grave para el orden oficial y la seguridad pública.”
La respuesta de la policía fue
a intensificar los arrestos, organizando más redadas que nunca contra los socialistas.
En estas acciones estaba implícita su creencia de que los socialistas estaban
instigando la mayor parte de la actividad de las masas, y que no sólo se
enfrentaban a un montón de diferentes acciones espontáneas. Los que no eran detenidos
seguían reuniéndose, planificando, organizando y agitando. Mientras tanto, los
informes de la Ojrana eran cada vez más alarmantes, ante el aumento del hambre.
“Los partidos revolucionarios clandestinos están preparando una revolución”,
señalaba un informe, “pero si se lleva a cabo una revolución, será espontánea,
muy probablemente un motín contra el hambre”...
Mito 2: La incompetencia
“[Fue una] revolución espontánea en la que ninguno
de los partidos y fracciones socialistas jugó un papel importante.”
-Murray Bookchin
Este es el meollo del
argumento: aunque los socialistas estaban allí y sabían que la revolución era inminente,
eran demasiado pocos, demasiado dispersos y demasiado limitados para desempeñar
un papel eficaz en los acontecimientos. En cambio, algunos obreros enardecidos
y mujeres aisladas, espontáneamente, se declararon en huelga y provocaron un
levantamiento. Una mirada detallada a los primeros días de la revolución pinta
un cuadro diferente.
23 de febrero
¿Por qué las mujeres obreras
esperaron hasta 23 de febrero para tomar las calles? No fue una casualidad,
sino parte de un plan mayor. Era el Día Internacional de la Mujer, una celebración
socialista propuesta por primera vez por Clara Zetkin en 1910. En el
calendario, era la siguiente en importancia después del “Domingo Sangriento”
del 9 de enero.
En respuesta a la agudización de
la lucha de clases, el Comité Interdistrital empezó la agitación en diciembre,
para preparar el 23 de febrero [72]. Decidieron plantear consignas en torno al
tema del pan y el fin de la guerra. Sin embargo, este no era el enfoque unánime
de los revolucionarios. En particular, los bolcheviques estaban divididos sobre
la cuestión. A principios de febrero, emitieron una proclama declarando: “Que cada
día en la historia del movimiento obrero se convierta en día de manifestación.
[Que] el juicio de los diputados obreros [en la Duma], la masacre de Lena, el
Primero de Mayo, los fusilamientos de julio, los días de octubre, el 9 de
enero, y similares, sirvan como convocatorias para acciones de masas”.
En lugar de huelgas de masas para
el 23 de febrero, el Buró Ruso presionó para que las grandes huelgas de masas
se realizaran el Primero de Mayo (unas ocho semanas más tarde), con el
argumento de usar el 23 de febrero para acciones preparatorias y pequeñas
manifestaciones. Esto, dicho sea de paso, es un argumento que se utiliza para demostrar
que los bolcheviques no estaban en contacto con los acontecimientos. “Incluso
llamaron a la población a no ir a la huelga”, dice el estribillo. De
hecho, todos los socialistas vieron una creciente posibilidad de revolución y
trataron de organizar las actividades de masas. Se diferenciaban por el momento
que elegían en el corto plazo. Cada acción antes de la insurrección puede
servir para aumentar la confianza y la combatividad de la clase, y también como
indicador sobre la naturaleza de la conciencia de las masas en el momento.
Cuando los acontecimientos demostraron al Comité Central que se había equivocado
en sus suposiciones acerca del grado de confianza de las masas, rectificaron,
como veremos más adelante...
En retrospectiva, es fácil etiquetar
a este día como “el inicio de la revolución”. Sin embargo, sólo una minoría de obreros
estuvo en huelga, alrededor del 25 por ciento. La huelga del 9 de enero fue más
grande [82]. Si el punto de vista tradicional –de revolucionarios inadvertidos–
fuera correcta, los socialistas deberían haber visto ese día como una simple huelga
de momento – indisciplinada, no planificada, inexplicable.
Sin embargo, cuando los
socialistas se reunieron esa noche para evaluar el día y planificar las
siguientes acciones, sentían que se enfrentaban a una situación nueva. A
diferencia del 9 de enero, la mayoría de los huelguistas tomaron parte en las
manifestaciones, en lugar de irse simplemente a casa. Insistieron de forma militante
en ir a la avenida Nevsky, el más grande y opulento bulevar de Petrogrado, gritando
las consignas planteadas por los socialistas que directamente vinculaban la
guerra, el hambre, y el fin de la autocracia. La Ojrana también enfrentada
con los cambios, escribía ese día:
“[L] a falta de pan está
conduciendo a las masas trabajadoras a las calles, y la idea de que un
levantamiento es el único medio para escapar de la crisis alimentaria se está
volviendo más y más popular entre las masas. Ahora todos, en la calle, en las colas
para el pan y otros productos esenciales, dicen que una sublevación es
inminente e inevitable; los soldados, los marineros y los círculos
intelectuales están hablando de eso.”
La disciplina en el Ejército
mostró fisuras cuando los cosacos pasivamente se negaron a atacar a las
multitudes. La clase dominante estaba paralizada, con la Duma y el zar
incapaces de equilibrar las presiones de la guerra y la escasez de alimentos.
Uno de los asistentes a una reunión bolchevique de todo el distrito de Vyborg,
N.F. Sveshnikov, escribió que esa reunión:
“se prolongó hasta la noche y tomó
una serie de importantes decisiones, tales como el fortalecimiento de la
agitación y el establecimiento de vínculos entre los soldados, la adquisición
de armas, la continuación de la huelga y la organización de una manifestación en
Nevsky para el 25 de febrero. Se recomendó que todos los camaradas fueran a las
fábricas en la mañana, que no realizaran ningún trabajo y que después de una
breve reunión dirigieran a la mayor cantidad posible de obreros en una
manifestación contra la guerra hacia la catedral de Kazán... Nuestra agitación
fue facilitada maravillosamente por el curso objetivo de las cosas. En la mente
de todos estaba derrocar a la autocracia, un acto perfectamente comprensible.”
La decisión de que los obreros
convergieran en la avenida Nevsky era importante por dos razones: una, porque
uniría a los obreros de los alrededores de la ciudad para que sintieran su fuerza
colectiva, y dos, porque era el territorio de los ricos. Un historiador explica:
“[Nevsky] era el símbolo de la riqueza y el poder de los privilegiados. La
gente que no podía tener una vestimenta apropiada por lo general no se
aventuraba a ir allí”. A diferencia del 9 de enero, los socialistas vieron
una brecha para una actividad creciente. Planearon aumentar la agitación el 24
de febrero con la esperanza de una demostración masiva para el 25. Esto, a
pesar de que la del 23 de febrero fue una manifestación menor a la de la
conmemoración del “Domingo Sangriento”.
24 de febrero
El día empezó con reuniones
políticas en las fábricas. Consecuentemente los diferentes grupos socialistas se
unieron para dirigirlas. Un agente de la Ojrana describió a un obrero
hablando a la multitud en la fábrica Stetinin:
“Camaradas, como todos ustedes
saben, ayer, 23 de febrero, el distrito de Vyborg entero no trabajó. Por eso,
camaradas, hoy debemos parar de trabajar, apoyemos la unidad con otros camaradas
y vamos a conseguir pan nosotros mismos... Camaradas, recuerden también esto:
¡Abajo el gobierno! ¡Abajo la guerra! Camaradas, ármense con todo lo posible –pernos,
tornillos, piedras–, y salgamos de la fábrica y comencemos tomar las primeras
tiendas que encontremos.”
La agitación
socialista contribuyó a que la huelga se expandiera, manteniendo en huelga a
las fábricas que lo estuvieron el día anterior y sumando nuevas fábricas al
movimiento. La huelga duplicó su tamaño, y se convirtió en la mayor huelga
en Petrogrado desde el comienzo de la guerra. El ambiente era cada vez más
militante...
Esa noche, los bolcheviques
del distrito se reunieron para planear el siguiente día de huelga. Además,
el Buró Ruso bolchevique, que se reunió varias veces durante el día, votó a
favor de ampliar las consignas para atraer al ejército y establecer contacto
con los camaradas en Moscú para coordinar actividades.
25 de febrero
Una
vez más, la actividad en las fábricas empezó con las reuniones políticas para
preparar los eventos del día, incluyendo la agitación para la marcha masiva a la
avenida Nevsky...
...A medida que el día avanzaba, la huelga se extendía
fuera de las fábricas, hacia “el sector más desorganizado de la clase trabajadora
– los obreros de pequeñas fábricas, empleados de almacén, camareros y
camareras, cocineros y taxistas...
Esa noche, los revolucionarios
se reunieron. La Ojrana tenía un agente en el Comité bolchevique del distrito
de Vyborg, que presentó este informe, destacando la evaluación que el comité hacía
de la jornada:
“Dado que las unidades
militares no bloquearon a la multitud y en algunos casos incluso tomaron
medidas para paralizar a la policía, las masas crecieron, confiadas de que no
serían castigadas. Ahora, después de dos días de desfilar por las calles sin
obstáculos, con elementos revolucionarios que voceaban las consignas “¡Abajo la
guerra!” y “¡Abajo el gobierno!”, la gente se anima a pensar que ha comenzado
la revolución, que el éxito está del lado de las masas, que las autoridades son
impotentes para reprimir el movimiento porque los militares se negaron a
apoyarlo. Ellos creen que la victoria final está cerca porque las unidades
militares, mañana, si no hoy, se pondrán abiertamente del lado de las fuerzas
revolucionarias y el incipiente movimiento no cederá y crecerá
ininterrumpidamente hasta la victoria final y hasta que el gobierno sea derrocado.”
En el primer día, los
bolcheviques se reunieron, evaluaron que se estaba dando una nueva situación, y
votaron a favor de intensificar la agitación. En el segundo, comenzaron a establecer
contacto con otras ciudades, vieron que las huelgas se habían duplicado y que
la confianza de los obreros había crecido. En el tercer día, constataron que las
acciones que habían planeado treinta y seis horas antes se estaban realizando y consideraron que se estaban moviendo hacia la revolución. A partir de los archivos
policiales de ese día:
“Luego de dos días de los
disturbios que tuvieron lugar en Petrogrado, la organización de Petrogrado del POSDR
[Partido Obrero Social-Demócrata de Rusia] decidió utilizar el movimiento que
ha estallado para avanzar en los objetivos del partido, asumir el liderazgo de
las masas que participan en él, y darle una dirección claramente
revolucionaria. Con este objetivo, la mencionada organización ha propuesto: (1)
la publicación de una proclama, para hoy, 25 de febrero (se adjunta el proyecto),
(2) reunir al comité mañana 26 de febrero por la mañana, para resolver la
cuestión de cuál es la mejor y más conveniente manera de controlar a las masas
de obreros en huelga, ya despiertas pero que aún está insuficientemente
organizadas. Además, se propuso empezar a levantar barricadas el lunes, 27 de
febrero, desconectar todos los equipos eléctricos y cerrar el suministro de
agua y teléfono si el gobierno toma medidas para reprimir los disturbios.”
Los socialistas en general acordaron
agitar a favor de continuar la huelga y establecieron que en la mañana del 27
de febrero se elijan los representantes de fábrica a un Soviet. Otro
informe policial señalaba que las tropas enviadas para aplastar a los obreros,
en cambio, confraternizaron con ellos, incluso alentando a los huelguistas. Y
continuaba: “Si se pierde tiempo y el liderazgo pasa a las manos de la cúpula
de la clandestinidad revolucionaria, los eventos tomarán una mayor envergadura.”
El Comité Petersburgo
distribuyó un llamamiento dirigido a toda la militancia que decía, en parte:
“Las huelgas, los mítines de
masas y las manifestaciones fortalecerán, no debilitarán esta organización.
Aprovechen cada oportunidad, cada día adecuado. En la medida de lo posible
estén con las masas, transmítanles nuestras consignas revolucionarias. Dejen que
los lacayos del capital llamen a nuestras actividades y huelgas, provocaciones
y un montón de palabras hueras; nuestra salvación está en lucha universal
inmediata, no la aplacemos para el futuro... Una simple acción debe
transformarse en una revolución nacional que pueda fomentar la revolución en
otros países. Tenemos una lucha frente a nosotros, pero la victoria nos espera.
¡Todo el mundo debe estar bajo las banderas rojas de la revolución! ¡Abajo la
monarquía zarista! ¡Viva la república democrática! ¡Viva la jornada de ocho
horas! ¡Todas las fincas de los terratenientes para el pueblo! ¡Abajo la
guerra! ¡Viva la fraternidad de los trabajadores del mundo entero!”.
También distribuyeron una proclama
para los soldados, instándolos a unirse a los obreros:
“¡Hermanos soldados! Por tercer
día, nosotros, los obreros de Petrogrado, exigimos abiertamente la destrucción
de la autocracia, que ha causado que el pueblo derrame su sangre, que ha hecho
de nuestro país un país hambriento, y que ha condenado a nuestras esposas,
hijos, madres y hermanos a la ruina. Recuerda, camarada soldado, que sólo la
unión fraternal de la clase obrera y el ejército revolucionario emancipará al
pueblo esclavizado y pondrá fin a la guerra fratricida y sin sentido. ¡Abajo la
monarquía zarista! ¡Viva la unión fraternal del ejército revolucionario y el pueblo.”
En respuesta, la policía
intensificó su represión. Durante la noche, arrestaron a todo el Comité bolchevique
de Petrogrado junto con 100 otros revolucionarios. Entre los documentos que la
policía incautó del Comité de Petrogrado, estaba una resolución que, según describe
un historiador, “recomendaba la creación de comités de fábrica, cuyos miembros iban
a formar un buró de información, que a su vez serviría como el núcleo del
Soviet de Diputados Obreros de Petrogrado, que de acuerdo con los bolcheviques
[Comité de Petrogrado], todo esto se iba a hacer ‘siguiendo el ejemplo de 1905’
”. El Comité distrital de Vyborg pasó a llenar el vacío dejado por los
arrestos. Debatió sobre si era el momento de armar a los trabajadores o si eso provocaría
prematuramente al ejército. Votaron para instar a los camaradas a
reclutar más obreros fabriles al Partido y continuar con su agitación contra el
zar.
26 de febrero
En este punto, los socialistas
proporcionaron la columna vertebral crucial para el movimiento. ¿Qué pasará mañana
cuando las fábricas traten de abrir nuevamente? ¿Los obreros regresarán
dócilmente a sus puestos de trabajo o presionarán su ventaja? Los
revolucionarios discutieron la estrategia y los siguientes pasos.
Según el informe de un agente
de la policía, una reunión de veintiocho bolcheviques e interdistritales aprobó
una resolución para aumentar la agitación entre los soldados, continuar las
huelgas y las manifestaciones, y “llevarlas hasta el final”. Para crear un
arsenal, decidieron formar pequeñas patrullas para sorprender policías y quitarles
sus armas.
Otro agente de policía dijo en
su informe de una reunión de cincuenta, advertía la decisión de los
revolucionarios de mantener la iniciativa:
“Hay que tener en cuenta que mañana, los obreros irán a las fábricas, pero sólo para reunirse, para decidir qué hacer, y de nuevo saldrán a las calles de una manera organizada y planificada, con la esperanza de alcanzar el éxito completo. En la actualidad, las fábricas están sirviendo como centros de reunión. Por lo tanto, el cierre temporal de las fábricas, incluso durante dos o tres días, privaría a las masas de los centros de información donde experimentados oradores electrifican a las multitudes, regulan las acciones en las fábricas individuales, y coordinan y organizan las manifestaciones.” [énfasis añadido]
“Ellos están planeando formar
un Soviet de diputados obreros”, continuaba el agente. “Las elecciones a ese
organismo, evidentemente tendrán lugar mañana por la mañana, en las fábricas; y
por la noche, ya estará operativo. Esta es otra razón por la que todas las
fábricas deben cerrarse para evitar las reuniones de mañana por la mañana.”
Alrededor de las 2 a.m., unos
cuarenta miembros del Comité distrital de Vyborg (que ahora funcionaba como el
órgano de dirección de toda la ciudad) votaron a favor de agitar por la
continuación de la huelga, y, al amanecer, publicaron una proclama que decía:
“Los obreros ya no sufrirán la
violencia, el descontento y la ruina... Que los soldados, nuestros hermanos e
hijos, marchan en nuestras filas con sus rifles en sus manos. Entonces, ¡habrá
llegado la hora final de la dinastía de los Romanov! ¡Abajo la monarquía
zarista! ¡Viva la República Popular! ¡Todas las fincas de los terratenientes para
el pueblo! ¡Jornada de trabajo de ocho horas para los trabajadores! ¡Viva el Partido
Social-Demócrata de Rusia! ¡Viva el gobierno revolucionario provisional! ¡Abajo
la matanza.”
El Comité Interdistrital pasó
la noche imprimiendo una proclama, la primera en aparecer a la mañana
siguiente. Decía, en parte:
“Nosotros, bolcheviques,
mencheviques socialdemócratas y socialistas revolucionarios convocamos al
proletariado de Petersburgo y de toda Rusia a la organización y movilización
febril de nuestras fuerzas. ¡Camaradas! Organicen comités de huelga ilegales en
las fábricas. Enlacen un distrito a otro. Organicen colectas para la prensa
ilegal y para armas. Prepárense, camaradas. ¡La hora de la batalla decisiva se
acerca!”.
27 de febrero
Este fue el día de la sublevación
de los soldados. Hasta el momento, los socialistas habían desempeñado un papel
clave en la agitación y unificación de los obreros. La principal lección que los
socialistas extrajeron de la derrota de 1905 era la necesidad de ganarse al
ejército para unirlo con los obreros. Dada esta perspectiva, ¿qué hicieron para
agitar entre los soldados?
La evidencia es
contradictoria. Por un lado, hay escritos, de dos oficiales que dirigieron el primer
regimiento del ejército en amotinarse aquel día, diciendo que ningún partido
revolucionario jugó algún papel, que todo fue resultado de su espontánea
iniciativa. Ellos publicaron esto después de 1917.
Por otro lado, si nos fijamos
en los acontecimientos del día, el panorama es diferente.
Uno debe ignorar una gran
cantidad de planificación previa para poder caracterizar el levantamiento como espontáneo.
Por ejemplo, hubo por lo menos dos reuniones socialistas estratégicas antes de
que designaran el 27 de febrero como la fecha para el motín. Además, un agente
de policía, en activo en la Segunda Flota de Marinos del Báltico que estaba
estacionada en Petrogrado, presentó un informe el 25 de febrero, 36 horas antes
de la sublevación, que indicaba que el grupo planeaba amotinarse a las 6 a.m.
del 27 de febrero, confiscar armas, detener oficiales, y tomar “medidas
adicionales”. Esto de hecho ocurrió, fue el primer motín del día. Y dos de sus
tres líderes eran socialistas organizados (eseristas).
Luego está el progreso del
propio motín. Los primeros cuatro regimientos que se rebelaron tenían sus cuarteles,
unos cerca de las otros. Mientras marchaban a la ciudad para difundir la
noticia de su sublevación, tenían dos opciones: o ir hacia la derecha, hacia el
distrito de Vyborg, la fortaleza de los revolucionarios socialistas, o ir hacia
la izquierda, hacia Nevsky, el destino de las manifestaciones de los días
anteriores. Ellos tomaron la derecha, hacia Vyborg. Al mismo tiempo que ellos marchaban
hacia el distrito de Vyborg, los obreros de Vyborg marchaban hacia ellos. Se
reunieron cerca del puente, en el distrito...
Un par de días más tarde,
cuando los soldados eligieron representantes a los Soviets, a pesar de que los
campesinos formaban la mayoría del ejército, seis de los diez elegidos eran
miembros de partidos revolucionarios socialistas, y otros tres eran ex obreros
(no campesinos).
Mito 3: Aislamiento
“La revolución de Febrero... fue obra de las masas que no estaban dirigidos por un partido revolucionario. Eran lo suficientemente potentes como para derrocar el zarismo y crear los soviets, pero no lo suficientemente maduros como para impedir la llegada al poder del gobierno provisional encabezado por el príncipe Lvov.” -Tony Cliff
El último argumento que generalmente
se sostiene para defender la tesis de la espontaneidad es: si los
revolucionarios socialistas realmente tuvieron el liderazgo en la revolución,
debieron haber tenido el liderazgo del Soviet y evitado que se forme el
gobierno provisional burgués. En cambio, los bolcheviques sólo obtuvieron un 10
por ciento de los puestos iniciales en el soviet y la burguesía fue capaz de
transformar la Duma en Gobierno Provisional...
...
Hubo por lo menos tres llamamientos
distintos para formar un Soviet.
El primero surgió de un grupo principalmente
de mencheviques moderados y algunos eseristas (en particular, Kerensky) a las 2
p.m. del 27 de febrero (en este punto, cerca del 15 por ciento de los soldados
se había amotinado). Estos eran mencheviques de derecha; los mencheviques de
izquierda estaban luchando en las calles. Aquéllos hicieron un llamado a
elecciones para un Soviet que se reuniría en el Palacio Tauride, la sede de la
Duma. Querían que el Soviet actuara como grupo de presión sobre la burguesía.
Al
mismo tiempo, que los mencheviques publicaban su apelación, el Comité
Interdistrital llamaba a la insurrección general y a la formación de Soviets de
obreros y soldados. Su volante declaraba: “La suerte está echada. No se puede
retroceder. No hay a dónde ir. En caso de derrota, una despiadada represalia de
la autocracia zarista espera a los rebeldes”...
Por su parte, el Buró Ruso bolchevique
no llamó a la formación de un Soviet. En el tercer día de la huelga (25 de
febrero), publicaron una proclama que llamaba a la formación de Gobierno Revolucionario
Provisional, pero no mencionaba los Soviets (y podría ser interpretada como que
contraponía a los dos), aunque señalaban que los obreros, los campesinos y los
soldados deben dirigir el nuevo Estado. Sin embargo, ese mismo día, fue
publicado otro llamamiento, esta vez del Comité bolchevique del distrito de
Vyborg (y posiblemente otros socialistas). Conocido como el documento de la Estación
Finlandia, decía:
“¡Camaradas, la hora tan
esperada ha llegado! El pueblo está tomando el poder en sus propias manos, la
revolución ha comenzado; no perdamos tiempo, formemos un Gobierno
Revolucionario Provisional hoy. Sólo la organización puede fortalecer nuestras
fuerzas. En primer lugar, elijan diputados, hagan que establezcan contactos con
otros y formen, bajo la protección de las fuerzas armadas, un Soviet de
Diputados. Ganen a nuestro lado todos los soldados que aún están rezagados, vayan
a los propios cuarteles y convóquenlos. Que la Estación Finlandia sea el centro,
donde se reúna el cuartel general revolucionario. Tomen todas las edificaciones
que pueden servir como baluartes de nuestra lucha. ¡Camaradas obreros y soldados!
Elijan diputados, fórjenlos en una organización para la victoria sobre la
autocracia!”
Aquí tenemos tres llamados compitiendo,
uno de la derecha y dos de la izquierda. Los de la izquierda, llamando a los obreros
y soldados a reunirse en el distrito de Vyborg, el corazón del poder de la
clase obrera, fracasaron. Nadie se presentó.
Pero
los bolcheviques no sólo se ubicaron en la Estación Finlandia, hablando entre
ellos, haciéndose pasar por un soviet. Ellos reconocieron que el Soviet menchevique
reflejaba la voluntad de la clase. Y cambiaron su posición...
...Hay dos razones principales.
Uno. Los mencheviques, que
eran socialistas, hicieron un llamado que se veía legítimo y que fue ampliamente
publicitado. Su llamamiento fue publicado en el único periódico que apareció ese
día y fue distribuido en toda la ciudad. Aunque los obreros políticamente más
activos vieron la diferencia entre los dos soviets, la mayoría de los obreros
que eligió representantes no estaba familiarizada con todos los temas.
Dos. Ahí era donde estaban los
soldados – los defensores armados de la revolución. En el caos del momento, los
soldados fueron atraídos por la Duma como sede del legítimo gobierno no-zarista.
Ellos querían la aprobación legislativa para su motín, que era un delito
capital. Por su parte, los obreros temían que regresara el zar. En una
fábrica, los obreros eligieron a un hilandero que había sido activo en 1905. Él
rogó que lo dejaran fuera, explicando
que ahora tenía una esposa y no quería ir nuevamente al exilio. En Thornton
Mills, los obreros decidieron elegir un comité de fábrica por listas,
explicando que “todos son, por cierto, solteros”. En esa atmosfera, hubo un
impulso natural a ir a donde estaban los soldados.
Independientemente del lugar
donde se reuniera el Soviet, los obreros no estaban listos para un gobierno
obrero. El 1 de marzo, el Comité bolchevique de Viborg aprobó una resolución que
exigía que todo el poder se concentrara en manos de los diputados obreros y
soldados, es decir, que el Soviet se declarase Gobierno Revolucionario
Provisional. Al día siguiente, se publicó un volante con la resolución, y se envió
agitadores para impulsar su implementación. No lo lograron. En cambio, el
Soviet votó abrumadoramente por el poder dual, por reconocer gobierno
provisional de la burguesía, y por trabajar con él...
Así comenzó el poder dual. Un
mes más tarde, cuando regresó a Rusia, Lenin pronunció uno de sus discursos más
importantes, “Las tareas del proletariado
en la presente revolución” (también conocida como las “Tesis de Abril”). Lenin pidió muchos cambios en la estructura y el
enfoque del Partido, debido a las “sin precedentes grandes masas del proletariado que
acaban de despertar a la vida política”. Sostuvo que “la
peculiaridad del momento actual en Rusia consiste en el paso de la primera
etapa de la revolución, que ha dado el poder a la burguesía por carecer el
proletariado del grado necesario de conciencia y de organización, a su segunda
etapa, que debe poner el poder en manos del proletariado y de las capas pobres
del campesinado”.
En menos de ocho meses, la mayoría de la clase obrera llegó a estar de acuerdo con todas las posiciones
importantes de las Tesis de Abril, incluyendo el rechazo al gobierno
provisional, el fin de la guerra, la redistribución de la tierra y el control
de la producción por los Soviets. Pero en marzo, ninguna de estas reivindicaciones
formaba parte de las perspectivas inmediatas. Todavía era la primera etapa descrita
por Lenin, donde la euforia inicial, la esperanza y el sentido de unidad de la
clase aún tenía que dar paso a una comprensión aguda de los intereses de clase
opuestos que estaban en juego. En marzo, sólo el 20 por ciento de las huelgas
desafió el control de la gestión de la producción. En septiembre, lo hizo el 97
por ciento.
Conclusión
La caracterización de la
revolución de Febrero como “espontánea” oscurece mucho y revela poco. Hay muchos
escenarios entre la espontaneidad completa y el modelo de Octubre. En la
mayoría de los casos, todas las acciones antes de la victoria revolucionaria
son preparatorias (por definición). Ningún partido socialista serio señalaría una
manifestación antes de tiempo como el inicio del impulso final hacia el poder. Hacer
eso sería sectarismo ultraizquierdista.
Pero cuando los historiadores
analizaron Febrero, el patrón fue diferente. Sin embargo, los revolucionarios
pueden hacer muchas contribuciones para acelerar y agudizar la lucha de la
clase obrera por su autoemancipación. La revolución de Febrero fue el producto
de un esfuerzo concertado y concentrado de cuadros socialistas, revolucionarios,
pertenecientes a un grupo de partidos. Ellos lo planearon. Agitaron mientras
ocurría. Fueron responsables ante sus camaradas y ante sus organizaciones.
Ellos trataron de generalizar y extender todas las acciones de los obreros. Y
en el transcurso de los meses, vieron incrementarse la combatividad y la
confianza de la clase obrera de Petrogrado.
Así, establecieron que una
serie de días conmemorativos socialistas serían días de huelgas y
manifestaciones. En febrero, cuando detectaron que las masas tenían más
confianza en sí mismas, que la disciplina del ejército se estaba debilitando y
que el gobierno estaba paralizado, ellos presionaron. Se reunieron varias veces
durante los días de la revolución, para discutir los acontecimientos, debatir
los próximos pasos, y coordinar mayores actividades. Publicaron proclamas llamando a acciones que más tarde se
produjeron: incluida la huelga inicial, su generalización y el levantamiento
de los soldados. Cada mañana se reunían en las fábricas e impulsaban políticamente
las próximas acciones entre los obreros, que votaron a favor de hacerlas.
Estos obreros socialistas
hicieron lo que los activistas hacen. No fueron las “estrellas” del movimiento.
Eran obreros socialistas de numerosas organizaciones con un plan general y una estrategia
que se combinaba con la experiencia y el conocimiento para adaptarse a situaciones
que cambiaban rápidamente. No eran los líderes infalibles de la mitología
stalinista, ni eran las masas sin rostro de la tradición anarquista, pero eran verdaderos
cuadros. Cuando entraron en contacto con las condiciones revolucionarias
objetivas (condiciones que ellos ayudaron a formar a lo largo de los años), plantearon
(en gran medida) la política marxista a realizar, con resultados excelentes. Colectivamente,
eran la “caja de pistones” de la que habla Trotsky.
Este fue el inicio de un proceso que condujo a Octubre. No era
posible ir directamente al poder obrero en Febrero. La clase obrera necesitaba
la experiencia de los próximos meses: para ver la traición de la burguesía,
cuando continuó la guerra y atacó a los trabajadores, y para tener sentido de
su propio poder, desde dirigir comités de fábrica y Soviets. Esta es la razón
por la que en situaciones revolucionarias emergen poderes duales, una y otra
vez. La clase obrera puede estar lista para acabar con los viejos gobernantes,
pero no está inmediatamente lista para convertirse en nuevo gobernante.
Los
bolcheviques eran parte integral de ese proceso – eran el único partido que
había sido inflexible en la autoemancipación de la clase obrera del mundo.
Incluso los incondicionales revolucionarios como Trotsky se convencieron de las
perspectivas de los bolcheviques durante muchos meses. En agosto, el Comité
Interdistrital, que había crecido a 3,000, votó a favor de unirse al Partido
Bolchevique. Algunos de sus líderes –el más famoso, Trotsky– se unieron al
Comité Central bolchevique. El resto es historia, pero la historia se entiende mejor evaluando correctamente Febrero.
Jason Yanowitz es
colaborador de la revista trotskista International Socialist Review.
Fuente: International Socialist Review, nº 75,
enero-febrero de 2011. Jason Yanowitz, “February’s Forgotten
Vanguard: The Myth of Russia’s Spontaneous Revolution”.
Traducido
para “Crítica Marxista-Leninista” por
Facundo Borges y Thiago R.
Descargar "La vanguardia olvidada de Febrero" de Jason Yanowitz
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