Lenin
31 de mayo de 1912
"La Huelga" de Robert Koehler, 1886. |
Antes que nada
expondremos algunas cifras generales, tomadas de las estadísticas oficiales
sobre las huelgas. Durante tres años, de 1905 a 1907, el movimiento
huelguístico ruso alcanzó una altura sin
precedentes en el mundo. La estadística oficial se refiere únicamente a las
fábricas, de manera que quedan fuera de ella las empresas mineras, los ferrocarriles,
la construcción y otros muchos sectores del trabajo asalariado. Pero aun
tomando sólo las fábricas, en 1905 hubo 2.863.000 huelguistas, es decir, cerca
de tres millones; en 1906 fueron 1.108.000 y 740.000 en 1907. En los quince
años que van de 1894 a 1908 durante los cuales en Europa se empezó a
sistematizar la estadística de huelgas, el mayor número de huelguistas en un
año correspondió a Norteamérica, con 660.000.
Por consiguiente,
los obreros rusos fueron los primeros en
el mundo que desplegaron una lucha huelguística de masas como la que vimos
en 1905-1907. Ahora los obreros ingleses han infundido al movimiento
huelguístico un nuevo y vigoroso impulso en lo que respecta a las huelgas
económicas. El papel avanzado de los obreros rusos no se debe a que fuesen más
fuertes, organizados y desarrollados que los de Europa occidental, sino a que
en Europa no se habían producido aún grandes crisis nacionales con la
participación de las masas proletaria como fuerza independiente. Cuando estas
crisis se produzcan, las huelgas de masas serán en Europa todavía más poderosas
de lo que fueron en Rusia, en 1905.
¿Qué relación hubo
en ese período entre las huelgas económicas y las políticas? Las estadísticas del
gobierno nos dan la siguiente respuesta:
Número de huelguistas (en miles)
|
|||
1905
|
1906
|
1907
|
|
Huelgas económicas
|
1,439
|
458
|
200
|
Huelgas políticas
|
1,424
|
650
|
540
|
Total
|
2,863
|
1,108
|
740
|
Se aprecia aquí la
íntima e indisoluble relación que hay entre los dos tipos de huelgas. Cuando el
movimiento alcanzó su punto culminante (1905) la base económica de la lucha fue la más amplia; la huelga política se
asentó ese año en la sólida y firme base de huelgas económicas. El número de
huelguistas económicos fue mayor que
el de huelguistas políticos.
A medida que el
movimiento decae en 1906 y 1907, observamos la reducción de la base económica: el número de huelguistas económicos
desciende a 0,4 del total en 1906 y a 0,3 en 1907. Por lo tanto, la huelga
económica y la política se apoyan mutuamente, y son fuentes de fuerza la una
para la otra. Sin una estrecha relación entre estos tipos de huelga es
imposible un movimiento verdaderamente amplio, de masas, de significación nacional. Al comienzo del movimiento, la
huelga económica suele tener la propiedad de despertar, de poner en marcha, a
los rezagados, de generalizar el movimiento y elevarlo a un plano superior.
Por ejemplo, en el
primer trimestre de 1905, las huelgas económicas predominaron sensiblemente sobre
las políticas: 604.000 huelguistas en las primeras contra sólo 206 en las
segundas. Pero en el último trimestre del mismo año la proporción es inversa: a
las huelgas económicas corresponden 430.000, y a las políticas 847.000. Esto
significa que al comienzo del movimiento muchos obreros ponían en primer plano
la lucha económica, y que en los momentos de máximo ascenso ocurría lo
contrario. Ahora bien, la relación
entre las huelgas económicas y las políticas existió todo el tiempo. Sin ella, repetimos, es imposible un movimiento verdaderamente
grande y que alcance los grandes objetivos que se propone.
En la huelga
política, la clase obrera interviene como vanguardia de todo el pueblo. El proletariado,
en esos momentos, no actúa simplemente como una clase más de la sociedad
burguesa, sino que tiene el papel dirigente, es decir, el de guía, vanguardia y
jefe. Las ideas políticas que se manifiestan en el movimiento tienen un
carácter popular, o sea, conciernen a las condiciones fundamentales y más
profundas de la vida política de todo el país. Este carácter de la huelga
política (y así lo señalan todas las investigaciones científicas relativas al
período de 1905-1907) incorporó al movimiento a todas las clases, y en
particular, se comprende, a las capas más amplias, numerosas y democráticas de
la población, el campesinado, etc.
Por otra parte,
sin reivindicaciones económicas, sin un mejoramiento directo e inmediato de su
situación, las masas trabajadoras no aceptarán nunca concebir un “progreso”
general del país. Las masas se incorporan al movimiento, participan en él con
energía, lo valoran en alto grado y dan muestras de heroísmo, abnegación, perseverancia
y fidelidad a la gran causa, siempre que ésta lleve a un mejoramiento en la
situación económica de los trabajadores. No puede ser de otra manera, pues las
condiciones de vida de los obreros en situaciones “normales” son increíblemente
duras. Al mismo tiempo que trata de mejorar sus condiciones de vida, la clase
obrera progresa en el sentido moral, intelectual y político, se hace más capaz
de llevar a cabo su gran misión emancipadora.
La estadística de
huelgas publicada por el ministerio de Comercio e Industria confirma en un todo
esta enorme importancia de la lucha económica de los obreros en la época de
reactivación general. Cuanto más vigorosa es la ofensiva de los obreros, más
consiguen mejorar su nivel de vida. Y la “simpatía de la sociedad” y el
mejoramiento de las condiciones de vida son producto del elevado desarrollo de
la lucha. Los liberales (y los liquidadores) dicen a los obreros: ustedes son
fuertes cuando encuentran simpatías en la “sociedad”; el marxista les habla de
otra manera: encuentran simpatías en la “sociedad” cuando son fuertes. Por sociedad
hay que entender en este caso todos los distintos sectores democráticos de la
población, la pequeña burguesía, los campesinos, los intelectuales que tienen
contacto directo con la vida del pueblo, los empleados, etc.
El movimiento
huelguístico fue más fuerte en 1905. ¿Y qué sucedió? Vemos que en ese año los obreros
consiguen las mejoras más importantes de su situación. La estadística del
gobierno indica que por cada 100 huelguistas, en 1905 sólo 29 terminaron la lucha sin conseguir nada, es decir, con una derrota completa. ¡Durante los 10 años anteriores
(1895-1904) fueron 52 huelguistas de cada 100 los que tuvieron que volver al
trabajo sin conseguir nada! Quiere decir que el carácter de masas de la lucha contribuye
enormemente a su éxito, casi lo
duplica.
Y cuando el
movimiento comenzó a declinar, empezó también a disminuir el éxito de la lucha.
En 1906, por cada 100 huelguistas hubo 33 que nada consiguieron, o mejor dicho,
que fueron derrotados; en 1907 ese número ascendió a 58, ¡¡y en 1908 llegaron a
69 de cada cien!!
Por lo tanto, los datos
científicos de la estadística de varios años confirman la experiencia personal
y las observaciones de cada obrero con conciencia de clase, acerca de la
necesidad de combinar la huelga económica y la política, y de que esta
combinación es inevitable en un movimiento verdaderamente amplio de todo el
pueblo.
La actual oleada
de huelgas confirma asimismo esta conclusión. En 1911 se duplicó el número de
huelguistas respecto de 1910 (100.000 contra 50.000) pero aún era sumamente
reducido; las huelgas puramente económicas seguían siendo una causa más o menos
“estrecha”, que no poseía todavía una significación verdaderamente nacional.
Hoy es claro para todos que el movimiento huelguístico posterior a los
conocidos acontecimientos de abril último tuvo precisamente ese significado.
Tiene entonces
capital importancia rechazar desde el principio la deformación que tratan de imponer al carácter del movimiento los
liberales y los políticos obreros liberales (los liquidadores). El liberal
señor Severianin publica en Russkie
Viédomosti un artículo contra el “agregado” de demandas económicas o “de
cualquier otra [¡hasta eso!] demanda” a la huelga del Primero de Mayo; los principales
párrafos de este artículo son reproducidos con simpatía por el Riech kadete.
“Relacionar tales
huelgas [escribe el señor liberal] con un momento como el Primero de Mayo, resulta
irrazonable las más de las veces… Por cierto, sería más bien extraño hacerlo:
festejamos la celebración del día internacional obrero, y con este motivo
pedimos un aumento del 10 por ciento para los tejedores de percalina de tal o
cual calidad. (Riech, número 132)
Lo que al liberal
le resulta “extraño”, al obrero le parece perfectamente claro. Sólo los defensores
de la burguesía y de sus descomunales ganancias pueden burlarse de que se pida
un “aumento”. Pero los obreros saben que precisamente el amplio carácter de la
reivindicación del aumento, el carácter general de las huelgas, es lo que más contribuye
a incorporar a ellas a una multitud de nuevos participantes, lo que más
garantiza la fuerza de la ofensiva y la simpatía de la sociedad, lo que más
asegura el éxito de los propios obreros y la importancia nacional de su
movimiento. Por esta razón hay que combatir con decisión la deformación liberal
que propugnan el señor Severianin, Russkie
Viédomosti y Riech, y alertar a
los obreros, en todas las formas posibles, contra tan lamentables consejeros.
El liquidador
señor V. Ezhov, que escribe en el primer número del periódico liquidador Nievski Galos, ofrece una deformación
similar netamente liberal, aunque enfoca el problema desde un ángulo algo
distinto. El señor V. Ezhov se detiene en especial en las huelgas motivadas por
las multas del Primero de Mayo. El autor señala con razón la insuficiente
organización de los obreros, aunque la conclusión que extrae no puede ser más
errónea y perjudicial. El señor Ezhov ve una falta de organización en el hecho
de que en una fábrica se declaren en huelga como mera señal de protesta, en otra
agreguen reivindicaciones económicas, etc. Mas lo cierto es que esta variedad de formas de huelga no denota
en sí misma la menor falta de organización: ¡sería ridículo imaginarse la
organización con el obligatorio atributo de la uniformidad! La falta de organización
no está, ni mucho menos, donde el señor Ezhov la busca.
Pero mucho peor
todavía es su conclusión:
“Debido a esto [es
decir, debido a la diversidad de huelgas y a las distintas formas en que se
combina la economía y la política], el principio involucrado en la protesta (no
se declaraban en huelga por un aumento de unos kopeks), quedó oscurecido, en
muchos casos, al ser complicado con demandas económicas…”
¡El razonamiento
es en verdad indignante, falso y liberal de arriba abajo! Pensar que la demanda
de “unos kopeks” es capaz de
“oscurecer” el principio involucrado en la protesta significa rebajarse al
nivel de los kadetes. Todo lo contrario, señor Ezhov, ¡la demanda de “unos
kopeks” no merece burlas, sino su pleno reconocimiento! Todo lo contrario,
señor Ezhov, ¡esta demanda no “oscurece” sino que acentúa el “principio involucrado en la protesta”! En primer lugar,
el problema de un mejor nivel de vida es también
un asunto de principio y de primer orden; y en segundo lugar, yo no debilito mi
protesta, sino que la refuerzo cuando no se refiere a una, sino a dos, a tres,
etc., manifestaciones de opresión.
Todos los obreros
rechazarán indignados la irritante deformación liberal del problema por el señor
Ezhov.
Y no se trata de
un lapsus. A renglón seguido escribe cosas aun más indignantes:
“Su propia
experiencia habría debido sugerir a los obreros que no es conveniente complicar
su protesta con demandas económicas, de la misma manera que no es aconsejable
complicar una huelga ordinaria con demandas que impliquen un principio.”
¡Esto es falso una
y mil veces! Es vergonzoso que Nievski
Golas publique tales cosas. Lo que al señor Ezhov no le parece conveniente
lo es, y en alto grado. La experiencia
propia de cada obrero y la experiencia de un gran número de obreros rusos
en un pasado reciente dicen lo contrario
de lo que el señor Ezhov predica.
Sólo los liberales
pueden protestar contra la “complicación” de cualquier huelga “ordinaria” con “demandas
que involucren principios”. Esto en primer lugar, y en segundo lugar, nuestro
liquidador se equivoca de medio a medio cuando mide el movimiento actual con el
rasero de las huelgas “ordinarias”.
¡En vano trata el
señor Ezhov de encubrir su contrabando liberal con una bandera ajena; en vano confunde
el problema de la combinación de las huelgas
económicas y políticas con el de la preparación
de unas y otras! Cierto que es muy deseable realizar preparativos y estar
preparados, y hacerlo de la manera más seria, concertada, meditada y firme.
Esto nadie lo pone en duda. Pero lo que hay que preparar, al contrario de lo
que dice el señor Ezhov, es la combinación
de ambos tipos de huelga.
“Ante nosotros
tenemos un período de huelgas económicas [escribe], sería un error irreparable
permitir que se entrelazaran con las acciones políticas de los obreros. Esta
combinación tendría consecuencias perjudiciales, tanto para la lucha económica
de los obreros como para la lucha política.”
¡No parece que se
pueda ir más allá! El derrumbe del liquidador hasta el nivel del liberal adocenado
no puede ser más claro. ¡Cada frase contiene un error! ¡Para obtener la verdad
hay que rehacerlas y convertirlas en todo
lo contrario!
No es cierto que
tengamos ante nosotros un período de huelgas económicas. Muy por el contrario.
Ante nosotros tenemos algo más que una fase de huelgas económicas. Hay una fase
de huelgas políticas. Los hechos, señor Ezhov, son más fuertes que sus
deformaciones liberales, y si usted pudiera recibir las fichas estadísticas de
las huelgas que reúne el ministerio de Comercio e Industria, inclusive esos datos oficiales
refutarían por completo sus afirmaciones.
No es cierto que
el “entrelazamiento” sea un error. Muy al contrario. Sería un error irreparable
que los obreros no comprendiesen la gran singularidad, el gran significado, la
gran necesidad y la gran importancia fundamental de ese “entrelazamiento”. Pero
los obreros, por fortuna, lo comprenden muy bien y desechan con desprecio las prédicas
de los políticos obreros liberales.
No es cierto, por
último, que esto “tendría consecuencias perjudiciales” para ambas formas. Todo
lo contrario. Repercute favorablemente
sobre una y otra. Fortalece a las dos.
El señor Ezhov
instruye a ciertos “exaltados” a quienes parece haber descubierto. Escuchen
esto:
“Es necesario dar
forma orgánica a los sentimientos de las masas obreras [... ¡Santa verdad!...]
Es preciso aumentar la propaganda en favor de los sindicatos, reclutar nuevos
miembros para ellos…”
Todo está muy
bien, pero... pero señor Ezhov, es inadmisible reducir la “forma orgánica” sólo a los sindicatos. ¡Recuérdelo,
señor liquidador!
“… Esto es tanto
más necesario cuanto que entre los obreros hay ahora no pocos exaltados que, entusiasmados
por el movimiento de masas, hablan en los mítines contra los sindicatos, como si éstos fuesen inútiles e
innecesarios.”
Esta es una
calumnia liberal contra los obreros. Los obreros, que causaron y causarán siempre
disgustos a los liquidadores, no arremeten “contra los sindicatos”. No, los
obreros arremeten contra el intento de reducir
la forma orgánica exclusivamente a los “sindicatos”, como con tanta claridad se
desprende de la frase anterior del señor Ezhov.
Los obreros no se
manifiestan “contra los sindicatos”, sino contra la deformación liberal de la naturaleza
de su lucha, deformación que impregna todo el artículo del señor Ezhov.
Los obreros rusos
son lo bastante maduros políticamente como para comprender la gran importancia
que su movimiento tiene para todo el pueblo. Son suficientemente maduros para
entender qué falsa y miserable es la política obrera liberal, y siempre la
desecharán con desprecio.
Obras Completas, Tomo XVIII
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