A diferencia de lo usual, de contar o celebrar la revolución de Octubre en Petrogrado, la cuna de la revolución, en esta oportunidad queremos conmemorar el 96º aniversario de la Gran Revolución Socialista de Octubre, contando una breve historia de la revolución de Octubre en Moscú, en 1917. Reproduciremos, en partes, el folleto del historiador soviético I. Mintz.
Primera entrega
Los días de
Octubre en Moscú
La lucha por el poder en
1917
I. Mintz
(1941)
Las comunicaciones entre Petrogrado y Moscú estuvieron cortadas todo el 24
de octubre de 1917. Nadie sabía lo que estaba pasando en la capital
[Petrogrado]. Fuera, se propalaba toda clase de rumores, cada una más alarmante
y fantástica que la anterior. La gente en las calles, empapada por la lluvia,
se pasaba una a otra las noticias del siniestro decreto del coronel Ryabtsev,
el oficial al mando del Área Militar de Moscú. En respuesta a los rumores de
que “alguien, en algún lugar, está de alguna forma amenazando el Área de Moscú,
en particular la ciudad de Moscú”, el comandante del Área Militar de Moscú
declaraba:
“No se tolerará disturbios ni anarquía. En Moscú, en especial, serán
suprimidos sin piedad por las tropas leales a la revolución y al pueblo. Las
fuerzas a nuestra disposición son bastante adecuadas para este fin.”
Recién en la mañana del 25 de octubre, por
instrucciones del Comité Central del Partido Bolchevique, se realizó una
llamada desde Petrogrado al Soviet de Moscú. Se había programado una reunión conjunta
del Comité Ejecutivo del Soviet de Diputados Obreros de Moscú y el Comité
Ejecutivo del Soviet de Diputados de Soldados de Moscú (en Moscú esos soviets
estaban separados), pero el pleno todavía no se había iniciado. Sólo la fracción
bolchevique se encontraba presente.
Moscú se entera de
la insurrección en Petrogrado
Vedernikov, el comandante de los
Guardias Rojos de Moscú respondió el teléfono y tomó nota del siguiente mensaje
de Petrogrado:
“Anoche, el Comité Militar
Revolucionario ocupó las estaciones de ferrocarriles, el Banco del Estado y las
oficinas de correos y telégrafos. El Palacio de Invierno está siendo tomado en
estos momentos. El gobierno ha sido depuesto. El Congreso de los Soviets se
inicia hoy a las 5 en punto.
“Nogin está yendo para Moscú esta
noche.
“La revolución se ha realizado de una
forma perfectamente pacífica. No se ha derramado ni una sola gota de sangre.
Todas las tropas están del lado del Comité Militar Revolucionario.”
Una vez recibido el mensaje, Vedernikov
se dirigió apresurado del Soviet de Moscú al Hotel Dresden, donde tenía su sede
el Comité de Moscú del Partido Bolchevique. Ahí todavía no se sabía nada de los
acontecimientos en Petrogrado. Se sabía que Petrogrado estaba preparando la
insurrección, y se tenían instrucciones sobre qué hacer en el momento de la
insurrección. Se sabía que el 19 de octubre, las tropas de Kerensky habían aplastado
el Soviet en Kaluga y que el mismo destino amenazaba a otros doce soviets,
incluido el Soviet de Moscú.
Con las impresiones de los sucesos de
Kaluga aún frescas en las mentes, el Comité de Moscú había estado discutiendo
la cuestión de formar centros de combate, pero hasta entonces no se había dicho
nada sobre una acción inmediata. Se había decidido organizar un centro de
combate del Soviet, compuesto de siete personas, y se había ordenado a la fracción
bolchevique que se asegure de que en la reunión conjunta de los Soviets se
apruebe una moción con ese propósito. Después, el Comité de Moscú abordó la
cuestión de crear un centro de combate del Partido, que incluiría a dos
representantes del Comité Regional del Partido, dos del Comité de Moscú, uno
del Comité del Área de Moscú y, además, un representante de los sindicatos y
otro de la Organización Militar del Comité de Moscú del Partido.
Apenas había terminado la discusión sobre
esta cuestión, cuando Vedernikov irrumpió con el mensaje acerca de los sucesos de
Petrogrado.
¿Qué hacer? El centro de combate del
Soviet todavía no se había creado, el pleno de los dos Soviets recién se
reuniría a las 3 de la tarde, y se tenía que pasar a la acción inmediatamente.
El Comité de Moscú del Partido, en consecuencia, emitió las primeras órdenes
necesarias bajo su propio nombre. El mensaje telefónico Nº 1 fue comunicado a
los diferentes distritos:
“En San Petersburgo, la lucha por el
poder ha comenzado. El gobierno está resistiendo. San Petersburgo está en manos
del centro revolucionario. Los Soviets de Diputados de Obreros y de Soldados están tomando medidas. Los destacamentos de combate locales deben
ponerse en disposición sin demora. Sólo se realizarán acciones bajo
instrucciones del centro. Se deben hacer los arreglos para que los miembros del
Comité Ejecutivo estén en funciones día y noche…”
Al mismo tiempo, se envió otro mensaje telefónico
a los destacamentos en bicicleta para que envíen inmediatamente hombres, tres
ametralladoras y un camión al Soviet de Moscú, y además cien ciclistas para
hacer guardia en el Museo Politécnico, donde se iba a realizar la reunión
conjunta de los Soviets que había sido programada.
Vedernikov recibió la siguiente orden
escrita:
“El Comité de Moscú, el Comité regional,
el Comité de Area y la Organización Militar del Comité de Moscú del POSDR
comisiona al camarada Vedernikov… a que adopte las medidas necesarias para que
las tropas revolucionarias ocupen la oficina de telégrafos, la central telefónica
y la oficina de correos, con el fin de resguardarlas.”
Recibidas esas órdenes, Vedernikov se dirigió
rápidamente a los cuarteles del 56º Regimiento. El Cuartel General del
Regimiento y dos batallones se encontraban en el Cuartel Pokrovsky; el 1er.
Batallón y la 8va. Compañía estaban estacionados en el Kremlin; y el resto de
compañías del 2º Batallón estaba en el Distrito Zamoskvorechye.
Los conciliadores
tratan de impedir la acción armada
En el
Cuartel de Regimientos, Vedernikov se encontró con una reunión en curso del
comité del regimiento. Se interrumpió la reunión y Vedernikov informó acerca de
los acontecimientos en Petrogrado. Los oficiales en el comité de regimiento
hablaron contra la acción inmediata y exigieron que se continúe con la reunión.
Pero los miembros de base del comité abandonaron la reunión y corrieron a
despertar a los hombres.
Quince
minutos después, dos compañías –la 11ª y la 13ª– salieran en carrera por las
puertas del cuartel. Los hombres ocuparon la oficina de correos y telégrafos en
la esquina de Myasnitskaya Ulitsa y la avenida, y también la central telefónica
de larga distancia que se encontraba en las cercanías. Una vez hecho esto,
consideraron que la decisión del Comité de Moscú había sido cumplida. No hicieron
el intento de ocupar la central telefónica que estaba a la vuelta de la
esquina, en Milyutinsky Pereulok, que más tarde en la noche fue ocupada por los junkers.
Pero eso no fue todo. En la oficina de correos y telégrafos, se montó guardia
sólo fuera de las instalaciones; nadie ingresó al edificio. Sin nadie que
controlara, los telegrafistas retenían los telegramas de los bolcheviques,
mientras transmitían libremente los de los contrarrevolucionarios.
Mientras los
soldados se dirigían rápidamente a la oficina de telégrafos, las distintas
fracciones de ambos Comités Ejecutivos, incluyendo los bolcheviques, empezaron
a reunirse en el Soviet de Moscú. Los representantes de la fracción elaboraron
un proyecto de resolución sobre la cuestión del poder, a ser presentada en el
pleno. Prácticamente, sin discusión, se aprobó por unanimidad una resolución sobre
la organización de un órgano democrático de poder gubernamental que incluiría a
los representantes de los Soviets, de los Zemstvo, de la Duma municipal, el
estado mayor del ejército del Área, de los obreros postales y ferrocarrileros. Los
representantes del Soviet de Moscú que seguían la línea traidora de Zinoviev y
Kámenev, no protestaron contra la propuesta de formar un gobierno de coalición que
incluía a todos los partidos: desde socialista-revolucionarios hasta
mencheviques.
El pleno del
Soviet de Moscú se inició a las 6 de la tarde en el Museo Politécnico. Se
presentó un informe sobre los sucesos de Petrogrado, después del cual, los
socialista-revolucionarios y los mencheviques hicieron uso de la palabra.
Ellos vociferaban que los bolcheviques tenían información falsa, que las cosas
en Petrogrado estaban lejos de haber terminado. Como prueba citaban la “información
confiable” del coronel Ryabtsev, que en su orden del 25 de octubre había
declarado:
“Circulan
rumores en la ciudad de que la autoridad suprema de gobierno en Petrogrado ha
sido arrestada. De acuerdo a información confiable, disponible en el cuartel
general, esos informes son una completa falsificación y obviamente son de carácter
provocativo.”
Después de
un prologado y estruendoso debate, el pleno rechazó la resolución de los
conciliadores y aprobó la moción de los bolcheviques para organizar el Comité
Militar Revolucionario. Siete personas fueron elegidas para integrar este
Comité: cuatro bolcheviques y tres representantes de los socialista-revolucionarios y mencheviques. Los socialista-revolucionarios, sin embargo,
se negaron a participar en el Comité Militar Revolucionario; los mencheviques
aceptaron hacerlo.
Mientras se
realizaban estos debates en el Soviet y se discutían candidatos, el Alcalde de
la ciudad, el socialista-revolucionario Rudnev, recibió una llamada telefónica de
Petrogrado. La central telefónica de Petrogrado estaba en manos de los
bolcheviques. Un soldado armado estaba detrás de cada operador telefónico. Pero
las telefonistas se las arreglaron para engañar a los inexpertos guardias y
pasaban las llamadas que ellas querían. De esta forma lograron conectar al menchevique
Nikitin, Ministro de Comunicaciones Telegráficas y Postales, que llamaba desde
el Palacio de Invierno, todavía en manos del gobierno, con Rudnev. Nikitin le
dijo a Rudnev que se había presentado un ultimátum al Gobierno Provisional
exigiendo su rendición. Se les había dado veinte minutos para dar su respuesta.
Después de consultar con los Cuarteles Generales, el gobierno había decidido no
dar respuesta. Se le encomendaba a Rudnev organizar un nuevo gobierno, en
caso de que el Gobierno Provisional fuera arrestado. Se pedía a Moscú que
tomara todas las medidas para ayudar a Petrogrado.
Esa noche,
alrededor de las 9, después de su conversación telefónica, Rudnev –que ya se
imaginaba como cabeza del nuevo gobierno– convocó a una reunión de la Duma
municipal. Después de que Rudnev relatara su conversación con Petrogrado, la
Duma escuchó el informe del Cuartel General del Estado Mayor del Área de Moscú.
El coronel Ryabtsev le dijo a la asamblea que el sentimiento entre las tropas
no era el mejor, pero que todavía había esperanza de un apoyo adecuado. A
sugerencia de Rudnev, se eligió un “Comité de Seguridad Pública” para combatir
la insurrección bolchevique. Este comité incluía a miembros de todos los
partidos burgueses, socialista-revolucionarios y mencheviques. Así, los
mencheviques formaban parte tanto del Comité Militar Revolucionario como del “Comité
de Seguridad Pública”.
La primera
cosa que hizo el “Comité de Seguridad Pública” fue enviar telegramas a todas
las Dumas municipales del país solicitando apoyo para el Gobierno Provisional.
Además de
esto, Rudnev, que también era presidente del Comité Central de la Asociación de
Dumas Municipales, propuso que todas las Dumas municipales enviaran
inmediatamente delegados a Moscú con vistas a realizar un Congreso de Representantes
de Duma en Moscú para contrastarlo con el Segundo Congreso de los Soviets en
Petrogrado.
Cerca de la
medianoche, actuando por órdenes de Ryabtsev, los junkers ocuparon las
instalaciones de la Duma Municipal y la Manege; también intentaron ingresar al
Kremlin, pero fueron mantenidos a raya por los soldados en guardia ahí.
El Comité Militar Revolucionario entra en acción
Al mismo
tiempo que el “Comité de Seguridad Pública” empezaba a funcionar, el recién elegido
Comité Militar Revolucionario también entraba en acción. Poco después de la
medianoche, este comité salió del Museo Politécnico y se instaló en la sede del
Soviet de Moscú. Los mencheviques del Comité Militar Revolucionario hicieron
todo lo posible para obstruir su trabajo: hacían interpelaciones interminables,
protestaban contra todas las decisiones, llamaban en todo momento a la Duma
municipal e informaban toda suerte de rumores fantásticos, y, además,
amenazaban constantemente con renunciar. Se perdió mucho tiempo valioso hablándoles
y respondiendo sus interpelaciones. No fue sino hasta muy tarde en la noche que
el Comité Revolucionario finalmente tomó una serie de decisiones. Primero, se
ordenó que todos los Soviets distritales de Moscú eligieran comités
revolucionarios. Tan pronto como estos comités fueran elegidos, debían considerar qué
edificios e instituciones del gobierno en el distrito deberían ser tomados, y
decidir que unidades lo harían. Segundo, ordenó a los soldados del 56º
Regimiento que ocuparan el Banco del Estado. Tercero, cerrar todos los periódicos
burgueses, para lo cual se iba a llamar a destacamentos en bicicleta al Soviet de
Moscú.
También se instruyó
que la Guarnición de Moscú no cumpliera órdenes que no tuvieran la aprobación del
Comité Militar Revolucionario.
El problema
principal que tenía ante sí el Comité Militar Revolucionario concernía a la adquisición
de armas. Las llamadas telefónicas procedentes de varios distritos seguían entrando
preguntando sobre la expedición de armas. Los soldados llegaban al Soviet de
Moscú pidiendo armas. Ryabtsev había desarmado providencialmente y con anticipación la guarnición, y el Comité
de Moscú del Partido Bolchevique no había acopiado ninguna arma.
Alguien
informó que en el arsenal del Kremlin había un abundante suministro de rifles y
ametralladoras. Cinco compañías del 56º Regimiento estaban estacionadas ahí,
pero el Comité Militar Revolucionario decidió enviar tropas adicionales, que
eran leales a la revolución. Eligieron para eso al 193er. Regimiento que estaba
alojado en el Cuartel Jamovniky. Al amanecer, la compañía ingresó al Kremlin,
recibió las armas y apostó centinelas. Luego, se dijo a los Soviets
distritales que enviaran camiones para recoger armas.
Esa misma
noche del 25 de octubre, comenzaron a formarse comités militares revolucionarios
en todos los distritos de Moscú. En el distrito Zamoskvorechye, el Comité
Ejecutivo del Soviet distrital se reunió durante la noche y después de escuchar
el informe sobre los sucesos recientes, creó un Comité Militar Revolucionario
distrital. En el distrito Jamovniky se estableció un comité similar después de
la medianoche.
En la mañana
del 26 de octubre, se eligió un Comité Militar Revolucionario en el distrito
Sushchevsko-Marino. Se formaron comités en los distritos de Presnya, Sokolniky
y Zheleznodorozhny tarde en la noche del 25 de octubre, y en otros distritos, el 26 de octubre.
Corrían
rumores en Moscú de que la insurrección estaba por empezar. La ciudad
guardó silencio. Las calles, que hasta el día anterior estaban atestadas de
gente, estaban empezando a verse desiertas. Las tiendas cerraron. Caía una
llovizna otoñal, fría y gris. Las patrullas de la Guardia Roja aparecieron en
todas las calles.
Pero las
fuerzas contrarrevolucionarias tampoco estaban inactivas. La “impasible y
comercial” Moscú, el hogar de los “reyes del calicó”, los Ryabushinskys,
Guchkovs y Konovalovs, hacía sido puesta desde hace mucho en oposición a la
tempestuosa y revolucionaria Petrogrado. El Gobierno Provisional había estado
preparando transferir su sede a Moscú, que además estaba comparativamente cerca
de la región del Don, de donde se esperaba ayuda cosaca. Kerensky había hecho
varios intentos de traer cosacos de la región del Don hacia Moscú, pero no tuvo
éxito. Cada intento encontraba invariablemente una ola de protesta y tuvo que
ser abandonado. Pero hacia fines de octubre, los contrarrevolucionarios hicieron
intentos más decididos para reforzar Moscú.
Fuente: The October Days in Moscow. The Struggle for the Power in 1917, de I. Mintz, Workers Library Publishers, New York, 1941.
Traducido para "Crítica Marxista-Leninista" por Thiago R.