En la lucha contra el revisionismo jruschovista-brezhnevista, el Partido
Comunista de China fue reconocido como la cabeza de los partidos y
organizaciones marxista-leninistas. En la década de 1960 y hasta la muerte de
Mao, los partidos marxista-leninistas eran considerados “maoístas” por el
revisionismo y la reacción mundial. Y no pocos se consideraban a sí mismos
maoístas. Sin embargo, el significado que tuvo esa denominación dista mucho de
tener similitud con el que tiene hoy, desde que un sector del movimiento marxista-leninista
se desgajó de él para constituirse en un movimiento maoísta, que reconoce al
llamado “maoísmo” como tercera etapa del marxismo.
Cuando la discrepancia entre el revisionismo jruschovista y el
marxismo-leninismo se hizo pública, los renegados revisionistas etiquetaron a
los marxista-leninistas del mundo como “pro-chinos”, “pekineses” o “maoístas”,
atribuyéndoles cierto exotismo a estos irreverentes que desafiaban la autoridad
de la supuesta “ortodoxia” representada por el partido soviético. Desde fuera
del movimiento comunista internacional, la lucha se veía como una disputa entre
“prosoviéticos” y “prochinos”, o “moscovitas” y “pekineses”. Era conveniente
para los traidores jruschovistas-brezhnevistas que la lucha entre los
marxista-leninistas y los revisionistas se viera de ese modo, como una pugna
por la hegemonía en el movimiento comunista internacional antes que una lucha
en el terreno de los principios.
Los marxista-leninistas del mundo asumieron de manera natural, por decirlo
así, el liderazgo del PCCh, el partido comunista más grande del mundo que había
dirigido la revolución más importante después de la Revolución de Octubre. En
los primeros años de la década de 1960, todavía estaba fresco el impacto de la
liberación de China en 1949 y la imagen de Mao había adquirido proporciones de
leyenda, que sus cultores elevarían aún más. Los artículos que el PCCh
publicaba y la difusión del semanario Pekín Informa jugaron un papel importante
en la defensa y propagación del punto de vista marxista-leninista en oposición
al revisionismo soviético. Poco o nada se conocía que el PTA había sido el
primero en denunciar al revisionismo jruschovista y, después, el primero en romper
con él. Poco o nada se sabía que antes de asumir una posición definida, el PCCh
había colaborado en el reforzamiento de la posición de los jruschovistas en el
PCUS; y poco o nada se sabía de las vacilaciones e inconsecuencias y de posiciones
oportunistas del PCCh.
Incluso Enver Hoxha y el Partido del Trabajo de Albania eran considerados
parte del ala “maoísta” del movimiento comunista internacional. Sus puntos de
vista y documentos eran poco o nada conocidos fuera de las conferencias
internacionales de partidos comunistas. En la década de 1960, no contaba con
los recursos para difundir ampliamente su experiencia de lucha y de
construcción del socialismo, así como su visión de los acontecimientos
internacionales y del movimiento revolucionario y comunista. Es a principios de
la década de 1970 cuando las masas del movimiento comunista se dan cuenta que
el PTA no era ni había sido un apéndice del PCCh en la lucha contra el
revisionismo soviético, y mucho menos en cuestiones ideológicas y políticas.
Los militantes de base de los partidos y organizaciones marxista-leninistas
pudieron conocer que ese pequeño partido había deslindado clara y resueltamente,
de forma principista, con el revisionismo jruschovista, en el histórico
discurso de Enver Hoxha en la Conferencia de Partidos Comunistas en 1960, en la
que por primera vez se expuso sin concesiones la verdadera naturaleza del
revisionismo soviético y el significado de la lucha que los marxista-leninistas
del mundo debían emprender contra los renegados traidores soviéticos.
Cuando en medio de vacilaciones –que ahora conocemos–, el PCCh decide en
1962 iniciar el debate con el PCUS, los documentos y las cartas que publicaron
desde entonces jugaron un papel importante para unificar ideológica, política y
orgánicamente a las fuerzas marxista-leninistas del mundo. Aunque en esos
documentos se encuentran tesis oportunistas propias del maoísmo, se defienden
en lo fundamental los principios básicos del marxismo-leninismo que los
revisionistas soviéticos habían abandonado. Corresponde valorar correctamente
la contribución del PCCh a la lucha contra el revisionismo jruschovista,
resaltando su defensa de principio del marxismo-leninismo y señalando a la vez
las manifestaciones oportunistas características del maoísmo.
En ese propósito, nada nos une con las magdalenas del revisionismo
soviético en el mundo, que luego de la desintegración de la URSS han decidido
reciclarse, posando como revolucionarios, afilando su discurso, pero
manteniendo tesis revisionistas fundamentales en abierta contradicción con el
marxismo-leninismo. Han pasado sesenta años desde la muerte del gran Stalin,
han pasado 57 años desde el XX Congreso del PCUS que abrió públicamente el
camino de la traición revisionista, han pasado 49 años desde que Brezhnev subió
al poder para profundizar la restauración del capitalismo en la URSS, han
pasado 22 años desde la desintegración de la URSS revisionista, y estos
herederos del jruschovismo-brezhnevismo que ahora “defienden” a Stalin, que han
“abandonado” a Jruschov, que “critican” tibiamente a Brezhnev, que aún
sostienen que el “socialismo” en la URSS se acabó recién en 1991, que dicen que están retornando al “leninismo”
pero temen a la lucha revolucionaria de las masas, estos seudocomunistas, no
han aprendido nada, su “autocritica” –si la hicieron– no es marxista y no se
traduce en práctica revolucionaria, y en consecuencia no tienen nada que decir
acerca de las discrepancias en el movimiento comunista.
Los auténticos marxista-leninistas reivindicamos la revolución china aunque
criticamos la incorrecta dirección del PCCh, particularmente en el tránsito de la revolución
democrática a la revolución socialista que permitió la restauración capitalista;
reivindicamos la contribución del PCCh a la lucha contra el revisionismo
contemporáneo y la defensa de los principios del marxismo-leninismo, aunque
criticamos las desviaciones oportunistas que estuvieron en la base de sus
inconsecuencias y vacilaciones y en su posterior incorporación al revisionismo
contemporáneo.
En ese espíritu presentamos el artículo “¿Leninismo o socialimperialismo?” publicado con motivo del
centenario del nacimiento de Lenin, en abril de 1970. Como el título sugiere,
el artículo expone el abandono del leninismo por parte de la camarilla
Jruschov-Brezhnev y caracteriza como socialimperialista a la Unión Soviética
revisionista, centrándose en su política internacional. Publicamos cuatro capítulos del mismo, el texto completo puede ser descargado al pie de la presente página.
Nota: Hemos traducido el artículo porque no lo hemos encontrado en la red
en castellano. Llamamos a los que tengan los documentos y artículos impresos originales
en castellano, que los digitalicen y los suban a la red. Sería una valiosa
contribución.
¿Leninismo o socialimperialismo?
En homenaje al Centenario del Nacimiento del Gran
Lenin
Por los comités editoriales de
Renmin Ribao, Hongqi y Jiefangjun Bao
22 de abril de 1970
(Extractos)
(Extractos)
III. El golpe de Estado contrarrevolucionario
de la camarilla renegada de Jruschov y Brezhnev
¿Cómo pudo ser restaurado el
capitalismo en la Unión Soviética, el primer país socialista en el mundo, y
cómo este país se convirtió en socialimperialista? Si analizamos el problema
desde el punto de vista del marxismo-leninismo, especialmente a la luz de la
teoría del camarada Mao Tse-tung sobre la continuación de la revolución bajo la
dictadura del proletariado, podemos entender que esto fue principalmente un
producto de la lucha de clases en la Unión Soviética, el resultado de la
usurpación de la dirección del Partido y del Estado por un puñado de dirigentes
seguidores del camino capitalista, es decir, el resultado de la usurpación del poder
político del proletariado por la burguesía soviética. Al mismo tiempo, fue el
resultado de la política de “evolución pacífica” que el imperialismo mundial,
para salvarse de su propia destrucción, ha seguido en la Unión Soviética por medio
de la camarilla renegada revisionista soviética.
El camarada Mao Tse-tung ha
señalado: “La sociedad socialista cubre una etapa histórica muy larga. En esta etapa
histórica del socialismo, aún existen clases, contradicciones de clase y lucha
de clases, existe la lucha entre los dos caminos, el socialismo y el
capitalismo, y existe el peligro de la restauración capitalista” [12].
En la sociedad socialista, la
lucha de clases sigue centrada en la cuestión del poder político. El camarada
Mao Tse-tung ha subrayado: “Los representantes de la burguesía, que se han infiltrado
en el Partido, el Estado, el ejército y en los diversos campos de la cultura,
son un grupo de revisionistas contrarrevolucionarios. Si se presenta la
oportunidad, van a tomar el poder político y convertir la dictadura del
proletariado en dictadura de la burguesía” [13].
Las clases y la lucha de
clases continuaron existiendo en la Unión Soviética mucho después de la
Revolución de Octubre, aunque la burguesía había sido derrocada. Stalin eliminó
a un gran número de representantes de la burguesía que se infiltró en el Partido
–Trotsky, Zinoviev, Kámenev, Rádek, Bujarin, Rykov y otros. Esto demostró que
la lucha de clases continuaba aún con más intensidad y que siempre existía el
peligro de la restauración del capitalismo.
La Unión Soviética fue el
primer Estado de la dictadura del proletariado, no tenía suficiente experiencia
para consolidar la dictadura del proletariado y prevenir la restauración del
capitalismo. En esas circunstancias, después de la muerte de Stalin, Jruschov,
un dirigente seguidor del camino capitalista que se había ocultado en el
Partido Comunista soviético, lanzó un sorpresivo ataque con la presentación de
su “informe secreto”, en el que calumniaba con virulencia a Stalin, y a través
de una serie de pérfidas y astutas maniobras usurpó el poder en el Partido y el
Estado de la Unión Soviética. Este fue un golpe de Estado contrarrevolucionario
que transformó la dictadura del proletariado en la dictadura de la burguesía, un
golpe de Estado contrarrevolucionario que derrocó el socialismo y restauró el
capitalismo.
Brezhnev fue cómplice de
Jruschov en este golpe de Estado contrarrevolucionario, y más tarde ocupó el
lugar de Jruschov. Su ascenso al poder es, en esencia, la continuación del
golpe de Estado contrarrevolucionario de Jruschov. Brezhnev es el segundo
Jruschov.
El camarada Mao Tse-tung ha
dicho: “El
ascenso del revisionismo al poder significa el ascenso de la burguesía al poder”
[14]. “La
Unión Soviética hoy está bajo la dictadura de la burguesía, una dictadura de la
gran burguesía, una dictadura de tipo fascista alemán, una dictadura de tipo hitleriano”
[15].
Esta brillante tesis del
camarada Mao Tse-tung ha revelado de forma sumamente profunda la esencia de
clase y las raíces sociales del socialimperialismo revisionista soviético y ha
señalado su naturaleza fascista.
Dado que la camarilla renegada
revisionista soviética ha usurpado el poder en el partido y el Estado en la
Unión Soviética, la capa burguesa privilegiada soviética ha incrementado
considerablemente su poder político y económico, y ha ocupado una posición
dominante en el partido, en el Estado, en el ejército y en la vida económica y
cultural. Y de esta capa ha surgido una clase capitalista monopolista
burocrática, es decir, una gran burguesía de nuevo tipo, que tiene en sus manos
todo el aparato del Estado y controla toda la riqueza de la sociedad.
Esta clase capitalista
monopolista burocrática de un nuevo tipo, utilizando el poder del Estado que
está bajo su control, ha transformado la propiedad socialista en propiedad de
los dirigentes seguidores del camino capitalista y ha transformado la economía
socialista en una economía capitalista, en una economía capitalista monopolista
de Estado. En nombre del “Estado”, saquea sin escrúpulos el tesoro del Estado y
se apropia, a voluntad y por todos los medios, de los frutos del trabajo del
pueblo soviético. Lleva una vida de lujo y licenciosa y al mismo tiempo ejerce
su despotismo.
Esta clase capitalista monopolista
burocrática de nuevo tipo es una burguesía que ha transformado la esperanza de restauración en tentativa de restauración. Somete a represión a los heroicos hijos e hijas de
la Revolución de Octubre, se enseñorea sobre los pueblos de las diversas nacionalidades de
la Unión Soviética y ha creado su propio tribunal zarista contrarrevolucionario.
Por eso, es extremadamente reaccionaria, y odia y teme mortalmente al pueblo.
Esta clase capitalista
monopolista burocrática de nuevo tipo, al igual que todas las clases
reaccionarias y decadentes, está llena de contradicciones internas. En su
desesperado esfuerzo por conservar el poder que han usurpado, los miembros de
esta clase actúan en connivencia y al mismo tiempo traman y luchan unos contra
otros. Mientras mayores son sus dificultades, más feroces son sus luchas,
abiertas y ocultas.
Esta clase capitalista
monopolista burocrática de nuevo tipo, con el fin de extraer las máximas
ganancias y mantener su dominación reaccionaria, no sólo explota y oprime al
pueblo de su propio país, también se abandona necesariamente a la agresión
desenfrenada y a la expansión, se une a las filas del imperialismo mundial en
la repartición del mundo y sigue una feroz política socialimperialista.
Esta clase capitalista monopolista
burocrática de nuevo tipo constituye la base de clase del socialimperialismo revisionista
soviético. En la actualidad, el representante general de esta clase es
Brezhnev. Ellos han aplicado y desarrollado frenéticamente el revisionismo jruschovista
y están completando la transición de la restauración capitalista al
socialimperialismo, que ya había comenzado en el periodo en que Jruschov estuvo
en el poder.
Desde que Brezhnev subió al
poder, se ha extendido a todos los ámbitos el llamado “nuevo sistema económico”
y se ha establecido de forma legal el principio capitalista de ganancia, intensificando
de esta forma la explotación de los trabajadores por la oligarquía monopolista
burocrática. Indiferentes a la suerte del pueblo, Brezhnev y sus cómplices
arrebatan exorbitantes impuestos, aplican la política de Hitler “cañones en
lugar de mantequilla” y aceleran la militarización de la economía nacional para
satisfacer las necesidades de la carrera armamentista y de los preparativos de
guerra del socialimperialismo.
Las acciones perversas de la
camarilla renegada revisionista soviética han causado enormes daños a las
fuerzas productivas de la sociedad y han tenido serias consecuencias: la declinación
de la industria, el deterioro de la agricultura, la reducción de la ganadería,
la inflación, la falta de suministros, la insólita escasez de artículos en los
mercados del Estado y el empobrecimiento creciente de los trabajadores. Los
renegados revisionistas soviéticos no sólo han dilapidado la enorme riqueza
acumulada por el pueblo soviético durante décadas de arduo trabajo, sino que se
han humillado en pedir préstamos a Alemania Occidental, un país derrotado en la
Segunda Guerra Mundial, y han llegado al punto de vender los recursos naturales
del país y abrir Siberia al capital monopolista japonés. Hoy en día, la
economía de la Unión Soviética está al borde de una crisis insalvable. Como amigos
del pueblo soviético, nosotros, el pueblo chino y los demás pueblos del mundo, estamos
profundamente indignados con los renegados revisionistas soviéticos, que han
reducido la patria del leninismo a un estado tan miserable, y expresamos
nuestra más profunda simpatía a las amplias masas del pueblo soviético, sobre
las que cae todo el sufrimiento causado por la completa restauración del
sistema capitalista.
La camarilla renegada
revisionista soviética una vez dijo que la dictadura del proletariado “ha
dejado de ser indispensable en la URSS” y que la Unión Soviética “se ha
convertido en... un Estado de todo el pueblo” [16]. Pero ahora se abofetea a sí
misma, diciendo que “el Estado de todo el pueblo continúa la causa de la
dictadura del proletariado” [17] y que “el Estado de todo el pueblo” y “el
Estado de la dictadura del proletariado” son “del mismo tipo” [18]. También está
haciendo un montón de ruido sobre “el fortalecimiento de la dirección del
partido”, el “fortalecimiento de la disciplina”, el “fortalecimiento del
centralismo”, y así sucesivamente. “Un Estado de todo el pueblo” y al mismo
tiempo una “dictadura del proletariado”: juntan de forma arbitraria dos
conceptos diametralmente opuestos, con el único propósito de engañar a las
masas y camuflar la dictadura de la gran burguesía. Cuando hablan de la “dirección
del partido”, realmente quieren decir control político sobre las amplias masas
de miembros del partido y del pueblo, por parte de un puñado de oligarcas socialfascistas.
Cuando hablan de “disciplina” quieren decir represión de todos los que no están
satisfechos con su dominación. Y con “centralismo” quieren decir mayor centralización
del poder político, económico y militar en sus manos. En una palabra, están levantando
todas esas banderas con el propósito de reforzar su dictadura fascista y
prepararse para guerras de agresión.
Desgarrada por las
dificultades internas y externas, la camarilla renegada revisionista soviética
recurre cada vez más abiertamente a la violencia contrarrevolucionaria para
mantener su dominación reaccionaria que es una traición a Lenin y a la
Revolución de Octubre. En la Unión Soviética de hoy, los espías y agentes
secretos están en todas partes, mientras las leyes y los decretos reaccionarios
se multiplican. La revolución se ha convertido en un delito y las cárceles del
país están llenas de gente inocente; la contrarrevolución es un merito y los renegados
se felicitan unos a otros por las promociones obtenidas. Grandes cantidades de
revolucionarios y personas inocentes son arrojados a los campos de
concentración y a los “hospitales siquiátricos”. La camarilla revisionista
soviética llega al punto de enviar tanques y otros blindados para reprimir
brutalmente la resistencia del pueblo.
Lenin señaló: “En ninguna otra parte del mundo está la mayoría de la población tan
oprimida como en Rusia” y las diferentes nacionalidades, con excepción
de la rusa, son consideradas “como pueblos alógenos” [19]. La opresión nacional “fue acumulando en las naciones carentes de derechos un
fortísimo odio a los monarcas”. [20]. En la actualidad, los nuevos zares
revisionistas soviéticos han reanudado la política de opresión nacional de los
antiguos zares, adoptando medidas odiosas, como la discriminación, la migración
forzada, la división y el encarcelamiento, para oprimir y perseguir a las
minorías nacionales, y han convertido a la Unión Soviética en una “prisión de naciones”
[21].
La camarilla renegada revisionista
soviética ejerce una completa dictadura burguesa en todo el ámbito ideológico.
Destruye y reprime febrilmente la ideología y la cultura socialista del
proletariado mientras abre las compuertas a las podridas ideología y cultura burguesas.
Predica enérgicamente el militarismo, el chovinismo nacional y el racismo, y transforma
la literatura y el arte en un instrumento para la aplicación de su
socialimperialismo.
Denunciando vigorosamente el oscuro
dominio del sistema zarista, Lenin escribió que la arbitrariedad policial, las
persecuciones salvajes y la desmoralización han llegado al punto de “hacer que las
piedras lloren” [22]. Se puede muy bien comparar la dominación de la
camarilla renegada revisionista soviética con el sistema zarista denunciado por
Lenin.
El golpe de Estado
contrarrevolucionario de la camarilla renegada de Jruschov y Brezhnev ha desempeñado
un papel que ningún imperialista o reaccionario estuvo en posición de desempeñar.
Como Stalin dijo: “La forma más fácil de tomar una fortaleza es desde dentro” [23]. La
fortaleza del socialismo, que había resistido la intervención armada de 14
países, la rebelión de los guardias blancos, el ataque de las tropas de Hitler
con sus varios millones de soldados, y todo tipo de sabotaje, subversión, bloqueo
y cerco imperialistas, fue finalmente capturada desde dentro por este puñado de
renegados. La camarilla de Jruschov y Brezhnev es la banda de renegados más grande
en la historia del movimiento comunista internacional. Son criminales
irrevocablemente condenados por la historia por sus crímenes monstruosos.
IV.
Socialismo de palabra, imperialismo de hecho
Lenin denunció a los renegados
de la Segunda Internacional en estos términos: “[...] socialismo de palabra, imperialismo
de hecho, transformación del oportunismo en imperialismo”. [24]
La camarilla renegada revisionista
soviética también ha evolucionado del revisionismo al socialimperialismo. La
diferencia consiste en que los socialimperialistas de la Segunda Internacional,
como Kautsky y sus semejantes, no tenían el poder del Estado, sólo sirvieron al
imperialismo de sus propios países con el fin de obtener unas migajas de las
ganancias extraordinarias procedentes del saqueo de los pueblos de otros
países. Pero los socialimperialistas revisionistas soviéticos saquean y
esclavizan directamente a los pueblos de otros países, sirviéndose del poder
del Estado que han usurpado.
La lección histórica es la
siguiente: Una vez que su poder es usurpado por una camarilla revisionista, un Estado
socialista o se transforma en socialimperialismo, como es el caso de la Unión
Soviética, o se reduce a país dependiente o colonia, como son los casos de Checoslovaquia
y la República Popular de Mongolia. Ahora está claro que el ascenso al poder de
la camarilla renegada de Jruschov y Brezhnev significó, en esencia, la
transformación del Estado socialista creado por Lenin y Stalin en una potencia socialimperialista
hegemónica.
La camarilla renegada revisionista
soviética habla de leninismo, de socialismo y de internacionalismo proletario,
pero todas sus acciones son cien por ciento imperialistas.
De palabra, la camarilla renegada
revisionista soviética dice que practica el “internacionalismo” hacia sus
supuestos “países hermanos”, pero de hecho pone un grillete tras otro, como la
“Organización del Pacto de Varsovia” y el “Consejo de Ayuda Mutua Económica”, a
una serie de países de Europa Oriental y a la República Popular de Mongolia,
confinándolos así en la cerca de alambres de púa de la “comunidad socialista” y
saqueándolos a su antojo. Aprovechando su posición hegemónica, impone la “división
internacional del trabajo”, la “especialización de la producción” y la
“integración económica”; obliga a estos países a que adapten sus economías
nacionales a las necesidades del revisionismo soviético y los convierte en sus
mercados, fábricas de procesamiento auxiliares, huertos, huertas y granjas de
cría de ganado, para explotarlas atrozmente.
Ha adoptado la forma más
despótica y cruel para poner a estos países bajo su estricto control y ha
estacionado en ellos un gran número de tropas, incluso ha enviado abiertamente,
cientos de miles de tropas a Checoslovaquia para aplastarla bajo su bota de
hierro y ha creado a punta de bayoneta un régimen títere en ese país. Al igual
que los antiguos zares denunciados por Lenin, esta banda de renegados basa sus
relaciones con sus vecinos completamente “en el principio feudal del privilegio” [25].
De palabra, la camarilla renegada
revisionista soviética dice que “ayuda” a los países de Asia, África y América
Latina, pero de hecho, bajo la bandera de la “ayuda”, trata por todos los
medios de atraer a algunos de estos países hacia su esfera de influencia, disputando
la zona intermedia con el imperialismo norteamericano. A través de sus
exportaciones de material militar y de capitales y a través del comercio desigual,
el revisionismo soviético saquea sus recursos naturales, interfiere en sus
asuntos internos y vigila la oportunidad para establecer bases militares.
Lenin dijo: “A los numerosos
“viejos” motivos de la política colonial, el capital financiero ha añadido la
lucha por las fuentes de materias primas, por la exportación de capital, por
las “esferas de influencia”, [...] y, finalmente, por el territorio económico
en general” [26]. El socialimperialismo revisionista soviético avanza exactamente
a lo largo de este camino del imperialismo capitalista.
De palabra, la camarilla renegada
revisionista soviética dice que da su “total apoyo” a las luchas
revolucionarias en otros países, pero de hecho, actúa en colusión con las
fuerzas más reaccionarias del mundo para socavar la lucha revolucionaria de los
pueblos de todos los países. Vilipendia con furia a las masas revolucionarias de
los países capitalistas, tachándolas de “extremistas”
y “turbas”, y trata de dividir y desarticular los movimientos populares en
estos países. Ha suministrado dinero y armas a los reaccionarios de Indonesia,
India y otros países, y de esta forma ha ayudado directamente a la masacre de revolucionarios;
urde intrigas día y noche para extinguir las llamas ardientes de la lucha
armada popular en Asia, África y América Latina, y reprime los movimientos de
liberación nacional. Al igual que el imperialismo norteamericano, actúa como gendarme
mundial.
De palabra, la camarilla
renegada revisionista soviética dice que aprueba la “lucha antiimperialista” y a
veces lanza algunas frases contra los Estados Unidos, pero de hecho esta
camarilla y el imperialismo norteamericano son los más grandes imperialismos
que buscan en vano la hegemonía mundial. No hay absolutamente nada en común entre
la llamada “oposición” de los revisionistas soviéticos a los Estados Unidos y
la lucha de los pueblos de los diversos países contra el imperialismo norteamericano.
Con el fin de hacer un nuevo reparto del mundo, el revisionismo soviético y el
imperialismo norteamericano están en disputa y, al mismo tiempo, actúan en
connivencia. Lo que el revisionismo soviético hizo sobre una serie de
cuestiones importantes, como las de Alemania, Oriente Medio, Sudeste de Asia,
Japón y las armas nucleares, es evidencia de sus crímenes, en su contienda y colusión
con el imperialismo norteamericano. Ambos siguen una política de potencia imperialista,
a expensas de los intereses de los pueblos de todos los países. Si hay algún
compromiso entre el revisionismo soviético y el imperialismo norteamericano, éste
sólo puede ser un acuerdo temporal celebrado entre bandidos.
Lenin señaló: “El militarismo
moderno es el resultado del capitalismo” [27]. La guerra moderna “se deriva de
la naturaleza misma del imperialismo” [28].
Desde que Brezhnev subió al
poder, la camarilla renegada revisionista soviética ha ido más lejos en el
camino del militarismo. Ha heredado el principio estratégico militar
jruschovista de chantaje nuclear y ha desarrollado en gran escala armamentos nucleares;
al mismo tiempo, ha redoblado sus esfuerzos por expandir las armas
convencionales, ha fortalecido exhaustivamente sus fuerzas de tierra, mar y
aire, y ha practicado en todo el mundo la “política de las cañoneras”, propia
del imperialismo.
En cuanto a la cuestión de la
guerra, Jruschov abogó hipócritamente por un llamado mundo “sin armas, sin
ejército y sin guerras”, para encubrir la expansión real de los armamentos y
los preparativos reales para la guerra. Ahora Brezhnev y sus cómplices han
cambiado un poco el tono. Han hecho todo lo posible para alimentar el fanatismo
de guerra, clamando que la actual situación internacional “está preñada del
peligro de una nueva guerra mundial” [29], amenazando descaradamente con “anticiparse
al adversario”, y presumiendo que sus “misiles estratégicos” son “capaces de
destruir cualquier objetivo, en cualquier lugar” [30]. Ellos han incrementado, de
forma aún más frenética, sus gastos militares, intensificando la movilización y
los preparativos para guerras de agresión, y conspiran para lanzar un blitzkrieg de tipo hitleriano.
La camarilla renegada revisionista
soviética ha ocupado Checoslovaquia con un ataque por sorpresa, ha realizado
incursiones en territorios chinos como la isla Chenpao y el área de Tiehliekti,
y ha hecho amenazas nucleares contra nuestro país. Todo esto revela plenamente
la naturaleza agresiva y aventurera del socialimperialismo revisionista soviético.
Al igual que los imperialistas norteamericanos, el puñado de oligarcas del socialimperialismo
revisionista soviético se ha convertido en otro archi-criminal que se prepara
para desatar una guerra mundial.
V. La “doctrina Brezhnev”
es una verdadera doctrina del hegemonismo
Para llevar a la práctica su política
socialimperialista de agresión y expansión, la camarilla renegada de Brezhnev
ha desarrollado el revisionismo jruschovista y ha elaborado una serie de “teorías”
fascistas conocidas bajo el nombre de “doctrina Brezhnev”.
Veamos ahora de qué está hecha
esta “doctrina Brezhnev”.
1. La “teoría de la soberanía
limitada”. Brezhnev y sus cómplices afirman que defender los
llamados “intereses del socialismo” significa defender “su soberanía suprema” [31].
Proclaman abiertamente que el revisionismo soviético tiene el derecho de
decidir el destino de cualquier otro país, “incluyendo el destino de su
soberanía” [32].
¡Qué “intereses del
socialismo”! Son ustedes los que han subvertido el sistema socialista en la
Unión Soviética y han aplicado la línea revisionista de restauración
capitalista en una serie de países de Europa Oriental y en la República Popular
de Mongolia. Lo que ustedes llaman los “intereses del socialismo” son realmente
los intereses del socialimperialismo revisionista soviético, los intereses del
colonialismo. Ustedes han impuesto a otros pueblos vuestra “soberanía suprema”,
lo que significa que la soberanía de los otros países es “limitada”, mientras
que vuestro derecho a disponer de estos países es “ilimitado”. En otras
palabras, ustedes tienen el derecho de controlar a otros países, mientras que
éstos no tienen el derecho de oponerse a ustedes; ustedes tienen el derecho de
pisotear a otros países, mientras que éstos no tienen el derecho de ofrecer
resistencia. Hitler gritó a todo pulmón que tenía el “derecho a dominar a los
demás” [33]. Dulles y sus secuaces también han pregonado que el concepto de
soberanía nacional “ha pasado de moda” [34] y que “la soberanía estatal
individual” debe dar paso a la llamada “soberanía conjunta” [35]. De esto se
desprende que la teoría de “la soberanía limitada” de Brezhnev no es sino una
repetición de delirios imperialistas.
2. La “teoría de la dictadura
internacional”. Brezhnev y sus cómplices afirman que tienen el
derecho de “brindar ayuda militar a un país hermano para evitar el peligro que
se cierne sobre el sistema socialista” [36]. Ellos dicen: “Lenin previó” que el
desarrollo histórico “transformaría la dictadura del proletariado, de una
dictadura nacional en una dictadura internacional que puede influir de manera decisiva
en toda la política mundial” [37].
Esta banda de renegados ha
distorsionado por completo las ideas de Lenin.
En su artículo “Esbozo inicial
de las tesis sobre los problemas nacional y colonial”, Lenin se
refirió a la transformación de “la dictadura del proletariado, convirtiéndola de nacional
(es decir, existente en un solo país e incapaz de determinar la política
mundial) en internacional (es decir, en dictadura del proletariado existente,
por lo menos, en varios países avanzados y capaz de influir de manera decisiva
en toda la política mundial)” [38]. Lo que Lenin quería decir aquí es perseverar
en el internacionalismo proletario y propagar la revolución proletaria mundial.
Pero la camarilla renegada revisionista soviética ha llegado al punto de mutilar
el espíritu proletario revolucionario en este pasaje de Lenin y ha afirmado abiertamente
la “teoría de la dictadura internacional”, usándola como la “base teórica” para
justificar su intervención militar u ocupación militar de algunos países de
Europa Oriental y de la República Popular de Mongolia. La “dictadura
internacional” de la que hablan no es más que el dominio y la esclavitud de
otros países por los nuevos zares. ¿Creen que al elevar la bandera de la “ayuda
a un país hermano”, ustedes tienen derecho a usar vuestras fuerzas militares
para tiranizar a otro país o a enviar vuestras tropas para invadir a otro país,
cuando les plazca?
Enarbolando la bandera de las “fuerzas
armadas unificadas”, ustedes invadieron Checoslovaquia. ¿Cuál es la diferencia
entre esto y la invasión de China por las fuerzas conjuntas de las ocho
potencias en 1900, la intervención armada de los 14 países a la Unión Soviética
y la agresión de las “16 naciones” organizada por el imperialismo norteamericano
contra Corea?
3. La “teoría de la comunidad
socialista”. Brezhnev y sus cómplices han proclamado que “la
comunidad de países socialistas es un todo indivisible” [39] y que es necesario
fortalecer la “unidad de acción” de la “comunidad socialista” [40].
¡Qué “comunidad socialista”!
No es más que sinónimo de imperio colonial con ustedes como metrópoli. Las
relaciones entre los auténticos países socialistas, grandes o pequeños, deben
estar basadas en el marxismo-leninismo, en los principios de plena igualdad, de
respeto a la integridad territorial, de respeto a la soberanía e independencia
nacional, y de no injerencia en los asuntos internos, y en los principios
internacionalistas proletarios de apoyo mutuo y de asistencia mutua. Pero ustedes
han pisoteado a otros países y los han reducido a un estado de subordinación y
dependencia. La “unidad de acción” de la que hablan, no significa otra cosa que
la unificación bajo vuestro mando de la política, de la economía y de los
asuntos militares de otros países. El término “indivisible” tiene la intención
de impedir que los otros países se liberen de vuestra dominación y servidumbre.
¿No están tratando descaradamente de esclavizar a los pueblos de otros países?
4. La “teoría de la división
internacional del trabajo”. Brezhnev y sus cómplices han desarrollado
enormemente este absurdo predicado por Jruschov hace mucho tiempo. Ellos no
sólo han aplicado esta “división internacional del trabajo” en una serie de
países de Europa Oriental y en la República Popular de Mongolia, como se
mencionó anteriormente, sino que también la han extendido a los países de Asia,
África y América Latina. Afirman que sólo “cooperando” con el revisionismo
soviético, los países de Asia, África y América Latina serán capaces de “crear
una economía nacional independiente” [41]. Ellos dicen: “Esta cooperación
ofrece a la Unión Soviética una mayor capacidad para utilizar más ampliamente
la superioridad de la división internacional del trabajo. Podremos comprar en
estos países una cantidad cada vez mayor de sus productos de exportación tradicional
–algodón, lana, cuero y pieles, concentrados de minerales no ferrosos, aceites
vegetales, frutas, café, cacao, té y otras materias primas, así como una variedad
de bienes manufacturados” [42].
¡Qué tal lista de “productos de
exportación tradicional”!
Es una pena que esta lista no
esté completa. Se debe agregar petróleo, caucho, carne, verduras, arroz, yute,
caña de azúcar, etc.
A los ojos del puñado de
oligarcas revisionistas soviéticos, los pueblos de Asia, África y América
Latina están destinados a proveerles con esos “productos de exportación
tradicional”, de generación en generación. ¿Qué tipo de “teoría” es ésta? Los
colonialistas y los imperialistas han predicado desde hace mucho tiempo que son
ellos quienes deben decidir lo que cada país debe producir a la luz de sus condiciones
naturales, y han obligado a los países de Asia, África y América Latina a
convertirse en fuente de materias primas y a permanecer en un estado de atraso,
a fin de permitir que los capitalistas de los países industriales procedan, según
su conveniencia, la explotación colonial más brutal. La camarilla revisionista
soviética ha heredado esta política colonial del imperialismo. Su “teoría de la
división internacional del trabajo” significa: “la Unión Soviética industrial;
Asia, África y América Latina agrícolas” o “la Unión Soviética industrial, con
Asia, África y América Latina como fábricas de procesamiento subsidiarias”.
El intercambio mutuo y
complementario de bienes y la asistencia mutua sobre la base de igualdad y
beneficio recíproco entre los auténticos países socialistas y los países de
Asia, África y América Latina, se realizan con el fin de promover el desarrollo
de una economía nacional independiente y autónoma en estos últimos. Pero la “teoría
de la división internacional del trabajo” pregonada por el puñado de oligarcas
revisionistas soviéticos simplemente busca someter a los países de Asia, África
y América Latina a la penetración, el control y el saqueo, extender sus esferas
de influencia y poner a esos países bajo el nuevo yugo del colonialismo revisionista
soviético.
5. La “teoría de los intereses
en juego”. Brezhnev y sus cómplices dicen en voz alta: “La
Unión Soviética que, como potencia mundial tiene bien establecido vínculos
internacionales, no puede permanecer pasiva ante los acontecimientos que,
aunque geográficamente distantes, conciernen a nuestra seguridad y a la
seguridad de nuestros amigos” [43]. Ellos vociferan con arrogancia: “La flota
soviética” debe “ir… donde lo exijan los intereses de la seguridad de nuestro
país” [44].
¿Se puede aceptar que un país,
sólo porque es una “gran potencia”, considere a todas las regiones del mundo
como áreas en la que están en juego sus intereses y meta las manos en todo el
mundo con fines de expansión? ¿Se puede aceptar que un país, porque “tiene bien
establecidos vínculos internacionales”, envíe sus buques de guerra con el
propósito de intimidación y agresión? Esta “teoría de los intereses en juego”
es el típico argumento que utilizan los imperialistas para justificar su
política de agresión en el mundo. Cuando los antiguos zares se entregaron a la expansión,
enarbolaron la bandera de los “intereses de Rusia”. También el imperialismo norteamericano
ha vociferado reiteradamente que los Estados Unidos asumen la responsabilidad “no
sólo de su propia seguridad sino también de la seguridad de todos los países libres”
y que están dispuestos a “defender la libertad donde sea necesario” [45]. ¡Qué
sorprendente similitud entre el discurso de los revisionistas soviéticos y el de
los antiguos zares y los imperialistas norteamericanos!
La camarilla renegada revisionista
soviética que hace mucho tiempo está en bancarrota en el plano ideológico,
teórico y político, no es absolutamente capaz de producir algo presentable;
sólo pudo recoger un poco de la basura del imperialismo y, después de haber hecho
algunos retoques, sacó la llamada “doctrina Brezhnev”. Esta “doctrina Brezhnev”
es imperialismo con etiqueta de “socialismo”, una verdadera doctrina del
hegemonismo y del neocolonialismo descarado.
VI. El sueño de los revisionistas soviéticos
de crear un vasto imperio
Hace cien años, al denunciar
la política de agresión de la Rusia zarista, Marx señaló: “Sus métodos,
sus tácticas, sus medios pueden cambiar, pero el objetivo de esta política, la
hegemonía mundial, no cambiará jamás” [46].
El zar Nicolás I declaró
desafiante: “Allí donde esté izada la bandera rusa, no debe ser arriada jamás” [47].
Varios zares acariciaron el sueño, como dijo Engels, de crear un gran “imperio
eslavo”, que se extendiera desde el Elba hasta China, desde el Mar Adriático
hasta el Océano Ártico. Incluso habían alimentado la ambición de ampliar los
límites de este vasto imperio a la India y Hawái. Para lograr esto, han demostrado
que “son tan
pérfidos como talentosos” [48].
Los nuevos zares revisionistas
soviéticos han heredado toda la tradición expansionista de los antiguos zares, llevando
en su rostro la impronta indeleble de la dinastía de los Romanov. Se entregan a
este sueño de los antiguos zares, que no se hizo realidad, y alimentan ambiciones
de agresión incluso superiores a las de sus predecesores. Los revisionistas
soviéticos han convertido a una serie de países de Europa Oriental y a la
República Popular de Mongolia en sus colonias y dependencias. Tratan en vano de
ocupar más territorio chino, copiando abiertamente la política de los antiguos zares
hacia la China, y gritan que la frontera norte de China “está marcada por la
Gran Muralla” [49]. Han extendido sus garras al sudeste de Asia, Oriente Medio,
África e incluso a América Latina y han enviado sus flotas al Mediterráneo, al
Océano Índico, al Pacífico y al Atlántico, en un intento de establecer un vasto
imperio revisionista soviético que abarque Europa, Asia, África y América
Latina.
El “imperio eslavo” de los antiguos
zares se ha desvanecido desde hace tiempo como una pompa de jabón, y el propio imperio
zarista fue barrido en 1917 por la Gran Revolución de Octubre dirigida por
Lenin. La tiranía de los antiguos zares ha terminado. Hoy en día, en la época
en que el imperialismo se acerca a su colapso total, el intento de los nuevos
zares de establecer un imperio aún más grande, que domine todo el mundo, sólo
puede ser un sueño.
Stalin dijo: “Lenin llamó al
imperialismo ‘capitalismo agonizante’. ¿Por qué? Porque el imperialismo lleva
las contradicciones del capitalismo a su último límite, a su grado más extremo,
más allá del cual empieza la revolución” [50].
Dado que el revisionismo
soviético ha tomado el camino trillado del imperialismo, está inevitablemente gobernado
por las leyes del imperialismo y adolece de todas las contradicciones
inherentes al imperialismo.
El camarada Mao Tse-tung dijo:
“Estados
Unidos es un tigre de papel. No creo en Estados Unidos. Uno pincha y lo perfora.
La Unión Soviética revisionista también es un tigre de papel” [51].
Al llevar cabo su feroz
expansión y agresión, el socialimperialismo revisionista soviético se dirige
inevitablemente hacia lo opuesto de lo que espera, y crea las condiciones para
su propia caída. El revisionismo soviético trata a los demás países de la
llamada “comunidad socialista” como sus feudos, pero definitivamente no está en
condiciones de imponer por mucho tiempo su dominio colonial sobre los pueblos
de esos países, ni de mitigar sus contradicciones con esos países. La Europa Oriental
de hoy es como un barril de pólvora, que tarde o temprano va a terminar
explotando. La entrada de los tanques del revisionismo soviético en Praga no demuestra
en absoluto el poder del socialimperialismo revisionista soviético, por el
contrario, marca el comienzo del colapso del imperio colonial revisionista soviético.
El socialimperialismo revisionista soviético ha hundido sus pies tan
profundamente en el lodazal checoslovaco que ya no es capaz de salir.
Con la expansión y el saqueo
perpetrado en Asia, África y América Latina, el revisionismo soviético se ha
colocado en una posición de hostilidad frente a los pueblos de estas regiones. Ha
ido demasiado lejos en su siniestra empresa y ahora se dobla bajo el peso abrumador;
es como un enfermo que sufre de hidropesía. Incluso la prensa imperialista
norteamericana no puede dejar de decir: “Nos hemos dado cuenta que ellos [los
rusos] cometen errores tan graves como nosotros, si no peores” [52].
El ingreso del socialimperialismo
revisionista soviético en las filas del imperialismo mundial ha exacerbado aún
más las contradicciones entre los países imperialistas. El socialimperialismo y
el imperialismo se han trabado en un duelo feroz por ampliar sus respectivas
esferas de influencia. La lucha entre el imperialismo y el socialimperialismo, que
están rodeados por todos lados por los pueblos del mundo, sólo acelerará inevitablemente
la destrucción del sistema imperialista en su conjunto.
El dominio del
socialimperialismo revisionista soviético en su propio país también descansa
sobre un volcán. Durante el periodo de la reacción de Stolypin, Lenin escribió
que la lucha de la clase obrera rusa “puede desarrollarse rápida o lentamente”, “pero en todo
caso conduce a la revolución” [53]. En la Unión Soviética de hoy, el
conflicto y antagonismo entre la clase capitalista monopolista burocrática de
nuevo tipo, de un lado, y el proletariado, el campesinado, los trabajadores y
los intelectuales revolucionarios, a los que domina, de otro lado, se vuelve cada
vez más agudo. La lucha de clases se desarrolla independientemente de la
voluntad del hombre y, tarde o temprano, conducirá a la revolución.
La Unión Soviética fue
originalmente una unión multinacional de Estados socialistas. Sólo bajo las
condiciones del socialismo y sobre la base de la igualdad y de la unión
voluntaria se pudo establecer, consolidar y desarrollar tal unión multinacional
de Estados. La Unión Soviética, como señaló Stalin, “ante sí tenía los experimentos
fracasados de los Estados multinacionales en los países burgueses. Tenía ante
sí el fracaso del experimento del viejo imperio austro-húngaro”. Sin
embargo, el Estado multinacional soviético “tenía que salir triunfante de toda
clase de pruebas”, ya que, gracias al régimen socialista, se había “establecido
una cooperación verdaderamente fraternal entre los pueblos en el sistema de un Estado
federal único” [54]. Ahora la camarilla renegada revisionista soviética
ha subvertido el sistema socialista, ha ejercido la dictadura burguesa y ha sustituido
la igualdad nacional con la opresión nacional, la ayuda mutua y la fraternidad
entre los países con la “ley de la selva” de la burguesía. Ahora que la base
proletaria, la base socialista de la unión original ha sido abandonada, ¿no es
posible que la gran “unión” multinacional, dominada por la burguesía de nuevo
tipo se desintegre como el Imperio Austro-Húngaro en el pasado?
Para librarse de dificultades
insuperables, tanto dentro como fuera, el socialimperialismo revisionista soviético,
al igual que el imperialismo norteamericano, se abandona febrilmente al chantaje
nuclear y busca una salida a través de las aventuras militares y las guerras de
agresión de vastas proporciones. Pero ¿podrá la guerra traer nueva vida al
imperialismo y al socialimperialismo ahora en agonía? No, todo lo contrario. La
historia demuestra indiscutiblemente que, lejos de salvar al imperialismo de su
inevitable final, la guerra sólo puede acelerar su extinción.
El Presidente Mao ha señalado:
“Con
respecto a la cuestión de la guerra mundial, sólo hay dos posibilidades: una es
que la guerra provoque la revolución y la otra es que la revolución evite la
guerra” [55].
El Presidente Mao también ha enfatizado:
“¡Pueblos
de todo el mundo, uníos y luchad contra toda guerra de agresión desencadenada
por el imperialismo y el socialimperialismo, en particular contra la guerra de
agresión realizada con bombas atómicas! Si esta guerra estalla, los pueblos de
todo el mundo tendrán que eliminar la guerra de agresión con la guerra
revolucionaria; la preparación al respecto tiene que hacerse desde ahora
mismo.” [56]
Este gran llamamiento formulado
por el Presidente Mao sobre la base de la actual situación internacional, ha
señalado la orientación de la lucha del proletariado y de los pueblos
revolucionarios del mundo entero. ¡Los pueblos del mundo deben mantenerse
vigilantes, hacer todos los preparativos y estar listos en todo momento y
decididos a asestar golpes demoledores a cualquier agresor que se atreva a
iniciar una guerra!
En los últimos años, la
camarilla renegada revisionista soviética, heredando los viejos trucos de los
antiguos zares, ha apoyado y diseñado de forma semiabierta y semioculta, un nuevo
“movimiento paneslavo” y ha publicitado la llamada “santidad del espíritu
nacional” ruso, en un vano intento de envenenar la mente de las masas
trabajadoras y de la juventud soviética con estas ideas reaccionarias e inducir
al pueblo soviético a servir como instrumento al servicio de la política de
agresión y de guerra seguida por el puñado de oligarcas revisionistas
soviéticos. Deseamos sinceramente poner
en guardia al hermano pueblo soviético para que no caiga, en ningún caso, en la
trampa de la “paneslavismo”.
¿Qué es el “paneslavismo”?
Denunciando a los antiguos zares,
Marx y Engels señalaron con gran perspicacia: “El paneslavismo es un invento del gabinete
de San Petersburgo” [57]. Engels dijo que los antiguos zares recurrieron
a este engaño para prepararse para la guerra, “como la última tabla de salvación
del sistema zarista ruso y de la reacción rusa”. Por lo tanto, el “paneslavismo
es nuestro enemigo más feroz y es también el más feroz enemigo de los rusos”
[58].
Al igual que
la “superioridad de la raza aria” de Hitler, el “paneslavismo” de los nuevos zares
revisionistas soviéticos es un racismo ultrarreaccionario. Ellos hacen publicidad
a esta concepción reaccionaria con el único objetivo de servir a la expansión
de un puñado de reaccionarios gobernantes de su supuesta “raza superior”,
mientras que para las masas populares no puede significar sino sólo catástrofe.
Lenin señaló: “La opresión de
los “pueblos sojuzgados” es un arma de doble filo. Por un lado afecta a los “pueblos
sojuzgados” y, por otro, afecta al pueblo ruso” [59]. Precisamente detrás
de la cortina de humo del “paneslavismo”, el puñado de oligarcas revisionistas
soviéticos está ahora trabajando contra el tiempo, tramando guerras de agresión
e intensificando sus ataques contra los pueblos soviéticos, incluido el pueblo
ruso.
Los intereses del proletariado
y las amplias masas de la Unión Soviética son diametralmente opuestos a los
intereses de los nuevos zares revisionistas soviéticos, pero son idénticos a
los intereses de los pueblos revolucionarios del mundo entero. Si los nuevos
zares revisionistas soviéticos desencadenan una guerra de agresión en gran
escala, entonces, el proletariado y los pueblos revolucionarios de la Unión
Soviética, de acuerdo con el principio de Lenin acerca de la guerra de agresión
imperialista, se negarán categóricamente a servir como carne de cañón para la
guerra injusta lanzada por el socialimperialismo revisionista soviético. Ellos
llevarán adelante la causa de los heroicos hijos e hijas de la Gran Revolución
de Octubre y lucharán por derrocar a los nuevos zares y restablecer la
dictadura del proletariado.
Hace doscientos años, elogiando
los “éxitos” de las guerras de agresión de la emperatriz Catalina II, un poeta
ruso escribió: “¡Avanza, todo el
universo será tuyo!” [60]. Ahora los nuevos zares revisionistas soviéticos se
han montado sobre el caballo de los antiguos zares y “avanzan”. Están corriendo
temerariamente, incapaces de manejar las riendas y olvidando por completo que sus
ancestros cayeron de ese mismo caballo y
que así fue como terminó el imperio ruso de la dinastía Romanov. No hay duda
que los nuevos zares no tendrán un mejor final que los antiguos zares, serán
tirados de su caballo y terminarán en el suelo, hecho añicos.
[...]
Fuente: Peking Review nº 17,
24 de abril de 1970.
Traducido para “Crítica
Marxista-Leninista” por Jiang Yucmoi y Thiago R.
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