Cuando Enver
Hoxha y el PTA dirigieron esta carta a Mao Zedong y el PCCh, en agosto de 1971,
la aproximación entre China y Estados Unidos había pasado por varias fases
desde que se reiniciaron los contactos entre ambos gobiernos, en diciembre de
1969. Los dirigentes chinos informaron de estas conversaciones, a sus camaradas
albaneses, una semana después de que Kissinger, el secretario de Estado
norteamericano, estuviera de visita en Beijing, y mientras se hacían las
preparaciones para la visita de Nixon, que finalmente se realizó en febrero de
1972. Los albaneses, como lo deja ver Enver Hoxha, se enteraron que los camaradas chinos llevaban cerca de dos años en contacto con los gobernantes imperialistas norteamericanos.
En diciembre
de 1969, chinos y norteamericanos tuvieron la primera reunión a nivel de
embajadores. Dado que no tenían relaciones diplomáticas, las primeras reuniones
las realizaron los embajadores de ambos países acreditados en Polonia.
Sin embargo,
para llegar a este punto inicial, sucedieron previamente hechos importantes,
unilaterales, mediante el cual ambos países dieron señales de que estaban
dispuestos a conversar sobre unas posibles relaciones. En enero de 1969 sucedió
algo inédito: los principales medios de expresión del PCCh –Honqi (Bandera
Roja) y Renmin Ribao (Diario del Pueblo– publicaron el discurso de Nixon
inaugurando su presidencia. Es cierto que estuvo acompañado por un artículo
editorial que contenía una crítica usual al imperialismo norteamericano, pero
no dejaba de ser un hecho de importancia en el camino al restablecimiento de
relaciones entre ambos países. ¿Qué decía el discurso del ahora presidente
Nixon? Decía que Estados Unidos estaba dispuesto a desarrollar relaciones con todos
los países del mundo. El artículo editorial comentando el discurso de Nixon fue
publicado en Pekíng Informa nº 5 de 1969, pero esta vez sin reproducir el
discurso del presidente norteamericano.
En marzo de
1969, unidades militares soviéticas y chinas protagonizaron dos serios enfrentamientos
armados, que los puso al borde de la guerra. La gravedad de la situación era
tal que es bastante verosímil lo que cuenta Kissinger en sus memorias: que en
agosto de 1969, un representante soviético le hizo una consulta informal sobre
cuál sería la reacción norteamericana si la Unión Soviética atacaba establecimientos
nucleares chinos. El conflicto sino-soviético se apaciguó después del encuentro
entre Kosygin y Zhou Enlai en Beijing en setiembre de 1969.
Mientras
tanto, Estados Unidos trataba de hacer llegar –usando como intermediarios al presidente
de Pakistán y Nicolae Ceaucescu– el mensaje de que era necesario terminar con
el aislamiento de China. Sólo en la primera semana de diciembre de 1969, los
norteamericanos pueden transmitir directamente a diplomáticos chinos en el
exterior, su deseo de establecer contactos entre los dos países. La propuesta
fue aceptada inmediatamente, y la primera reunión informal a nivel de
embajadores se realizó el 11 de diciembre de 1969 en Varsovia. Luego el 8 de
enero de 1970 se volvieron a reunir informalmente, para luego iniciar
conversaciones formales el 20 de enero de 1970.
Las
conversaciones se interrumpieron y postergaron debido a una situación internacional
desfavorable para sostenerlas, principalmente por la agudización de los
conflictos en Indochina, en los que Estados Unidos estaba directamente
involucrado mientras que China apoyaba a Vietnam, Laos y Camboya (donde
Sihanouk había sido depuesto, exiliándose en China y estableciendo ahí un
gobierno de resistencia). En un mitin contra la agresión norteamericana, en
mayo de 1970, Mao se pronuncia contra el imperialismo norteamericano. Según cuenta
Kissinger, Nixon y su equipo evaluaron que el discurso de Mao que en lo
esencial era blando, no hacía amenazas, no se comprometía, no era duro con
Nixon y evitaba tomar posición en relación con problemas bilaterales espinosos.
Estados Unidos siguió insistiendo con retomar las conversaciones con China, que
a su vez no las rompía sino que postergaba su respuesta. Pero, en julio de
1970, ocurrió algo que puede considerarse como parte de la forma china de
comunicarse: China liberó a un ciudadano norteamericano, condenado en 1958 por
espionaje.
En agosto de
1970, los dirigentes chinos están inmersos en problemas internos: el conflicto
entre las fracciones de Mao y Lin Biao se hace formalmente patente en la
conferencia de Lushan (el II Pleno del IX Comité Central), donde los
linpiaoístas son obligados a retroceder.
Mientras
tanto la insistencia de los gobernantes norteamericanos sobre retomar contacto
iba creciendo, sin encontrar respuesta. El 1 de octubre de 1970, el Día de la Liberación,
ocurre otro hecho inédito en la política china: en las celebraciones en la
Plaza Tiananmen, las masas chinas pudieron ver que en el sitio de honor, se
encontraba Mao Zedong acompañado del periodista norteamericano Edgar Snow. La fotografía
de ambos fue publicada al día siguiente en la primera página de los principales
periódicos chinos. Un “demonio extranjero” occidental –según la cultura
tradicional china– era honrado de forma inusitada por el máximo líder del país.
Kissinger dice en sus memorias que ellos, los gobernantes norteamericanos, no
comprendieron el mensaje, y que los chinos habían sobreestimado la sutileza
norteamericana. Por su parte, China no había concedido visa a Snow para
ingresar al país, desde el inicio de la Revolución Cultural, hasta que fue
sorprendido por la invitación de oficio del gobierno chino. En Pekín Informa nº41 de 1970, publicación para el exterior, sin embargo, el nombre de Edgar Snow
está escondido en un mar de letras, difícilmente ubicable. Como se puede
observar, se mantiene el tono militante y combativo contra el imperialismo y el
socialimperialismo, característico de la Revolución Cultural.
El 18 de diciembre
de 1970, Mao le concedió una entrevista a Snow donde manifiesta que está
dispuesto a recibir al presidente Nixon en Beijing, ya sea como presidente o
como turista. Snow recibió la instrucción de no publicar esa entrevista hasta
abril de 1971. La revista Life la difundió
en su edición del 30 de abril de 1971. Mientras tanto en diciembre de 1970 y
enero de 1971, a través de los intermediarios paquistaníes y rumanos, el
gobierno chino transmite al gobierno norteamericano que está dispuesto a
recibir a un representante directo para resolver el problema de Taiwán.
La invitación
del débil equipo de ping-pong para visitar China y confraternizar con el equipo
chino, con la publicidad masiva que se dio a este hecho relacionado con el
deporte más popular en el país, es decir, la “diplomacia del ping-pong”, jugó
el papel de distender la percepción del ciudadano chino promedio con respecto a
los norteamericanos. Como respuesta, en abril de 1971, el gobierno
norteamericano, de manera unilateral, levantó el embargo contra China, establecido
desde la liberación en 1949. El 21 de abril, los dirigentes chinos envían un
mensaje al gobierno norteamericano señalando que retiraban la resolución del
problema de Taiwán como requisito para las conversaciones al más alto nivel y
que estaban interesados en recibir a un representante del presidente Nixon. Los
norteamericanos respondieron el 10 de mayo indicando que aceptaban las
conversaciones al más alto nivel y que enviarían, después del 15 de junio, al
secretario de Estado Kissinger a preparar todo lo relacionado con el futuro
viaje del presidente Nixon.
El 20 de
mayo, Kissinger transmite al gobierno chino que en las conversaciones EEUU-URSS
para limitar el armamento estratégico, Estados Unidos no suscribirá nada que
vaya contra los intereses de China. Asimismo, le hace llegar una copia del
tratado. El 25 de mayo de 1971, se reunió el Buró Político del PCCh para tratar
el tema de las conversaciones con Estados Unidos. Zhou Enlai expone la evaluación
que hacen de la posición internacional de Estados Unidos, según la cual este
imperialismo está en declinación, con las características que el PTA en su
carta reconoce haber recibido como información del PCCh. El 29 de mayo, China
comunica que Kissinger será bienvenido a Beijing para conversaciones preliminares.
La importancia estratégica de un restablecimiento de relaciones entre EEUU y
China la destaca el propio Nixon en sus memorias, cuando dice que la respuesta
china es la más importante comunicación que ha recibido un presidente
norteamericano desde la Segunda Guerra Mundial (Roosevelt-Stalin).
Kissinger
visitó en secreto China y estuvo en Beijing desde el 9 al 11 de julio de 1971,
donde sostuvo seis reuniones con altos dirigentes chinos preparando la agenda y
la fecha para la visita del presidente Nixon. El 15 de julio, China y Estados
Unidos anunciaron públicamente que Nixon visitaría antes de mayo de 1972.
Anticipándose
a la reacción de los camaradas y amigos, la dirección china envió a Zhou Enlai
a Vietnam, el 13 de julio, para informarles de las conversaciones con los
norteamericanos. El 14, viajó a Corea del Norte con la misma tarea. De regreso
en Beijing, se reunió con Sihanouk de Camboya. Y el 17 de julio, se reunió con
el embajador albanés en China para informarle la posición china en las
conversaciones con EEUU. Enver Hoxha y el PTA, en carta a Mao Zedong y el PCCh,
manifiestan su desacuerdo con la visita de Nixon y con la visión china con
respecto al imperialismo norteamericano, como un imperialismo en retirada, que
ya no quiere luchar directamente sino a través de títeres.
El recibimiento de Nixon en
Pekín
no es correcto, nosotros no
lo apoyamos
Carta dirigida al CC del PC de China
6 de agosto de
1971
Al Comité Central
del Partido Comunista de China,
al camarada Mao Tse-tung
Pekín
Queridos
camaradas:
La dirección de nuestro
Partido les agradece la información que el camarada Chou En-lai nos envió a
través de nuestro embajador en Pekín en relación con la futura visita de Nixon
a China.
El camarada
Xhorxhi Robo, que vino expresamente a Tirana, nos informó ampliamente sobre la
conversación que mantuvo con el camarada Chou En-lai, sobre la valoración de la
dirección china acerca de la futura visita de Nixon a China, sobre la situación
internacional y la interna de los Estados Unidos de América, sobre las
cuestiones planteadas en el encuentro entre el camarada Chou En-lai y Kissinger
y la actitud de la parte china hacia ellas.
Nuestro embajador nos
hizo saber que, según la comunicación de Uds., hace más de dos años que Nixon ha solicitado visitar China y que se
han realizado encuentros a diferentes niveles para organizar esta visita. Las
conversaciones con Nixon son calificadas por ustedes como desarrollo escalonado
de las anteriores conversaciones chino-norteamericanas de Varsovia. El
embajador nos transmitió su valoración de que durante los últimos años la
situación en los EE.UU. ha cambiado mucho, que éstos se encuentran en vísperas
de la tempestad revolucionaria y los norteamericanos se hallan en una difícil
situación, no pueden proseguir la guerra, quieren relajar la tensa situación,
retirar las tropas y las bases militares de los países extranjeros para no
luchar ellos mismos, para no originar nuevos focos de guerra y para no ayudar a
los títeres más que con dinero y armas, para que sólo luchen asiáticos contra
asiáticos. Nuestro embajador nos transmitió su opinión de que la visita de
Nixon a China sirve a la línea de la diplomacia del pueblo y está en función de
ella, que los encuentros con la capa alta de los EE.UU. favorecen los vínculos
con el pueblo y estimulan transformaciones en el pueblo norteamericano, que las
conversaciones con Nixon, tengan o no éxito, beneficiarán a China y no le
reportarán ningún mal.
La dirección de
nuestro Partido estudió con la mayor seriedad el importante problema que Uds.
nos plantearon… Estamos de acuerdo en que se trata de una cuestión
importante, porque, como la definen ustedes, la visita de Nixon a Pekín forma
parte de su gran plan estratégico.
Creemos que
entenderán la tardanza de nuestra respuesta. Ello es debido a que su decisión fue inesperada y sin que
hubiéramos tenido ninguna consulta previa entre nosotros sobre esta cuestión,
cosa que nos hubiese dado la posibilidad de manifestar y debatir las opiniones
que, pensamos, podrían ser útiles, ya que las consultas previas entre los
amigos estrechos, los combatientes decididos contra el imperialismo y el
revisionismo, son siempre útiles y beneficiosas y, particularmente, pensamos
nosotros, cuando se dan pasos de gran efecto y resonancia internacional.
Nuestras opiniones
y juicios sobre este problema, de gran importancia para el presente y el futuro
de la lucha contra el imperialismo norteamericano, los basamos en la gran
teoría y en la gran estrategia marxista-leninistas… Esta estrategia que hace invencibles a los partidos marxista-leninistas
consiste en la lucha de principios, resuelta y sin compromisos en dos frentes,
tanto contra el imperialismo con el norteamericano al frente, como contra el
revisionismo moderno con el soviético a la cabeza, en la lucha contra todos los
reaccionarios, en el apoyo a la revolución y a la lucha de liberación nacional
de los pueblos, por el triunfo del socialismo y del comunismo. Esta estrategia
nuestra prevé estrechas alianzas con
los pueblos que luchan, con los revolucionarios de todo el mundo en un frente común
contra el imperialismo y el socialimperialismo y jamás alianzas con el socialimperialismo soviético pretendidamente
contra el imperialismo norteamericano, jamás
alianzas con el imperialismo norteamericano pretendidamente contra el
socialimperialismo soviético. La piedra de toque que nos separa a nosotros,
los marxista-leninistas, de los diversos antimarxistas es la lucha de clases
encarnizada, sin compromisos, diente por diente y hasta el fin, en los dos frentes al mismo tiempo,
contra el imperialismo norteamericano y el socialimperialismo soviético.
Durante nuestra
gran lucha nuestros dos partidos han utilizado y utilizarán diversas tácticas,
pero éstas han servido y deben servir siempre a esa estrategia… Está claro que
tanto el imperialismo norteamericano como el socialimperialismo soviético temen
a esta gran estrategia y tiemblan ante ella, intentan destruirla, por eso
nuestros partidos la aplicarán y defenderán con audacia en cualquier circunstancia
y situación.
En esta favorable situación revolucionaria...
la China popular, Albania socialista, los pueblos y los Estados progresistas
del mundo deben hacer oír su palabra, imponer su voluntad para desbaratar los
diabólicos planes, belicistas y esclavizadores de las grandes potencias imperialistas,
norteamericana, soviética, etc.
Es comprensible, y
para nosotros siempre ha estado claro, que por el bien de los pueblos y de la
revolución, la gran China de Mao Tse-tung sostenga conversaciones y establezca
relaciones diplomáticas con diversos Estados del mundo, incluso con los Estados
Unidos de América.
Considerando al
Partido Comunista de China como el partido hermano y compañero de armas más
próximo, no le hemos ocultado nunca ni lo hacemos ahora, nuestros puntos de
vista. Por eso también acerca del gran problema que nos han planteado les
hacemos saber que consideramos como no
correcta, no deseable, su decisión de recibir a Nixon en Pekín, decisión que no aprobamos ni apoyamos.
Nuestra opinión es asimismo que la anunciada visita [1] de Nixon a China no será entendida ni aprobada por los pueblos,
por los revolucionarios y los comunistas de los diversos países.
El imperialismo
norteamericano es el enemigo número uno de los pueblos. Los Estados Unidos de
América encabezados por el presidente Nixon se encuentran hoy en medio de un
gran enfrentamiento con todos los pueblos, particularmente con el pueblo
vietnamita, contra el que desde hace 12 años desarrollan una brutal y bárbara
agresión sin precedentes en la historia. Los pueblos del mundo llevan a cabo
hoy una lucha a vida o muerte, con las armas en la mano y por todos los medios,
para desbaratar los planes de opresión y esclavización del mayor enemigo de la
humanidad, el imperialismo norteamericano. Este alto interés de los pueblos y
de su lucha debe permanecer en los cimientos de la política de nuestros dos
partidos y gobiernos. Este interés debe estar siempre presente en toda su
actividad, particularmente cuando se trata de las relaciones con los Estados
Unidos de América y los revisionistas soviéticos.
Se comprende
fácilmente el deseo de Nixon, que durante tan largo tiempo habría querido
visitar China, ya que este deseo coincide con la doble táctica del imperialismo
norteamericano de agitar al mismo tiempo las armas y el ramo de olivo, coincide
con sus fines de enmascarar su catadura imperialista, engañar a los pueblos y
domar a China.
La historia del
Movimiento Comunista conoce numerosos ejemplos de conversaciones a diversos
niveles con los adversarios. No se pueden hacer paralelismos históricos, ya
que tales conversaciones se habían llevado a cabo en condiciones, momentos y sobre
cuestiones diferentes. Pero nuestros grandes maestros han indicado que las conversaciones
deben llevarse a cabo cuando realmente son indispensables, cuando sirven a la
causa de la revolución y del socialismo, que se debe tener claramente en cuenta
los fines agresivos del adversario y valorar de manera correcta la situación y
al propio adversario.
Las conversaciones
que ustedes sostendrán con Nixon serían aceptables para la opinión progresista
mundial en determinadas condiciones, en caso de que reportaran con seguridad
beneficios a la lucha antiimperialista, a la revolución en general y a China
en particular.
Una condición sine qua non para el desarrollo de
conversaciones con los norteamericanos a tan alto nivel es la de que se fuese a
ellas por lo menos en igualdad de condiciones, lo cual quiere decir que los
EE.UU. reconociesen previamente al Gobierno de la República Popular China
como el único gobierno legítimo que representa al pueblo chino y levantasen los
obstáculos para la admisión de China en la ONU, retirasen sus tropas de Taiwán;
apartasen la VII flota de las costas chinas; cesaran la agresión en las
fronteras de China. Esto representaría una grave derrota para la política
norteamericana. Después, pensamos nosotros, se podría ir gradualmente más
lejos para la solución de los grandes problemas internacionales.
En estas
condiciones podrán darse pasos para el desarrollo de conversaciones sin que
fuera necesario, pensamos nosotros, pasar inmediatamente de un nivel muy bajo
al encuentro de las más altas personalidades de los dos Estados, de China y de
los Estados Unidos de América, sólo porque Nixon haya manifestado en numerosas
ocasiones su deseo de un encuentro así. Este encuentro, en nuestra opinión, no
puede ser considerado como un simple desarrollo escalonado de las
conversaciones, sino como un escalonamiento complejo y preñado de consecuencias.
Porque resulta difícil comprender cómo se pueden escalonar de este modo las
conversaciones y salir al encuentro del deseo del presidente norteamericano en
unos momentos en que los Estados Unidos descargaban sobre Viet Nam aquella
enorme cantidad de bombas, ampliaban la agresión en Camboya y Laos, cuando la
guerra y los ataques norteamericanos se sucedían brutalmente uno tras otro
contra los pueblos de Indochina, cuando la República Popular China, Albania, el
heroico pueblo de Viet Nam del Norte y del Sur y todos los pueblos
revolucionarios se mantenían como una roca de granito, combatían y
desenmascaraban la política agresiva del gobierno Nixon, este enemigo de todos
los pueblos del mundo. Esto, según nuestra opinión, en estas condiciones, es erróneo, tanto en el plano de los
principios, como tácticamente.
Creemos que no se
puede afirmar que tanto si resultan un éxito como si fracasan, las
conversaciones con Nixon redundarán igualmente en favor de China y no
ocasionarán ningún daño. Al contrario, independientemente de los resultados de
las conversaciones, el solo hecho de recibir en China a Nixon, conocido como
anticomunista feroz, como agresor y asesino de los pueblos, como representante
de la más negra reacción norteamericana, representa muchas desventajas y
traerá consigo bastantes consecuencias negativas al movimiento revolucionario
y a nuestra causa.
La visita de Nixon
a China y las conversaciones con él, no pueden sino crear en la gente sencilla,
en los pueblos, en los revolucionarios, ilusiones dañinas respecto al
imperialismo norteamericano, a su estrategia y su política. Ejercerá una
influencia negativa en la resistencia, y en la lucha del propio pueblo norteamericano
contra la política y los actos agresivos del gobierno de Nixon, quien
aprovechará la ocasión para ser reelegido como presidente. La visita de Nixon a
China debilitará la oleada de indignación contra el imperialismo
norteamericano en todo el mundo. Así, pensamos nosotros, se le da al
imperialismo norteamericano la posibilidad de obtener un período de
tranquilidad relativa, que intentará aprovechar para consolidar sus posiciones,
para acumular fuerzas y prepararse para nuevas aventuras militares.
Puede imaginarse
qué pensarán los obreros italianos que se enfrentaron con la policía y
manifestaron su odio contra la última visita de Nixon a Italia, los trabajadores
japoneses que no permitieron a Eisenhower ni pisar su tierra, los pueblos de
América Latina que protestan, y se levantan contra los Rockefeller y todos los
demás emisarios del gobierno de Washington. Tan sólo los titistas yugoslavos y
los revisionistas rumanos recibieron con flores al presidente Nixon en sus
capitales.
Las conversaciones
con Nixon dan armas a los revisionistas
para devaluar toda la lucha y la gran polémica que ha llevado a cabo el Partido
Comunista de China por el desenmascaramiento de los renegados soviéticos como
aliados y colaboradores del imperialismo norteamericano, les dan armas para
poner el signo de igualdad entre la actitud de China frente al imperialismo
norteamericano y la línea traidora y de colaboración que siguen hacia él los
revisionistas soviéticos. Esto crea a los revisionistas jruschovistas la
posibilidad de agitar aún más su bandera de falso antiimperialismo,
intensificar la demagogia y los fraudes para atraerse a las fuerzas
antiimperialistas. Los revisionistas soviéticos han empezado ya a explotar la
visita de Nixon a China para atizar los sentimientos nacionalistas y
chovinistas bajo el pretexto de que se está creando una alianza chino-americana
dirigida contra la Unión Soviética. Con todo ello pretenden reforzar las
posiciones de las camarillas revisionistas en el poder y debilitar las
posiciones revolucionarias de China.
La visita de Nixon
a China alentará también la corriente
centrista y ofrece argumentos a sus adeptos para probar la «justeza» de su
línea oportunista. Los togliattistas italianos y los rumanos declaran
abiertamente que ahora se abren nuevas perspectivas, entre otras cosas para el
restablecimiento de la unidad en el movimiento comunista, que por este camino
se pueden solucionar también las divergencias entre China y la Unión Soviética.
Se trata de deseos de revisionistas y oportunistas curtidos que aprovechan la
ocasión para presentar las divergencias entre el Partido Comunista de China y
la dirección revisionista de la Unión Soviética, no como profundas divergencias
ideológicas en torno a cuestiones cardinales y de principio, como son en
realidad, sino como desacuerdos en el plano simplemente estatal, que pueden
solucionarse por medio de encuentros y conversaciones directas entre las altas
personalidades estatales.
La visita del
presidente americano a China no puede sino suscitar interrogantes, incluso
malentendidos entre la gente sencilla, en la que pueden surgir dudas acerca de si China está cambiando de actitud frente
al imperialismo norteamericano y está entrando en el juego de las
superpotencias.
No es casual que
el mundo capitalista y revisionista haya recibido con tanto entusiasmo la
iniciativa de Nixon de viajar a China. Toda la propaganda de los imperialistas,
los revisionistas, los titistas, los rumanos, etc., haciendo coro, elogia a
China y a América por esta nueva apertura en sus relaciones. Los revisionistas
modernos soviéticos, titistas, rumanos, y otros como ellos…, dicen que China ha
entrado en un nuevo camino, en los rieles de la política de los compromisos sin
principio. Piensan sacar de ello importantes provechos políticos, ideológicos y
económicos.
Todo esto, según
nuestra opinión, no puede no causar desorientación y confusión en las filas de
las fuerzas revolucionarias y antiimperialistas, incluso entre las filas de los
marxista-leninistas, no puede no estimular la difusión del espíritu pacifista y
de las ilusiones sobre la vía pacífica.
Nuestra opinión es
que éstas son grandes desventajas. Menospreciar la situación que creará la
visita de Nixon a Pekín, sería un gran error y pensamos que estos inconvenientes
no pueden ser compensados con unos cuantos resultados hipotéticos que puedan
lograrse en la entrevista con Nixon, quien, como vil lacayo del imperialismo,
es astuto.
Permítannos asimismo
expresar algunas opiniones nuestras sobre algunos problemas concretos de la
situación internacional, más con el fin de precisar nuestro punto de vista
sobre algunas cuestiones, que nos parecen discutibles, y reconociendo al mismo
tiempo que los datos de Uds. sobre el desarrollo de los acontecimientos internacionales
y particularmente de los Estados Unidos de América pueden ser más completos.
Es verdad que el
imperialismo norteamericano se encuentra ahora en grandes dificultades
externas e internas. El pueblo norteamericano está manifestando marcadas
señales de haberse cansado de la política de agresión y tensión internacional
practicada por Nixon y sus predecesores en la Casa Blanca. Las protestas y las
manifestaciones contra la guerra de Viet Nam, las rebeliones de los negros y
de los estudiantes han aumentado durante los últimos años. Los engranajes de la
economía americana están crujiendo bajo el enorme peso de los gastos
ocasionados por la guerra en Indochina, por la carrera armamentista y los inflados
presupuestos militares. La inflación no cesa y crece el ejército de parados.
Mientras aumentan las contradicciones con los países capitalistas de Europa, la
influencia y el prestigio norteamericano caen constantemente. La lucha de los
pueblos contra el imperialismo norteamericano se intensifica y se amplía en
todo el mundo.
Pero
a pesar de ello, sin sobrestimar ni menospreciar al enemigo, el cuadro actual de la situación de los
Estados Unidos de América no nos lleva a la conclusión a que han llegado
ustedes, de que América se encuentra hoy en medio de una gran tempestad
revolucionaria.
Las grandes
protestas y manifestaciones populares en los Estados Unidos de América contra
la guerra que se lleva a cabo en Viet Nam, así como los demás movimientos de
las masas son un hecho, pero tienen que ver únicamente con la oposición a una
acción determinada, a un acto concreto del gobierno americano y sólo indirectamente
afectan al conjunto de su línea agresiva. Más allá de estos límites no llegan.
Pero por su situación económica, por la ideología que le inspira, por su modo
de vida, por sus costumbres, tradiciones, relaciones, etc., el pueblo norteamericano está lejos de
encontrarse en vísperas de la revolución. Todavía hace falta que corra
mucha agua bajo los puentes norteamericanos para que llegue ese día. Estamos
convencidos de que ese día llegará, pero para ello es necesario realizar un
gran trabajo, una gran lucha.
En
Europa Occidental
el movimiento de masas, de viejas tradiciones ya, es mucho más amplio y
poderoso que en los EE.UU. Su tendenciosidad política general y su carácter de
clase son evidentes. A pesar de ello, tampoco
aquí se puede decir que sopla la tempestad revolucionaria y que la revolución
es inminente. Si se juzgara de otra forma se crearían ilusiones dañinas y
las fuerzas revolucionarias podrían incurrir fácilmente en errores extremistas,
particularmente ultraizquierdistas.
Asimismo opinamos
que no es exacta su valoración, de que, como resultado de las derrotas
sufridas, los norteamericanos quieren atenuar la tensa situación existente,
retirar sus tropas y sus bases militares de los territorios extranjeros, no ser
ellos mismos quienes luchen y no crear nuevos focos de guerra. De juzgar
así, se crea la impresión de que estamos asistiendo a una retirada general del
imperialismo americano en todos los frentes, cosa que sólo sirve para crear
ilusiones dañinas y desmovilización de las fuerzas antiimperialistas.
El
imperialismo norteamericano posee aún grandes fuerzas económicas, políticas y
militares para resistir y para a emprender nuevas agresiones. Los presupuestos
de guerra, la carrera y el perfeccionamiento de las armas, que constituyen el
principal índice de su política y de sus objetivos belicistas y agresivos, no
sólo no han disminuido, sino que crecen de año en año a ritmos muy acelerados.
El imperialismo norteamericano jamás
renunciará a sus objetivos estratégicos, a la guerra y a la agresión. De
otro modo ya no sería imperialismo.
Si los EE.UU. piensan en que
los gobiernos títeres luchen a solas contra los pueblos y que América les ayude
con dinero y armas, ello querría decir que el imperialismo norteamericano firma
con su propia mano la muerte de sus títeres y de sí mismo. No puede haber
ninguna ilusión en este sentido. Aun el hecho de que haya sufrido derrotas y se
vea obligado a retirarse de algún lugar, no quiere decir que el imperialismo
norteamericano no intentará intervenir y organizar agresiones contra otros
países.
La
guerra, la agresión, la opresión y la esclavización de los pueblos forman parte
de la naturaleza del imperialismo, emanan de la misma esencia de su sistema de
explotación.
Se sabe que los Estados Unidos de América, para vivir, necesitan la continua
expansión económica, política y militar, con el fin de mantener bajo su yugo a
los pueblos y chuparles la sangre. En caso contrario el imperialismo muere, se
deja libre el camino a la rebelión, a las insurrecciones y las revoluciones.
Por esta razón los Estados Unidos de América, pensamos nosotros, jamás
liquidarán por deseo propio sus bases militares en los territorios extranjeros
ni retirarán las tropas que tienen acantonadas fuera de su país. Esto sucederá
únicamente cuando se vean obligados a ello a causa de la lucha de los pueblos.
La
tarea de los marxista-leninistas y de los revolucionarios, pensamos
nosotros, es levantar a los pueblos en lucha contra el imperialismo y el
revisionismo, hacer que aumente la confianza en sus fuerzas inagotables,
hacerles conscientes de que hoy están en condiciones de afrontar con éxito los
ataques de los imperialistas viejos y nuevos, de destruir sus planes agresivos…
Hemos respaldado y
respaldaremos con todas nuestras fuerzas el derecho innegable de la República
Popular China de liberar Taiwán. Taiwán es parte inseparable e inalienable de
la República Popular China. Nuestro Gobierno se opondrá con decisión y de forma
permanente a la teoría de las «dos Chinas», de «una China y un Taiwán», de la
«independencia» de Taiwán o de la «indefinición» de su situación, etc. Como
hasta hoy, la República Popular de Albania combatirá para que la China popular
ocupe el lugar que le corresponde en las Naciones Unidas, para que sean
expulsados de allí los usurpadores chiangkaichekistas.
Nuestro pueblo, al
igual que todos los pueblos del mundo, ha admirado la ayuda que la República
Popular China ha prestado y presta directamente al pueblo vietnamita y a su
heroica lucha contra los agresores norteamericanos así como a su causa en la
arena internacional...
En
cuanto a la guerra de Viet Nam, la actitud de nuestro Partido es conocida por ustedes.
Hemos estado y estamos contra las conversaciones de París. Esto se lo hemos
dicho abiertamente también a los camaradas vietnamitas. Independientemente de
ello, hemos apoyado y apoyamos sin reservas la justa lucha del pueblo de Viet
Nam, cuya victoria consideramos que es decisiva para toda la lucha
antiimperialista de los pueblos.
La continuación de
la agresión norteamericana en Viet Nam y en toda Indochina constituye un gran
problema que preocupa a todos los pueblos. El problema vietnamita sólo puede
solucionarse cuando los Estados Unidos de América pongan fin a la guerra en
Viet Nam, desmantelen todas las bases militares y retiren el último soldado de
allí. Estamos convencidos de que el pueblo vietnamita vencerá y la victoria
será mérito de los propios vietnamitas, que luchan con las armas en la mano y
derraman su sangre. Sólo a los vietnamitas corresponde decir la última palabra
para la solución del problema vietnamita, sólo a ellos corresponde el derecho
innegable de decidir su destino.
Los imperialistas
norteamericanos y sus satélites, al igual que los revisionistas soviéticos, con
sus fuerzas armadas alineadas en las fronteras de China, han intentado
organizar un anillo de fuego en torno a China y amenazar su libertad e
independencia. Es significativa en este sentido la amistad que se está
desarrollando entre los revisionistas soviéticos y el gobierno reaccionario de
Sato. Hemos estado siempre y estamos al lado de Uds. en su sagrada lucha para
oponerse y desbaratar estos planes hostiles del imperialismo norteamericano,
los revisionistas soviéticos y los diversos reaccionarios.
Aprobamos
totalmente su actitud de no manifestarle a Kissinger el punto de vista de China
sobre la Unión, Soviética. Pero creemos que entre nosotros deben existir
opiniones comunes sobre las actividades políticas que pueden emprender los
revisionistas soviéticos, por lo menos frente a China y Albania, en las
coyunturas creadas.
Los puntos de
vista de los imperialistas norteamericanos sobre la Unión Soviética expuestos
ante ustedes, por Kissinger, no debían
constituir un secreto para, nosotros. Sabiendo que el imperialismo
norteamericano está aliado con el socialimperialismo soviético y que ellos, coordinan
las acciones entre sí, nos parece que estos puntos de vista no pueden tener
efecto sólo en el Lejano Oriente, sino también en Europa. Si nos pusiesen al corriente de lo que ha dicho Kissinger sobre la
Unión. Soviética, estaríamos más armados para descubrir mejor los
movimientos norteamericanos y soviéticos en el tablero de Europa.
Respaldamos la
lucha que libra la República Popular China contra
el militarismo japonés y su política expansionista en Asia, particularmente
en dirección a Corea, Taiwán, etc. Esta justa actitud, junto al respaldo activo
que China presta a la lucha del pueblo japonés contra el gobierno reaccionario
de Sato y la alianza nipo-americana, constituye una importante contribución al
ascenso de la lucha revolucionaria en el Japón, que es de particular
importancia para frenar los planes agresivos del imperialismo norteamericano y
el militarismo japonés.
El imperialismo
americano y el socialimperialismo soviético han intensificado sus esfuerzos
para azuzar el militarismo japonés, la reacción hindú y la de algunos otros
países contra China y los países libres de Asia. En este marco apreciamos los
esfuerzos de China popular por el fortalecimiento del frente unido de los
pueblos de China, Corea, Viet Nam, Camboya y Laos, así como los esfuerzos por
ampliar los contactos y reforzar los vínculos con los pueblos nipón, hindú,
pakistaní, etc.
Opinamos que las huelgas y las
manifestaciones en los Estados Unidos de América tienen importancia, pero tiene una importancia aún mayor que
despierten y se lancen a la revolución en primer lugar los pueblos de la India,
del Japón y de toda Asia… Es sabida asimismo la gran importancia que Lenin
concedía a la victoria de la revolución en países grandes como China, la India
y los demás países de Oriente para los destinos de la revolución mundial.
El imperialismo
inglés creó división y antagonismos entre los pueblos de la India y del
Pakistán y nosotros los marxista-leninistas debemos oponernos a los objetivos
explotadores y agresivos de los imperialistas norteamericanos y los
socialimperialistas soviéticos, que continúan instigando uno contra otro a los
pueblos de estos dos países. India y Pakistán son dominados por la burguesía reaccionaria,
que está lejos de ser tan potente como el imperialismo norteamericano.
Constituyen un eslabón débil.
Nuestros dos
partidos no olvidan ni por un instante que la lucha contra el imperialismo
norteamericano debe desarrollarse severamente, no sólo en Asia, África y América
Latina, sino también en Europa.
Hemos señalado, que China popular, junto con sus amigos marxista-leninistas
auténticos, debe desempeñar un papel más grande en Europa. Ustedes conocen
nuestra política respecto a Europa, una política a favor de la revolución,
contra, los pactos de la OTAN y de Varsovia, contra el nuevo tratado
soviético-germanooccidental, contra los proyectos, revisionistas de seguridad
europea. Pensamos que la política del imperialismo norteamericano en Europa es
bastante compleja. A pesar de las contradicciones que los. Estados Unidos
tienen con sus socios, sus vínculos tradicionales con Inglaterra y Francia
deben ser siempre tenidos en cuenta.
Estamos de acuerdo
con ustedes en que para establecer contactos con los pueblos se debe practicar la diplomacia del pueblo.
Esta es la diplomacia abierta y sincera, al servicio del socialismo, de la
lucha de liberación de los pueblos, de la ampliación y el incremento del ímpetu
revolucionario de las masas en los países capitalistas.
Pero, al igual que
las relaciones diplomáticas no son el único camino para establecer vínculos con
el pueblo, los contactos con el pueblo no se logran necesariamente a través de
los encuentros con los cabecillas. La
influencia de los países socialistas se ejerce en primer lugar a través de la
política que practican, de la lucha antiimperialista y antirrevisionista que
llevan a cabo, de las consecuentes actitudes de principio que mantienen frente
a los problemas vitales que preocupan al mundo, de su solidaridad y su respaldo
sin reserva a la lucha revolucionaria y de liberación de los pueblos.
La República
Popular China hasta hace poco no ha tenido relaciones diplomáticas y contactos
directos con numerosos países capitalistas, pero eso no le ha impedido ejercer
una gran influencia en el movimiento revolucionario y de liberación en el
mundo, al igual que no ha impedido a los pueblos de los diversos continentes
querer, respaldar y defender a China...
Viet Nam no sólo
no tiene relaciones diplomáticas con los Estados Unidos de América sino que
desde hace largo tiempo se encuentra en lucha con ellos. A pesar de esto,
precisamente ahora, gracias a su justa lucha, la simpatía de los pueblos del
mundo y del pueblo americano hacia el pueblo vietnamita es más grande que
nunca. Es la audacia y la actitud valiente de Viet Nam el factor que más que ningún
otro favorece la radicalización de las
masas populares americanas, que salen a las calles con las banderas
nacionales de Viet Nam y los retratos de Ho Chi-Minh.
Lo máximo que se
puede lograr en los encuentros y las
conversaciones con los cabecillas de los países capitalistas es la
solución de algunos problemas concretos. Pero aquéllos jamás pueden convertirse
en un factor que influya en el incremento del ímpetu revolucionario de las
masas, particularmente cuando están descontentas y en movimiento contra la
política y la actuación de quienes les dominan. Por el contrario, en estas
ocasiones, los encuentros y las conversaciones pueden crear ilusiones entre
los pueblos respecto a los cabecillas imperialistas o revisionistas, crean una
atmósfera de expectativa en las masas, debilitan su lucha.
Incluso el
establecimiento de relaciones diplomáticas no es siempre útil en esta lucha.
Así, por ejemplo, no aceptamos establecer relaciones diplomáticas con los
revisionistas soviéticos porque ellos, como se sabe, han perpetrado graves
crímenes y brutales ataques contra el marxismo-leninismo, la República Popular
de Albania en particular, y cortaron las relaciones diplomáticas con nosotros
por propia iniciativa. Nuestro Partido ha planteado que hagan una autocrítica
pública por todo lo que han hecho contra el marxismo-leninismo y contra nuestro
país. Si no se actúa así, se entendería que nosotros cargaríamos, si no con
toda, con una parte de la culpa por la ruptura de relaciones y daríamos
argumentos a los cabecillas revisionistas soviéticos para justificar ante su
pueblo las acciones y posiciones hostiles que hasta hoy han mantenido contra el
marxismo-leninismo y contra Albania. Actualmente esto no beneficiaría al pueblo
soviético y a su lucha antirrevisionista, ayudaría a la camarilla de Brezhnev
a consolidar su posición.
O veamos el caso
de nuestras relaciones con Yugoslavia.
Entre nuestros dos países existen relaciones diplomáticas, comerciales y en
cierta medida también culturales. Estas relaciones existen, no sólo sin contactos con los cabecillas titistas, sino
incluso en lucha ideológica de principios contra ellos. La polémica y la
lucha ideológica contra el titismo, que se refleja de forma cabal y multilateral
en los materiales y documentos de nuestro Partido, que continúan publicándose,
se desarrolla de forma ininterrumpida. Esto no nos ha impedido declarar, ahora
que Yugoslavia está amenazada por el socialimperialismo soviético, que en caso
de agresión estaremos del lado de los pueblos de Yugoslavia. Por este camino
hemos reforzado los contactos con estos pueblos…
La coyuntura
favorable, creada no por deseo de nuestros enemigos, sino por nuestra línea
justa y nuestra lucha decidida, debemos aprovecharla siempre que se presente la
ocasión en beneficio nuestro y de la revolución, preservando siempre los
principios y la dignidad de nuestros Estados socialistas...
Por nuestra parte
queremos asegurarles que la línea y las
posiciones de nuestro Partido del Trabajo de Albania continuarán siendo siempre
de principios, consecuentes, invariables. Combatiremos al imperialismo
norteamericano y al revisionismo soviético sin compromisos, de manera
consecuente. Es posible que estos enemigos, por separado o juntos, o incitando
a sus aliados y lacayos, emprendan contra nosotros aventuras agresivas.
Lucharemos sin vacilaciones, hasta el fin, hasta la victoria.
Por el Comité
Central del PTA
El Primer
Secretario
Enver
Hoxha
Nota:
[1] Era ya un hecho consumado
Obras Escogidas de Enver Hoxha
Casa Editora «8 Nëntori», Tirana
tomo IV, págs. 695-713
Descargar "El recibimiento de Nixon en Pekín no es correcto, nosotros no lo apoyamos" (1971) de Enver Hoxha.