martes, 21 de mayo de 2013

¿Leninismo o socialimperialismo?


En la lucha contra el revisionismo jruschovista-brezhnevista, el Partido Comunista de China fue reconocido como la cabeza de los partidos y organizaciones marxista-leninistas. En la década de 1960 y hasta la muerte de Mao, los partidos marxista-leninistas eran considerados “maoístas” por el revisionismo y la reacción mundial. Y no pocos se consideraban a sí mismos maoístas. Sin embargo, el significado que tuvo esa denominación dista mucho de tener similitud con el que tiene hoy, desde que un sector del movimiento marxista-leninista se desgajó de él para constituirse en un movimiento maoísta, que reconoce al llamado “maoísmo” como tercera etapa del marxismo.  

Cuando la discrepancia entre el revisionismo jruschovista y el marxismo-leninismo se hizo pública, los renegados revisionistas etiquetaron a los marxista-leninistas del mundo como “pro-chinos”, “pekineses” o “maoístas”, atribuyéndoles cierto exotismo a estos irreverentes que desafiaban la autoridad de la supuesta “ortodoxia” representada por el partido soviético. Desde fuera del movimiento comunista internacional, la lucha se veía como una disputa entre “prosoviéticos” y “prochinos”, o “moscovitas” y “pekineses”. Era conveniente para los traidores jruschovistas-brezhnevistas que la lucha entre los marxista-leninistas y los revisionistas se viera de ese modo, como una pugna por la hegemonía en el movimiento comunista internacional antes que una lucha en el terreno de los principios. 
 
Los marxista-leninistas del mundo asumieron de manera natural, por decirlo así, el liderazgo del PCCh, el partido comunista más grande del mundo que había dirigido la revolución más importante después de la Revolución de Octubre. En los primeros años de la década de 1960, todavía estaba fresco el impacto de la liberación de China en 1949 y la imagen de Mao había adquirido proporciones de leyenda, que sus cultores elevarían aún más. Los artículos que el PCCh publicaba y la difusión del semanario Pekín Informa jugaron un papel importante en la defensa y propagación del punto de vista marxista-leninista en oposición al revisionismo soviético. Poco o nada se conocía que el PTA había sido el primero en denunciar al revisionismo jruschovista y, después, el primero en romper con él. Poco o nada se sabía que antes de asumir una posición definida, el PCCh había colaborado en el reforzamiento de la posición de los jruschovistas en el PCUS; y poco o nada se sabía de las vacilaciones e inconsecuencias y de posiciones oportunistas del PCCh. 

Incluso Enver Hoxha y el Partido del Trabajo de Albania eran considerados parte del ala “maoísta” del movimiento comunista internacional. Sus puntos de vista y documentos eran poco o nada conocidos fuera de las conferencias internacionales de partidos comunistas. En la década de 1960, no contaba con los recursos para difundir ampliamente su experiencia de lucha y de construcción del socialismo, así como su visión de los acontecimientos internacionales y del movimiento revolucionario y comunista. Es a principios de la década de 1970 cuando las masas del movimiento comunista se dan cuenta que el PTA no era ni había sido un apéndice del PCCh en la lucha contra el revisionismo soviético, y mucho menos en cuestiones ideológicas y políticas. Los militantes de base de los partidos y organizaciones marxista-leninistas pudieron conocer que ese pequeño partido había deslindado clara y resueltamente, de forma principista, con el revisionismo jruschovista, en el histórico discurso de Enver Hoxha en la Conferencia de Partidos Comunistas en 1960, en la que por primera vez se expuso sin concesiones la verdadera naturaleza del revisionismo soviético y el significado de la lucha que los marxista-leninistas del mundo debían emprender contra los renegados traidores soviéticos. 

Cuando en medio de vacilaciones –que ahora conocemos–, el PCCh decide en 1962 iniciar el debate con el PCUS, los documentos y las cartas que publicaron desde entonces jugaron un papel importante para unificar ideológica, política y orgánicamente a las fuerzas marxista-leninistas del mundo. Aunque en esos documentos se encuentran tesis oportunistas propias del maoísmo, se defienden en lo fundamental los principios básicos del marxismo-leninismo que los revisionistas soviéticos habían abandonado. Corresponde valorar correctamente la contribución del PCCh a la lucha contra el revisionismo jruschovista, resaltando su defensa de principio del marxismo-leninismo y señalando a la vez las manifestaciones oportunistas características del maoísmo.  

En ese propósito, nada nos une con las magdalenas del revisionismo soviético en el mundo, que luego de la desintegración de la URSS han decidido reciclarse, posando como revolucionarios, afilando su discurso, pero manteniendo tesis revisionistas fundamentales en abierta contradicción con el marxismo-leninismo. Han pasado sesenta años desde la muerte del gran Stalin, han pasado 57 años desde el XX Congreso del PCUS que abrió públicamente el camino de la traición revisionista, han pasado 49 años desde que Brezhnev subió al poder para profundizar la restauración del capitalismo en la URSS, han pasado 22 años desde la desintegración de la URSS revisionista, y estos herederos del jruschovismo-brezhnevismo que ahora “defienden” a Stalin, que han “abandonado” a Jruschov, que “critican” tibiamente a Brezhnev, que aún sostienen que el “socialismo” en la URSS se acabó recién en 1991,  que dicen que están retornando al “leninismo” pero temen a la lucha revolucionaria de las masas, estos seudocomunistas, no han aprendido nada, su “autocritica” –si la hicieron– no es marxista y no se traduce en práctica revolucionaria, y en consecuencia no tienen nada que decir acerca de las discrepancias en el movimiento comunista.   

Los auténticos marxista-leninistas reivindicamos la revolución china aunque criticamos la incorrecta dirección del PCCh, particularmente en el tránsito de la revolución democrática a la revolución socialista que permitió la restauración capitalista; reivindicamos la contribución del PCCh a la lucha contra el revisionismo contemporáneo y la defensa de los principios del marxismo-leninismo, aunque criticamos las desviaciones oportunistas que estuvieron en la base de sus inconsecuencias y vacilaciones y en su posterior incorporación al revisionismo contemporáneo. 

En ese espíritu presentamos el artículo “¿Leninismo o socialimperialismo?” publicado con motivo del centenario del nacimiento de Lenin, en abril de 1970. Como el título sugiere, el artículo expone el abandono del leninismo por parte de la camarilla Jruschov-Brezhnev y caracteriza como socialimperialista a la Unión Soviética revisionista, centrándose en su política internacional. Publicamos cuatro capítulos del mismo, el texto completo puede ser descargado al pie de la presente página.

Nota: Hemos traducido el artículo porque no lo hemos encontrado en la red en castellano. Llamamos a los que tengan los documentos y artículos impresos originales en castellano, que los digitalicen y los suban a la red. Sería una valiosa contribución.

  
¿Leninismo o socialimperialismo?
En homenaje al Centenario del Nacimiento del Gran Lenin
Por los comités editoriales de Renmin Ribao, Hongqi y Jiefangjun Bao
22 de abril de 1970
(Extractos)


III. El golpe de Estado contrarrevolucionario
de la camarilla renegada de Jruschov y Brezhnev 

¿Cómo pudo ser restaurado el capitalismo en la Unión Soviética, el primer país socialista en el mundo, y cómo este país se convirtió en socialimperialista? Si analizamos el problema desde el punto de vista del marxismo-leninismo, especialmente a la luz de la teoría del camarada Mao Tse-tung sobre la continuación de la revolución bajo la dictadura del proletariado, podemos entender que esto fue principalmente un producto de la lucha de clases en la Unión Soviética, el resultado de la usurpación de la dirección del Partido y del Estado por un puñado de dirigentes seguidores del camino capitalista, es decir, el resultado de la usurpación del poder político del proletariado por la burguesía soviética. Al mismo tiempo, fue el resultado de la política de “evolución pacífica” que el imperialismo mundial, para salvarse de su propia destrucción, ha seguido en la Unión Soviética por medio de la camarilla renegada revisionista soviética. 

El camarada Mao Tse-tung ha señalado: “La sociedad socialista cubre una etapa histórica muy larga. En esta etapa histórica del socialismo, aún existen clases, contradicciones de clase y lucha de clases, existe la lucha entre los dos caminos, el socialismo y el capitalismo, y existe el peligro de la restauración capitalista” [12].  

En la sociedad socialista, la lucha de clases sigue centrada en la cuestión del poder político. El camarada Mao Tse-tung ha subrayado: “Los representantes de la burguesía, que se han infiltrado en el Partido, el Estado, el ejército y en los diversos campos de la cultura, son un grupo de revisionistas contrarrevolucionarios. Si se presenta la oportunidad, van a tomar el poder político y convertir la dictadura del proletariado en dictadura de la burguesía” [13]. 

Las clases y la lucha de clases continuaron existiendo en la Unión Soviética mucho después de la Revolución de Octubre, aunque la burguesía había sido derrocada. Stalin eliminó a un gran número de representantes de la burguesía que se infiltró en el Partido –Trotsky, Zinoviev, Kámenev, Rádek, Bujarin, Rykov y otros. Esto demostró que la lucha de clases continuaba aún con más intensidad y que siempre existía el peligro de la restauración del capitalismo. 

La Unión Soviética fue el primer Estado de la dictadura del proletariado, no tenía suficiente experiencia para consolidar la dictadura del proletariado y prevenir la restauración del capitalismo. En esas circunstancias, después de la muerte de Stalin, Jruschov, un dirigente seguidor del camino capitalista que se había ocultado en el Partido Comunista soviético, lanzó un sorpresivo ataque con la presentación de su “informe secreto”, en el que calumniaba con virulencia a Stalin, y a través de una serie de pérfidas y astutas maniobras usurpó el poder en el Partido y el Estado de la Unión Soviética. Este fue un golpe de Estado contrarrevolucionario que transformó la dictadura del proletariado en la dictadura de la burguesía, un golpe de Estado contrarrevolucionario que derrocó el socialismo y restauró el capitalismo. 

Brezhnev fue cómplice de Jruschov en este golpe de Estado contrarrevolucionario, y más tarde ocupó el lugar de Jruschov. Su ascenso al poder es, en esencia, la continuación del golpe de Estado contrarrevolucionario de Jruschov. Brezhnev es el segundo Jruschov. 

El camarada Mao Tse-tung ha dicho: “El ascenso del revisionismo al poder significa el ascenso de la burguesía al poder” [14]. “La Unión Soviética hoy está bajo la dictadura de la burguesía, una dictadura de la gran burguesía, una dictadura de tipo fascista alemán, una dictadura de tipo hitleriano” [15].  

Esta brillante tesis del camarada Mao Tse-tung ha revelado de forma sumamente profunda la esencia de clase y las raíces sociales del socialimperialismo revisionista soviético y ha señalado su naturaleza fascista. 

Dado que la camarilla renegada revisionista soviética ha usurpado el poder en el partido y el Estado en la Unión Soviética, la capa burguesa privilegiada soviética ha incrementado considerablemente su poder político y económico, y ha ocupado una posición dominante en el partido, en el Estado, en el ejército y en la vida económica y cultural. Y de esta capa ha surgido una clase capitalista monopolista burocrática, es decir, una gran burguesía de nuevo tipo, que tiene en sus manos todo el aparato del Estado y controla toda la riqueza de la sociedad. 



Esta clase capitalista monopolista burocrática de un nuevo tipo, utilizando el poder del Estado que está bajo su control, ha transformado la propiedad socialista en propiedad de los dirigentes seguidores del camino capitalista y ha transformado la economía socialista en una economía capitalista, en una economía capitalista monopolista de Estado. En nombre del “Estado”, saquea sin escrúpulos el tesoro del Estado y se apropia, a voluntad y por todos los medios, de los frutos del trabajo del pueblo soviético. Lleva una vida de lujo y licenciosa y al mismo tiempo ejerce su despotismo.  

Esta clase capitalista monopolista burocrática de nuevo tipo es una burguesía que ha transformado la esperanza de restauración en tentativa de restauración. Somete a represión a los heroicos hijos e hijas de la Revolución de Octubre, se enseñorea sobre los pueblos de las diversas nacionalidades de la Unión Soviética y ha creado su propio tribunal zarista contrarrevolucionario. Por eso, es extremadamente reaccionaria, y odia y teme mortalmente al pueblo. 

Esta clase capitalista monopolista burocrática de nuevo tipo, al igual que todas las clases reaccionarias y decadentes, está llena de contradicciones internas. En su desesperado esfuerzo por conservar el poder que han usurpado, los miembros de esta clase actúan en connivencia y al mismo tiempo traman y luchan unos contra otros. Mientras mayores son sus dificultades, más feroces son sus luchas, abiertas y ocultas. 

Esta clase capitalista monopolista burocrática de nuevo tipo, con el fin de extraer las máximas ganancias y mantener su dominación reaccionaria, no sólo explota y oprime al pueblo de su propio país, también se abandona necesariamente a la agresión desenfrenada y a la expansión, se une a las filas del imperialismo mundial en la repartición del mundo y sigue una feroz política socialimperialista.  

Esta clase capitalista monopolista burocrática de nuevo tipo constituye la base de clase del socialimperialismo revisionista soviético. En la actualidad, el representante general de esta clase es Brezhnev. Ellos han aplicado y desarrollado frenéticamente el revisionismo jruschovista y están completando la transición de la restauración capitalista al socialimperialismo, que ya había comenzado en el periodo en que Jruschov estuvo en el poder. 

Desde que Brezhnev subió al poder, se ha extendido a todos los ámbitos el llamado “nuevo sistema económico” y se ha establecido de forma legal el principio capitalista de ganancia, intensificando de esta forma la explotación de los trabajadores por la oligarquía monopolista burocrática. Indiferentes a la suerte del pueblo, Brezhnev y sus cómplices arrebatan exorbitantes impuestos, aplican la política de Hitler “cañones en lugar de mantequilla” y aceleran la militarización de la economía nacional para satisfacer las necesidades de la carrera armamentista y de los preparativos de guerra del socialimperialismo. 

Las acciones perversas de la camarilla renegada revisionista soviética han causado enormes daños a las fuerzas productivas de la sociedad y han tenido serias consecuencias: la declinación de la industria, el deterioro de la agricultura, la reducción de la ganadería, la inflación, la falta de suministros, la insólita escasez de artículos en los mercados del Estado y el empobrecimiento creciente de los trabajadores. Los renegados revisionistas soviéticos no sólo han dilapidado la enorme riqueza acumulada por el pueblo soviético durante décadas de arduo trabajo, sino que se han humillado en pedir préstamos a Alemania Occidental, un país derrotado en la Segunda Guerra Mundial, y han llegado al punto de vender los recursos naturales del país y abrir Siberia al capital monopolista japonés. Hoy en día, la economía de la Unión Soviética está al borde de una crisis insalvable. Como amigos del pueblo soviético, nosotros, el pueblo chino y los demás pueblos del mundo, estamos profundamente indignados con los renegados revisionistas soviéticos, que han reducido la patria del leninismo a un estado tan miserable, y expresamos nuestra más profunda simpatía a las amplias masas del pueblo soviético, sobre las que cae todo el sufrimiento causado por la completa restauración del sistema capitalista. 

La camarilla renegada revisionista soviética una vez dijo que la dictadura del proletariado “ha dejado de ser indispensable en la URSS” y que la Unión Soviética “se ha convertido en... un Estado de todo el pueblo” [16]. Pero ahora se abofetea a sí misma, diciendo que “el Estado de todo el pueblo continúa la causa de la dictadura del proletariado” [17] y que “el Estado de todo el pueblo” y “el Estado de la dictadura del proletariado” son “del mismo tipo” [18]. También está haciendo un montón de ruido sobre “el fortalecimiento de la dirección del partido”, el “fortalecimiento de la disciplina”, el “fortalecimiento del centralismo”, y así sucesivamente. “Un Estado de todo el pueblo” y al mismo tiempo una “dictadura del proletariado”: juntan de forma arbitraria dos conceptos diametralmente opuestos, con el único propósito de engañar a las masas y camuflar la dictadura de la gran burguesía. Cuando hablan de la “dirección del partido”, realmente quieren decir control político sobre las amplias masas de miembros del partido y del pueblo, por parte de un puñado de oligarcas socialfascistas. Cuando hablan de “disciplina” quieren decir represión de todos los que no están satisfechos con su dominación. Y con “centralismo” quieren decir mayor centralización del poder político, económico y militar en sus manos. En una palabra, están levantando todas esas banderas con el propósito de reforzar su dictadura fascista y prepararse para guerras de agresión. 

Desgarrada por las dificultades internas y externas, la camarilla renegada revisionista soviética recurre cada vez más abiertamente a la violencia contrarrevolucionaria para mantener su dominación reaccionaria que es una traición a Lenin y a la Revolución de Octubre. En la Unión Soviética de hoy, los espías y agentes secretos están en todas partes, mientras las leyes y los decretos reaccionarios se multiplican. La revolución se ha convertido en un delito y las cárceles del país están llenas de gente inocente; la contrarrevolución es un merito y los renegados se felicitan unos a otros por las promociones obtenidas. Grandes cantidades de revolucionarios y personas inocentes son arrojados a los campos de concentración y a los “hospitales siquiátricos”. La camarilla revisionista soviética llega al punto de enviar tanques y otros blindados para reprimir brutalmente la resistencia del pueblo. 

Lenin señaló: “En ninguna otra parte del mundo está la mayoría de la población tan oprimida como en Rusia” y las diferentes nacionalidades, con excepción de la rusa, son consideradas “como pueblos alógenos” [19]. La opresión nacional “fue acumulando en las naciones carentes de derechos un fortísimo odio a los monarcas”. [20]. En la actualidad, los nuevos zares revisionistas soviéticos han reanudado la política de opresión nacional de los antiguos zares, adoptando medidas odiosas, como la discriminación, la migración forzada, la división y el encarcelamiento, para oprimir y perseguir a las minorías nacionales, y han convertido a la Unión Soviética en una “prisión de naciones” [21].

La camarilla renegada revisionista soviética ejerce una completa dictadura burguesa en todo el ámbito ideológico. Destruye y reprime febrilmente la ideología y la cultura socialista del proletariado mientras abre las compuertas a las podridas ideología y cultura burguesas. Predica enérgicamente el militarismo, el chovinismo nacional y el racismo, y transforma la literatura y el arte en un instrumento para la aplicación de su socialimperialismo. 

Denunciando vigorosamente el oscuro dominio del sistema zarista, Lenin escribió que la arbitrariedad policial, las persecuciones salvajes y la desmoralización han llegado al punto de “hacer que las piedras lloren” [22]. Se puede muy bien comparar la dominación de la camarilla renegada revisionista soviética con el sistema zarista denunciado por Lenin.  

El golpe de Estado contrarrevolucionario de la camarilla renegada de Jruschov y Brezhnev ha desempeñado un papel que ningún imperialista o reaccionario estuvo en posición de desempeñar. Como Stalin dijo: “La forma más fácil de tomar una fortaleza es desde dentro” [23]. La fortaleza del socialismo, que había resistido la intervención armada de 14 países, la rebelión de los guardias blancos, el ataque de las tropas de Hitler con sus varios millones de soldados, y todo tipo de sabotaje, subversión, bloqueo y cerco imperialistas, fue finalmente capturada desde dentro por este puñado de renegados. La camarilla de Jruschov y Brezhnev es la banda de renegados más grande en la historia del movimiento comunista internacional. Son criminales irrevocablemente condenados por la historia por sus crímenes monstruosos. 

IV. Socialismo de palabra, imperialismo de hecho 

Lenin denunció a los renegados de la Segunda Internacional en estos términos: “[...] socialismo de palabra, imperialismo de hecho, transformación del oportunismo en imperialismo”. [24] 

La camarilla renegada revisionista soviética también ha evolucionado del revisionismo al socialimperialismo. La diferencia consiste en que los socialimperialistas de la Segunda Internacional, como Kautsky y sus semejantes, no tenían el poder del Estado, sólo sirvieron al imperialismo de sus propios países con el fin de obtener unas migajas de las ganancias extraordinarias procedentes del saqueo de los pueblos de otros países. Pero los socialimperialistas revisionistas soviéticos saquean y esclavizan directamente a los pueblos de otros países, sirviéndose del poder del Estado que han usurpado. 

La lección histórica es la siguiente: Una vez que su poder es usurpado por una camarilla revisionista, un Estado socialista o se transforma en socialimperialismo, como es el caso de la Unión Soviética, o se reduce a país dependiente o colonia, como son los casos de Checoslovaquia y la República Popular de Mongolia. Ahora está claro que el ascenso al poder de la camarilla renegada de Jruschov y Brezhnev significó, en esencia, la transformación del Estado socialista creado por Lenin y Stalin en una potencia socialimperialista hegemónica. 

La camarilla renegada revisionista soviética habla de leninismo, de socialismo y de internacionalismo proletario, pero todas sus acciones son cien por ciento imperialistas.  

De palabra, la camarilla renegada revisionista soviética dice que practica el “internacionalismo” hacia sus supuestos “países hermanos”, pero de hecho pone un grillete tras otro, como la “Organización del Pacto de Varsovia” y el “Consejo de Ayuda Mutua Económica”, a una serie de países de Europa Oriental y a la República Popular de Mongolia, confinándolos así en la cerca de alambres de púa de la “comunidad socialista” y saqueándolos a su antojo. Aprovechando su posición hegemónica, impone la “división internacional del trabajo”, la “especialización de la producción” y la “integración económica”; obliga a estos países a que adapten sus economías nacionales a las necesidades del revisionismo soviético y los convierte en sus mercados, fábricas de procesamiento auxiliares, huertos, huertas y granjas de cría de ganado, para explotarlas atrozmente. 

Ha adoptado la forma más despótica y cruel para poner a estos países bajo su estricto control y ha estacionado en ellos un gran número de tropas, incluso ha enviado abiertamente, cientos de miles de tropas a Checoslovaquia para aplastarla bajo su bota de hierro y ha creado a punta de bayoneta un régimen títere en ese país. Al igual que los antiguos zares denunciados por Lenin, esta banda de renegados basa sus relaciones con sus vecinos completamente “en el principio feudal del privilegio” [25].  

De palabra, la camarilla renegada revisionista soviética dice que “ayuda” a los países de Asia, África y América Latina, pero de hecho, bajo la bandera de la “ayuda”, trata por todos los medios de atraer a algunos de estos países hacia su esfera de influencia, disputando la zona intermedia con el imperialismo norteamericano. A través de sus exportaciones de material militar y de capitales y a través del comercio desigual, el revisionismo soviético saquea sus recursos naturales, interfiere en sus asuntos internos y vigila la oportunidad para establecer bases militares. 

Lenin dijo: “A los numerosos “viejos” motivos de la política colonial, el capital financiero ha añadido la lucha por las fuentes de materias primas, por la exportación de capital, por las “esferas de influencia”, [...] y, finalmente, por el territorio económico en general” [26]. El socialimperialismo revisionista soviético avanza exactamente a lo largo de este camino del imperialismo capitalista. 

De palabra, la camarilla renegada revisionista soviética dice que da su “total apoyo” a las luchas revolucionarias en otros países, pero de hecho, actúa en colusión con las fuerzas más reaccionarias del mundo para socavar la lucha revolucionaria de los pueblos de todos los países. Vilipendia con furia a las masas revolucionarias de los países capitalistas, tachándolas  de “extremistas” y “turbas”, y trata de dividir y desarticular los movimientos populares en estos países. Ha suministrado dinero y armas a los reaccionarios de Indonesia, India y otros países, y de esta forma ha ayudado directamente a la masacre de revolucionarios; urde intrigas día y noche para extinguir las llamas ardientes de la lucha armada popular en Asia, África y América Latina, y reprime los movimientos de liberación nacional. Al igual que el imperialismo norteamericano, actúa como gendarme mundial. 

De palabra, la camarilla renegada revisionista soviética dice que aprueba la “lucha antiimperialista” y a veces lanza algunas frases contra los Estados Unidos, pero de hecho esta camarilla y el imperialismo norteamericano son los más grandes imperialismos que buscan en vano la hegemonía mundial. No hay absolutamente nada en común entre la llamada “oposición” de los revisionistas soviéticos a los Estados Unidos y la lucha de los pueblos de los diversos países contra el imperialismo norteamericano. Con el fin de hacer un nuevo reparto del mundo, el revisionismo soviético y el imperialismo norteamericano están en disputa y, al mismo tiempo, actúan en connivencia. Lo que el revisionismo soviético hizo sobre una serie de cuestiones importantes, como las de Alemania, Oriente Medio, Sudeste de Asia, Japón y las armas nucleares, es evidencia de sus crímenes, en su contienda y colusión con el imperialismo norteamericano. Ambos siguen una política de potencia imperialista, a expensas de los intereses de los pueblos de todos los países. Si hay algún compromiso entre el revisionismo soviético y el imperialismo norteamericano, éste sólo puede ser un acuerdo temporal celebrado entre bandidos. 

Lenin señaló: “El militarismo moderno es el resultado del capitalismo” [27]. La guerra moderna “se deriva de la naturaleza misma del imperialismo” [28].  

Desde que Brezhnev subió al poder, la camarilla renegada revisionista soviética ha ido más lejos en el camino del militarismo. Ha heredado el principio estratégico militar jruschovista de chantaje nuclear y ha desarrollado en gran escala armamentos nucleares; al mismo tiempo, ha redoblado sus esfuerzos por expandir las armas convencionales, ha fortalecido exhaustivamente sus fuerzas de tierra, mar y aire, y ha practicado en todo el mundo la “política de las cañoneras”, propia del imperialismo. 

En cuanto a la cuestión de la guerra, Jruschov abogó hipócritamente por un llamado mundo “sin armas, sin ejército y sin guerras”, para encubrir la expansión real de los armamentos y los preparativos reales para la guerra. Ahora Brezhnev y sus cómplices han cambiado un poco el tono. Han hecho todo lo posible para alimentar el fanatismo de guerra, clamando que la actual situación internacional “está preñada del peligro de una nueva guerra mundial” [29], amenazando descaradamente con “anticiparse al adversario”, y presumiendo que sus “misiles estratégicos” son “capaces de destruir cualquier objetivo, en cualquier lugar” [30]. Ellos han incrementado, de forma aún más frenética, sus gastos militares, intensificando la movilización y los preparativos para guerras de agresión, y conspiran para lanzar un blitzkrieg de tipo hitleriano. 

La camarilla renegada revisionista soviética ha ocupado Checoslovaquia con un ataque por sorpresa, ha realizado incursiones en territorios chinos como la isla Chenpao y el área de Tiehliekti, y ha hecho amenazas nucleares contra nuestro país. Todo esto revela plenamente la naturaleza agresiva y aventurera del socialimperialismo revisionista soviético. Al igual que los imperialistas norteamericanos, el puñado de oligarcas del socialimperialismo revisionista soviético se ha convertido en otro archi-criminal que se prepara para desatar una guerra mundial.

V. La “doctrina Brezhnev”
es una verdadera doctrina del hegemonismo  

Para llevar a la práctica su política socialimperialista de agresión y expansión, la camarilla renegada de Brezhnev ha desarrollado el revisionismo jruschovista y ha elaborado una serie de “teorías” fascistas conocidas bajo el nombre de “doctrina Brezhnev”. 
 



Veamos ahora de qué está hecha esta “doctrina Brezhnev”. 

1. La “teoría de la soberanía limitada”. Brezhnev y sus cómplices afirman que defender los llamados “intereses del socialismo” significa defender “su soberanía suprema” [31]. Proclaman abiertamente que el revisionismo soviético tiene el derecho de decidir el destino de cualquier otro país, “incluyendo el destino de su soberanía” [32].  

¡Qué “intereses del socialismo”! Son ustedes los que han subvertido el sistema socialista en la Unión Soviética y han aplicado la línea revisionista de restauración capitalista en una serie de países de Europa Oriental y en la República Popular de Mongolia. Lo que ustedes llaman los “intereses del socialismo” son realmente los intereses del socialimperialismo revisionista soviético, los intereses del colonialismo. Ustedes han impuesto a otros pueblos vuestra “soberanía suprema”, lo que significa que la soberanía de los otros países es “limitada”, mientras que vuestro derecho a disponer de estos países es “ilimitado”. En otras palabras, ustedes tienen el derecho de controlar a otros países, mientras que éstos no tienen el derecho de oponerse a ustedes; ustedes tienen el derecho de pisotear a otros países, mientras que éstos no tienen el derecho de ofrecer resistencia. Hitler gritó a todo pulmón que tenía el “derecho a dominar a los demás” [33]. Dulles y sus secuaces también han pregonado que el concepto de soberanía nacional “ha pasado de moda” [34] y que “la soberanía estatal individual” debe dar paso a la llamada “soberanía conjunta” [35]. De esto se desprende que la teoría de “la soberanía limitada” de Brezhnev no es sino una repetición de delirios imperialistas. 

2. La “teoría de la dictadura internacional”. Brezhnev y sus cómplices afirman que tienen el derecho de “brindar ayuda militar a un país hermano para evitar el peligro que se cierne sobre el sistema socialista” [36]. Ellos dicen: “Lenin previó” que el desarrollo histórico “transformaría la dictadura del proletariado, de una dictadura nacional en una dictadura internacional que puede influir de manera decisiva en toda la política mundial” [37].  

Esta banda de renegados ha distorsionado por completo las ideas de Lenin.  

En su artículo “Esbozo inicial de las tesis sobre los problemas nacional y colonial”, Lenin se refirió a la transformación de “la dictadura del proletariado, convirtiéndola de nacional (es decir, existente en un solo país e incapaz de determinar la política mundial) en internacional (es decir, en dictadura del proletariado existente, por lo menos, en varios países avanzados y capaz de influir de manera decisiva en toda la política mundial)” [38]. Lo que Lenin quería decir aquí es perseverar en el internacionalismo proletario y propagar la revolución proletaria mundial. Pero la camarilla renegada revisionista soviética ha llegado al punto de mutilar el espíritu proletario revolucionario en este pasaje de Lenin y ha afirmado abiertamente la “teoría de la dictadura internacional”, usándola como la “base teórica” para justificar su intervención militar u ocupación militar de algunos países de Europa Oriental y de la República Popular de Mongolia. La “dictadura internacional” de la que hablan no es más que el dominio y la esclavitud de otros países por los nuevos zares. ¿Creen que al elevar la bandera de la “ayuda a un país hermano”, ustedes tienen derecho a usar vuestras fuerzas militares para tiranizar a otro país o a enviar vuestras tropas para invadir a otro país, cuando les plazca? 

Enarbolando la bandera de las “fuerzas armadas unificadas”, ustedes invadieron Checoslovaquia. ¿Cuál es la diferencia entre esto y la invasión de China por las fuerzas conjuntas de las ocho potencias en 1900, la intervención armada de los 14 países a la Unión Soviética y la agresión de las “16 naciones” organizada por el imperialismo norteamericano contra Corea? 

 

3. La “teoría de la comunidad socialista”. Brezhnev y sus cómplices han proclamado que “la comunidad de países socialistas es un todo indivisible” [39] y que es necesario fortalecer la “unidad de acción” de la “comunidad socialista” [40].  

¡Qué “comunidad socialista”! No es más que sinónimo de imperio colonial con ustedes como metrópoli. Las relaciones entre los auténticos países socialistas, grandes o pequeños, deben estar basadas en el marxismo-leninismo, en los principios de plena igualdad, de respeto a la integridad territorial, de respeto a la soberanía e independencia nacional, y de no injerencia en los asuntos internos, y en los principios internacionalistas proletarios de apoyo mutuo y de asistencia mutua. Pero ustedes han pisoteado a otros países y los han reducido a un estado de subordinación y dependencia. La “unidad de acción” de la que hablan, no significa otra cosa que la unificación bajo vuestro mando de la política, de la economía y de los asuntos militares de otros países. El término “indivisible” tiene la intención de impedir que los otros países se liberen de vuestra dominación y servidumbre. ¿No están tratando descaradamente de esclavizar a los pueblos de otros países? 

4. La “teoría de la división internacional del trabajo”. Brezhnev y sus cómplices han desarrollado enormemente este absurdo predicado por Jruschov hace mucho tiempo. Ellos no sólo han aplicado esta “división internacional del trabajo” en una serie de países de Europa Oriental y en la República Popular de Mongolia, como se mencionó anteriormente, sino que también la han extendido a los países de Asia, África y América Latina. Afirman que sólo “cooperando” con el revisionismo soviético, los países de Asia, África y América Latina serán capaces de “crear una economía nacional independiente” [41]. Ellos dicen: “Esta cooperación ofrece a la Unión Soviética una mayor capacidad para utilizar más ampliamente la superioridad de la división internacional del trabajo. Podremos comprar en estos países una cantidad cada vez mayor de sus productos de exportación tradicional –algodón, lana, cuero y pieles, concentrados de minerales no ferrosos, aceites vegetales, frutas, café, cacao, té y otras materias primas, así como una variedad de bienes manufacturados” [42]. 

¡Qué tal lista de “productos de exportación tradicional”! 

Es una pena que esta lista no esté completa. Se debe agregar petróleo, caucho, carne, verduras, arroz, yute, caña de azúcar, etc.  

A los ojos del puñado de oligarcas revisionistas soviéticos, los pueblos de Asia, África y América Latina están destinados a proveerles con esos “productos de exportación tradicional”, de generación en generación. ¿Qué tipo de “teoría” es ésta? Los colonialistas y los imperialistas han predicado desde hace mucho tiempo que son ellos quienes deben decidir lo que cada país debe producir a la luz de sus condiciones naturales, y han obligado a los países de Asia, África y América Latina a convertirse en fuente de materias primas y a permanecer en un estado de atraso, a fin de permitir que los capitalistas de los países industriales procedan, según su conveniencia, la explotación colonial más brutal. La camarilla revisionista soviética ha heredado esta política colonial del imperialismo. Su “teoría de la división internacional del trabajo” significa: “la Unión Soviética industrial; Asia, África y América Latina agrícolas” o “la Unión Soviética industrial, con Asia, África y América Latina como fábricas de procesamiento subsidiarias”.  

El intercambio mutuo y complementario de bienes y la asistencia mutua sobre la base de igualdad y beneficio recíproco entre los auténticos países socialistas y los países de Asia, África y América Latina, se realizan con el fin de promover el desarrollo de una economía nacional independiente y autónoma en estos últimos. Pero la “teoría de la división internacional del trabajo” pregonada por el puñado de oligarcas revisionistas soviéticos simplemente busca someter a los países de Asia, África y América Latina a la penetración, el control y el saqueo, extender sus esferas de influencia y poner a esos países bajo el nuevo yugo del colonialismo revisionista soviético. 

5. La “teoría de los intereses en juego”. Brezhnev y sus cómplices dicen en voz alta: “La Unión Soviética que, como potencia mundial tiene bien establecido vínculos internacionales, no puede permanecer pasiva ante los acontecimientos que, aunque geográficamente distantes, conciernen a nuestra seguridad y a la seguridad de nuestros amigos” [43]. Ellos vociferan con arrogancia: “La flota soviética” debe “ir… donde lo exijan los intereses de la seguridad de nuestro país” [44]. 

¿Se puede aceptar que un país, sólo porque es una “gran potencia”, considere a todas las regiones del mundo como áreas en la que están en juego sus intereses y meta las manos en todo el mundo con fines de expansión? ¿Se puede aceptar que un país, porque “tiene bien establecidos vínculos internacionales”, envíe sus buques de guerra con el propósito de intimidación y agresión? Esta “teoría de los intereses en juego” es el típico argumento que utilizan los imperialistas para justificar su política de agresión en el mundo. Cuando los antiguos zares se entregaron a la expansión, enarbolaron la bandera de los “intereses de Rusia”. También el imperialismo norteamericano ha vociferado reiteradamente que los Estados Unidos asumen la responsabilidad “no sólo de su propia seguridad sino también de la seguridad de todos los países libres” y que están dispuestos a “defender la libertad donde sea necesario” [45]. ¡Qué sorprendente similitud entre el discurso de los revisionistas soviéticos y el de los antiguos zares y los imperialistas norteamericanos! 

La camarilla renegada revisionista soviética que hace mucho tiempo está en bancarrota en el plano ideológico, teórico y político, no es absolutamente capaz de producir algo presentable; sólo pudo recoger un poco de la basura del imperialismo y, después de haber hecho algunos retoques, sacó la llamada “doctrina Brezhnev”. Esta “doctrina Brezhnev” es imperialismo con etiqueta de “socialismo”, una verdadera doctrina del hegemonismo y del neocolonialismo descarado.

VI. El sueño de los revisionistas soviéticos
de crear un vasto imperio 

Hace cien años, al denunciar la política de agresión de la Rusia zarista, Marx señaló: “Sus métodos, sus tácticas, sus medios pueden cambiar, pero el objetivo de esta política, la hegemonía mundial, no cambiará jamás” [46].  

El zar Nicolás I declaró desafiante: “Allí donde esté izada la bandera rusa, no debe ser arriada jamás” [47]. Varios zares acariciaron el sueño, como dijo Engels, de crear un gran “imperio eslavo”, que se extendiera desde el Elba hasta China, desde el Mar Adriático hasta el Océano Ártico. Incluso habían alimentado la ambición de ampliar los límites de este vasto imperio a la India y Hawái. Para lograr esto, han demostrado que “son tan pérfidos como talentosos” [48]. 

Los nuevos zares revisionistas soviéticos han heredado toda la tradición expansionista de los antiguos zares, llevando en su rostro la impronta indeleble de la dinastía de los Romanov. Se entregan a este sueño de los antiguos zares, que no se hizo realidad, y alimentan ambiciones de agresión incluso superiores a las de sus predecesores. Los revisionistas soviéticos han convertido a una serie de países de Europa Oriental y a la República Popular de Mongolia en sus colonias y dependencias. Tratan en vano de ocupar más territorio chino, copiando abiertamente la política de los antiguos zares hacia la China, y gritan que la frontera norte de China “está marcada por la Gran Muralla” [49]. Han extendido sus garras al sudeste de Asia, Oriente Medio, África e incluso a América Latina y han enviado sus flotas al Mediterráneo, al Océano Índico, al Pacífico y al Atlántico, en un intento de establecer un vasto imperio revisionista soviético que abarque Europa, Asia, África y América Latina.  

El “imperio eslavo” de los antiguos zares se ha desvanecido desde hace tiempo como una pompa de jabón, y el propio imperio zarista fue barrido en 1917 por la Gran Revolución de Octubre dirigida por Lenin. La tiranía de los antiguos zares ha terminado. Hoy en día, en la época en que el imperialismo se acerca a su colapso total, el intento de los nuevos zares de establecer un imperio aún más grande, que domine todo el mundo, sólo puede ser un sueño. 

Stalin dijo: “Lenin llamó al imperialismo ‘capitalismo agonizante’. ¿Por qué? Porque el imperialismo lleva las contradicciones del capitalismo a su último límite, a su grado más extremo, más allá del cual empieza la revolución” [50].  

Dado que el revisionismo soviético ha tomado el camino trillado del imperialismo, está inevitablemente gobernado por las leyes del imperialismo y adolece de todas las contradicciones inherentes al imperialismo. 

El camarada Mao Tse-tung dijo: “Estados Unidos es un tigre de papel. No creo en Estados Unidos. Uno pincha y lo perfora. La Unión Soviética revisionista también es un tigre de papel” [51].  

Al llevar cabo su feroz expansión y agresión, el socialimperialismo revisionista soviético se dirige inevitablemente hacia lo opuesto de lo que espera, y crea las condiciones para su propia caída. El revisionismo soviético trata a los demás países de la llamada “comunidad socialista” como sus feudos, pero definitivamente no está en condiciones de imponer por mucho tiempo su dominio colonial sobre los pueblos de esos países, ni de mitigar sus contradicciones con esos países. La Europa Oriental de hoy es como un barril de pólvora, que tarde o temprano va a terminar explotando. La entrada de los tanques del revisionismo soviético en Praga no demuestra en absoluto el poder del socialimperialismo revisionista soviético, por el contrario, marca el comienzo del colapso del imperio colonial revisionista soviético. El socialimperialismo revisionista soviético ha hundido sus pies tan profundamente en el lodazal checoslovaco que ya no es capaz de salir. 

Con la expansión y el saqueo perpetrado en Asia, África y América Latina, el revisionismo soviético se ha colocado en una posición de hostilidad frente a los pueblos de estas regiones. Ha ido demasiado lejos en su siniestra empresa y ahora se dobla bajo el peso abrumador; es como un enfermo que sufre de hidropesía. Incluso la prensa imperialista norteamericana no puede dejar de decir: “Nos hemos dado cuenta que ellos [los rusos] cometen errores tan graves como nosotros, si no peores” [52].  

El ingreso del socialimperialismo revisionista soviético en las filas del imperialismo mundial ha exacerbado aún más las contradicciones entre los países imperialistas. El socialimperialismo y el imperialismo se han trabado en un duelo feroz por ampliar sus respectivas esferas de influencia. La lucha entre el imperialismo y el socialimperialismo, que están rodeados por todos lados por los pueblos del mundo, sólo acelerará inevitablemente la destrucción del sistema imperialista en su conjunto. 

El dominio del socialimperialismo revisionista soviético en su propio país también descansa sobre un volcán. Durante el periodo de la reacción de Stolypin, Lenin escribió que la lucha de la clase obrera rusa “puede desarrollarse rápida o lentamente”, “pero en todo caso conduce a la revolución” [53]. En la Unión Soviética de hoy, el conflicto y antagonismo entre la clase capitalista monopolista burocrática de nuevo tipo, de un lado, y el proletariado, el campesinado, los trabajadores y los intelectuales revolucionarios, a los que domina, de otro lado, se vuelve cada vez más agudo. La lucha de clases se desarrolla independientemente de la voluntad del hombre y, tarde o temprano, conducirá a la revolución. 

La Unión Soviética fue originalmente una unión multinacional de Estados socialistas. Sólo bajo las condiciones del socialismo y sobre la base de la igualdad y de la unión voluntaria se pudo establecer, consolidar y desarrollar tal unión multinacional de Estados. La Unión Soviética, como señaló Stalin, “ante sí tenía los experimentos fracasados de los Estados multinacionales en los países burgueses. Tenía ante sí el fracaso del experimento del viejo imperio austro-húngaro”. Sin embargo, el Estado multinacional soviético “tenía que salir triunfante de toda clase de pruebas”, ya que, gracias al régimen socialista, se había “establecido una cooperación verdaderamente fraternal entre los pueblos en el sistema de un Estado federal único” [54]. Ahora la camarilla renegada revisionista soviética ha subvertido el sistema socialista, ha ejercido la dictadura burguesa y ha sustituido la igualdad nacional con la opresión nacional, la ayuda mutua y la fraternidad entre los países con la “ley de la selva” de la burguesía. Ahora que la base proletaria, la base socialista de la unión original ha sido abandonada, ¿no es posible que la gran “unión” multinacional, dominada por la burguesía de nuevo tipo se desintegre como el Imperio Austro-Húngaro en el pasado? 

Para librarse de dificultades insuperables, tanto dentro como fuera, el socialimperialismo revisionista soviético, al igual que el imperialismo norteamericano, se abandona febrilmente al chantaje nuclear y busca una salida a través de las aventuras militares y las guerras de agresión de vastas proporciones. Pero ¿podrá la guerra traer nueva vida al imperialismo y al socialimperialismo ahora en agonía? No, todo lo contrario. La historia demuestra indiscutiblemente que, lejos de salvar al imperialismo de su inevitable final, la guerra sólo puede acelerar su extinción.  

El Presidente Mao ha señalado: “Con respecto a la cuestión de la guerra mundial, sólo hay dos posibilidades: una es que la guerra provoque la revolución y la otra es que la revolución evite la guerra” [55]. 

El Presidente Mao también ha enfatizado: “¡Pueblos de todo el mundo, uníos y luchad contra toda guerra de agresión desencadenada por el imperialismo y el socialimperialismo, en particular contra la guerra de agresión realizada con bombas atómicas! Si esta guerra estalla, los pueblos de todo el mundo tendrán que eliminar la guerra de agresión con la guerra revolucionaria; la preparación al respecto tiene que hacerse desde ahora mismo.” [56] 

Este gran llamamiento formulado por el Presidente Mao sobre la base de la actual situación internacional, ha señalado la orientación de la lucha del proletariado y de los pueblos revolucionarios del mundo entero. ¡Los pueblos del mundo deben mantenerse vigilantes, hacer todos los preparativos y estar listos en todo momento y decididos a asestar golpes demoledores a cualquier agresor que se atreva a iniciar una guerra!

En los últimos años, la camarilla renegada revisionista soviética, heredando los viejos trucos de los antiguos zares, ha apoyado y diseñado de forma semiabierta y semioculta, un nuevo “movimiento paneslavo” y ha publicitado la llamada “santidad del espíritu nacional” ruso, en un vano intento de envenenar la mente de las masas trabajadoras y de la juventud soviética con estas ideas reaccionarias e inducir al pueblo soviético a servir como instrumento al servicio de la política de agresión y de guerra seguida por el puñado de oligarcas revisionistas soviéticos. Deseamos sinceramente  poner en guardia al hermano pueblo soviético para que no caiga, en ningún caso, en la trampa de la “paneslavismo”. 

¿Qué es el “paneslavismo”? 

Denunciando a los antiguos zares, Marx y Engels señalaron con gran perspicacia: “El paneslavismo es un invento del gabinete de San Petersburgo” [57]. Engels dijo que los antiguos zares recurrieron a este engaño para prepararse para la guerra, “como la última tabla de salvación del sistema zarista ruso y de la reacción rusa”. Por lo tanto, el “paneslavismo es nuestro enemigo más feroz y es también el más feroz enemigo de los rusos” [58]. 

Al igual que la “superioridad de la raza aria” de Hitler, el “paneslavismo” de los nuevos zares revisionistas soviéticos es un racismo ultrarreaccionario. Ellos hacen publicidad a esta concepción reaccionaria con el único objetivo de servir a la expansión de un puñado de reaccionarios gobernantes de su supuesta “raza superior”, mientras que para las masas populares no puede significar sino sólo catástrofe.

Lenin señaló: “La opresión de los “pueblos sojuzgados” es un arma de doble filo. Por un lado afecta a los “pueblos sojuzgados” y, por otro, afecta al pueblo ruso” [59]. Precisamente detrás de la cortina de humo del “paneslavismo”, el puñado de oligarcas revisionistas soviéticos está ahora trabajando contra el tiempo, tramando guerras de agresión e intensificando sus ataques contra los pueblos soviéticos, incluido el pueblo ruso. 

Los intereses del proletariado y las amplias masas de la Unión Soviética son diametralmente opuestos a los intereses de los nuevos zares revisionistas soviéticos, pero son idénticos a los intereses de los pueblos revolucionarios del mundo entero. Si los nuevos zares revisionistas soviéticos desencadenan una guerra de agresión en gran escala, entonces, el proletariado y los pueblos revolucionarios de la Unión Soviética, de acuerdo con el principio de Lenin acerca de la guerra de agresión imperialista, se negarán categóricamente a servir como carne de cañón para la guerra injusta lanzada por el socialimperialismo revisionista soviético. Ellos llevarán adelante la causa de los heroicos hijos e hijas de la Gran Revolución de Octubre y lucharán por derrocar a los nuevos zares y restablecer la dictadura del proletariado. 

Hace doscientos años, elogiando los “éxitos” de las guerras de agresión de la emperatriz Catalina II, un poeta ruso escribió: “¡Avanza,  todo el universo será tuyo!” [60]. Ahora los nuevos zares revisionistas soviéticos se han montado sobre el caballo de los antiguos zares y “avanzan”. Están corriendo temerariamente, incapaces de manejar las riendas y olvidando por completo que sus ancestros ​​cayeron de ese mismo caballo y que así fue como terminó el imperio ruso de la dinastía Romanov. No hay duda que los nuevos zares no tendrán un mejor final que los antiguos zares, serán tirados de su caballo y terminarán en el suelo, hecho añicos.
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Fuente: Peking Review nº 17, 24 de abril de 1970. 

Traducido para “Crítica Marxista-Leninista” por Jiang Yucmoi y Thiago R.

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