viernes, 8 de noviembre de 2013

Los día de Octubre en Moscú - Parte 2

A diferencia de lo usual, de contar o celebrar la revolución de Octubre en Petrogrado, la cuna de la revolución, en esta oportunidad queremos conmemorar el 96º aniversario de la Gran Revolución Socialista de Octubre, contando una breve historia de la revolución de Octubre en Moscú, en 1917. Reproduciremos, en partes, el folleto del historiador soviético I. Mintz.


Segunda entrega


La Guardia Roja en Moscú


Los días de Octubre en Moscú
La lucha por el poder en 1917
I. Mintz
(1941)


Las fuerzas de la contrarrevolución se concentran

Como se ha podido establecer a partir de los documentos del Cuartel General y del Cuartel del Estado Mayor del Área Militar de Moscú, Ryabtsev, con la ayuda del Cuartel General, comenzó a unir las fuerzas de la contrarrevolución. Al parecer, el campo de la contrarrevolución tenía conocimiento de la carta de Lenin en la que proponía que la insurrección empezara en Moscú en lugar de Petrogrado, y tomando en cuenta esto, tomaron una serie de medidas. Tan temprano como el 20 de octubre, es decir, al día siguiente de que Zinoviev y Kámenev en carta a la prensa burguesa divulgaran la decisión de los bolcheviques de iniciar la insurrección, fue enviado el siguiente telegrama desde el Cuartel General del Área Militar de Moscú al Cuartel General del Ejército en Moghilev:

“La aprobación por parte del Soviet bolchevique de una resolución acerca de la toma de las fábricas y por consiguiente un esperado decreto sobre la toma de las instituciones estatales y públicas, es cuestión de los próximos días o tal vez incluso de este mismo día. Estamos informados de que Moscú va a ser el centro de la insurrección. Tengo suficientes fuerzas a mi disposición para mantener el orden en Moscú [varias palabras indescifrables – I. M.] …para el Área, en muchos lugares en los que se han programado levantamientos similares. Vuestra ayuda puede ser necesaria, principalmente en la forma de caballería y artillería a caballo. Ya he informado al Ministro de Guerra sobre esto. Comandante en funciones, coronel Kravchuk.”

El general Dujonin, Comandante en Jefe del Ejército, escribió el siguiente memorándum sobre este telegrama:

“Al menos una Brigada, si no una División entera, incluyendo artillería a caballo, debe alistarse para salir.”

Como se reveló después, la artillería a caballo iba a llegar a Moscú el 28 de octubre, mientras que la Brigada entera se esperaba que llegara no más tarde que el 30.

             Pero los sucesos en Moscú se sucedían a tal ritmo que era imposible esperar. Se recibieron, de Petrogrado, las noticias de la caída del Palacio de Invierno y de la fuga de Kerensky. Durante esos días no llegaron más novedades del Cuartel General. Moscú ya se había levantado, y las fuerzas disponibles eran obviamente insuficientes para hacer frente a la situación. Ryabtsev no podía confiar en las tropas: ellos apoyaban a los bolcheviques, y lo más que pudo hacer Ryabtsev fue desarmar la guarnición. Las fuerzas contrarrevolucionarias en Moscú consistían principalmente de junkers y oficiales. Había dos escuelas militares en Moscú, seis escuelas de oficiales y una serie de Cuerpos de Cadetes, de los cuales se podían formar fuerzas de combate con los que estaban a punto de graduarse. Todos ellos eran hombres bien entrenados en el arte de la guerra y estaban muy bien equipados. Además de eso, Ryabtsev también depositaba su esperanza en la llamada “Guardia Interna” que comprendía oficiales, estudiantes y empleados de oficina. Más tarde, esta guardia con frecuencia lucharía contra los trabajadores. Finalmente, había una pequeña unidad de Cosacos estacionada en Nizhniye Kotly.
 
            En total, Ryabtsev podía contar con aproximadamente 20 mil hombres. Temprano en la mañana del 26 de octubre, estableció un cordón alrededor del Kremlin, pero temía que las tropas revolucionarias rompieran sin dificultad este cordón de junkers. Inseguro de su propia fuerza, el coronel enviaba un alarmante telegrama tras otro al Cuartel General pidiendo que le enviaran refuerzos. Ryabtsev también trató de ponerse en contacto con el frente sudoccidental, rogando que le enviaran caballería y, si fuera posible, unidades de artillería. Pasó toda la mañana del 26 de octubre en un esfuerzo febril por asegurarse fuerzas armadas. De repente, en la tarde, recibió una llamada telefónica del Comité Militar Revolucionario. Parecía que los junkers que habían formado el cordón alrededor del Kremlin habían detenido los camiones que transportaban armas a los diferentes distritos y habían cerrado todo acceso al Kremlin. Cuando supo de esto, el Comité Militar Revolucionario telefoneó a Ryabtsev para protestar contra esta acción. Ryabtsev desesperado por cualquier excusa para posponer el enfrentamiento, sugirió que el comité enviara una delegación para discutir el asunto.

            Cerca de las cuatro de la tarde, el Comité Militar Revolucionario que era llamado Comité Central para distinguirlo de los comités distritales, envió un mensaje telefónico a los distritos ordenándoles que se abstuvieran de realizar cualquier acción por el momento.
 
            Nogin, que recién había llegado de Petrogrado,fue al Kremlin a ver a Ryabtsev, seguido después por otros representantes del Comité Militar Revolucionario. Ryabtsev exigió que los bolcheviques retiraran del Kremlin la Compañía de; 193er. Regimiento. Por su parte, los representantes del Comité Militar Revolucionario demandaron que Ryabtsev retirara a los junkers. Prometiendo hacerlo, Ryabtsev ganó su punto y la Compañía del 193er. Regimiento fue retirado del Krmelin. Por orden del Comité Militar Revolucionario, la compañía fue enviada de regreso al Cuartel Jamovniky.

            Ryabtsev, sin embargo, no tenía intención de cumplir; su único objetivo era ganar tiempo. En la noche del 26 de octubre, en la reunión de la Duma municipal, fue autorizado por el “Comité de Seguridad Pública” a iniciar operaciones militares a la primera oportunidad.

Los capituladores siguen obstruyendo la insurrección armada

Al Soviet llegaban, una tras otra, noticias alarmantes: el enemigo estaba preparando, reuniendo más y más unidades junkers. ¿Qué se debe hacer? ¿Se deben continuar las negociaciones o cortarlas? En la noche del 26 de octubre, una reunión especial de los Comités Regional y de la ciudad de Moscú decidió categóricamente suspender todas las negociaciones. El centro de combate emitió la orden para una acción resuelta. Sin embargo, algunos miembros de la dirección estuvieron en desacuerdo con esta decisión y exigieron que sea reconsiderado. Varios miembros del Comité Militar Revolucionario y del Centro del Partido se opusieron al levantamiento y apoyaron la política traidora de los capituladores, Zinoviev y Kámenev. Entre los que se opusieron estaban también una serie de trotskistas, que habían probado ser enemigos del pueblo. En la mañana del 27 de octubre hubo una reunión conjunta de los miembros del Centro del Partido y los miembros bolcheviques del Comité Militar Revolucionario que estaban en el lugar. Por una mayoría de 9 a 5 se decidió hacer otro intento de llegar a un acuerdo con Ryabtsev. Así, en la misma mañana del 27 de octubre, se reiniciaron las negociaciones.

            Las noticias de las negociaciones con los junkers provocaron descontento y, en algunos casos, una abierta indignación en los sectores de la clase obrera de la ciudad: se había reunido armas en todas partes con una prisa febril, se había almacenado suministros de alimentos y se habían formado destacamentos de Guardias Rojos; los obreros estaban ansiosos por combatir, y súbitamente, en el medio de todo esto ¡negociaciones! Por iniciativa propia, varios comités distritales enviaron delegaciones a los cuarteles para hablar con los soldados y saber lo que ellos pensaban. Los soldados recibieron a los delegados con entusiasmo. En todas partes de la ciudad, los soldados marchaban por las calles sin sus oficiales y frecuentemente sin sus armas.

“¿A dónde van?, preguntaban los transeúntes con alarma.
“¡Al Soviet!”
 
            A través de sus informantes mencheviques, Ryabtsev estaba informado de las diferencias en el Comité Militar Revolucionario. Las vacilaciones entre los líderes de la insurrección le llevaban a aumentar sus exigencias. Ya no estaba satisfecho sólo con el retiro de la Compañía del 193er. Regimiento, ahora exigía que también se retiraran del Kremlin los soldados del 56º Regimiento y que fueran reemplazados por junkers.

            Todo el día 27 de octubre, los delegados estuvieron corriendo de ida y vuelta entre el Kremlin y el “Comité de Seguridad Pública”, de un lado, y el Soviet de Moscú del otro. Primero llegaban los mencheviques, luego los socialista-revolucionarios de “izquierda”. Los socialista-revolucionarios y los mencheviques, los centristas de la revolución, presentaban un plan tras otro para lograr la “reconciliación”, cuando de hecho querían asegurar la capitulación completa de las fuerzas revolucionarias. 

Bajo la cobertura de las negociaciones, Ryabtsev seguía su propio camino. Ordenó que todos los oficiales de permiso en Moscú fueran registrados, llamó a fuerzas de otras partes de la región y estableció contacto con el Cuartel General. Este último le informó que Kerensky y sus tropas estaban marchando hacia Petrogrado y que Gatchina ya había sido tomada. Ese mismo día una estación de radio inglesa anunciaba que 200,000 hombres estaban concentrados cerca de Petrogrado bajo el mando de Kerensky. El Cuartel General agregó que las tropas de Kerensky ya se dirigían a Tsarskoye Selo, a doce millas de Petrogrado. Parecía como si estuvieran en la capital. Más aún, el Cuartel general confirmó que las tropas arribarían a Moscú temprano en la mañana del 28 de octubre. Al recibir esta información, Ryabtsev hizo un giro. En la noche del 27 de octubre, le presentó a Nogin el siguiente ultimátum para el Comité Militar Revolucionario: el Comité Militar Revolucionario debe interrumpir inmediatamente toda operación militar de cualquier tipo, disolver sus fuerzas y presentarse ante una corte para ser procesados. Al transmitir el ultimátum desde un teléfono de la Duma municipal, Nogin sintió que era demasiado embarazoso siquiera mencionar este último punto. 

            El ultimátum tuvo el efecto de un balde de agua fría sobre los miembros del Comité Militar Revolucionario. Los abogados de la negociación desaparecieron temporalmente. Con una gran pérdida de tiempo, el centro de combate empezó a reunir sus fuerzas en el Soviet de Moscú.

            Los automóviles zumbaban a través de la oscuridad y la lluvia en las calles desiertas dirigiéndose a los cuarteles. Los miembros del Comité Militar Revolucionario despertaron a los descalzos y semidesnudos soldados que estaban profundamente dormidos. Luego dieron un breve y vehemente discurso. En respuesta, retumbaron las voces: 

“¡A las armas!” 

            Los primeros en ser llamados al Soviet de Moscú fueron los “hombres de Dvinsk”. Este era el nombre que se dio a los soldados bolcheviques que habían sido arrestados por agitación bolchevique en el frente occidental durante la manifestación de julio, después de su supresión. Cerca de mil soldados fueron confinados en la prisión de Dvinsk. De Dvinsk fueron transferidos a la prisión Butyrka en Moscú. Los soldados habían exigido un juicio, pero parecía que los registros de sus casos se habían perdido, como resultado de ello 860 hombres estaban en prisión sin que se les haya acusado definitivamente. El Comité de Moscú del Partido Bolchevique había iniciado una campaña entre los obreros de Moscú y la Guarnición, por la liberación de los “hombres de Dvinsk”. La presión de las masas forzó a las autoridades a liberar a 600 soldados, y, después, durante los días de las batallas de Octubre, los demás “hombres de Dvinsk” fueron también liberados. La mayoría de los “hombres de Dvinsk” fueron alojados en el distrito Zamoskvorechye. 

            Llamados por el Soviet de Moscú, los “hombres de Dvinsk” estaban pasando por la Plaza Roja, en la noche del 27 de octubre, cuando fueron parados por un destacamento de junkers. 

“¿A dónde van?”, interrogó el coronel a cargo.
“Al Soviet de Moscú. A nuestro turno de guardia.”
“Nosotros mismos estamos vigilando el centro”, les dijo el coronel y les ordenó que entregaran sus armas. 

            Al negarse los soldados a obedecer, el coronel sacó su revólver y disparó a quemarropa a Sapunov, el comandante de los “hombres de Dvinsk”, matándolo en el acto. Pero los “hombres de Dvinsk” no entraron en pánico, se lanzaron contra los junkers con sus bayonetas y, llevándose sus heridos, se abrieron paso hacia el Soviet de Moscú. 

            Esa noche, los junkers abrieron fuego sobre el sitiado Kremlin. Sus nidos de ametralladoras estaban ubicados en la arcada opuesta a la muralla del Kremlin en la Plaza Roja. Desde las murallas del Kremlin, los soldados del 56º Regimiento respondieron el fuego. Para entonces el crepitar de las armas de fuego se oía en todo Moscú. La guerra estaba en marcha.
 
 
 
Fuente: The October Days in Moscow. The Struggle for the Power in 1917, de I. Mintz, Workers Library Publishers, New York, 1941.
 
Traducido para "Crítica Marxista-Leninista" por Thiago R