A diferencia de lo usual, de contar o celebrar la revolución de Octubre en Petrogrado, la cuna de la revolución, en esta oportunidad queremos conmemorar el 96º aniversario de la Gran Revolución Socialista de Octubre, contando una breve historia de la revolución de Octubre en Moscú, en 1917. Reproduciremos, en partes, el folleto del historiador soviético I. Mintz.
Segunda entrega
La Guardia Roja en Moscú |
Los días de
Octubre en Moscú
La lucha por el poder en
1917
I. Mintz
(1941)
Las fuerzas de la contrarrevolución se concentran
Como se ha
podido establecer a partir de los documentos del Cuartel General y del Cuartel
del Estado Mayor del Área Militar de Moscú, Ryabtsev, con la ayuda del Cuartel
General, comenzó a unir las fuerzas de la contrarrevolución. Al parecer, el
campo de la contrarrevolución tenía conocimiento de la carta de Lenin en la que
proponía que la insurrección empezara en Moscú en lugar de Petrogrado, y
tomando en cuenta esto, tomaron una serie de medidas. Tan temprano como el 20
de octubre, es decir, al día siguiente de que Zinoviev y Kámenev en carta a la
prensa burguesa divulgaran la decisión de los bolcheviques de iniciar la
insurrección, fue enviado el siguiente telegrama desde el Cuartel General del Área
Militar de Moscú al Cuartel General del Ejército en Moghilev:
“La aprobación
por parte del Soviet bolchevique de una resolución acerca de la toma de las
fábricas y por consiguiente un esperado decreto sobre la toma de las
instituciones estatales y públicas, es cuestión de los próximos días o tal vez
incluso de este mismo día. Estamos informados de que Moscú va a ser el centro
de la insurrección. Tengo suficientes fuerzas a mi disposición para mantener el
orden en Moscú [varias palabras indescifrables – I. M.] …para el Área, en muchos lugares en los que se han
programado levantamientos similares. Vuestra ayuda puede ser necesaria,
principalmente en la forma de caballería y artillería a caballo. Ya he
informado al Ministro de Guerra sobre esto. Comandante en funciones, coronel
Kravchuk.”
El
general Dujonin, Comandante en Jefe del Ejército, escribió el siguiente memorándum
sobre este telegrama:
“Al
menos una Brigada, si no una División entera, incluyendo artillería a caballo,
debe alistarse para salir.”
Como
se reveló después, la artillería a caballo iba a llegar a Moscú el 28 de
octubre, mientras que la Brigada entera se esperaba que llegara no más tarde
que el 30.
En total, Ryabtsev podía contar con
aproximadamente 20 mil hombres. Temprano en la mañana del 26 de octubre, estableció
un cordón alrededor del Kremlin, pero temía que las tropas revolucionarias
rompieran sin dificultad este cordón de junkers. Inseguro de su propia fuerza,
el coronel enviaba un alarmante telegrama tras otro al Cuartel General pidiendo
que le enviaran refuerzos. Ryabtsev también trató de ponerse en contacto con el
frente sudoccidental, rogando que le enviaran caballería y, si fuera posible,
unidades de artillería. Pasó toda la mañana del 26 de octubre en un esfuerzo
febril por asegurarse fuerzas armadas. De repente, en la tarde, recibió una
llamada telefónica del Comité Militar Revolucionario. Parecía que los junkers
que habían formado el cordón alrededor del Kremlin habían detenido los camiones
que transportaban armas a los diferentes distritos y habían cerrado todo acceso
al Kremlin. Cuando supo de esto, el Comité Militar Revolucionario telefoneó a
Ryabtsev para protestar contra esta acción. Ryabtsev desesperado por cualquier
excusa para posponer el enfrentamiento, sugirió que el comité enviara una delegación
para discutir el asunto.
Cerca de las cuatro de la tarde, el
Comité Militar Revolucionario que era llamado Comité Central para distinguirlo
de los comités distritales, envió un mensaje telefónico a los distritos ordenándoles
que se abstuvieran de realizar cualquier acción por el momento.
Nogin, que recién había llegado de
Petrogrado,fue al Kremlin a ver a Ryabtsev, seguido después por otros
representantes del Comité Militar Revolucionario. Ryabtsev exigió que los
bolcheviques retiraran del Kremlin la Compañía de; 193er. Regimiento. Por su
parte, los representantes del Comité Militar Revolucionario demandaron que
Ryabtsev retirara a los junkers. Prometiendo hacerlo, Ryabtsev ganó su punto y
la Compañía del 193er. Regimiento fue retirado del Krmelin. Por orden del
Comité Militar Revolucionario, la compañía fue enviada de regreso al Cuartel
Jamovniky.
Ryabtsev, sin embargo, no tenía
intención de cumplir; su único objetivo era ganar tiempo. En la noche del 26 de
octubre, en la reunión de la Duma municipal, fue autorizado por el “Comité de
Seguridad Pública” a iniciar operaciones militares a la primera oportunidad.
Los capituladores siguen obstruyendo la insurrección armada
Al
Soviet llegaban, una tras otra, noticias alarmantes: el enemigo estaba
preparando, reuniendo más y más unidades junkers. ¿Qué se debe hacer? ¿Se deben
continuar las negociaciones o cortarlas? En la noche del 26 de octubre, una reunión
especial de los Comités Regional y de la ciudad de Moscú decidió categóricamente
suspender todas las negociaciones. El centro de combate emitió la orden para
una acción resuelta. Sin embargo, algunos miembros de la dirección estuvieron
en desacuerdo con esta decisión y exigieron que sea reconsiderado. Varios
miembros del Comité Militar Revolucionario y del Centro del Partido se
opusieron al levantamiento y apoyaron la política traidora de los
capituladores, Zinoviev y Kámenev. Entre los que se opusieron estaban también una
serie de trotskistas, que habían probado ser enemigos del pueblo. En la mañana
del 27 de octubre hubo una reunión conjunta de los miembros del Centro del
Partido y los miembros bolcheviques del Comité Militar Revolucionario que
estaban en el lugar. Por una mayoría de 9 a 5 se decidió hacer otro intento de
llegar a un acuerdo con Ryabtsev. Así, en la misma mañana del 27 de octubre, se
reiniciaron las negociaciones.
Las noticias de las negociaciones
con los junkers provocaron descontento y, en algunos casos, una abierta indignación
en los sectores de la clase obrera de la ciudad: se había reunido armas en
todas partes con una prisa febril, se había almacenado suministros de alimentos
y se habían formado destacamentos de Guardias Rojos; los obreros estaban
ansiosos por combatir, y súbitamente, en el medio de todo esto ¡negociaciones!
Por iniciativa propia, varios comités distritales enviaron delegaciones a los
cuarteles para hablar con los soldados y saber lo que ellos pensaban. Los
soldados recibieron a los delegados con entusiasmo. En todas partes de la
ciudad, los soldados marchaban por las calles sin sus oficiales y
frecuentemente sin sus armas.
“¿A
dónde van?, preguntaban los transeúntes con alarma.
“¡Al
Soviet!”
A través de sus informantes
mencheviques, Ryabtsev estaba informado de las diferencias en el Comité Militar
Revolucionario. Las vacilaciones entre los líderes de la insurrección le
llevaban a aumentar sus exigencias. Ya no estaba satisfecho sólo con el retiro
de la Compañía del 193er. Regimiento, ahora exigía que también se retiraran del
Kremlin los soldados del 56º Regimiento y que fueran reemplazados por junkers.
Todo el día 27 de octubre, los
delegados estuvieron corriendo de ida y vuelta entre el Kremlin y el “Comité de
Seguridad Pública”, de un lado, y el Soviet de Moscú del otro. Primero llegaban
los mencheviques, luego los socialista-revolucionarios de “izquierda”. Los
socialista-revolucionarios y los mencheviques, los centristas de la revolución,
presentaban un plan tras otro para lograr la “reconciliación”, cuando de hecho querían
asegurar la capitulación completa de las fuerzas revolucionarias.
Bajo
la cobertura de las negociaciones, Ryabtsev seguía su propio camino. Ordenó que
todos los oficiales de permiso en Moscú fueran registrados, llamó a fuerzas de
otras partes de la región y estableció contacto con el Cuartel General. Este
último le informó que Kerensky y sus tropas estaban marchando hacia Petrogrado
y que Gatchina ya había sido tomada. Ese mismo día una estación de radio
inglesa anunciaba que 200,000 hombres estaban concentrados cerca de Petrogrado
bajo el mando de Kerensky. El Cuartel General agregó que las tropas de Kerensky
ya se dirigían a Tsarskoye Selo, a doce millas de Petrogrado. Parecía como si
estuvieran en la capital. Más aún, el Cuartel general confirmó que las tropas arribarían
a Moscú temprano en la mañana del 28 de octubre. Al recibir esta información,
Ryabtsev hizo un giro. En la noche del 27 de octubre, le presentó a Nogin el
siguiente ultimátum para el Comité Militar Revolucionario: el Comité Militar
Revolucionario debe interrumpir inmediatamente toda operación militar de
cualquier tipo, disolver sus fuerzas y presentarse ante una corte para ser
procesados. Al transmitir el ultimátum desde un teléfono de la Duma municipal,
Nogin sintió que era demasiado embarazoso siquiera mencionar este último punto.
El ultimátum tuvo el efecto de un
balde de agua fría sobre los miembros del Comité Militar Revolucionario. Los
abogados de la negociación desaparecieron temporalmente. Con una gran pérdida
de tiempo, el centro de combate empezó a reunir sus fuerzas en el Soviet de
Moscú.
Los automóviles zumbaban a través de
la oscuridad y la lluvia en las calles desiertas dirigiéndose a los cuarteles.
Los miembros del Comité Militar Revolucionario despertaron a los descalzos y
semidesnudos soldados que estaban profundamente dormidos. Luego dieron un breve
y vehemente discurso. En respuesta, retumbaron las voces:
“¡A
las armas!”
Los primeros en ser llamados al
Soviet de Moscú fueron los “hombres de Dvinsk”. Este era el nombre que se dio a
los soldados bolcheviques que habían sido arrestados por agitación bolchevique
en el frente occidental durante la manifestación de julio, después de su supresión.
Cerca de mil soldados fueron confinados en la prisión de Dvinsk. De Dvinsk
fueron transferidos a la prisión Butyrka en Moscú. Los soldados habían exigido
un juicio, pero parecía que los registros de sus casos se habían perdido, como
resultado de ello 860 hombres estaban en prisión sin que se les haya acusado
definitivamente. El Comité de Moscú del Partido Bolchevique había iniciado una
campaña entre los obreros de Moscú y la Guarnición, por la liberación de los “hombres
de Dvinsk”. La presión de las masas forzó a las autoridades a liberar a 600
soldados, y, después, durante los días de las batallas de Octubre, los demás “hombres
de Dvinsk” fueron también liberados. La mayoría de los “hombres de Dvinsk”
fueron alojados en el distrito Zamoskvorechye.
Llamados por el Soviet de Moscú, los
“hombres de Dvinsk” estaban pasando por la Plaza Roja, en la noche del 27 de
octubre, cuando fueron parados por un destacamento de junkers.
“¿A
dónde van?”, interrogó el coronel a cargo.
“Al
Soviet de Moscú. A nuestro turno de guardia.”
“Nosotros
mismos estamos vigilando el centro”, les dijo el coronel y les ordenó que
entregaran sus armas.
Al negarse los soldados a obedecer,
el coronel sacó su revólver y disparó a quemarropa a Sapunov, el comandante de
los “hombres de Dvinsk”, matándolo en el acto. Pero los “hombres de Dvinsk” no
entraron en pánico, se lanzaron contra los junkers con sus bayonetas y, llevándose
sus heridos, se abrieron paso hacia el Soviet de Moscú.
Esa noche, los junkers abrieron
fuego sobre el sitiado Kremlin. Sus nidos de ametralladoras estaban ubicados en
la arcada opuesta a la muralla del Kremlin en la Plaza Roja. Desde las murallas
del Kremlin, los soldados del 56º Regimiento respondieron el fuego. Para
entonces el crepitar de las armas de fuego se oía en todo Moscú. La guerra estaba
en marcha.
Fuente: The October Days in Moscow. The Struggle for the Power in 1917, de I. Mintz, Workers Library Publishers, New York, 1941.
Traducido para "Crítica Marxista-Leninista" por Thiago R