martes, 20 de noviembre de 2012

Directrices para la acción comunista en los sindicatos

Adoptadas por el IV Congreso de la Internacional Comunista
Diciembre de 1922
(Extractos) 
I. LA SITUACIÓN DEL MOVIMIENTO SINDICAL
1. En el curso de estos dos últimos años, caracterizados por la ofensiva general del capital, el movimiento sindical se ha debilitado notablemente en todos los países. Salvo raras excepciones (Alemania, Austria), los sindicatos han perdido una gran cantidad de afiliados. Este retroceso se explica por la poderosa ofensiva de la burguesía y por la impotencia de los sindicatos reformistas para ofrecer una oposición seria al ataque capitalista y  defender los intereses más elementales de los obreros.
2. Desilusionada por la ofensiva capitalista y la permanente colaboración de clases, parte de las masas obreras intenta crear nuevas organizaciones, mientras que una gran cantidad de obreros poco conscientes está abandonando sus organizaciones. Para muchos, el sindicato ha dejado de ser el centro de atracción porque no ofrece resistencia, y en muchos casos no quiere resistir, a la ofensiva capitalista, y no quiere defender posiciones ya conquistadas. La esterilidad del reformismo se ha hecho evidente en la práctica.
3. En todos los países, el movimiento sindical demuestra inestabilidad interna. Grupos bastante numerosos de obreros se alejan continuamente de él, mientras los reformistas ejecutan con fervor su política de colaboración de clases, con el pretexto de “utilizar el capital en beneficio de los obreros”. Por el contrario, en realidad, el capital siempre ha logrado que las organizaciones reformistas sirvan a sus intereses, utilizándolas para disminuir el nivel de vida de las masas…
II. LA OFENSIVA DE ÁMSTERDAM  CONTRA LOS SINDICATOS REVOLUCIONARIOS
4. A la vez que cedían en toda la línea ante la presión burguesa, los dirigentes reformistas desataron una ofensiva contra los obreros revolucionarios. Viendo que su falta de voluntad para organizar la resistencia contra el capital había provocado el profundo rencor de las masas obreras, y resueltos a limpiar a las organizaciones de los elementos revolucionarios, emprendieron una ofensiva sistemática contra el movimiento sindical revolucionario, con el objeto de disgregar y desmoralizar a la minoría revolucionaria por todos los medios a su alcance, y facilitar la consolidación del dominio vulnerable de la burguesía. 
5. Para conservar su autoridad, los dirigentes de Ámsterdam no vacilan en excluir no solamente a individuos y grupos sino a organizaciones enteras. De ninguna manera quieren quedar en minoría y, ante la amenaza que representan los elementos revolucionarios adherentes de la Internacional Sindical Roja y de la Internacional Comunista, están decididos a provocar la escisión, siempre que puedan conservar su control sobre el aparato administrativo y los fondos…
6. Al mismo tiempo del ataque reformista en varios países, se inició también una ofensiva a escala mundial. Los secretariados internacionales afiliados a Ámsterdam expulsaron sistemáticamente o se rehusaron a admitir en su seno a los sindicatos revolucionarios nacionales correspondientes. Así, los congresos internacionales de los obreros textiles, de los empleados, de los obreros del cuero y pieles, de los trabajadores de la madera, de los obreros de la construcción, y de los empleados de correos y telégrafos, se negaron a admitir a los sindicatos rusos y otros sindicatos revolucionarios porque pertenecían a la Internacional Sindical Roja.
7. Esta campaña de los dirigentes de Ámsterdam contra los sindicatos revolucionarios es una manifestación de la campaña del capital internacional contra la clase obrera. Persigue los mismos objetivos: consolidar el sistema capitalista sobre la miseria de las masas trabajadoras. El reformismo se está acercando a su fin y mediante las expulsiones y la separación de los elementos más combativos, busca debilitar a la clase obrera para ésta no pueda conquistar el poder y los medios de producción.
III. LOS ANARQUISTAS Y EL COMUNISMO
8. Una “ofensiva”, muy parecida a la de Ámsterdam, fue iniciada simultáneamente por el ala anarquista del movimiento obrero, contra la Internacional Comunista, los Partidos Comunistas y las células comunistas en los sindicatos. Cierto número de organizaciones anarcosindicalistas se declararon abiertamente enemigas de la Internacional Comunista y la revolución rusa, pese a su solemne adhesión a la Internacional Comunista en 1920 y a sus declaraciones de simpatía con el proletariado ruso y la Revolución de Octubre…
9. En nombre de la autonomía sindical, ciertas organizaciones sindicalistas (Secretariado Nacional de Obreros de Holanda, IWW, Unión Sindical Italiana, etc.) excluyen a los partidarios de la Internacional Sindical Roja en general y a los comunistas en particular. De ese modo, el lema de independencia, alguna vez superrevolucionario, se ha convertido en anticomunista, es decir, en contrarrevolucionario, y coincide con el de Ámsterdam, que lleva a cabo la misma política bajo la bandera de la independencia, aunque para nadie es un secreto que depende completamente de la burguesía nacional e internacional. 
10. La acción de los anarquistas contra la Internacional Comunista, la Internacional Sindical Roja y la revolución rusa provocó la división y la confusión en sus propias filas. Los mejores elementos de la clase obrera han protestado contra esta ideología. El anarquismo y el anarcosindicalismo se han escindido en varios grupos y tendencias que libran una lucha encarnizada en favor o en contra de la Internacional Sindical Roja, de la dictadura proletaria y de la Revolución Rusa.
IV. NEUTRALIDAD Y AUTONOMÍA
11. La influencia de la burguesía sobre el proletariado se refleja en la teoría de la neutralidad, según la cual los sindicatos deberían limitarse exclusivamente a objetivos económicos,  estrechos y corporativos, y no a objetivos de clase. La neutralidad siempre fue una doctrina puramente burguesa, combatida enérgicamente por el marxismo revolucionario. Los sindicatos que no se plantean ningún objetivo de clase, es decir, que no se plantean el derrocamiento del sistema capitalista, son, pese a su composición proletaria, los mejores defensores del orden burgués de la sociedad.
12. Esta teoría de la neutralidad siempre se ha basado en el argumento de que los sindicatos deben interesarse únicamente en los problemas económicos, sin mezclarse en política. La burguesía siempre tiende a separar la política de la economía, porque comprende perfectamente que si logra confinar a la clase obrera en el marco de los intereses corporativos, ningún peligro serio amenazará su dominación.
13. Esta misma separación entre economía y política es sostenida por los elementos anarquistas del movimiento sindical, para apartar al movimiento obrero de la lucha política con el pretexto de que toda política está dirigida contra los obreros. Esta teoría, de esencia puramente burguesa, es presentada a los obreros como la teoría de la autonomía sindical, que es interpretada como una oposición de los sindicatos al Partido Comunista y una declaración de guerra al movimiento obrero comunista, con el pretexto de independencia y autonomía.
14. …La autonomía en todas sus formas, ya sea anarquista o anarcosindicalista, es una doctrina anticomunista a la que debe oponérsele una decidida resistencia, porque lo mejor que puede salir de eso es la independencia con relación al comunismo y un antagonismo entre sindicatos y Partidos Comunistas, si es que no conduce a una lucha encarnizada de los sindicatos contra los Partido Comunistas, el comunismo y la revolución social.
15. La teoría de la autonomía, tal como es expuesta por los anarcosindicalistas franceses, italianos y españoles, es, por su naturaleza, el grito de guerra del anarquismo contra el comunismo. Los comunistas deben llevar a cabo en el seno de los sindicatos una resuelta lucha contra esta maniobra que trata de pasar de contrabando la hostilidad anarquista bajo la bandera de la autonomía, y que busca dividir el movimiento obrero en sectores hostiles entre sí, para retrasar u obstaculizar el triunfo de la clase obrera.
V. SINDICALISMO Y COMUNISMO
16. Los anarcosindicalistas confunden sindicatos y sindicalismo presentando a su partido anarcosindicalista como la única organización realmente revolucionaria capaz de llevar la acción proletaria hasta el final. El sindicalismo, que constituye un inmenso progreso en relación con el trade-unionismo, presenta sin embargo numerosos defectos y aspectos perjudiciales, que deben ser combatidos resueltamente.
17. Los comunistas no pueden ni deben, en nombre de abstractos principios anarcosindicalistas, renunciar a su derecho a organizar “células” en el seno de los sindicatos de cualquiera color. Nadie puede privarlos de ese derecho. Naturalmente, los comunistas que luchan en los sindicatos deben vincular su actividad con la de aquellos sindicalistas que han aprendido de la experiencia de la guerra y de la revolución.
18. Los comunistas deben tomar la iniciativa de crear, en los sindicatos, un bloque con los obreros revolucionarios de otras tendencias. Los más próximos al comunismo son los “comunistas sindicalistas”, que reconocen la necesidad de la dictadura proletaria y defienden contra los anarcosindicalistas el principio del Estado obrero. Pero la coordinación de acciones presupone una organización de los comunistas. La acción aislada de los comunistas no estará en posición de colaborar con nadie porque no representará una fuerza seria.
19. Poniendo sus principios en práctica del modo más enérgico y consecuente y combatiendo las teorías anticomunistas de autonomía y separación de la política de la economía, concepciones dañinas para el avance revolucionario de la clase obrera, los comunistas deben esforzarse, en el seno de los sindicatos de cualquier color, por coordinar sus actividades en la lucha práctica contra el reformismo y la falsa combatividad anarcosindicalista, con todos los elementos revolucionarios que están a favor del derrocamiento del capitalismo y de la dictadura del proletariado…
VI. LA LUCHA POR LA UNIDAD SINDICAL
21. La consigna de la Internacional Comunista contra la escisión sindical debe ser aplicada con indesmayable energía, a pesar de las furiosas persecuciones de comunistas que realizan los reformistas en todos los países. Los reformistas recurren a las expulsiones para provocar escisiones. Persiguiendo sistemáticamente a los mejores elementos de los sindicatos, esperan que los comunistas pierdan la cabeza, que abandonen los sindicatos y renuncien al plan profundamente meditado de conquistar los sindicatos desde adentro…
22. La escisión del movimiento sindical, sobre todo en las condiciones actuales, representa el mayor peligro para el movimiento obrero en su conjunto. La escisión en los sindicatos obreros haría retroceder a la clase obrera varios años, porque la burguesía podría entonces revertir fácilmente las conquistas más elementales de los obreros. Los comunistas deben impedirla con todos los medios a su alcance, con toda la fuerza de su organización; deben refrenar la frivolidad criminal con que los reformistas rompen la unidad sindical.
23. En los países donde existen dos centrales sindicales nacionales (España, Francia, Checoslovaquia, etc.), los comunistas deben luchar por la fusión de las organizaciones paralelas. Dado el objetivo de fusionar los sindicatos actualmente escindidos, no es conveniente que los comunistas y obreros revolucionarios individuales se separen de los sindicatos reformistas para incorporarse a los sindicatos revolucionarios. Ningún sindicato reformista debe quedar desprovisto del fermento comunista. El trabajo activo de los comunistas en los dos sindicatos es una condición indispensable para el restablecimiento de la unidad…
24. …Todo comunista debe tener presente que la escisión de los sindicatos no es solamente una amenaza para las conquistas inmediatas de la clase obrera sino también una amenaza para la revolución social. Las tentativas de los reformistas de escindir los sindicatos deben ser sofocadas radicalmente, pero esto sólo se puede lograr mediante un enérgico trabajo político y organizativo entre las masas obreras. 
VII. LA LUCHA CONTRA LA EXPULSIÓN DE COMUNISTAS
25. La expulsión de los comunistas tiene por objeto desorganizar el movimiento revolucionario, aislando a los dirigentes de las masas obreras. Por eso los comunistas no pueden limitarse a las formas y métodos de lucha que han usado hasta ahora. El movimiento sindical mundial ha llegado a su momento más crítico. Los reformistas se han vuelto más vehementes para dividir los sindicatos; nuestro deseo de unidad ha sido demostrado con numerosos hechos, y, en el futuro, los comunistas deben demostrar en la práctica el valor que asignan a la unidad del movimiento sindical.
26. Cuanto más evidente es la línea escisionista de nuestros enemigos, más enérgico debe ser nuestro llamado a la unidad sindical. Ni una fábrica, ningún taller, ni una reunión obrera deben ser ignorados; en todas partes debe hacerse oír la protesta contra la táctica de Ámsterdam. El problema de la escisión sindical debe ser planteado ante cada sindicalista, no solamente en el momento en que la escisión es inminente sino cuando recién comienza a esbozarse. El problema de la expulsión de los comunistas del movimiento sindical debe ser planteado ante el movimiento obrero de todos los países. Los comunistas son lo suficientemente fuertes como para dejarse eliminar sin decir nada. La clase obrera debe saber quién está por la escisión y quién está por la unidad.
27. La expulsión de comunistas elegidos por organizaciones sindicales locales es más que un asunto de protestar contra la interferencia con la voluntad de los electores; debe ser enfrentada con una resistencia firme y bien organizada. Los miembros expulsados no deben dispersarse. Es muy importante que los Partidos Comunistas no permitan la disgregación de los elementos expulsados. Deben organizarse en sindicatos de expulsados, que tengan como punto central de su trabajo político su reintegración en los sindicatos.
28. La lucha contra las expulsiones es en realidad una lucha por la unidad del movimiento sindical. En este caso, todas las medidas que tiendan al restablecimiento de la unidad destruida son buenas. Los expulsados no deben permanecer aislados y separados de la oposición en su conjunto o de las organizaciones revolucionarias existentes. Los grupos expulsados deben unirse estrechamente a la oposición en los sindicatos y a las organizaciones revolucionarias en el país en cuestión, con el fin de sostener una lucha conjunta contra las expulsiones y garantizar la unidad de acción en la lucha contra el capital.
29. Las medidas prácticas de lucha pueden y deben ser elaboradas y modificadas de acuerdo con las condiciones y particularidades locales. Es importante que los Partidos Comunistas expresen claramente su rechazo a la escisión y hagan todo lo posible para detener la ola de expulsiones que se han incrementado notablemente desde los inicios de la fusión de la Segunda Internacional y la Internacional de Viena. No existen medios y métodos universales y definitivos en la lucha contra las expulsiones. Todos los Partidos Comunistas tienen la posibilidad de luchar con los medios que consideren más efectivos para lograr su objetivo: conquistar los sindicatos y restablecer la unidad sindical.
30. Los comunistas deben desarrollar una lucha muy enérgica contra la expulsión de sindicatos revolucionarios del seno de las Federaciones Internacionales por industria. Los Partidos Comunistas no pueden permanecer como espectadores pasivos ante la expulsión de sindicatos revolucionarios por la única razón de que son revolucionarios. Los comités internacionales de propaganda por industria, creados por la Internacional Sindical Roja, deben ser apoyados resueltamente por los Partidos Comunistas, de modo que se pongan en acción todas las fuerzas revolucionarias existentes en la lucha por la formación de federaciones internacionales únicas por industria. 
Toda esta lucha debe llevarse a cabo bajo la consigna de la admisión de todos los sindicatos, sin distinción de tendencia, sin distinción de corrientes políticas, en una organización internacional única por industria. 
CONCLUSIÓN
Siguiendo su camino de conquistar los sindicatos y luchar contra la política escisionista de los reformistas, el IV Congreso de la Internacional Comunista declara solemnemente que cuando los dirigentes de Ámsterdam no recurran a las expulsiones, cuando den a los comunistas la posibilidad de luchar ideológicamente por sus principios en el seno de los sindicatos, los comunistas lucharán como miembros disciplinados en las filas de la organización única, marchando siempre adelante en todos los enfrentamientos y en todos los conflictos con la burguesía.
El IV Congreso de la Internacional Comunista declara que es deber de todos los Partidos Comunistas, hacer todo lo que esté a su alcance para impedir la escisión en los sindicatos, poner todos sus esfuerzos para restaurar la unidad sindical donde haya sido destruida, y lograr la adhesión del movimiento sindical de sus países a la Internacional Sindical Roja.
 
1 Trade-unionism se refiere a una visión estrecha, puramente sindical, no política. 

Fuente: “Extracts from the Directives for Communist Action in the Trade Unions Adopted by the Fourth Comintern Congress” publicado en Jane Degras, “The Communist International, 1919-1943. Documents”, diciembre de 1922, Volumen I 1919-1922. Traducción de “Crítica Marxista-Leninista”.
 
Nota: La presente traducción se ha beneficiado además de la versión contenida en el libro “Los Cuatro Primeros Congresos de la Internacional Comunista” de Ediciones Digitales Izquierda Revolucionaria, mayo 2008.