Cuando agredieron a la Unión Soviética, los fascistas alemanes pensaron en
realizar una campaña rápida en el verano de 1941, que en el peor de los casos se
extendería hasta el otoño de ese mismo año, para ello habían destinado una
colosal maquinaria de guerra que asestaría golpes rotundos al ejército y al
pueblo soviético. Luego de la sorpresa inicial y del arrollador avance del
ejército alemán, el gobierno soviético y el Partido bolchevique organizaron la
defensa y la resistencia que puso impidió que los planes del imperialismo alemán
se hicieran realidad. Sin embargo, un año después, en el verano de 1942, la
situación todavía era sumamente difícil para la Unión Soviética. Las posibilidades
de una derrota soviética parecían inminentes, el enemigo había avanzado
profundamente en territorio soviético y ocupado lugares estratégicos con ricos recursos
materiales y humanos. Los intentos por detener el avance alemán no estaban
dando los resultados esperados.
Por su parte, los suministros de pan y carne se habían reducido a la mitad
para los 130 millones de habitantes libres de la ocupación alemana. La
producción de la industria pesada (incluyendo carbón, acero y hierro) era
equivalente a 25% del nivel de preguerra, debido principalmente a la pérdida de
la región industrial de Donbas que estaba en territorio ocupado por el enemigo.
Las materias primas necesarias para la producción de armas modernas –aluminio,
cobre, manganeso– cayeron en más de 65%. Un tercio de la red ferroviaria soviética
estaba en zona ocupada por el enemigo. Además, millones de obreros calificados habían
sido asesinados o capturados por los alemanes. Alemania contaba con una capacidad
industrial cuatro veces mayor a la soviética. (Información obtenida de Richard Overy,
Russia’s War, Penguin Books, 1997). Sin embargo, la producción de guerra
soviética con todas estas limitaciones había empezado a crecer, produciendo más
tanques, armas y municiones.
El imperialismo alemán estaba decidido a terminar la campaña rusa en el
verano de 1942; la directiva nº 41 de Hitler, del 5 de abril, decía: “acabar
con todo el potencial defensivo que les queda a los soviéticos”.
En esas difíciles circunstancias, el 28 de julio de 1942, Stalin emite su
Orden nº 227, conocida como “¡Ni un paso atrás!” (Ne Shagu Nazad). La burguesía
y sus intelectuales han tratado de presentar esa orden como una muestra más del
“terror” en la historia soviética, acentuando la parte coercitiva contra los instigadores
del pánico y los cobardes, con el fin de minimizar el heroismo de los soldados rojos y del pueblo soviético. Sin embargo, como registran los propios historiadores
burgueses, los soldados soviéticos tuvieron otra percepción: “No la letra, sino
el espíritu y el contenido de la orden hicieron posible el salto espiritual, psicológico
y moral en los corazones y las mentes de aquellos a quienes fue leída…” (J. Barber y M. Harrison,
The Soviet Home Front: A Social and Economic History of the USSR in World War II,
Londres, 1991). Esto se puede ver claramente en el contenido de la Orden,
con el estilo pedagógico de Stalin, informando sobre la realidad de la difícil situación, afirmando la posibilidad de la victoria, y también demostrando la firmeza necesaria del caso.
Pocas semanas después de la Orden nº 227 se iniciaría la Batalla de Stalingrado.
Orden Nº #227
del
Comisario del Pueblo para la Defensa de la URSS
Moscú, 28 de Julio de 1942
El enemigo envía más y más recursos al frente y, sin importarle sus
pérdidas, avanza, penetra cada vez más en la Unión Soviética, captura nuevas
regiones, devasta y saquea nuestras ciudades y pueblos, viola, mata y roba al
pueblo soviético. La lucha continúa en el área de Voronezh, en el Don, en el
Sur de Rusia, a las puertas del Norte del Cáucaso. Los invasores alemanes se
dirigen hacia Stalingrado, hacia el Volga, y quieren capturar a cualquier
precio Kuban y el Norte del Cáucaso con sus riquezas de petróleo y pan. El
enemigo ya ha capturado Voroshilovgrado, Starobelsk, Rossosh, Kupyansk,
Valuiki, Novocherkassk, Rostov del Don y la mitad de Voronezh. Algunas unidades
del Frente Sur, siguiendo a los instigadores del pánico, han abandonado Rostov
y Novocherkassk sin oponer seria resistencia y sin haber recibido órdenes de
Moscú, cubriendo así sus estandartes con vergüenza.
El pueblo de nuestro país que ama y respeta al Ejército Rojo, ahora está
empezando a sentirse decepcionado y a perder la fe en el Ejército Rojo, y
muchos de ellos maldicen al Ejército porque huye hacia el Este y abandona a la
población al yugo alemán.
En el frente, algunos imprudentes se consuelan con el argumento de que
podemos continuar la retirada hacia el Este, ya que tenemos inmensos
territorios, abundante tierra y mucha población, y que siempre tendremos
abundancia de pan. De este modo, intentan justificar su vergonzosa conducta en
el frente. Pero todos estos argumentos son completamente falsos, son mentiras y
trabajan a favor del enemigo.
Cada comandante, cada soldado y comisario político tiene que comprender que
nuestros recursos no son ilimitados. La Unión Soviética no es un territorio
inhabitado, sino obreros, campesinos, intelectuales, nuestros padres y madres,
esposas, hermanos, hijos. El territorio de la URSS, el que ha sido capturado
por el enemigo y el que el enemigo quiere capturar, es pan y otros recursos
para su ejército y su pueblo, hierro y combustible para sus industrias,
fábricas y plantas que suministran a su ejército las armas y las municiones y también
las vías férreas. Con la pérdida de Ucrania, Bielorrusia, el Báltico, la cuenca
del Donetsk y otras regiones hemos perdido inmensos territorios, hemos perdido
a sus habitantes, hemos perdidos alimentos, metales, plantas y fábricas. Ya no tenemos
superioridad sobre el enemigo en recursos humanos y alimenticios. La
continuación de la retirada significará nuestra
destrucción y también la de la Patria. Cada nuevo pedazo de territorio que cedemos
fortalece a nuestro enemigo y nos debilita, debilita nuestras defensas, a
nuestra Patria.
Es por eso que tenemos que erradicar la idea de que podemos retirarnos
indefinidamente, que tenemos mucho territorio, que nuestro país es grande y
rico, que tenemos mucha población y que siempre tendremos suficiente pan. Estas
convicciones son falsas y dañinas, nos debilitan y fortalecen al enemigo. Si no
ponemos fin a la retirada, nos quedaremos sin pan, sin combustible, sin
metales, sin materias primas, sin fábricas y plantas, sin vías férreas.
La conclusión es que es hora de poner fin a la retirada. ¡Ni un paso atrás! Desde ahora, ésta
debe ser nuestra consigna.
Debemos defender tenazmente, hasta la última gota de sangre, cada posición,
cada metro de tierra soviética; debemos aferrarnos a cada pedazo de tierra y
defenderlo tanto tiempo como sea posible. Nuestra Patria está pasando por tiempos
difíciles. Debemos detener al enemigo, a cualquier precio, para después hacerle
retroceder y destruirle. Los alemanes no son tan fuertes como los instigadores
del pánico dicen. Ellos están empleando sus fuerzas al límite. Resistir su
embestida ahora significa asegurar la victoria en el futuro. ¿Podemos resistir
y hacer retroceder al enemigo hacia el Oeste? Sí, podemos, porque nuestras
plantas y fábricas en la retaguardia están trabajando a la perfección y suministrando
a nuestro ejército cada vez más tanques, aviones, artillería y morteros.
Entonces, ¿qué nos falta? Nos falta orden y disciplina en las compañías,
regimientos y divisiones, en las unidades de tanques, en los escuadrones de la
Fuerza Aérea. Ésta es nuestra mayor desventaja. Tenemos que establecer el orden
y la disciplina más estrictos en nuestras fuerzas armadas, si queremos salvar
la situación y defender nuestra Patria. Ya no podemos tolerar más comandantes,
oficiales y comisarios políticos cuyas unidades abandonan voluntariamente sus
posiciones. Ya no podemos tolerar el hecho de que los comandantes, oficiales y comisarios
políticos permitan a los cobardes huir del campo de batalla, que los
instigadores del pánico arrastren a otros soldados en su retirada y abran el paso
al enemigo. Los instigadores del pánico y los cobardes serán exterminados en el
sitio. De ahora en adelante, la ley de disciplina férrea para cada oficial,
soldado y comisario político debe ser “Ni
un paso atrás” sin órdenes superiores. Los comandantes de división,
regimiento, batallón y compañía, así como los comisarios y oficiales políticos
que retrocedan sin órdenes superiores son traidores a la Patria y serán tratados
como traidores a la Patria. Esto es lo que exige nuestra Patria.
El cumplimiento de esta orden significa defender nuestro país, salvar
nuestra Patria, destruir y vencer al odiado enemigo.
Después de su retirada en el invierno ante la presión del Ejército Rojo,
cuando la moral y la disciplina se desplomaron en las tropas alemanas, los
alemanes tomaron estrictas medidas que les dieron buenos resultados. Formaron
100 compañías disciplinarias con los soldados que rompieron la disciplina por cobardía
o vacilación; los enviaron a los sectores más peligrosos del frente y les
ordenaron purgar sus faltas con su sangre. También formaron unos diez
batallones disciplinarios con oficiales que habían roto la disciplina por
cobardía y vacilación, les despojaron sus condecoraciones y les pusieron en sectores
aún más peligrosas del frente para que purguen sus faltas con sangre. Por
último, los alemanes formaron unidades especiales de guardias y las pusieron
detrás de las divisiones poco fiables y les ordenaron ejecutar en el acto a
quienes abandonen sus posiciones sin órdenes superiores o intenten rendirse. Como
sabemos, estas medidas fueron eficaces, y ahora las tropas alemanas luchan
mejor que durante el invierno pasado. Vemos que las tropas alemanas tienen
buena disciplina, pese a que no tienen la elevada misión de proteger a su
Patria, y sólo tienen una meta: conquistar una tierra extraña. Por el
contrario, nuestras tropas, que tienen como su misión la defensa de la Patria
profanada, no tienen esa disciplina y por eso son derrotadas.
¿No deberíamos aprender esta lección de nuestro enemigo, tal como en el
pasado nuestros ancestros aprendieron de sus enemigos y los vencieron? Yo creo
que sí debemos.
EL MANDO SUPREMO DEL EJÉRCITO ROJO ORDENA:
1. Los Consejos Militares de los Frentes y, ante todo, sus comandantes en
jefe deben:
a)
Erradicar resueltamente la
actitud derrotista en las tropas y con mano férrea impedir cualquier propaganda
acerca de que podemos y debemos continuar la retirada hacia el Este, y de que
esta retirada no será perjudicial;
b)
Destituir a los Comandantes
de Ejército que permitan a sus tropas retirarse sin autorización del Comandante
del Frente, y enviarlos a la Stavka para ser sometidos a consejo de guerra;
c)
Crear en cada Frente de 1 a
3 (dependiendo de la situación) batallones disciplinarios (de 800 soldados), a
los que serán enviados los comandantes y oficiales políticos de todas las armas
que hayan infringido la disciplina por cobardía o vacilación. Estos batallones
deberán ser ubicados en los sectores más difíciles de un Frente, dándoles así
una oportunidad para purgar con sangre sus crímenes contra la Patria.
2. Los Consejos Militares de los Ejércitos y, ante todo, sus comandantes en
jefe deben:
a)
Destituir a los comandantes
y comisarios de División y de Cuerpo que permitan a sus tropas retirarse sin
autorización del Comandante de Ejército, y enviarlos a los Consejos Militares
de los Frentes para ser sometidos a consejo de guerra;
b)
Formar de 3 a 5 unidades
(de 200 integrantes) bien armadas de guardias (de bloqueo), y desplegarlas en
la retaguardia de las Divisiones poco fiables para ejecutar en el acto a los
instigadores y a los cobardes en caso de pánico o de retirada caótica, dando
así a soldados leales una oportunidad para cumplir su deber con la Patria;
c)
Formar de 5 a 10
(dependiendo de la situación) compañías disciplinarias (de 150-200 integrantes),
las que serán enviados los alféreces y soldados que han infringido la
disciplina por cobardía o vacilación. Estas unidades deben ser desplegadas en
los sectores más difíciles del Frente, dando a sus soldados una oportunidad para
purgar con sangre sus crímenes contra la Patria.
3. Los Comandantes y Comisarios de División y de Cuerpo deben:
a)
Destituir a los comandantes
y comisarios de batallón y regimiento que permitan a sus tropas retirarse sin autorización
del Comandante de División o de Cuerpo, despojarles sus condecoraciones y
enviarles a los Consejos Militares de los Frentes para ser sometidos a consejo
de guerra;
b)
Proporcionar todo la ayuda
y apoyo posibles a las unidades de guardias (de bloqueo) del Ejército, en su
trabajo de fortalecer la disciplina y el orden en las unidades.
Esta orden debe ser leída en voz alta en todas las compañías, tropas, baterías, escuadrones, equipos y estados mayores.
El Comisario del Pueblo para la Defensa
JOSÉ STALIN
Nota: Traducción de la versión en inglés publicada en la página de Ashland University. Se utilizaron como referencias las traducciones al español de Foro Segunda Guerra Mundial y Halcones Rojos.
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