El concepto de trabajo productivo según el marxismo sigue estando bajo discusión cuando se trata de su aplicación a la realidad cotidiana. Se ha publicado mucho sobre el tema. Ofrecemos al lector un artículo que aborda el tema de forma sencilla y concreta, discutiendo el caracter productivo o improductivo del trabajo según ciertos tipos de actividad económica. Un artículo que ayuda a resolver algunas interrogantes pero que seguramente planteará otras.
Trabajo productivo versus trabajo improductivo
Sam Williams
El lector Mike Treen –que es líder sindical en Nueva
Zelanda– tiene algunas preguntas acerca de qué es y qué no es trabajo
productivo. Da ejemplos específicos, y se pregunta si el trabajo en cuestión es
trabajo productivo o improductivo. Voy a examinar sus preguntas a continuación.
En primer lugar, voy a comenzar con algunas observaciones
generales.
Los economistas clásicos, Marx y el trabajo productivo versus el trabajo improductivo
Los economistas políticos clásicos burgueses hicieron una
distinción entre trabajo productivo e improductivo. Marx mejoró en gran medida la
teoría del valor y la plusvalía estableciendo de manera clara lo que se
entiende por trabajo productivo e improductivo en el modo de producción
capitalista.
¿Cuál es el objetivo de la producción capitalista? Es la
producción de una masa cada vez mayor de ganancia. Pero la ganancia es sólo la
forma-dinero de la plusvalía. Por lo tanto, en lo que al sistema capitalista se
refiere, el trabajo sólo es productivo si crea plusvalía. No es suficiente que el trabajo cree valor –es decir, el
trabajo abstracto incorporado en un producto material o servicio–, además debe
crear plusvalía.
La crítica de Marx a Adam Smith
Los economistas clásicos consideraban el trabajo de los
sirvientes personales improductivo en el sentido capitalista –el único sentido
que les interesaba. Estaban en lo correcto en esto. Pero, según la opinión de
Marx, esto hizo que Adam Smith hiciera una
generalización incorrecta. Smith sostenía que sólo el trabajo que produce
bienes materiales, en contraposición
a los servicios, es trabajo productivo.
Supongamos que soy un hombre rico –no interesa si soy un
capitalista o un propietario– que decide contratar obreros para producir una
pieza de mobiliario que voy a utilizar sólo como un artículo de consumo
personal. En este caso, a pesar de que los obreros que contraté produjeron un
valor de uso material y realizaron un trabajo excedente (trabajo por encima del
valor de su fuerza de trabajo), su trabajo no tomará la forma de valor porque
los muebles no serán intercambiados. Nunca se venderán en el mercado. Dado que no
se produjo ningún valor, tampoco se produjo plusvalía. Por lo tanto, el hecho
de que el trabajo de los obreros produzca un valor de uso material y tangible
no hace que su trabajo sea productivo en el sentido capitalista de la palabra.
Pero ¿qué pasa con la situación contraria? ¿Qué pasa si
como propietario de un teatro, que administro como una empresa con fines de
lucro, contrato a una cantante de ópera con la intención de que haga presentaciones
en vivo, a las que sólo asistan clientes que paguen dinero? ¿El trabajo de la
cantante de ópera es productivo en el sentido capitalista? ¿Produce plusvalía?
Smith versus Marx sobre el trabajo que produce servicios
Adam Smith respondió que no, porque no se produce ninguna
mercancía tangible. El producto de la cantante de ópera, señaló Smith, desaparece
tan pronto como se realiza. Smith argumentó que dado que no se produjo ningún
producto material, tampoco se produjo plusvalía, para usar la terminología de
Marx.
Marx no estuvo de acuerdo con Smith en este punto. Es
cierto que el trabajo de la cantante de ópera no es productivo desde el punto
de vista de los miembros de la audiencia que
pagan por escuchar la interpretación. Para ellos, el trabajo de la cantante no
es más productivo de lo que sería si ellos mismos la contrataran para que interpretara
personalmente para ellos.
Sin embargo, según Marx, desde el punto de vista del dueño del teatro que contrata la fuerza
de trabajo de la cantante, el trabajo de la cantante es trabajo productivo [1].
La cantante no sólo produce valor, también produce plusvalía para el dueño del teatro, si asumimos que se le paga el valor de su fuerza de trabajo. Por lo
tanto, desde el punto de vista capitalista, y eso es lo que interesa aquí, la
mano de obra de la cantante es trabajo productivo.
De acuerdo con Marx, no hay ninguna diferencia en cuanto a que la producción de la plusvalía creada por la fuerza de trabajo de la cantante
–vibraciones en los gases que conforman el aire del teatro, percibidos por el
oído y el cerebro humanos como música– sólo dure un instante.
Ahora, teniendo en mente la crítica de Marx a Adam Smith,
vamos a examinar algunos de los ejemplos de Mike, a la luz de la distinción que
hace Marx entre trabajo productivo e improductivo.
Los trabajadores de la industria nacionalizada
“Si una industria (donde los obreros producen mercancías
y plusvalía, como la industria del carbón) es nacionalizada”, comenta Mike, “entonces
seguramente seguirán produciéndolas”.
Esta afirmación es cierta. Si el Estado se hace cargo de
una industria rentable, como la industria minera, el Estado actuará como un
capitalista industrial colectivo. Les
comprará su fuerza de trabajo y utilizará la fuerza de trabajo comprada para
producir plusvalía.
Sin embargo, por regla general, el Estado capitalista no
se hace cargo de las industrias rentables. Como es el Estado de la clase
capitalista, se esfuerza mucho para evitar competir con los capitalistas
industriales.
El Estado podría, sin embargo, hacerse cargo de la
industria del carbón si la industria no estuviera produciendo ganancias para
sus propietarios capitalistas. Por ejemplo, el Estado podría hacerse cargo si
la productividad del trabajo en la industria del carbón de una determinada
nación –ya sea debido al agotamiento de las minas de carbón o debido al
descubrimiento de minas de carbón más ricas en el extranjero– es tan baja comparada
con el promedio en el mercado mundial, que una hora de trabajo concreto
realizado por sus mineros del carbón sólo cuenta como una media hora de trabajo
abstracto en el mercado mundial.
Supongamos que en promedio en el mercado mundial, los
mineros del carbón trabajan la mitad del tiempo para sí mismos y la otra mitad
del tiempo para los patrones –una cuota de plusvalía del 100 por ciento. Mientras
que en nuestras minas de carbón no
rentables, una hora de trabajo concreto en promedio representa sólo una media
hora de trabajo abstracto. Esto quiere decir que en términos de trabajo
abstracto, los mineros sólo estarían realizando cuatro horas de trabajo por
día.
Dado que suponemos que se les paga el valor total de su
fuerza de trabajo –el carácter improductivo de las minas de carbón no afecta el
valor de la fuerza de trabajo de los obreros que trabajan en ellas–, los obreros
trabajarán para sí mismos toda la jornada
laboral. No realizarán ningún trabajo
no retribuido para el patrón. Y pese a que los obreros producen tanto valores
de uso como valores desde la perspectiva de los dueños de las minas, el trabajo
de los obreros de estas minas de carbón es improductivo
porque no producen plusvalía.
Debido a que en el ejemplo anterior, los mineros de carbón
no producen plusvalía, las minas no pueden funcionar como capital. Los propietarios de la mina al evaluar que no pueden operar
como capitalistas industriales al
explotar estas minas –en tanto se ven obligados a pagar la fuerza de trabajo de
los mineros a su valor–, entonces venden las minas al Estado.
Tal vez el Estado capitalista esté dispuesto a operar las
minas a pérdida o a un nivel de equilibrio. Por ejemplo, el gobierno podría
estar preocupado por lo que pasaría si hubiera un embargo o un bloqueo
energético. Así, el Estado –pero no los capitalistas individuales o
corporativos (colectivos)– podría estar dispuesto a operar las minas en un
nivel de equilibrio o incluso, dentro de ciertos límites, a pérdida total. La
tarea principal del Estado, después de todo, es velar por los intereses
generales de los capitalistas de una determinada nación, en vez de obtener
ganancias y actuar como capitalista industrial por cuenta propia.
El trabajo de las prostitutas
Mike escribe: “El intercambio de un servicio por ingresos
(como la prostitución) no produce plusvalía. Si esa industria se organiza sobre
cauces capitalistas (en burdeles), aún así no produce plusvalía”.
Es cierto que si yo soy “Juan”, el cliente del dueño del
burdel, la prostituta no hará ningún dinero para mí al satisfacer mi necesidad
de gratificación sexual. Desde mi punto de vista, el trabajo de la prostituta
no es un trabajo productivo, porque no produce plusvalía.
Sin embargo, desde el punto de vista del propietario del
burdel, el trabajo de la prostituta es una fuerza de trabajo muy productiva, de
la misma forma en que el trabajo de una cantante es trabajo productivo desde el
punto de vista del dueño del teatro. El hecho de que las cantantes sean muy
admiradas por la sociedad oficial, mientras que la prostitución es condenada tan
universalmente como es practicada, no hace ninguna diferencia en este caso, en
absoluto.
Los trabajadores de la
industria de las armas
“La industria de las armas”, Mike continúa, “(aunque
improductiva desde el punto de vista social) sí produce mercancías (y
plusvalía), sea nacionalizada o no”.
En este caso, la nacionalización hace la diferencia. Si los fabricantes de armas venden armas –mercancías– al Estado y esas armas
tienen valor de uso para el Estado, entonces los obreros que trabajan para los
fabricantes de armas –los capitalistas industriales– son trabajadores productivos
(de plusvalía), no importando si el valor de uso de su trabajo pueda ser más
destructivo para la sociedad que el valor de uso del trabajo de las prostitutas
que he examinado anteriormente.
Pero supongamos que la planta de armas está
nacionalizada. El Estado no puede venderse las
armas a sí mismo [3]. En ese caso, el Estado consume el valor de uso –las armas–
que produce para su propio uso, de la
misma forma que cuando yo produzco una silla con mi propio trabajo para mi
propio uso. Ahí no ocurre ningún intercambio. Por lo tanto, no hay forma de que
el trabajo concreto de los obreros empleados en una fábrica estatal de armas
pueda reducirse a trabajo abstracto humano encarnado en las armas. Donde no hay
producción de valor, no puede haber ninguna producción de plusvalía. Desde el punto de vista capitalista, la producción que
se lleva a cabo en una fábrica estatal de armas es trabajo improductivo.
La única manera en que el trabajo empleado en una planta
estatal de armas pueda ser trabajo productivo, sería si el Estado vende las
armas que produce a otros gobiernos o a otros compradores de armas, obteniendo
una ganancia. En este caso, el Estado estaría actuando como un capitalista
industrial colectivo.
El trabajo de los educadores
“Los servicios de educación y salud son más complicados”,
escribe Mike. “Si se trata de servicios personales (de un tutor o un médico
local trabajando por su cuenta), ellos no producen plusvalía. Y sin embargo, ellos
me hacen capaz de trabajar o más calificado en mi trabajo y por lo tanto hacen
un beneficio indirecto al capital, asumiendo que estoy produciendo plusvalía. Y
supongo que es por eso que el Estado ha entrado en estos roles más ampliamente
en las sociedades capitalistas más avanzadas. Pero no estoy seguro de que poniendo
este trabajo en una escuela u hospital con fines de lucro cree plusvalía”.
La fuerza de trabajo no es producida de forma capitalista.
Es decir, no es producida por un capitalista industrial explotando trabajo
asalariado con la intención de realizar la plusvalía en forma de dinero, como
ganancia. Pero si el trabajo de educadores contratados por obreros que se están
capacitando aumenta el valor de la fuerza de trabajo de esos obreros, ¿eso no
convierte en capitalistas industriales a los obreros que contratan la fuerza de
trabajo de los educadores?, ¿al menos en cierto grado?
En mi opinión, no. No importa en cuánto aumenta el valor
de la fuerza de trabajo de un obrero; los dueños de la fuerza de trabajo
mejorada aún tienen que vender su fuerza de trabajo a un comprador para vivir.
Podemos estar bastante seguros de que el comprador de esa fuerza de trabajo, la
pondrá a trabajar. Por lo tanto, no importa cuán compleja se hace mi fuerza de
trabajo, todavía tendré que trabajar para vivir. Un verdadero capitalista, por
otra parte, vende mercancías o servicios (producidos por otros) con el fin de
ser capaz de vivir sin trabajar. ¡Esta
no es una pequeña diferencia!
Por lo tanto, si soy un obrero capacitándose, no soy un
capitalista industrial. No importa lo mucho que la fuerza de trabajo de los capacitadores
que yo consumo aumente el valor de mi fuerza de trabajo, el ingreso que recibiré
cuando encuentre –y si lo encuentro– un comprador para mi fuerza de trabajo es
un sueldo o salario y no ganancia. Mientras tenga que vender mi fuerza de
trabajo con el fin de obtener los ingresos que necesito para vivir, no soy un
capitalista.
Sin embargo, si contrato la fuerza de trabajo de los
profesores para establecer un negocio con fines de lucro, la fuerza de trabajo
de los profesores que yo contrate –mis trabajadores industriales– será
productiva para mí como capitalista industrial. En este caso, los profesores
realmente producirán plusvalía, por lo que su trabajo será productivo en el
sentido capitalista. El valor de uso de esa fuerza de trabajo, para su
comprador, será la producción de plusvalía.
Trabajadores de la industria de comida rápida
“La industria de comida rápida parece diferente”, escribe
Mike. “Aquí tenemos un servicio (cocción de alimentos) que se transforma en
mercancía (un Big Mac) y una industria que produce plusvalía. Mi sindicato en
Nueva Zelanda organiza esta industria y ciertamente ese parece ser el caso”.
Correcto. Excepto que yo no diría “servicio”. Cocinar los
alimentos produce un bien material. Podríamos muy bien decir también que cierto
servicio se transforma en lingotes de acero, otra mercancía material. Aunque la
industria de comida rápida no es ciertamente “industria pesada”, esto no tiene
nada que ver con si los trabajadores son productivos.
En efecto, al igual que en la industria del acero, estos
trabajadores producen una mercancía muy tangible, un Big Mac. En realidad, los
trabajadores de los restaurantes son verdaderos trabajadores industriales,
trabajando para capitalistas industriales, los dueños de la industria de comida
rápida. Además, aunque como hemos visto anteriormente esto no hace ninguna
diferencia en cuanto a si su trabajo es trabajo productivo, los trabajadores de
comida rápida producen una mercancía material
–una comida cocida, tal como un Big Mac–, ¡aún si el valor de uso pueda ser
bastante dudoso en este caso! Incluso si usamos la definición de Adam Smith de
trabajo productivo, opuesta a la de Marx, los trabajadores que producen los Big
Macs son trabajadores productivos.
A los estadísticos capitalistas les gusta clasificar a
los trabajadores de comida rápida como trabajadores
de servicios. Lo hacen para hacer parecer que la clase obrera industrial –los
trabajadores que producen plusvalía– se está reduciendo rápidamente en tamaño,
si es que no está desapareciendo por completo. Este es un ejemplo de por qué
tenemos que acercarnos a las estadísticas oficiales económicas emitidas por los
gobiernos capitalistas con la mayor cautela, ya se trate de la definición de
una “recesión” o del número de trabajadores de la industria en un país y en un
momento dados.
Hace poco, si no recuerdo mal, se propuso en los Estados
Unidos que los trabajadores de comida rápida sean reclasificados: de trabajadores
de servicios a trabajadores de la producción. ¿La razón de esta propuesta?: La
disminución de los “trabajadores manufactureros” –según la definición del
gobierno de los EE.UU.– está alcanzando proporciones tan alarmantes que la
economía de EE.UU. podría parecer más saludable si el número de estos
trabajadores recibiera un impulso mediante la redefinición de algunos
trabajadores, como los trabajadores de comida rápida, que ahora están clasificados
como trabajadores de servicios, y que pasarían a ser trabajadores manufactureros.
Los trabajadores de salas de cine
“Otra industria que organizamos son los trabajadores de
salas de cine”, escribe Mike. “Una vez más no hay ningún producto que se venda
directamente. A los clientes se les vende un servicio. Sin embargo, las ventas
de DVD parecen ser ventas de mercancías y productoras de plusvalía. La dificultad
que tenemos aquí es la ‘película’ en sí. El trabajo entra en su producción, en
tanto que la proyección de la película es una forma de venta poco a poco, de
tal manera que con el tiempo los ingresos reflejan su ‘venta’ y por lo tanto la
realización de la plusvalía que contiene”.
Esto involucra realmente dos cuestiones en la teoría del
valor. Una parte de los comentarios de Mike involucra la cuestión de si los
trabajadores de cine son productivos (de plusvalía). Creo que ya he contestado
a esta pregunta cuando tuve que abordar la crítica de Marx de Adam Smith que incluía
la cuestión de si el trabajo de los cantantes contratados por los propietarios
de teatros es productivo. Mientras que Smith dijo que el trabajo de una cantante
no es productivo, Marx dijo que sí lo era.
Si los empleados de cine son los que preparan las
palomitas de maíz, ellos crean la mercancía material palomitas de maíz, al
igual que en la industria de comida rápida. Pero esto realmente no importa. Los
trabajadores que mantienen y hacen que el teatro funcione, por ejemplo, la
limpieza de los baños, la limpieza al final de la jornada, el manejo del
proyector, son productivos, tanto como la cantante dando una presentación en
vivo.
El trabajo de Mike como dirigente sindical es asegurarse
de que los trabajadores de cine, que su sindicato representa, obtengan todo el valor de su fuerza de trabajo.
Tengo serias dudas de que los líderes estén ofreciendo a los trabajadores que
están representados por el sindicato de Mike, algo más que el valor de su
fuerza de trabajo. Los trabajadores necesitan un sindicato para asegurarse de
que obtienen más o menos el valor de su fuerza de trabajo.
El único ejemplo posible del tipo de trabajadores de cine,
que el sindicato de Mike podría representar, que no sería productivo (de
plusvalía) sería el de vendedores de entradas, ya que su trabajo se ocupa de
que la gente pague por el derecho a consumir los servicios –la proyección de
películas– prestados por la sala de cine. Los vendedores de entradas pertenecen
a lo que Marx llamó el proletariado comercial, mientras que todos los demás
trabajadores de cine pertenecen a lo que Marx llamó proletariado industrial,
los trabajadores que realmente producen la plusvalía.
Pero también en el caso de los vendedores de entradas de
cine, Mike como líder sindical tiene el deber de asegurarse de que también se
les pague el valor total de su fuerza de trabajo, incluso si el valor de uso de
su fuerza de trabajo para sus explotadores capitalistas no sea la producción de
plusvalía.
Los productos digitales
El valor de las películas en DVD que la sala de cine
alquila [para proyectarlas al público] –o que uno alquila con la intención de
reproducirlas en TV o en un ordenador– es una cuestión diferente. Y aquí los
cambios en la tecnología durante las últimas décadas hacen la diferencia.
¿Qué clase de trabajo es necesaria para producir un DVD?
En primer lugar, usted tiene que hacer la película. La producción de una
película requiere muchos diferentes tipos de fuerzas de trabajo. Por ejemplo,
necesita la fuerza de trabajo de los escritores, actores, directores, técnicos,
camarógrafos, electricistas y trabajadores de limpieza para limpiar los baños
en los estudios, por ejemplo.
Luego se necesita mano de obra humana para producir el
medio, en este caso el DVD. La mano de obra utilizada para producir el DVD como
objeto físico no implica problemas especiales en la teoría del valor. Para el
propietario de la sala de cine, el DVD como objeto físico es una forma de
capital fijo, a pesar de que la cantidad de capital –valor– en juego aquí es
extremadamente pequeño. No hay duda de que el trabajo que fabrica el DVD es
productivo de plusvalía.
La información quiere ser libre
Sin embargo, el valor del medio –el DVD– representa sólo
una pequeña parte del precio de un DVD con una película grabada en él. ¿De qué consiste
la película? La película en sí es un archivo de datos informático –una secuencia
de ceros y unos representada como señales diminutas en la superficie del DVD. Se
necesita el trabajo de escritores, actores, directores, conserjes los estudios
y demás para producir la información
que será codificada mediante las secuencias de ceros y unos.
Sin embargo, para reproducir
las secuencias de ceros y unos, con toda la información que esas secuencias de ceros
y unos codifica, sólo tengo que insertar en un ordenador un DVD con la película
en él y otro DVD en blanco, utilizar el software apropiado y grabar una copia
nueva de la película en el DVD en blanco. ¿Cuánto trabajo tomará esto? Una
cantidad trivial. Y si copio el DVD no como parte de un negocio capitalista,
sino simplemente para verlo yo mismo, entonces no hay ningún intercambio. Y
puesto que la pequeña cantidad de trabajo que realizo no implica ningún
intercambio, entonces no se produce ni un átomo de valor, para no hablar de la
plusvalía.
Pero si la grabación del DVD se realiza a escala
industrial por capitalistas industriales que contratan obreros para hacer ese
trabajo con la intención de vender los DVD “quemados”, este trabajo producirá
valor y plusvalía. Esto no plantea problemas especiales en la teoría del valor.
El valor del trabajo de los actores, directores y demás,
sin embargo, plantea una cuestión interesante en la teoría del valor. Con la
tecnología digital actual, una vez que una película se hace, puede ser copiada indefinidamente
sin degradar su calidad. Y ni siquiera se necesita un DVD con la película en él
para hacer una copia. Todo lo que se necesita es un ordenador conectado a
Internet para copiar o reproducir el archivo de la película que codifica toda
la información que nosotros llamamos “película”. Este copiado o reproducción
puede hacerse tantas veces como se desee sin tener que emplear nuevamente las
fuerzas de trabajo de escritores, actores, directores, camarógrafos,
electricistas, personal de limpieza, etc.
De hecho, tan pronto como una nueva película está cerca a
su estreno en esos días, aparecen sitios en Internet que permiten descargar la
película de forma ilegal a cambio de nada. Sólo las leyes de derechos de autor
y la policía del Estado capitalista impiden que los propietarios de salas de
cine y residentes respetuosos de la ley obtengan copias de películas sin pagar absolutamente
nada, aunque tienen que pagar por los ordenadores y la conexión a Internet –todos
ellos, verdaderas mercancías producidas por trabajadores productivos (de plusvalía).
Con la tecnología actual, la industria de producir películas –que los
capitalistas llaman su negocio modelo– colapsaría rápidamente si no fuese por
las leyes de derechos de autor y la policía que las hace cumplir.
El problema es que, en ausencia de la intervención del Estado
capitalista y su aparato policial, el valor de la película está determinado por
la cantidad de trabajo (abstracto) que es necesario para producir una mercancía
idéntica en las condiciones actuales de producción, es decir, la cantidad de
trabajo humano abstracto que es necesario para reproducirlo. Necesitamos la
fuerza de trabajo de escritores, actores, y demás para hacer nuevas películas conteniendo nueva información,
pero no necesitamos su trabajo para reproducir copias de películas existentes
que contengan información que ya existe.
Software para ordenadores
Esto no se aplica sólo a las películas. Si usted está
ejecutando, en su ordenador, el sistema operativo Windows que cuesta más de $
100, usted puede, si lo desea, ir a un sitio web y descargar de forma
absolutamente legal una copia del poderosos sistema operativo GNU/Linux, sin
pagar nada. El sistema operativo GNU/Linux se utiliza para operar todo, desde simples
notebooks hasta los más poderosos
superordenadores.
Usted puede instalar este sistema operativo en su
ordenador. Usted tiene no sólo el sistema operativo básico, sino el acceso a
miles de aplicaciones. El número exacto depende de los distribuidores de
GNU/Linux –hay tantos para elegir–, de quienes usted puede descargar por
Internet, absolutamente a cambio de nada. O puede descargar el código fuente de
sitios como SourceForge y compilarlo usted mismo, también de forma absolutamente
gratuita. En cualquier caso, no tiene que pagar un sólo centavo por nuevo
software.
No hace falta decir que el trabajo que produce un
producto gratuito (a precio cero), como el sistema operativo GNU/Linux, no
puede producir posiblemente ninguna ganancia para el productor, y no es trabajo
que produce valor. Y donde no se produce ningún valor, no se produce plusvalía.
Ese trabajo es, por lo tanto, trabajo no productivo en el sentido capitalista de la palabra.
Al igual que el caso de Hollywood, dada la tecnología
actual, las empresas de software como Microsoft, Adobe y Oracle no podrían existir
como empresas capitalistas sin el conjunto de las leyes de derechos de autor y
de patentes y el aparato policial que las hacer cumplir. Sin estas leyes
especiales, el precio de los programas para ordenadores –que dan instrucciones–
y los archivos de datos informáticos, como películas que las salas de cine
exhiben, caería hasta cero, haciendo imposible hacer películas, música grabada
y producir software complejos como los sistemas operativos, procesadores de
texto, programas de bases de datos o cualquier otro tipo de software de ordenador,
sobre bases capitalistas.
El “star system” de Hollywood
Incluso si dejamos de lado el problema de la cantidad
prácticamente nula de trabajo necesario para reproducir, en oposición a producir,
la información que nosotros llamamos “película” en una secuencia de ceros y
unos, la cuestión de si el trabajo de
actores y directores es productivo también se ve afectada por el “star system” de Hollywood. A las más
grandes “estrellas” de cine se les paga un millón de dólares o más por semana. Su
trabajo crearía plusvalía si se les pagara sólo el valor real de su fuerza de
trabajo; pero cuando se les paga millones de dólares por semana su trabajo no es productivo.
Supongamos que soy una estrella de Hollywood y gano un
millón de dólares a la semana. El valor de la cantidad de lingotes de oro que
representa un millón de dólares será mucho mayor a la cantidad de trabajo
humano abstracto que realizo en una semana, incluso si concedemos que el
trabajo de un actor cualificado representa un trabajo con un alto grado de
complejidad. Por lo tanto, la cuota de
plusvalía sería negativa. A diferencia de un trabajador productivo (de
plusvalía), se me estaría pagando por todo mi trabajo más una cantidad
considerable de trabajo que en realidad yo no realicé.
Lo mismo se aplica a las estrellas del deporte
profesional, a quienes se les paga montos similares. Toda la industria del
“entretenimiento” –el cine, la música y el deporte– es monopolista, de arriba a abajo.
Conviértete en una estrella, conviértete en capitalista
En el caso de los trabajadores a los que se les paga salarios
excepcionalmente altos –como a las estrellas de Hollywood y figuras deportivas
de un millón de dólares a la semana–, incluso si no son capitalistas, ellos rápidamente
se convertirán, al menos, en capitalistas monetarios. Acumularán tanto dinero –capital
adinerado– que pronto serán capaces de vivir muy bien sólo de los intereses.
Pueden optar por seguir trabajando, pero incluso si no lo hacen o no pueden,
serán capaces de vivir en considerable lujo sin trabajar. Se han convertido en capitalistas
a gran escala.
La única forma en que las estrellas no se convertirían en
capitalistas sería si encuentran la manera de gastar un millón de dólares o más
a la semana en artículos de consumo personal, o si conservan su dinero en forma
de billetes, monedas de oro o barras de oro, en cuyo caso serán avaros, y no
capitalistas, o si hacen malas inversiones en los mercados bursátiles y de commodities hasta ser “limpiados” (que
tal vez ocurra de vez en cuando).
Pero, como regla general, si usted tiene un ingreso de un
millón de dólares o más a la semana y lo invierte de manera razonablemente, de
forma conservadora e inteligente, usted se convertirá en un capitalista que
será capaz de vivir sin realizar ningún tipo de trabajo.
Lo mismo puede decirse de los ejecutivos mejor pagados.
Estas personas no son capitalistas porque dirigen grandes corporaciones. En esa
capacidad, son trabajadores, no capitalistas. Pero pronto se convierten en
capitalistas, si no lo son ya, porque sus salarios, bonos, opciones sobre
acciones, etc., son de cantidades tales que rápidamente serán capaces de vivir
en lujo –de los dividendos e intereses, solamente.
Por lo tanto, las estrellas de Hollywood y los “héroes” deportistas
profesionales, junto con los ejecutivos de alto rango, pueden por lo general
ser considerados parte de la clase capitalista.
Arquitectos, contadores,
trabajadores de “call centers” y tomadores
de pedidos de restaurante
“Una categoría más de trabajadores a considerar:”,
concluye Mike. “Los trabajadores del ‘sector servicios’ que son realmente
necesarios para el proceso productivo, pero que han sido puestos en una empresa
independiente. Estos pueden incluir arquitectos (necesarios para las
constructoras) y, posiblemente, incluso los contadores (al menos de
contabilidad básica). Una categoría de la que no estoy seguro es la de los
trabajadores de ventas en los supermercados (¿solo existen debido al carácter
capitalista de la distribución?) o en los ‘call
centers’ [contact centers]”.
Los arquitectos, incluso si están directamente empleados
por una empresa constructora, asumiendo que se les paga de acuerdo al valor de
su fuerza de trabajo, serían trabajadores productivos,
dado que los arquitectos son trabajadores altamente calificados y su fuerza de
trabajo es muy compleja. La fuerza de trabajo del arquitecto como mercancía representa
muchas fuerzas de trabajos simples.
Sin embargo, a diferencia de los trabajadores que son
necesarios para producir –pero no reproducir– una película, un arquitecto es
necesario cada vez que se construye un edificio. No hay dos edificios que tengan
el mismo plan, si hacemos a un lado el “tract
housing”. Esto también es cierto cada vez que se modifica una edificación.
Los contadores o tenedores de libros son generalmente
considerados como trabajadores improductivos, porque tienen que ver con los cambios
en los títulos de propiedad y tareas relacionadas. Sin embargo, si están
empleados por un capitalista que ofrece el servicio de contabilidad a otros capitalistas,
el trabajo de los contadores sería productivo de plusvalía, por las mismas
razones que el trabajo de un cantante o de una prostituta es productivo para el
capitalista que compra su fuerza de trabajo, y no para el consumidor de su
fuerza de trabajo.
Los “vendedores” puros –trabajadores de tiendas que son
empleados para convencer a los clientes para que compren cosas, o cajeros que
no hacen nada más que poner mercaderías en los estantes o limpiar los pisos–
pertenecen al proletariado comercial, son trabajadores no productivos (de
plusvalía). Pero el resto de trabajadores de la tienda es productivo (de
plusvalía).
¿Qué pasa con los “call
centers”? Si los trabajadores de “call
center” –generalmente de países como la India, donde el valor de la fuerza
de trabajo es, por razones históricas, muy bajo– son contratados por las
grandes empresas capitalistas para actuar exclusivamente como trabajadores de
ventas, pertenecerían al proletariado improductivo (de plusvalía). Sin embargo,
si una empresa entra al mercado y ofrece a otras empresas su servicio de llamadas,
entonces, los trabajadores del “call
center” podrían producir plusvalía para la empresa que los emplea.
Finalmente, Mike planteó la cuestión de los que toman los
pedidos en un restaurante. Sin los tomadores de pedidos, el restaurante no
sabría lo que sus clientes quieren, independientemente de las relaciones
sociales de producción que prevalecen. Así el restaurante no sería capaz de preparar
las comidas que los clientes desean. Por lo tanto, incluso el trabajo de los
tomadores de pedidos es una forma de trabajo productivo si los tomadores de
pedidos trabajan para un capitalista que compra su fuerza de trabajo, a pesar
de que están realizando un trabajo improductivo (de plusvalía) desde la
perspectiva de los clientes del restaurante. Los cajeros, por otra parte, serían
improductivos en el sentido capitalista, porque los trabajadores comerciales,
no son productivos (de plusvalía).
Fuente: blog “A Critique of Crisis Theory”. Título original:
Sam Williams, “Productive Versus Unproductive
Labor”, 2010.
Traducido para “Crítica Marxista-Leninista”
por Facundo Borges.
Nota: El artículo tiene una segunda parte titulada “More on Productive and Unproductive Labor”, que discute algunas
interpretaciones del trostkista Ernest Mandel.