La Revolución Cultural es la fase más importante para entender la revolución china, su etapa democrática y su fallida etapa socialista. En 1969, a pocos meses de realizarse el IX Congreso del PCCh, el "congreso de los vencedores", se agudizaron las contradicciones entre las dos fuerzas de la izquierda del PCCh: la fracción de Mao y la fracción de Lin Biao, llegando a su punto de ruptura en setiembre de 1971, con los sucesos que condujeron a la muerte de Lin Biao.
Lo que sigue es la versión de los seguidores de la "banda de los 4", escrita por el maoísta norteamericano Raymond Lotta del Partido Comunista Revolucionario de los EEUU; fue publicada en 1978 y sigue la versión oficial que se dio poco después del "Incidente del 13 de setiembre". Mucho de lo que el autor atribuye a Lin Biao no tiene base en los hechos y documentos que se han publicado hasta el presente.
Lotta le atribuye los excesos de la GRCP y el uso de las masas con fines políticos a Lin Biao, cuando esa responsabilidad es sin duda compartida con Mao y el grupo de los 4. Asimismo, es Mao quien recurre a Lin Biao y por ende a las fuerzas armadas para hacer frente a los mandos militares que se le oponían. Con la anuencia de Mao los seguidores de Lin Biao fueron promovidos a los más altos cargos de las fuerzas armadas, del Estado y el partido. Fue Mao quien llamó a "aprender el Ejército Popular de Liberación" de Lin Biao, poniéndolo como modelo de organización y de dirección. La importancia del ejército en la vida política y social se vio reforzada con la destrucción del PCCh, con la eliminación de sus comités regionales y locales y del virtual cese de funciones del Comité Central. Sólo quedó activo el Comité Permanente del Buró Político que, a su vez, se encontraba prácticamente subordinado al Grupo Central de la Revolución Cultural (organismo que no era parte del PCCh) que respondía a la dirección personal de Mao. La función de control y organización efectivas de los miembros del partido y las masas quedaron en manos de las unidades militares. Sólo después de la "victoria", Mao decidió reducir la participación de las fuerzas armadas, dado que sus cuadros eran mayoritariamente seguidores de Lin Biao, a quien ya veía como una amenaza
Por otro lado, no existe evidencia de que Lin Biao buscara la reconciliación con los revisionistas soviéticos y con la URSS brezhnevista. La razón del vuelo al norte (la URSS) del avión que lo llevó a la muerte, hay que buscarla en otro lado. No están del todo claras las discrepancias en cuanto a la política exterior entre la fracción de Lin Biao y las fracciones de Mao y los derechistas, particularmente en lo referente al acercamiento a los Estados Unidos.
En el primer párrafo Lotta dice que Lin Biao "había logrado proclamarse como el sucesor oficial de Mao". Lo cierto es que en el XII Pleno del VIII Comité Central, cuando se discutía el proyecto de nuevos estatutos que incorporaba la mención de Lin Biao como sucesor, éste manifestó su desacuerdo con esa enmienda. Fueron los "maoístas" los principales impulsores de esa proclamación.
Al igual que la mayoría de maoístas, Lotta sobreestima el papel de Zhou Enlai, para eximir a Mao Zedong de la responabilidad de muchas decisiones. Por ejemplo, fue Mao el que protegió a Deng Xiaoping, "el seguidor Nº 2 del camino capitalista en el partido", que nunca fue expulsado del partido, y fue Mao el que lo rescató del anonimato para reincorporarlo en 1973 a la dirección del partido y del Estado. También fue Mao personalmente quien protegió a los mariscales involucrados en la "contracorriente de febrero" de 1967, contra la GRCP. Esos mismos mariscales derechistas serían nombrados por Mao como su grupo personal de asesores en lo tocante a asuntos internacionales y militares en los prolegómenos del restablecimiento de relaciones con Estados Unidos. Se puede documentar que las acciones y declaraciones de Zhou Enlai casi siempre tuvieron la aprobación de Mao y actuaba directamente en su nombre y representación. Eso no excluye que Zhou fuera un hombre de derecha. La estrecha relación entre el Presidente y el Primer Ministro -como era conocido en China-, es algo que sólo puede ser explicado por la coexistencia de fracciones con líneas propias en el seno del PCCh a lo largo de su historia.
El asunto
Lin Piao
Raymond Lotta
En 1969, por la época en que Mao habló una vez más sobre la necesidad de
continuar la revolución, estaba comenzando a tomar forma una importante lucha
contra Lin Piao, Ministro de Defensa y Vicepresidente del Partido, quien había
logrado proclamarse como el sucesor oficial de Mao. Liu Shao-chi había
encabezado una burocracia incrustada que fue severamente perseguida y combatida
mediante el levantamiento político de la Revolución Cultural. Esencialmente,
Lin Piao aprovechó esta conmoción para llenar el vacío creado por la crítica y
la destitución de muchos cuadros y funcionarios y el desmantelamiento de viejas
organizaciones de masas. La base del poder de Lin Piao era principalmente el
ejército y él buscaba llenar estos puestos vacantes con sus hombres. El primer
choque importante con Lin ocurrió sobre el borrador de un Informe Político que
él y sus fuerzas prepararon para el IX Congreso del Partido en 1969 planteando
básicamente que la Revolución Cultural había logrado sus objetivos y que ahora
era tiempo de impulsar la economía. Lin había animado levantamientos donde
había otros que se le atravesaban en el camino y había empujado el revisionismo
donde él tenía su gente en posición. Utilizó a las masas como grupo de presión
para sus propios fines pero no vaciló en apretarles las clavijas cuando él
había logrado esos fines.
Lin fue fuertemente criticado por Mao, y se debió reescribir el Informe
para hacer énfasis en la continua importancia y el alcance de la Revolución
Cultural. Vale la pena anotar que en el período 1969-71 se lograron tasas
récord de aumento de la producción industrial bajo la línea de Mao de “empeñarse en la revolución, promover
la producción”. Este principio significa que la política
debe estar al mando de la economía y que sólo despertando el activismo
consciente de las masas es posible realmente desencadenar las fuerzas
productivas y transformar el mundo de acuerdo con los intereses de la clase
obrera. Por ejemplo, las normas y regulaciones que confinan a los obreros a un
puesto u oficio y que convierte a la innovación técnica o a la administración
en prerrogativa de unos pocos selectos pone trabas al desarrollo de las fuerzas
productivas porque apagan la iniciativa y el activismo de las masas e incluso
promueve el antagonismo entre ellas, por ejemplo conflictos sobre la
utilización de la maquinaria. Hay trabas que deben derribarse, pero esto sólo
puede hacerse por medio de la movilización de las masas precisamente porque
tales trabas representan la continuación de la influencia de la burguesía.
A medida que se desarrolló la lucha, Lin siguió insistiendo en un mayor
grado de participación del ejército en dirigir a China. Mao estaba tratando de
restarle énfasis al papel del ejército y establecer el papel dirigente del
Partido sobre la base de su reconstrucción. Con el aumento de las presiones en
la frontera soviética y los serios enfrentamientos que ocurrieron en abril de
1969, Lin promovió la reconciliación con la Unión Soviética y el contar con
ella por el armamento pesado. Mao reconoció que la reconciliación con los
soviéticos no era más que capitulación. Lin también se opuso a cualquier tipo
de rehabilitación de cuadros y funcionarios que habían sido criticados durante
la Revolución Cultural ya que era un completo insulto a sus ambiciones de tener
al ejército y a su gente en general dominando y monopolizando los sectores
vitales.
Las ansias de poder y el engaño de Lin no eran resultado de alguna especie
de megalomanía. Estos métodos surgieron de una línea política –una línea revisionista–
de no confiar en las masas para cambiar el mundo. En el II Pleno de IX Comité
Central celebrado en el verano de 1970, las fuerzas de Lin estaban ondeando
furiosamente la bandera roja para oponerse a la bandera roja –alabando el “genio”
de Mao para convertirlo en un icono inocuo mientras ellos planeaban instalarse
en diversos puestos. Lin por entonces había estado atacando abiertamente muchos
de los logros y transformaciones de la Revolución Cultural, tachando la
participación de los cuadros en el trabajo productivo como “reforma del trabajo
forzado” y declarando que la política de enviar jóvenes al campo no era más que
“desempleo disfrazado”. Según Lin la economía estaba naufragando sin esperanzas
y las masas ya habían sufrido suficiente. Lo que ellas no necesitaban y en lo
que no estaban interesadas era en más política, lo único que les interesaba era
comida en la mesa y madera para sus chimeneas. Fue un descarado intento de
aprovechar y estimular el descontento y el resentimiento entre un sector de los
jóvenes, especialmente los de mayor nivel de educación, los cuadros, y gente
atrasada de entre las masas, y por atacar estas nuevas cosas debido a que ellas
iban contra su programa revisionista.
Cada vez más desenmascarado y aislado, Lin se vio obligado a intentar un
golpe [putsch] militar en septiembre de 1971. El asunto Lin Piao fue un asunto
traumático para China. Ocurrió en un momento en el que se estaban haciendo
intentos por consolidar buena parte de lo que se había ganado mediante la Revolución
Cultural, cuando la amenaza soviética había crecido peligrosamente, y cuando el
ala derechista que estaba bajo ataque comenzaba a recuperarse de los
estremecedores golpes de los años iniciales de la Revolución Cultural y estaba
reagrupándose y lanzando un contraataque. Además, el intento de golpe y el
hecho de que su principal figura era el hombre que había sido designado sucesor
de Mao, causó gran angustia entre las masas populares. Esto desestabilizó las
cosas, particularmente dentro del ejército, y también suscitó interrogantes
sobre la Revolución Cultural ya que Lin había estado estrechamente asociado con
ésta.
Con eso surgió la necesidad de reorganizar el ejército y defender la
Revolución Cultural. Sin embargo, la situación le dio una brecha a la Derecha,
la que rápidamente aprovechó la oportunidad a nombre de lograr el orden y la
estabilidad. Para Mao la tarea era apuntalar al Partido y al ejército y luchar
contra la influencia de Lin Piao, y seguir basándose en las transformaciones
logradas por la Revolución Cultural. Sin embargo al mismo tiempo mucha gente
que anteriormente había estado de acuerdo con la Revolución Cultural, a nombre
de oponerse a Lin Piao, combatieron cada vez más a la Revolución Cultural.
La lucha contra Lin Piao en el período que comenzó a fines de 1968 y se
intensificó en 1969 reunió temporalmente a dos fuerzas dentro del Partido
Comunista de China. Estaba la Izquierda encabezada por Mao, teniendo como su
base a dirigentes de la Revolución Cultural. La otra fuerza era la vieja
guardia de dentro del centro del Partido, el Consejo de Estado y las jerarquías
militares regionales y centrales, que seguían siendo un sector del Partido
influyente y numéricamente poderoso. Estos estaban agrupados alrededor de Chou
En-lai. La Revolución Cultural había desenmascarado y removido a Liu Shao-chi y
los líderes cercanos a él. Miles de cuadros habían sido criticados y derrocados
en el curso de la lucha contra Liu. Pero había muchos en el Partido quienes, si
bien defendían básicamente las políticas de Liu, no estaban directamente en su
campo y habían escapado a algunas de las más severas críticas. Otros estaban de
acuerdo con la Revolución Cultural pero lo estuvieron con el fin de salvar su
pellejo, si bien nunca aceptaron realmente sus principios básicos.
Muchos que se opusieron o que estaban al menos sin entusiasmo en su apoyo a
la Revolución Cultural, particularmente dentro del Consejo de Estado, eran
protegidos por Chou En-lai. Esto incluía a gente como Li Sien-nien, Yu Chiu-li
(los cuales hacía tiempo estaban involucrados en planificación y finanzas y
periódicamente fueron asociados con Liu Shao-chi y sus lugartenientes en estos
campos) y otros. Tal “protección” no era errónea en todos los casos, pero en
algunos sí definitivamente lo era.
El mismo Chou estaba de acuerdo con la Revolución Cultural –después de un
punto y hasta cierto punto. Hubo un rasgo democrático-burgués en toda su
carrera que explica el hecho de que su papel general en la revolución Cultural
fue negativo. Chou era una fuerza principal entre los cuadros veteranos para
quienes el supremo logro de la lucha del pueblo chino sería la construcción del
país en un Estado moderno. Cuando los terratenientes feudales y los
imperialistas extranjeros obstruyeron esto ellos los combatieron, y algunas
veces valientemente. Pero una vez tomado el Poder ellos tendieron a considerar
la lucha política como ya realizada y finalizada y buscaron poner el desarrollo
económico por encima de todo lo demás. Esto sólo podría significar desarrollo
económico burgués ya que sus esquemas se basaban en tecnología extranjera, los
expertos al mando, y en mantener a los obreros y campesinos en su lugar como
bueyes agradecidos. Para mediados de los 60 Chou había concluido que la defensa
y la construcción económica de China dependían de la reconciliación y la
alianza con Occidente. Esto no lo veía él como maniobras tácticas y explotación
de las divisiones dentro del campo enemigo, sino como una orientación
estratégica mediante la cual se aseguraría una China “próspera”.
Chou había apoyado con vacilación y de mala gana los movimientos de masas
de los 50 y los 60 pero nunca se unió realmente a ellos ni les dio liderato, al
igual que otros demócratas burgueses, él vio tales movimientos como algo que
perturbaba el hacer una China poderosa y moderna. Si Chou era ambivalente al
comienzo de la Revolución Cultural, a medida que ésta se desarrolló más él se
le opuso activamente. Su protección a muchos derechistas cuando Liu cayó
contribuyó al desarrollo del cuartel general de la nueva burguesía que tenía
cada vez más a Chou, el consumado político burgués, como su primer
patrocinador. El que los revisionistas que gobiernan China exaltan a Chou
mientras fustigan la línea de Mao indican exactamente lo que Chou era desde
hacía tiempo, quizás incluso en 1949 –promotor y protector de los intereses de
la Derecha.
Para las fuerzas revolucionarias, Lin Piao en este período de 1969-70
planteó la más grave amenaza a los logros de la Revolución Cultural ya que se
hizo claro que él no sólo tendía a hacerla a un lado y a tomarse el Poder sino
que estaba en la posición más fuerte para hacerlo a corto plazo. Para las
fuerzas que se agrupaban alrededor de Chou, Lin también planteaba la más
directa amenaza ya que su programa implicaba barrer a todos menos a su propia
gente. La Izquierda y la vieja guardia de Derecha entraron por lo tanto en una
alianza para oponerse a Lin y, directamente relacionado con esto, para realizar
un cambio en el énfasis sobre dos cuestiones políticas claves. Primero, estaba
la cuestión de reducir el papel del ejército. De los 170 miembros plenos del IX
Comité Central, 74 eran representantes del EPL, y 38 de estos eran comandantes
o comisarios de las regiones. Tenía que frenarse la tendencia hacia “reinos
independientes” al igual que la posición dominante en las organizaciones de
masas y del Partido.
Segundo, estaba la reorientación de la política exterior, basándose en la
creciente amenaza soviética. El manejo de la consiguiente “apertura a Occidente”
y su influencia sobre la lucha de clases nacional se convertirían en la base
para la aguda división entre estas dos fuerzas. Y tal como esta unidad estaba
lejos de ser absoluta, así, también las fuerzas alrededor de Chou de ninguna
manera se oponían a la posición de Lin Piao de que se debía poner el énfasis
principal en el desarrollo de la economía. Esto pronto se convertiría en su
ruidosamente difundido credo. En resumen, cada una de estas fuerzas estaba
contra Lin Piao por razones diferentes y utilizaría la campaña contra este hacia
diferentes fines: los revolucionarios lo hacían para poner al descubierto las
características contrarrevolucionarias –y básicamente derechistas– de la
concepción y el programa de Lin, las fuerzas derechistas usaban ese ataque
contra él para injuriar a la Revolución Cultural como de “ultraizquierda” y
allanar el camino para deshacerla así como a la revolución en general.
Justo después de la caída de Lin, 32 generales claves que ocupaban altos
cargos fueron destituidos. Veinticinco comandantes regionales y distritales
fueron despedidos a comienzos de 1973. El daño que Lin había causado al
ejército y al Partido había sido considerable. A la luz de esto y de la amenaza
soviética, se hizo necesario rectificar el Partido y el ejército y reafirmar la
autoridad del Partido. En este contexto también se hizo necesario rehabilitar
más cuadros –incluso algunos que habían cometido graves errores. Pero qué tan
lejos debería ir esto y sobre qué bases se podía rehabilitar a la gente sería
una importante manzana de la discordia entre los dos campos. Muchos de estos
cuadros guardaron profundos rencores y buscaron vengarse de lo que ellos
consideraron un mal tratamiento a manos de las masas durante la Revolución
Cultural y no fueron plenamente ganados a los cambios de la Revolución Cultural
que a ellos les parecían poco prácticos y peligrosos. (El discurso de Wang
Jung-wen a la Clase Central de Estudio, Texto 1, habla, entre otras cosas, de
este problema).
La Izquierda sostenía que era necesario traer de vuelta a mucha gente, pero
que esto tenía que hacerse sobre la base de los principios de autocrítica y
apoyo a la Revolución Cultural. Y traer de vuelta a cierta gente no sólo tenía
que ver con darles una oportunidad de probarse a sí mismos, sino con ganar a su
base social de cuadros que pudieran ser empujados al campo enemigo si a sus “líderes”
no se les daba la oportunidad de hacer una contribución. En resumen, era
correcto traer de vuelta a cierta gente y, además, era necesario. Sin embargo,
de ninguna manera podían desecharse los principios.
La unidad entre las fuerzas revolucionarias y las encabezadas por Chou se
hizo más precaria y frágil en 1972. La Derecha había criticado a Lin Piao como “ultraizquierdista”,
y a nombre de restablecer las tradiciones del Partido que él había estropeado,
ellos clamaron por el retorno de mucha gente que había sido derribada. La
Revolución Cultural, debido a su pronunciado carácter de masas, indudablemente
había llevado a algunos excesos, y Lin había perseguido gente inocente. Pero
mucha gente debía ser criticada y derribada, y eran necesarios grandes cambios
y transformaciones –que sólo podrían lograrse por medio de la lucha
revolucionaria– si la clase obrera iba a mantener su dominio ya a continuar la
revolución. Para la Derecha, rectificación pasó a significar no el
fortalecimiento de los órganos del Partido y del ejército sobre la base de la
Revolución Cultural, sino restaurar muchas de las prácticas que habían sido
abolidas mediante ésta.
Los debates fueron cada vez mayores en 1972 –en el campo de la
planificación económica sobre cómo debía ejercerse la iniciativa en los niveles
locales, y en el campo de la administración industrial sobre la viabilidad de
muchas reformas en el sitio de trabajo tales como la dirección colectiva y la
integración del personal técnico a la producción. La cuestión de la disciplina
y las normas de trabajo fue planteada por la Derecha. En sí mismas estas
cuestiones no carecían de importancia. Había continua experimentación y se
hacía necesaria la valoración; de hecho, muchas de las prácticas iniciadas en
los primeros años de la Revolución Cultural no habían sido consolidadas en
muchas unidades hasta 1972, lo que da alguna idea de la resistencia a ellas.
Pero la Derecha no estaba hablando de proteger y consolidar estos logros –y sobre
esa base mejorarlos más–, estaba cuestionando su viabilidad. En marzo de 1972
hablaron incluso de restaurar la administración unipersonal. Quienes se oponían
a sus intentos de rehabilitar a los cuadros indiscriminadamente eran tachados
de “ultraizquierda”. En los debates sobre la reforma salarial (una cuestión que
quedó sin resolver en los años iniciales de la Revolución Cultural) la derecha
puso el énfasis en evitar el igualitarismo y siguió considerando la idea de la
utilidad de los incentivos.
Las fuerzas dirigidas por Chou comenzaron a unirse alrededor de un programa
de subordinar todo al desarrollo económico con los especialistas y expertos al
mando y la rehabilitación a gran escala y el otorgamiento de amplios poderes a
cuadros “experimentados” que la Derecha argumentaba que eran indispensables si
se quería que China avanzara. En el verano y otoño de 1972, se incentivó en el
frente de la educación lo que posteriormente fue descrito como “viento maligno”.
Este fue el primer verdadero asalto contra una importante innovación de la
Revolución Cultural. Se escribieron artículos quejándose de la disminución del
nivel académico desde que tuvieron efecto las nuevas políticas de admisión y de
enseñanza. Bajo la influencia y la presión de la Derecha, fueron socavados
algunos de los cambios de la Revolución Cultural.
En la Escuela 21 de Julio en la Planta de Máquinas-Herramientas de
Shanghai, donde obreros, estudiantes y profesores habían concebido un sistema
de examen para eliminar los fardos del éxito y el fracaso, ahora se presentaban
pruebas en las que, como una reversión de las políticas de la reforma
educativa, no se permitía el uso de libros, la discusión de las preguntas y ni
siquiera el sentarse dos en el mismo pupitre. Esto estaba en directa oposición
a Mao, quien dijo que los exámenes deberían enseñar y no ser ataque por
sorpresa a la gente. Los equipos obreros de propaganda, que Mao dijo que debían
ser un elemento permanente de la educación superior, habían disminuido su
importancia en muchas universidades.
Chou En-lai metió bastante la mano en estimular este “viento”. A él le
reconocen los actuales gobernantes de China el haber tratado de abordar la
cuestión del “nivel de la educación” en 1972 incurriendo aparentemente en la
ira de los Cuatro. Se dijo que él estaba actuando según instrucciones de Mao,
lo que era exactamente el caso contrario. Lo que Mao planteaba era bien
conocido y en el debate sobre la educación de 1975-76 Mao salió claramente en
apoyo de continuar la revolución en la educación (lo que se abordará más
adelante).
El plan de acción de la Derecha era insistir en el “ultraizquierdismo” como
el enemigo principal de la revolución haciendo que pareciera que el problema de
Lin Piao era su excesivo celo revolucionario, pintando indirectamente a la
Revolución Cultural como “ultraizquierda” y un desastre absoluto ya que,
argumentarían, ésta dio lugar a nadie menos que Lin Piao. Sobre esta base ellos
pasaron a la ofensiva; realmente, ellos tuvieron mucha ventaja en el desarrollo
de la campaña del Partido de crítica a Lin Piao hasta finales de 1972.
La Izquierda abordó la cuestión de Lin Piao en este período llevando a cabo
crítica y estudio de su teoría del genio que socavaba el papel de las masas en
hacer la historia. Esto era parte del esfuerzo por ligar la rectificación del
Partido con la crítica al revisionismo. En agosto de 1972 en un artículo
titulado “Las leyes de la lucha de
clases en el período socialista” (Texto 2) se explicaba que “La lucha entre
el proletariado y la burguesía en el período socialista, por tanto, a veces se
eleva y a veces baja como las olas. En términos de tiempo, encuentra expresión
en una importante lucha cada varios años”. El artículo, además de observar la
inevitabilidad de importantes luchas cada varios años, también golpeaba a
quienes impulsaban una línea revisionista en una lucha pero pasaban sin ser
detectados, sólo para salir a flote de nuevo. Lo que la Izquierda estaba
diciendo era obvio. No eran sólo la historia pasada y Lin Piao lo que se estaba
sintetizando sino también la situación actual.
La coalición que se había unido en oposición a Lin Piao estaba ahora
fracturándose claramente y las dos fuerzas, las agrupadas alrededor de Mao a la
Izquierda y las ampliamente agrupadas alrededor de Chou a la Derecha, estaban
entrando en más agudo conflicto. El “viento maligno” en el frente educativo y
una serie de rehabilitaciones que tuvo su clímax con el retorno en abril de
1973 de Teng Siao-ping, que había sido la persona número dos en cargos de
autoridad criticada durante la Revolución Cultural, fueron indicios dramáticos
del poder de la Derecha.
Teng no hubiera podido regresar sin un fuerte respaldo de Chou, quien desde
el comienzo buscó desencadenar a Teng contra la Izquierda. El confuciano “cuidado
y preocupación” por la gente y las instituciones de Chou, criticado durante la
Revolución Cultural y la desenfrenada arrogancia de Teng se ajustaban bien a
las necesidades de la Derecha en su puja por el Poder. Mao probablemente
accedió al regreso de Teng, aunque no sin fuertes reservas y sin duda con el
pleno conocimiento de que Teng acabaría haciendo lo que siempre había hecho –organizar
alrededor de su línea política en oposición a Mao. El que Mao hubiera estado de
acuerdo con la rehabilitación de Teng, durante mucho tiempo un acérrimo enemigo
de Lin Piao, lo más probable es estuviera ligado en lo inmediato a la necesidad
de llevar a cabo un importante traslado de ocho comandantes militares
regionales. Pero su retorno y su rápido ascenso subsiguiente a todo esto fue
una medida de fuerza de la Derecha y aumentó tal fuerza.
Para los revolucionarios se hizo cada vez más evidente que la Derecha había
tomado la iniciativa y esto exigía un contraataque. A finales de 1972 y
comienzos de 1973, la Izquierda luchó exitosamente por el veredicto de que Lin
Piao era un derechista, cortado con la misma tijera que Liu Shao-chi. Un
artículo aparecido en diciembre de 1972 puso a Confucio como blanco de críticas
basándose en sus intentos de echar hacia atrás la rueda de la historia. En
marzo se elaboró en la prensa el concepto de las “nuevas cosas” socialistas,
junto con la importancia de defenderlas. En Shanghai y Pekín se celebró el
primer congreso sindical desde comienzos de la Revolución Cultural y se
dirigieron fuertes críticas contra el economicismo (la estrategia de estrechar
la concepción de los obreros en preocupaciones más inmediatas por salarios y
otras cuestiones económicas) y la política de incentivos. (Estos habían surgido
en la discusión sobre la reforma salarial de 1972). A medida que avanzó 1973,
se hicieron preparativos para un Congreso del Partido que diera el veredicto
final sobre el asunto Lin Piao y estableciera el curso futuro de la revolución.
En particular, surgía como una cuestión importante una valoración de la
Revolución Cultural y de aquellos que se le oponían y rebajaban su importancia.
Y estaba la cuestión de dónde estarían representados los dos campos en las
estructuras del Partido.
Fuente: "Con Mao son cinco: La última batalla de Mao Tsetung" de Raymond Lotta. Cortesía de "Alborada Comunista" del Grupo Revolucionario Comunista de Colombia.
Nota: Para una mejor lectura hemos digitalizdo el artículo completo:
Descargar "Con Mao son cinco: La última batalla de Mao Tsetung" de Raymond Lotta (1978)